Hi! Necesitaba sacarme de la cabeza esta idea para poder estudiar en paz, de lo contrario, seguiría dando vueltas y vueltas a mi examen xD. Este es mi pequeño homenaje a esta serie que me enganchó a más no poder desde Octubre. Toda la primera temporada más el manga en inglés me dio soponcio y tal vez un par de días de insomnio. ¡Y sin duda, valió la pena! xD.
Er... ¿qué se me va? Bueno, hay muchas parejas. Pero de las que se centrará la historia será en KagaKuro y AoKuro.
Me he inspirado principalmente en las canciones que han sacado (¡y los duetos!), así que puede que vean algunos fragmentos en cada capítulo. El título del fanfic también deriva de una de ellas, que canta precisamente Kuroko~ (Ono Kenshou, ¡gracias por ser una fuente de inspiración! ;A;).
Por cierto, la canción para el enunciado de este capítulo corresponde a Ono Kenshou y Suwabe Junichi (seiyuus de Kuroko y Aomine).
Título: Kimi Ga Hikari De Aru Tame Ni/Porque tú eres la luz.
Advertencias: Spoilers, relación chicoxchico, smut.
Disclaimer: Kuroko no basuke no me pertenece, sino a Fujimaki Tadatoshi.
Capítulo 1: Existencia.
"Hubo un tiempo cuando tú eras mi única realidad, pero la luz y la sombra se separaron".
(Hikari To Kage No Kyori)
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Dejó caer su bolso en el suelo estrepitosamente mientras se sentaba al borde de su cama de forma automática. No había más vuelta que darle al asunto. Su postulación —la única que efectuó, en realidad— en la preparatoria Seirin había sido concretada con éxito y se encontraba satisfecho de su decisión. Era el lugar al que quería ingresar, en donde tal vez sería capaz de revivir lo que era amar el baloncesto junto a su equipo, disfrutando cada momento y así poder recobrar su alicaído espíritu.
Si bien sus padres le preguntaron durante la cena días atrás si estaba seguro de entrar a una preparatoria privada, en la cual ninguno de sus amigos del club de baloncesto había querido ingresar, Kuroko Tetsuya se limitó a responder sin reparo alguno:
—No puedo estar en el mismo lugar que ellos —aunque Kuroko bien sabía que para su abuela el "no puedo" le sonaría más a un rotundo "no quiero", puesto que era la única con quien se había permitido desplomarse en su regazo completamente desconsolado en los últimos meses.
La dolorosa y silenciosa realidad era no ser necesario en sus vidas, mucho menos en la de él.
El inicio de su tercer año en la secundaria Teiko solo había sido uno de los tantos pasos hacia al abismo por el cual terminó cayendo y tocando fondo. Cada práctica, cada partido, cada encuentro… Solo eran instancias para odiarse a sí mismo y al deporte que había dedicado gran parte de su tierna infancia y adolescencia, como también para perder a las personas que consideraba valiosas en su vida.
—"Ya ni siquiera recuerdo cómo recibir tus pases".
Kuroko se estremeció ante el mero recuerdo.
Aquella persona que consideraba como su compañero, su amigo, su luz…
—"¡Tetsu!" —las sonrisas llenas de sinceridad se habían quedado en el pasado, al igual que él. Estancadas en algún lugar recóndito e imposibles de recuperar por los sucesos que habían vivido.
Y es que nunca hubo un nombre para su relación. Todo se inició de forma espontánea, por lo que no hubo instancias para categorizarla como "algo". De la misma forma, no hubo palabras de término para lo que tenían, puesto que solo se limitaron a distanciarse. Pero aun así, las ansias por volver a acercarse a él lo carcomían. La tensión era palpable entre ellos cada vez que se acercaban o rozaban. No obstante, a principios de ese año Kuroko decidió dar por cerrado ese ciclo.
Sí, así debía de ser.
Entrecerró los ojos con pesar al sentir como las lágrimas amenazaban en desbordarse al recordar a Aomine Daiki; al chico que no solo le había brindado su amistad, sino también una parte de su corazón. Pero, así de fluctuante, también había sido el primero en darle la espalda.
La repentina vibración del celular lo sacó de sus pensamientos. Aturdido, lo buscó en su chaqueta para leer el mensaje entrante mientras alejaba la evidencia de sus lágrimas con el dorso de su mano rápidamente.
"¡Tetsu-kun! ¿Te saltaste las clases otra vez? Ki-chan, Aomine-kun y yo estamos preocupados. Por favor, Tetsu-kun ¡da señales de vida!".
Suspiró.
Momoi-san era mala mintiendo.
Aomine Daiki sería el último en notar su repentina desaparición. Lo más probable era que Kise, sabiendo por experiencia propia lo extrovertido y ruidoso que podía llegar a ser, era el que le hubiese comentado sobre su ausencia.
Recordando vagamente que solo quedaban dos semanas de clases para que fuera la graduación, Kuroko desvió su mirada hacia su escritorio, en donde estaba depositado con cuidado la muñequera que le había sido confiada por uno de los ex compañeros de su viejo amigo Ogiwara —o quizás, ex amigo a estas alturas—, solo para recordarse a sí mismo del porqué de la drástica decisión que había escogido.
Apretó sus puños.
—Ser capaz de derretir esos ojos frívolos —murmuró para sí mismo, intentando que sonara con seguridad.
La pelota que tenía cercana a sus pies nunca le había parecido tan lejana como ahora.
—"A pesar de que no tiene nada que ver conmigo, deberías continuar dando tu mejor esfuerzo".
Kuroko entreabrió sus labios, mientras lentamente su postura rígida se deshacía.
Aquella frase se la había dirigido un chico pelirrojo antes de entrar a las eliminatorias de la Inter Middle. Solo había bastado un intercambio de palabras y una mirada para que le infundiera ánimos sin conocerle. Y aunque Kuroko no recordaba con exactitud su rostro por las frías circunstancias en la estuvo envuelto, las veces que lograba pensar sobre aquel encuentro solo le provocaba curiosidad. Era demasiado que un extraño le dijera las palabras exactas, en el momento exacto... Demasiado irreal que supiera sus problemas con solo un vistazo.
Un segundo mensaje entrante llegó a su celular, haciendo temblar su mano y recordándole nuevamente su objetivo.
Kuroko alzó su mirada con firmeza.
Bastaban dos semanas para evitar pisar el territorio de Teiko.
No divagó más y respondió con sutileza a su amiga: "Agradezco tu preocupación, Momoi-san".
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Aomine Daiki caminaba con pereza, observando cómo adornaban la entrada de lo que sería su ex recinto de educación. No le importaba para nada el sentimentalismo arraigado por atravesar esa etapa tan importante como la graduación. De hecho, si alguien se atreviese a preguntarle sobre ello, Aomine solo respondería a regañadientes que no significaba más que un mero trámite.
—Bah —masculló. No obstante, lo más probable era que Satsuki se le ocurriese la grandísima idea de llamarlo y despertarlo temprano al día siguiente con tal de que no llegara tarde, solo con el fin de que obtuviese el ridículo pedazo de papel que ratificaba la aprobación de nivel ante la sociedad.
Bostezó a sus anchas mientras se alejaba del asfixiante ambiente de duelo pre graduación, en la cual su amiga de la infancia también se veía arrastrada por sus compañeras de curso ante el inminente fin de su vida escolar en Teiko. Suceso que le otorgó una perfecta oportunidad para escapar del establecimiento escolar.
—No es como si la vida no pudiese seguir, trío de idiotas —pensó Aomine hastiado.
Caminó sin rumbo alguno por las calles, quizás por hora y media, probablemente inconsciente de que solo buscaba un lugar para poder dormir un rato tranquilo y sin interrupciones estúpidas de sus compañeros de clases o de su "guardiana", alias Satsuki, pero tampoco era que le incomodase estirar sus piernas. Aprovechó de dar un vistazo al cielo intentando refrescar su memoria, dándose cuenta que hacía mucho que no se percataba de lo infinito que parecía ser, ni siquiera en su holgazaneo habitual por la azotea. Había olvidado su perpetuidad sobre él, al igual que aquel indulgente color que solo le recordaba a…
—"Aomine-kun, ¿es necesario que me mires mientras me visto?".
Chasqueó su lengua, molesto.
La vida podía seguir.
¡Sí, maldita sea, podía seguir su rumbo!
Pero no tener a Kuroko Tetsuya en la suya solo era una estúpida consecuencia de sus propios y crueles actos. Jugar a ser luz y sombra ya era imposible para ellos. No mientras él pudiese brillar con una intensidad que dejara a un lado a la oscuridad, volviéndola mínima e insignificante a su lado, apartando con cada uno de sus pasos a Tetsu de sí.
Y no existía punto de retorno, ya no. Atrás debían de quedar los días en que le invitaba a comer helado después de clases, como también de aquellas exhaustivas tardes de práctica en la que, furtivamente, aprovechando que sus compañeros del club se marchaban de la sala de vestuario, arrinconaba a Tetsu para besarlo con ansias y así marcarlo.
En el pasado quedaron aquellos días en que sus sonrisas lo eran todo y solo la calidez del chico de cabellos celeste le aportaba energía.
Entrecerró los ojos, ofuscado. No, no debía de ser así. Él aún percibía con claridad la tensión que existía entre ellos. La química resultaba innegable y Aomine sabía que Kuroko no sería capaz de alejarse tan fácilmente.
Sin importar lo que sucediese, Kuroko seguiría fielmente siendo su sombra. Por más que lo apartara de tal papel por no esperar nada más del baloncesto.
Estaba seguro: Tetsuya no podría escapar de él.
—¿Eh? ¿No eres Aomine-kun? —le llamó una serena y dulce voz, un tanto familiar por cierto. Sorprendiéndolo por la proximidad de dónde provenía, Aomine miró hacia abajo, retrocediendo espantado al ver que una pequeña anciana estaba a medio metro de él, a punto de chocar de frente junto a su bastón—. ¡Oh, sí eres tú! Creo que ha pasado un año sin verte, así que debía preguntar por si las dudas —rió la mujer con suavidad, acomodando su bastón y las compras que había realizado.
Daiki aprovechó de recuperar el aliento mientras la mayor intentaba maniobrar con su objeto de apoyo. Ya más calmado, logró percatarse de su entorno y en el nefasto detalle que obtuvo por su perfecto vagabundeo: se encontraba cerca del área residencial en la que vivía el ojiceleste.
Incómodo, rascó su nuca.
Al parecer, viejas costumbres no podían olvidarse tan rápido.
Y hablando de viejo…
Aomine dio un vistazo a la anciana, quien aún seguía enfrascada en su pequeña batalla de coordinación.
Suspiró exasperado.
—Qué molesta eres, Baa-san.
Sin darle tiempo para replicas, Aomine le arrebató de sus manos el carro que contenía verduras y frutas gracias a su aventura en el supermercado.
—¿Seguro que podrás?
Frunció el ceño ante su deliberado cuestionamiento.
—Con el paso que tienes, me sorprendería si no llegaras al anochecer a casa —respondió con rudeza, poniéndose en marcha.
—Veo que aún sigues mordaz como siempre, Aomine-kun —rió la abuela, despreocupada por las palabras del moreno—. Tetsu-chan decía que no podías ir a visitarnos por las prácticas.
Daiki prefirió no responderle ante dicha aseveración.
—¿Sabías que entrará a una preparatoria privada? Creo que se llamaba... ¿Seirin? Es un Instituto prácticamente nuevo, al igual que su club de baloncesto. Me tomó por sorpresa, ya que ustedes dos decían que entrarían al mismo sin importar lo que sucediese. Estaba convencida que Tetsu-chan te seguiría —añadió la mujer con nostalgia.
No se atrevió a mirarla. ¿Con qué cara podría?
—Las cosas no resultan como uno lo planea —masculló, haciendo una mueca llena de desagrado.
—Oh, por supuesto. Como tampoco lo que debe escoger en verdad el corazón.
Aomine sonrió sarcástico. No debía ser un genio para darse cuenta que esa conversación estaba más que planificada por la abuela de Kuroko. Ella era quien siempre le recibía cada vez que iba a la casa para estudiar cuando Satsuki no le prestaba sus apuntes o cuando solo se dedicaba a pasar el rato. Además, dentro de la familia del peliceleste, era la única que había visto la intensidad de la relación que tenía con su amigo… por aquel entonces.
Detuvieron sus pasos sin dirigirse la palabra.
Aomine alzó su mirada, permitiéndose a sí mismo de observar con detenimiento la casa de lo que sería ahora su ex compañero.
—¿Quieres pasar? Tetsu-chan debe estar en su habitación leyendo —invitó la anciana mientras Daiki depositaba en la entrada el carro con sus compras.
—No. Lo mejor es que me marche —desestimó la idea Daiki, levantando una mano con pereza—. No puedo decir que haya sido un placer verte, pero es bueno saber que sigues siendo tan perspicaz como hace un año atrás.
Sin nada más que añadir, salió por la puerta de entrada escuchando levemente a lo lejos:
—Él sigue esperando por ti, aún estás a tiempo.
Aomine negó con su cabeza antes de retirarse de la residencia por completo, al mismo tiempo que una socarrona sonrisa se formó en sus labios.
No necesitaba que Tetsu esperara por él, porque sencillamente lo tendría cuando lo quisiera.
¡Qué fuera a la preparatoria que quisiese!
Solo así le demostraría ese innegable hecho: no habría nadie que pudiese relucir su talento como él.
No existía tal persona que lograra arrebatarle de sus manos.
Por más que ese año hubiese sido horrendo para ambos, lo seguiría comprobando: Tetsu seguiría siendo suyo.
Siempre.
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Al día siguiente, Kuroko Tetsuya se mostró por última vez siendo parte del alumnado de Teiko, pero ninguno de sus ex compañeros logró acercarse a él a excepción de Akashi Seijuuro, su ex capitán, con el que compartió un breve pero tenso diálogo. El resto solo le vio desaparecer entre la multitud de los graduados con la única información que les daría más de un dolor de cabeza:
—Tetsuya definitivamente se unirá a nuestra competencia. Sin embargo, lo hará desde un Instituto que se creó hace un año y sin reputación, Seirin —informó el pelirrojo antes de marcharse del gimnasio donde los había convocado.
A Aomine no le causó conmoción alguna las palabras del antiguo capitán de la generación de los milagros. No obstante, sus compañeros eran otro asunto muy distinto:
—¿Seirin? —alzó la voz Kise Ryota, completamente escéptico por la noticia—. ¡Midorimacchi! ¡¿Dónde queda esa preparatoria?! —exclamó, girando su cabeza hacia el peliverde que ya lo miraba exasperado.
—No preguntes idioteces, Kise —respondió Midorima malhumorado, presionando sus gafas con dos dedos—. Kuroko solo desperdiciará el talento que posee —agregó mientras recogía un barco a tamaño escala, su ítem de la suerte del día.
—Eh~ —murmuró el más alto del grupo con pereza—. Kuro-chin estará lejos para darme raras golosinas~.
—En realidad, serás tú el que aumentará la distancia, Murasakibara. Pero si hablamos de ello, Akashi también lo hará al mudarse a Kyoto —corrigió de inmediato Midorima.
Aomine alzó sus manos para dejarlas tras su nuca.
Sinceramente, ya estaba aburrido de la charla.
—¿A quién mierda le importa la distancia? —cuestionó mordaz, impactando a sus compañeros—. Nos veremos las caras para la Inter High, de todos modos.
—¡Aominecchi! —exclamó el rubio a su lado, aunque no le dio mayor importancia.
—Después de todo, Tetsu no puede esconderse de nosotros para siempre —sonrió con sorna—. "Y mucho menos de mí" —pensó con autosuficiencia.
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Notas:
Espero que les haya gustado. Sí, lo sé. Este primer capítulo no tiene casi nada de Kagami, más bien eso se centrará en el próximo (si es que existe otro... jaja xD). ¡Y me dio con la abuela de Kuroko! Como no he visto ni leído nada sobre los padres de Kurokocchi, entonces imaginé que podría demostrar más cariño para ella, su confidente. Aunque me esté saliendo pro Aomine jajaja xD.
Adoro a Daiki y a Taiga con Kuroko. Si hablamos del pasado, obvio que con Daiki... pero Taiga le da otro plus~.
Agradeceré mucho sus opiniones, ya sean apoyo o crítica para seguir mejorando... y, claro, si quieren otro capítulo. Ahora me salió cortito porque estoy en otra con mi examen, pero salgo de eso y me pongo las pilas como corresponde xD.
Ojalá nos estemos leyendo pronto.
¡Gracias por su lectura!
