Disclaimer: Los personajes son propiedad de Kishimoto-sensei y la historia es una modificación de la película, basada en la historia de William Shakespeare "La Fierecilla Domada"
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Pero más odio no poder odiar...
[Basado en la película: "10 cosas que odio de ti"]
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—... y entonces él volteó su rostro lentamente, topándose con aquel escultural cuerpo de perfectas curvas; brillando tan sutil con la luz del sol. No pudo contener más su-
— Ya llegó el estudiante, Jiraiya.
— Dile que pase, ¡que pase! —el hombre de cabello cano y alborotado cierra la portátil y del segundo cajón de su escritorio toma unos papeles.
— Permiso. —el muchacho se sienta y la asistente del rector cierra la puerta— Mi nombre es Konohamaru Sarutobi, mucho gusto. —extiende la mano y ésta es apretada con seguridad.
— Cambio a mitad de semestre por... —lee los papeles en su mano— Dice aquí que te mudaste, ¿o acaso fue por expulsión? —golpea las palmas sobre su ordenado escritorio con un par de figuras de sapos— ¡No quiero alborotadores ni pervertidos que arruinen mi sistema!
— ¿S-sistema? —sacude la cabeza— ¡Para nada! —niega con las manos— Mis padres obtuvieron un trabajo en otro país y me dejaron a cargo de mi ab-
— No, no, no, no, no. —coloca los papeles de matriculación sobre el escritorio y camina hacia la ventana que está detrás de su asiento para observar el campo de gimnasia; hay un par de chicas corriendo— La historia de tu vida no me importa, sólo no quiero verte por mi oficina. El tiempo es oro y tengo un libro erótico que terminar. —el chico pestañea incrédulo— Ve con Orochi-chan y que te dé tu horario de clases, ahora déjame solo.
Konohamaru se levanta y camina a la puerta un poco extrañado de la actitud del vejete y una vez fuera del cuarto, el hombre vuelve a abrir la portátil—... contener más su ímpetu masculino y se lanzó sobre ella como una fiera hambrienta de placer sexual que...
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En el pasillo se topa con un muchacho de lentes y corte hongo muy poco a la moda; un horrible resfriado que lo hace hablar extraño— Tú debes ser el nuevo.
— Sí, ¿y tú eres...?
— Udon.
— ¡Un gusto! —se dan un apretón de manos.
— Me designaron como tu guía, después de todo estamos en el mismo salón.
— ¡Genial! —empiezan a recorrer los pasillos en esos minutos de descanso.
— En este lugar hay una marcada línea entre un grupo de personas y otro. Sigue las reglas y mantén un perfil bajo, eso te mantendrá a salvo de todo.
— ¿De qué estás hablando? —sujeta su mochila mientras iguala el paso del chico con traje; poco común en un estudiante de tercero de secundaria— ¿Acaso es el "sistema" del que habló ese vejete?
— ¿Jiriaya-sensei? ¡No, qué va! —rueda los ojos— El rector del colegio es un pervertido de primera, escribe libros para adultos desde que nació. —se detiene y mira de un lado a otro esperando que nadie esté cerca— Se rumorea que espía a las chicas de último año.
— Tiene la cara. —ambos asienten en confirmación de sus pensamientos.
Ya en el salón, Udon le dice al nuevo que se siente en la banca de junto mientras todos ingresan al aula. Entonces observa, uno a uno, los compañeros y su aspecto— ¡Oi, Udon! ¿Quién es ella? —tira de su camisa bien planchada al notar la presencia de una chica con cabellera corta en tono marrón y un grácil mechón delante de su fino rostro, una tez pálida y ojos que demuestran una alta capacidad intelectual.
— Ella es Hanabi Hyuga... ¡imposible!
— ¿Qué?
— Es del grupo de las Conquistas Imposibles. —murmuran mientras ella toma asiento en la esquina opuesta del salón— Es aplicada en sus tareas y de carácter amable, sonrisa despreocupada y gran sentido de la honestidad, hábil en deportes y buen estado físico.
— ¡Sí eso puedo verlo!
— Imposible... —sus ojos divagan en el entorno por un momento breve— Las hermanas Hyuga son las primeras de la lista. —el maestro ingresa al salón— Después te explico con detalle. Ahora presta atención a la clase del maestro Ebisu.
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Ya en hora de receso, Konohamaru y Udon estaban en el patio, buscan un lugar con vista amplia y bajo la sombra. Una vez ahí, el chico de lentes empieza a señalar con su índice los pequeños grupos que se observan a la distancia.
— Ellos se hacen llamar "Akatsuki" y siempre que hay disputas entres estudiantes puedes recurrir a ellos; planean estudiar Leyes y formar un bufett con el mismo nombre. Son muy buenos abogados, pero su círculo social es muy estrecho. —Konohamaru le da un gran mordisco a su sanduche— Aquellos son los "Green peace". Ya sabes...
— Paz, amor y esas estupideces, ¿no? —Udon afirma con la cabeza.
— Esos de allá no son malos, pero te sientes como un inútil junto a ellos. —vuelve a dar un gran mordisco mientras presta atención— Les llamamos "Los Kages" y tienen habilidades especiales.
— ¿Habilidades especiales?
— Sí. El rubio es líder del grupo de atletismo y es tan veloz que nadie lo ve cruzar la meta; el grandote con la prótesis en la mano es líder del equipo de judo y es tan fuerte que dicen que él mismo se la quitó.
— ¿Por qué? —Udon se eleva de hombros.
Entonces vuelve a aparecer la bella chica castaña de ojos perla— ¡Hanabi! —antes de que se levantara es detenido por el cinturón— ¡¿Qué haces?!
— No. ¿Qué vas a hacer tú?
— Hablar con ella y... conocerla. ¡No sé! —entonces acomoda sus lentes y le señala el lugar donde está la chica; ahora acompañada de un galán— ¡¿Quién es ese?! —su peso lo hace regresar al suelo con decepción.
— Toneri Otsutsuki: próximo líder del templo, adinerado, hijo único, príncipe ante los ojos de todas las chicas y... —mira el perfil triste de su nuevo amigo castaño—... y la pretende desde hace un par de meses. —coloca la mano sobre el hombro y Konohamaru baja la cabeza— Conquistas imposibles... te lo dije. —aparta la mano de su hombro y lo mira con esperanza.
— ¡¿La pretende?! —sus ojos miran fijo los de su compañero y el golpe de adrenalina se nota en su actitud inquieta— ¡Eso significa que no son nada aún! —lo toma por los hombros y lo sacude un poco— ¡Debe haber una forma de que se fije en mí! ¡¿Verdad?!
— Pero ella-
— ¡Vamos! —arruga la frente y lo vuelve a sacudir— ¡Sabes todo de todos! ¡Debe haber una manera de acercarme, rayos! —aparta las manos de sí y acomoda sus lentes con un poco de molestia.
— Bueno... necesita mejorar en inglés.
— ¡Perfecto! —golpea su puño contra la palma— ¡Yo le enseñaré!
— ¿Sabes inglés?
— No, pero podemos aprender juntos. —sonríe gustoso de su plan mientras su nuevo amigo se golpea la frente.
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Al día siguiente, en hora de salida, el energético castaño se encuentra junto a un vehículo de último modelo, Udon corre emocionado de tener un amigo con un auto así, pero casi lo choca otro que dejaba el lugar— ¿Estás bien? —expresa una voz femenina y nota que la chofer es nada más y nada menos que "ella". Se levanta y se aparta con rapidez. La chica baja la mirada y continúa el trayecto.
— ¿Qué pasó, Udon? —el castaño observa cómo se aleja el carro.
— Nada, nada. —limpia su pantalón por haber caído sobre la retaguardia por el susto del repentino vehículo— Esa chica, es la hermana de tu platónica novia.
— Hinata... ¿verdad?
— Querrás decir: "Hen'nata" —una mueca de total ignorancia y su compañero resfriado acomoda sus lentes antes de continuar— Hinata Hyuga: capacidad intelectual elevada. —el castaño permanece en silencio a espera de algo más, pero esas palabras nunca llegan.
— ¿Sólo eso? —curvó las cejas— Si es así de simple no veo por qué catalogarla en el grupo de Conquistas imposibles.
— Es por esa cualidad que ella está lejos de todo, Konohamaru. —de nuevo la misma mueca de ignorancia, Udon suspira— Hinata Hyuga es tan aplicada a sus estudios, y sólo a sus estudios, que nadie trata con ella por temor a que se contagien de su "rareza".
— Estudiar no es algo "raro". —comenta con una sonrisa.
— No, no lo es. Pero ella lo lleva al extremo.
— ¡Esos no tiene sentido, rayos!
— Bueno, dicen que sólo se dedica a leer y leer y... leer. No se la ha visto en fiestas ni en ningún otro sitio que no sea su casa o el instituto. No se le conoce amistad alguna, ni si quiera se ha visto que hable con su propia hermana. Ambas llegan en vehículos distintos, ¿sabes?. —el castaño queda pensativo— Pero bueno, ¿ese es tu auto? —señala un deportivo de color beige.
— No, la moto marrón. —el muchacho realiza un gesto de desánimo y coloca su mano en el hombro al notar que le falta pintura y una buena lavada— Mejor me voy a casa. —se aleja un par de pasos y sube a un scooter amarillo con un canasto delantero donde coloca su portafolios.
El castaño abre los ojos y mira a todos lados esperando que nadie lo vea irse en eso; parece ser ignorado por los que allí rondaban y hace igual.
Un auto negra gira rápido en el estacionamiento para salir lo más pronto posible del lugar y no da paso a la notoria moto. Udon gira el manubrio para evitar terminar bajo las llantas, lo que le lleva a una pendiente muy empinada luego de un sonoro resbalón de las llantas en el asfalto— ¡UDON! —todos se acercan al borde para presenciar los gritos del chico que terminó en la base de esa empinada colina sin nada más que unos golpes y raspones.
Se levanta, se quita el casco y eleva los brazos en señal de estar bien; aunque un poco mareado por las vueltas. Todos aplauden y vitorean su hazaña suicida. El castaño suspira aliviado de no haber perdido a su primer amigo y se va a casa; igual que los demás.
— ¿Alguien me... ayuda a subir?
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Al día siguiente...
Ya todos en sus lugares, el maestro ingresa al salón con sus libros a tratar en clase y una efusiva sonrisa de emoción al impartir su cátedra como todos los días en cada salón al que fue asignado a inicios de año... aunque ese es la excepción.
— Hoy toca el reconocido y afamado dramaturgo y poeta del siglo de oro español, Lope de Vega. Este hombre re-direcciona... no. ¡Renueva! el teatro español, que en ese entonces estaba tomando una fama ineludible... —cada quien presta atención con aburrimiento; aunque la clase la hace muy entretenida y habla con emoción no parece llegar a los alumnos.
Una mano se levanta entre tantas caras somnolientas.
— El dramaturgo se unió al sacerdocio en 1614. Porque las palabras de fe guían el camino de un hombre en la tierra.
— Gracias, Toneri-san. —sonríe complacido de que alguien esté participando, hasta que la primera chica de la fila central eleva la mano; el maestro rodó los ojos sabiendo que tarde o temprano llegaría ese momento.
— Luego de una dura lucha con su sentimientos, causados por el fallecimiento de personas muy importantes para él, es que se motiva al sacerdocio... Sin embargo, no creo que la palabra de una entidad creada por masas permita guiar las sendas de la rectitud humana.
— Suficiente, Hinata-san. —el maestro la detiene con su mirada.
— El sacerdocio es un honor conferido a los hombres de rectitud que deseen predicar las enseñanzas de valores.
— Sí, pero no creo que un humano las mantenga con rigidez. —voltea para mirar al muchacho de celestes ojos— El mismo Lope de Vega, mientras llevaba a cabo su sacerdocio, escribió varios poemas utilizando el nombre de "Amarilis" para ocultar el amor hacia una bella dama. ¿Acaso eso no se considera sacrilegio en ciertas religiones?
— Las mujeres despiertan deseos impuros, por ello no son aptas para gobernar una casa de fe.
— Eso no exime a Lope-san de pensar en una mujer de manera romántica, y sus escritos lo prue-
— ¡Suficiente! —el maestro señala al chico de melena blanca— ¡Tú, basta con eso de la religión, eliminaré tu participación por hartarme con eso de la palabra de fe y demás! —luego mira a la chica— Y tú, ya me tienes harto de cuestionar todo. Sabes cómo reaccionan los demás y luego no paras. ¡A la dirección!
— Pero-
— ¡Dije, dirección! —señala la puerta con la frente arrugada y la chica de cabellera azulada guarda sus libros en el bolso y abandona el salón. El maestro se calma, respira un par de veces y continúa con la clase. Entonces la puerta se abre— ¡Oh! ¡Bonita la hora en que llega, Señor Uchiha! —ignora al maestro y toma asiento en la banca más próxima a la puerta— ¿Acaso no piensa decir nada?
— Termine rápido para irme.
Un par de venas brotaron y, con alaridos, también no envía a la dirección.
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— Es más temprano que ayer, Señorita Hyuga. —la chica asiente incómoda— Pasa.
—... los gritos de pasión desenfrenada jugaban con el eco de las solitarias paredes en la vieja casa y el movimiento forzoso de la la cama golpeando el muro, sólo...
— Pe... permiso... —abre la puerta y el hombre cierra la portátil con un dejo de molestia, hasta que observa quién es.
— ¡Hinata-chan~! —se levanta rápido y ofrece la silla para su comodidad— Es más temprano que ayer.
— Lo siento...
— ¡Jamás, jamás! —sonríe y le ofrece un poco de agua, ella niega amablemente— ¿Esta vez qué fue?
— Religión. —él adopta una pose pensativa y enérgica.
— Mmmm... Tocar esos temas siempre te traen junto a mí. —se recuesta en la silla con pesar— Es obligación legal que te diga: "No lo vuelvas a hacer." —ella asiente— Ya puedes retirarte y espero vert- ¡no! verte mañana. ¿De acuerdo, linda?
— Soy testigo de que pronunciaste la palabra linda a una estudiante de colegio mientras sonreías. —comenta la secretaria.
— ¡Ya, ya! —expresa molesto— ¡Vete Orochi y tú también, Hyuga! —la chica sale y minutos después aparece el chico de melena negra.
— Sasuke-kun~ —comenta con un tono largo en la "s" aquella secretaria de pálida piel— Me gusta verte tan temprano.
— ¡tsk! —gira el rostro con molestia e ingresa al cuarto.
— ¡Sasuke! —reacciona molesto cuando lo ve entrar sin pedir permiso— ¿Y ahora por qué?
— Llegar tarde.
— ¡No quiero perder el tiempo con estupideces! —expresa con la frente arrugada— Castigado después de clases. ¡Ahora vete! La inspiración está a flor de p- —la puerta se cierra con brusquedad y decide no darle importancia, toma asiento y abre la portátil para continuar con su escrito—... el muro, sólo elevaba el placer con el taco de su piel y los gemidos de ella cerca de su oído cuando pronunciaba su nombre: "Linda... Linda..."
— Si no piensa en una chica mientras lo escribe entonces no tengo de qué preocuparme.
— ¡Vete Orochiko!
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Unas palmadas en la espalda y Udon se aleja del sitio. Konohamaru suda un poco y lee el libro de inglés que le proporcionó su amigo en clase a espera de su doncella con ojos lila. La biblioteca es un lugar abrumador que le permitiría escuchar hasta el caer de una aguja y eso sólo le inquieta más.
— Konohamaru, ¿verdad?
— ¡ah! —salta y eleva la mirada— S-sí. ¿Hinata-san? —ella toma asiento junto a él mientras afirma con la cabeza; saca el libro de inglés.
— Es molesto tener fallas en esta materia mientras en las demás me va bien.
— Bueno... nadie es perfecto.
— Cierto. —abre el libro y sostiene un lápiz— ¿Qué vemos primero?
— Tus ojos...
— ¿Eh? —se altera al notar que sus pensamientos son escuchados. La chica curva las cejas y entrecierra los párpados elevando la vista hacia un costado.
— ¡N-no quise decir eso! ¡No en voz alta! ¡rayos!
La chica lo mira intensamente y se acerca poco a poco, el castaño retrocede sin poder pestañear. Avanza cada vez más y... cae de la silla. Ella echa a reír. Konohamaru se levanta azorado— ¡Yo...!
— ¿Me temes o te... —levanta una ceja— gus-?
— ¡¿Quieres salir conmigo?! —vocifera y retumba en las paredes del lugar; le llaman la atención y ella vuelve a reír cubriendo su boca.
— ¿Por qué? —cruza los brazos— Ni si quiera nos conocemos y si hablas de amor a primera vista yo no-
— ¡No, no, no! —vuelve al puesto— Yo quiero conocerte y... bueno... conocerte. —empieza a guardar las cosas— ¡No te vayas! —toma su brazo y la suelta rápido.
— No es uno de esos tontos juegos de "apuesta", ¿o sí?
— ¡Claro que no! —golpea su pecho con la mano— ¡Jamás haría eso! —ella suspira al notar la pureza en sus ojos.
— Pareces un chico lindo.
— ¡Lo soy! —ella sonríe.
— Pero no puedo. —su mandíbula cae al oírla— Mi padre es muy estricto y me impuso una regla que es imposible de cumplir.
— ¿De qué?
— Has escuchado de mi hermana, ¿verdad? —el castaño asiente— También debes haber escuchado que es una rata de biblioteca. —vuelve a sentir— La regla va así: "Saldrás con un muchacho si tu hermana sale también." —imitando un poco el tono de su padre. Aprieta los labios y acomoda el cabello tras su oreja sólo para que vuelva al mismo lugar— Lo siento. Pero podemos vernos mientras me enseñas inglés.
El castaño mira el suelo en busca de que sus ideas se aclararan con rapidez y antes de que ella saliera de la biblioteca la alcanza; vuelve a ser regañado por la bibliotecaria— Si consigo que alguien salga con tu hermana, ¿funcionaría? —Hanabi acomoda el bolso sobre su hombro y curva las cejas.
— Sí, es la regla. —entrejunta los párpados un poco y gira su cabeza levemente— ¿Crees que alguien saldría con ella?
— Claro. —exclama un poco inseguro— Tú... ¡Tú déjamelo a mí! —ladea la cabeza y sonríe con amabilidad, dejándolo en un inmenso campo de flores donde los fuegos artificiales lo tienen con una cara de tarado enamorado.
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— Mala idea, mala idea, Konohamaru. —suena su nariz y lanza a un tacho el papel usado— Ningún chico se le acercará.
— No veo por qué no. —colocan los lentes de protección y empiezan a verter los químicos para el experimento— Hanabi-chan es muy bonita y, supongo, Hinata-san también.
— No lo sé, ella siempre usa buzos un par de tallas más grandes y el cabello largo y suelto, faldas bajo la rodilla con licras, capri y cosas por el estilo. —el castaño lo miró raro— Es lo que me han dicho.
— Ajá... —prende el mechero para calentar la solución— Yo llevo unos días, así que no conozco buenos candidatos, pero tú sí.
— No quiero líos.
— ¡No seas cobarde, rayos! —aprieta la mandíbula— Sólo junta a los que creas adecuados y yo hablo, ¿está bien? —Udon asiente un poco temeroso.
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Después de clases, en un lugar olvidado de la limpieza, Udon lleva al chico tras un edificio— Estos son los que conseguí. —el castaño junta las manos y sonríe complacido. Da unos pasos delante y toma aire.
— Señores, han sido llamados para una tarea importante. —vuelve a tomar aire cuando la mirada asesina de un pelirrojo le pone nervioso— ¿Alguno aceptaría salir con Hinata Hyuga?
— ¿Hablas de Hen'nata? —comenta uno de cabello verde— ¡Ni de mierda!
— Esa chica no es explosiva. —comenta un rubio.
— ¡A mí me gustan las chicas con gemelas bien puestas, amigo! —expresa un castaño haciendo ademán en su pecho con una sonrisa libidinosa.
— Hyuga-san no es de mi tipo. —expresa un muchacho de lentes oscuros.
— Pierdo mi tiempo... —expone el pelirrojo de ojos delineados.
Todos se marchan sin poder detenerlos. Un nubarrón cae sobre su cabeza y su amigo resfriado coloca su mano en la espalda par darle ánimos.
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Llega a casa y va a la cocina para prepara el almuerzo, no sin antes dejar su mochila en la habitación y recoger el cabello en una coleta alta; se coloca el mandil.
— Buenas tardes, Hinata.
— Hola, padre. —el sujeto de cabellera marrón continúa su camino a la sala. Minutos después la puerta principal se abre y aparece Hanabi con una sonrisa— Hija.
— Hola, papá. —coloca la mochila sobre el sofá, la da una beso en la frente y pasa largo a la cocina— Nee-san, Toneri-san me invitó un helado y me contó sobre... ¿Hinata-neesan? —el rostro de la muchacha se oscureció un poco.
— No deberías acercarte tanto a él. —expresa mientras saltea la cebolla y el tomate en el sartén— Él... él me da mala espina.
Hanabi desvanece aquella sonrisa y expulsa aire en señal de desaprobación a sus palabras— ¿Otra vez? —coloca sus manos en la cadera— Los hombres no son una especia aberrante a la cual temer, nee-san. —Hinata iba a replicar, pero ella no se lo permite— Que no quieras salir con alguien, esta bien. Pero no creas que las personas son... No todos son como tú. —su respiración se detiene por un segundo y al voltear su dulce hermanita ya no está.
Después de una silenciosa comida y ya lavados los platos, la peliazul toma su libro del día y se sienta en el sofá que está cerca de la ventana. El timbre de la puerta principal suena y se levanta para atender; recibe el correo— Padre. —exclama con un dulce tono de voz e ingresa al estudio— Las facturas y su suscripción. —Hiashi las recepta y antes de que saliera, nota que su hija aún tiene una carta en las manos, de la cual no aparta sus ojos— No... No lo puedo creer.
— ¿Qué es, Hinata?
— Me aceptaron.
— No te escucho. —expone el padre con su entrecejo arrugado un poco. Ella voltea con una sonrisa.
— ¡Me aceptaron, padre! ¡Tengo la beca en Stanford! —la alegría desborda su ser al punto de querer saltar hasta que sus piernas no pudieran más. Toda su vida se había preparado para ello y así mermar el costo de una educación superior para su padre. No es que el dinero fuese un problema; sin embargo ella quería demostrarle que podía valerse por sí misma como una chica independiente.
No obstante, luego de recuperar su compostura y notar el rostro serio de su progenitor parece que ha cometido otro error.
— No... ¿no te da gusto?
— Sí. —es lo único que expresa su padre y deja la habitación con gran pesar.
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Rasca su cabeza con molestia mientras permanece agachado sobre la banca. Su compañero se acerca y toma siento— ¿Qué sucede, Konohamaru?
— Las clases de inglés... Creo que ya se dio cuenta que no sé nada.
— Dile la verdad.
— Tal vez... Primero quiero invitarla a una fiesta.
— ¿Cuál es el afán? —Udon empieza a sacar los libros que usará en clase antes de que arribe el maestro— Son compañeros, la ves a diario. Yo diría que es más de lo que cualquiera intentó.
— Pero ella se va después de clases con ese paliducho de último año.
— ¿Toneri-san? —el castaño rechina los dientes— Sí, pero...
— Cuando hablé con ella para una cita, estaba feliz. —mira al chico de lentes con intensidad— Eso significa que ni si quiera ese paliducho ha podido obtener el permiso.
— Ya, ¿y?
— Que si yo consigo que salga, entonces tendré más puntos. —Udon rueda los ojos.
— Ha pasado poco más de una semana desde que le "enseñas" inglés. ¿No crees que ya se dio cuenta? —intenta que su despistado amigo obtenga la respuesta por sí mismo.
— ¡No! Y tengo suerte. —se golpea la cara con la palma— Debo conseguir que su hermana salga para que ella esté conmigo.
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Masca una mordida tras otra, tras otra... tras otra, pensando si algún candidato pueda ser lo suficientemente idiota como para salir con Hinata— ¡Konohamaru! —saluda desde lejos la castaña de perlada vista y él voltea aún con su paso continuo saludándola con una tonta sonrisa.
Udon lo toma de la camisa y lo hala antes de que chocara con otro muchacho, lo que hace regar su gaseosa— ¡Rayos! ¡Mira lo que haces! Ni un sorbo le había da-
— Ten cuidado. —interrumpe mientras lo sigue tirando de la ropa hasta un lugar lejano y seguro— Casi chocas contra él. —señalando con temor a un estudiante de último año, porte alto y cabello negro largo atado en una coleta a media cabeza mientras un mechón cubre la mitad de su rostro— No querrás meterte con él.
— ¿Quién es?
— Sasuke Uchiha, o mejor conocido como "Susan'o". —parece temblar con sólo mencionarlo; está acompañado de un chico con cabellera blanca y dientes puntiagudos— Dicen que era el estudiante número uno en todo el campus hasta secundaria, pero cuando entró a preparatoria cambió radicalmente.
— ¿Qué tipo de cambio? —golpea su pecho para no atorarse con el sanduche. Nota que mientras el azabache camina por el patio, los demás abren paso.
— No lo saben. —replica— La asistente del maestro Juugo, Karin, revisó su historial académico y corroboró que tenía perfectas calificaciones hasta que ingresó a primero de preparatoria, donde todo fue cuesta abajo. Justo ese año desapareció de este instituto y cuando se matriculó en segundo se volvió así.
— Pero... no creo que sea tan temible. —Udon lo mira asustado— ¡Vamos! No creo que haya matado a nadie... ¿o sí? —el lentudo traga gordo y aclara la garganta expresando en susurros: — Dicen que mató a su hermano...
Konohamaru abre los párpados y voltea hacia el chico que se recuesta sobre un bordillo decorado con flores. Lo observa fijamente mientras le habla a su amigo.
— ¿Qué... —entrecierra los párpados— qué tan buen estudiante? —el chico de cabello hongo lo mira asombrado y mueve la cabeza de un lugar a otro.
— ¡No! —lo toma por los hombros— Nadie en este lugar se atreve a meterse con él.
— Udon, Udon... Udon. —palmea su hombro y coloca el brazo por detrás del cuello— Si hubiera matado a alguien estaría preso.
— No se encontraron pruebas.
— ¡blah! ¡blah! ¡blah! —sonríe travieso.
— Pero, pero... —mueve las manos buscado las palabras adecuadas— No habla con nadie, se comió un pulpo vivo, eh... Dicen que su cuerpo desprende rayos, su mirada te deja inmóvil y... y, y... ¡y...!
— ¡Cálmate! —levanta el dedo índice— Hinata-san es lista y él también, creo que es lo que cuenta. —Udon no queda nada convencido de su plan— Si tanto te preocupa, yo iré a hablar con él.
Con los dedos en la boca y el temblor ante el pánico, el chico de lentes permanece inmóvil mientras su castaño amigo camina hacia el pelinegro. Nadie nota que el incauto muchacho nuevo estaba junto al Uchiha.
— ¡ejem! —aclara la garganta— Eh... ¿Sasuke-san? —el frío chico abre un ojo mientras el paliducho de colmillo salido había ido al bar— Quisiera saber si... si... s-si... —se levanta del muro y lo mira de una forma tan aterradora que sus piernas se sienten como fideos. No pronuncia palabra alguna más allá de un chasqueo con su lengua y lo deja solo y muy quieto. Udon se aproxima corriendo.
— ¿Konohamaru? —la mirada perdida en el horizonte y sudor frío bajando por su frente. Logra articular unas cuantas palabras.
— Creí que... que iba a morir.
— Te lo advertí.
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Camina de un lado a otro rascando su cabeza con desesperación. Udon lo miraba sereno mientras come su budín de frutas y un yogur ligero. Murmura palabras al azar— ¿Te vas a comer el budín? —Konohamaru se lo pasa y continúa pensando mientras su amigo disfruta su postre.
— ¡Estoy seguro que con dinero tal vez sí...!
— Costará mucho. ¿Lo sabes, no?
— Cierto... —Udon lo contempla aburrido teniendo presente que era muy despistado— ¡Pero no pararé hasta lograr que Hanabi-chan salga conmigo!
— Lo que necesitas es de un inversionista. —comenta mientras termina el pudin.
— ¿Y eso para qué, o qué? —toma asiento en la mesa de la cafetería interesado en el tema.
— Alguien con dinero que pueda ayudarte.
— ¿Me prestas?
— No tengo. —el castaño arruga la frente e infla los cachetes— Pero él sí. —señala al hombre que va tras su hermosa dama de ojos lila.
— ¡Ni de broma! —golpea la mesa y atrae las miradas cercanas— ¡Primero vendo todos mis video juegos y la consola!
— No es sólo por el dinero, Konohamaru. —lame el frasco del pudin— De todos lo estudiantes, Toneri-san es el único que no parece temerle.
— ¡Yo tampoco le temo!
— Ah, claro. —golpea su frente a modo sarcástico— Por eso le dijiste del plan, ¿verdad? —el castaño enseña los dientes.
— Que él esté interesado en Hanabi-san es normal.
— Algo no me agrada de ese sujeto.
— Pero si es... como un príncipe moderno. Caballeroso, con dinero...
— ¡Entonces cásate con él! —se cruza de brazos luego de que Udon lo mira aburrido— Sólo digo que algo no pinta bien con su aspecto de niño bueno. —su amigo rueda los ojos— Habla tú con él si quieres, ¡pero yo no!
Udon se levanta de la silla y luego de beber todo el yogur de una sentada acomoda su camisa y camina hacia la mesa de aquel joven.
— Eh... Ho-hola. —el muchacho de cabello blanco lo mira indiferente— O-Otsutsuki-sa... san. Yo... yo... eh...
— Niño, lárgate de este lugar. —comenta un sujeto de grueso aspecto que parece tener más edad de lo normal para aun estudiante de último año— No molestes a Otsutsuki-sama. La mano levantada del peliblanco para los ladridos del sujeto.
— Kinshiki-san. —con la mirada indica que prosiga.
— Muchas gracias. —un par de reverencias— Tengo entendido que usted pretende a Hanabi-san —las miradas de los muchachos en la mesa le ponen inquieto— y no ha podido salir con ella en una cita adecuada. Debido a... a la regla del padre de... de ella. —un leve movimiento de los párpados le muestra a Udon el interés en sus palabras— Por ello eh... Se me ocurrió un plan para que usted pueda llevar a Hanabi-san a... a alguna fiesta y puedan charlar de manera extra escolar.
— ¿Cuál es tu idea? —limita a responder con indiferencia.
— Verá... Contrate a un joven para que salga con Hinata-san. —Kinshiki golpea la mesa con la palma.
— Nadie es tan loco...
— B-bueno, Otsutsuki-san podría contratar a... a Sasuke Uchiha. —ambos receptores elevan los párpados— Sé de muy buena fuente que el señor Uchiha era el primero de su clase hasta la secundaria.
— ¿Eso qué tiene que ver? —pregunta el gran sujeto.
— Las costumbres no se olvidan con facilidad. —responde Toneri.
— Además de que... escuché que hace todo tipo de trabajos por dinero.
— Lo pensaré. —le contesta el paliducho muchacho— ¿Pero qué ganas tú?
— Ve-verá... Que la entrada al templo y las bendiciones no sean tan costosas.
— Ayuda al hermano necesitado... —murmura— Retírate. —y Udon regresa a la mesa con el castaño para contarle lo sucedido.
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En clase de deportes, mientras Sasuke está de fuga recostado sobre la rama de un árbol en el patio, Toneri se acerca con serenidad— Uchiha-san. —el azabache mira hacia abajo y de un rápido movimiento desciende para quedar frente a frente— Tengo un trato que hacer contigo.
— No me interesa.
— Hay dinero de por medio. —el moreno permanece en silencio y el peliblanco continúa— ¿Conoces a esa chica? —señala a Hinata, quien lee bajo la sombra de un árbol a la distancia— Lleva a Hinata-san a una cita para que yo pueda tener una charla privada con Hanabi-san.
— ¿Hen'nata? —sonríe ladino— Olvídalo.
— Te daré 3.500 yenes. —Sasuke empieza a caminar— 4.000 entonces.
— No.
— 5.000 —el Uchiha se detiene y voltea lentamente.
— 10.000 y trato. —Toneri saca los billetes de su pantalón y los extiende a las manos del joven. Sasuke los toma y guarda, luego lo mira fijamente.
— Espero resultados rápido. —rueda los ojos Sasuke suspira ligero y cambia su trayecto hacia el árbol de cerezo donde descansa la chica. Concentrada en la lectura de ese fascinante título, la presencia del hombre detrás no es notada en lo absoluto hasta que pronuncia una palabra.
— ¿Interesante? —ella brinca ligeramente y voltea rápido. Limita a mover su cabeza de arriba a bajo— ¿No me dirás de qué trata?
— No... no lo sé.
— ¿No sabes? —levanta una ceja— Pero siempre estás por allí leyendo. —toma asiento junto a ella, pero se levanta algo nerviosa.
— No me refería a... al libro. —mira hacia un costado— Creí que no te gustaban este tipo de cosas.
— ¿Qué cosas?
— Pues, leer... estudiar... —Sasuke, dispuesto a replicar, es detenido por la campana y ella se aleja antes de que él pueda tomarla del brazo. La observa fijo, mete las manos en sus bolsillos y apoya la espalda en el cerezo. Udon y Konohamaru los observan a la distancia, luego de una fuga momentánea en clase de deportes.
— ¡Tenemos que ayudar!
— ¿Ayudar en qué? —curva las cejas el muchacho de lentes— Tú y yo no conocemos nada de ella.
— No, —lo mira con una pícara sonrisa— pero sabemos de alguien que sí.
— ¡Oh! —arruga la frente por un instante mientras sus pupilas se mueven de un lado a otro con rapidez— No sólo necesitamos información, también un evento social.
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Al día siguiente, en la clase libre para los de tercero de secundaria, el castaño invita a Hanabi a caminar mientras repasan las palabras y los acentos del idioma extranjero; el cual no conocía en lo absoluto. Caminan por varios minutos hasta llegar al invernadero donde Konohamaru decide llevar la conversación al tema que quería tratar.
— Hanabi-chan —ella lo mira tranquila— ¿Conoces algo sobre tu hermana? —ella coloca una expresión de molestia en su rostro.
— ¿Infieres que no nos llevamos bien?
— ¡No! —mueve los brazos delante de su cuerpo, rápido y nervioso— ¡No, no lo decía de esa manera! —ella suspira.
— Me molesta un poco que crean que sólo porque llegamos y nos vamos por separado, no somos cercanas. —el castaño rasca su cabeza y habla entre dientes mientras rasca la parte trasera de su cabeza: — Y no se hablan en el instituto~ —ella ladea la cabeza.
— Es difícil... —baja la mirada— En algún punto ella y yo nos distanciamos un poco.
— Pero eso no significa que no la conozcas. —coloca la mano en su hombro y sonríe, ella igual.
— ¿Para qué quieres saber sobre ella?
— Para mi candidato. —eleva las cejas al recordar lo que hablaron hace unos días— Él... Quizá se le haga un poco más fácil invitarla si conociera sus gustos. —Hanabi mira hacia el cielo y coloca su delgado dedo índice en la barbilla.
— Hace más de un año que no hablamos como antes, pero si nada ha cambiado estoy segura que le gustan las novelas románticas, las de misterio, cocinar... ¡Le gusta prensar flores! —contesta emocionada— Con ello elabora pomadas para la piel y perfumes.
— ¿Y sobre chicos?
— Pueees... —da un rodeo al comentario— Le gustan los chicos lindos y carismáticos. —una pequeña pausa— Pero temo que es tímida.
— Bueno, eso ya se sabe.
— No. —responde seria— Ella es tímida cuando un chico le habla rompiendo su espacio personal, si no me equivoco se podría hasta desmayar.
Regresan al salón y minutos antes de la salida Konohamaru y Udon se escapan para llevar la fase dos del plan a cabo.
— ¿Ya lo fotocopiaste? —Udon le pasa unos panfletos— ¡Perfecto!
— Primero deberíamos hablar con Uchi-
— ¡Me la debe! —responde con una clara sonrisa vengativa sin prestar atención a las palabras sensatas de su compañero— Él es casi como mi hermano mayor, pero que me haya avergonzado de esa manera... —aprieta los puños y se acerca al bordillo del balcón que daba con el patio central— Nii-chan, esto salda las cuentas... jejeje... —murmura sin lograr que su amigo escuche y tira los volantes como una lluvia malograda de venganza moderada en el instante donde los alumnos salen de sus salones para regresar a casa.
Los jóvenes son atraídos por el sonido de papeles arrastrados por la brisa. Llevan sus miradas hacia el cielo y se percatan de las hojas... Las manos al cielo para atrapar uno de los anuncios que estaban listos para el festejo en la casa del anfitrión que desconocía el tema totalmente.
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Al día siguiente la vuelve a encontrar sumida en la lectura de otro libro; curva las cejas— ¿Qué tal el anterior? —vuelve a dar un brinco y voltea la cabeza luego de detener su paso al salón, debe levantar un poco la barbilla debido a la diferencia de esturaras— ¿Ahora sí me dirás de qué trata este? —Sasuke se acerca a su rostro con aquella mirada fría.
— Eh... yo... p-pues...
Suena el timbre para cambio de clases y un mar de estudiantes recorre los pasillos de tal manera que ella se pierde entre tantas personas, y para cuando ya se han dispersado los demás, ella también. Se apoya en un casillero mirando por la ventana que daba al patio de deportes.
— ¡Sasuke-san! —expresa algo nerviosa una voz masculina a su derecha— Yo... ¡Nosotros! sabemos cómo ayudarte. —gira el rostro y se topa con un par de muchachos de secundaria. Udon se coloca detrás de Konohamaru esperando que este continúe.
— Sabemos que quieres salir con Hinata-san y queremos facilitar las cosas.
— No les incumbe. —dispuesto a retirarse al salón, el castaño se coloca delante y extiende los brazos.
— ¡Espera! —los baja rápido— Tengo información sobre ella. —Sasuke levanta una ceja mientras Udon le pasa unos papeles— Aquí tienes sus gustos y... ¡y eso! Los lugares que frecuenta y... y... —el moreno toma los papeles y realiza un movimiento con la cabeza para apartar su cabello de los ojos; revisa el contenido con rapidez— Así podrás-
— ¿Por qué? —indaga por la información proporcionada. Konohamaru y su amigo cruzan miradas rápidas y deciden contarle.
— Me gustaría salir con Hanabi-san, pero ella no puede salir si su hermana no lo hace; regla de su padre. Así que queríamos que alguien invitara a Hinata-san a salir para que yo pudiera salir con su hermana.
— ¿Y el monje?
— Necesitábamos de alguien que costeara tus gastos. —responde Udon. El azabache se cruza de brazos y los observa fijamente por varios segundos. Mueve los papeles en son de desaprobación.
— ¿Crees que no puedo sólo? —mueve los papeles.
— ¡N-no! Es sólo que, bueno... Quería facilitar las cosas para... para... —el Uchiha coloca la mano en su hombro.
— Lo tuyo con esa chica, la rara de cabello largo, y el pseudo-monje no me importan... sólo el dinero. —camina por el pasillo levantando las hojas para mostrarles cómo las deposita en la basura.
— ¡Ella tiene una reunión mañana! —Udon mira lo emocionado que está su castaño amigo enamorado— ¡Y-y sé más carismático! —Sasuke se detiene a raya y voltea lentamente, regresa a paso lento junto a ambos chicos— ¡N-no quise que sonara así! —mueve las manos con temor mientras Udon se oculta y minimiza lo más que puede— Es sólo que a... a Hinata-san le gustan los chicos simpáticos y... y... ¡N-no estoy diciendo que no tú no seas carismático y-y abierto y... y simpático-! —la mirada lasciva en su ser lo hizo callar.
— Sólo la invitaré a salir, no buscar una relación con esa rara.
Konohamaru eleva un poco el cachete con claro signo de que no estaba analizándolo bien— Sasuke-san, —palmea su espalda con confianza— una chica como Hinata-san no va a decir que sí tan fácil. Es tímida.
— La obligo y ya. —camina al tacho y recoge los papeles de su "profunda" investigación— Yo creo que ¡sí! necesitas esto.
— Además, Uchiha-san, —acota Udon— no querrás que además de asesino se llamen pervertido.
— ¡¿Qué?! —sólo alcanza a escuchar la última palabra.
— Eso es verdad. —aprueba el comentario su castaño compañero — Si fuerzas a una chica, así sea una simple cita, podría malinterpretarse. —toma los papeles y los agrupa frente a su pecho. Ambos muchachos colocan el hombro por encima del otro y dan pasos de retirada con una notoria sonrisa que oculta espanto. Desaparecen en el pasillo y Sasuke permanece quieto observando las hojas.
Suspira.
Al finalizar las clases, caminando tranquila por el pasillo rumbo a su modesto auto, siente la extraña mirada de alguien a su espalda y, a pesar de que no quiere apartar los ojos de su interesante libro, la intensidad y proximidad de esas inquietante presencia la obliga mirar hacia atrás.
De nuevo ese chico de cabello negro con su mirada fría se intenta acercar y decide apresurar el paso.
Por más que intenta alcanzarla, se pierde entre la multitud de estudiantes y para cuando logra llegar al estacionamiento el auto híbrido morado de la chica está dando vuelta a la esquina y alejándose sin duda alguna. Acomoda la mochila en su hombro y chasquea la lengua con molestia; el chico de cabellera blanca se acerca.
— Este domingo hay una reunión en la casa de un tal Uzumaki, —Sasuke lo mira indiferente— y quiero ver a Hanabi-san allí. Pagué por adelantado y quiero resultados. —así como llega se va sin nada más.
El azabache saca los papeles de la mochila y da un vistazo a la información que le proporcionaron. Queda petrificado al leer el lugar donde se va a reunir al día siguiente. Levanta la cabeza y encuentra al par de chicos que lo asediaron en el pasillo. Se acerca por la espalda y con su profunda voz los asusta levemente— ¿Aquí, mañana? —ambos voltean y respiran calmados de ver que no han muerto.
— Claro que sí, Sasuke-san. —pensaba colocar su brazo por sobre los hombros del chico, pero su mirada le indica que mejor no y Konohamaru continúa con la plática— Es un pequeñísimo sacrificio. —el azabache rueda los ojos y arruga el papel en su mano.
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Después de clases llega a la dirección donde se lleva a cabo la reunión; un amplio lugar al que llaman invernadero central. Sitio donde hay un sinnúmero de plantas y chicas... sólo chicas. Todas están inmersas en el sembrado, trasplante, podado y diversas actividades herbáceas, hasta que notan la presencia de un chico alto, piel blanca y notable penetrante; usa ropa oscura. No presta atención a los cuchicheos entres ellas y busca a la chica de cabellera azul marino.
Casi llegando al final del invernadero, donde reposaban serenas las flores, está ella. La observa. Toca las plantas con delicadeza y corta las flores; las huele y sonríe. Sin duda era muy diferente a su actitud sumida en libros y al pelear académico con aquel paliducho en clase; siempre que estaba en ella para presenciarlo claro está.
— Así que no sólo eres una rata de biblioteca. —responde al aproximarse, haciendo que brinque de espanto y soltando la flor que está en sus manos.
— ¡¿Qué haces aquí?! —el moreno se agacha para recoger la flor— ¿Por qué me sigues?
— Sal conmigo. —extiende la flor y ella queda inmóvil— ¿Acaso no te gustan los hombres?
— ¡N-no es eso! —toma la planta y las chicas cercanas a ellos vitorean un sonido dulce y vergonzoso que la hace sonrojar. Él la observa de perfil. De entre todas las asistentes, una rubia de coleta se acerca y le grita con una sonrisa: — ¡Vamos, Hinata-chan!
— P-pero yo... él y yo... necesito leer mi- —la misma rubia aparece y la sacude un par de veces, Hinata parpadea perpleja y la rubia sonríe al chico: — ¿Cuando?
— Este domingo a las 7 de la noche.
— ¿Conoces su casa?
— I-Ino-san...
— Algo por el estilo.
— ¡Perfecto! —sonríe la chica mientras apega su mejilla a la de Hinata— ¡La tendré lista! —su expresión amable cambia a una ruda— ¡Y no te atrevas a dejarla plantada! —el moreno voltea y se aleja sereno hasta que su presencia forma parte del recuerdo.
— ¿Por qué lo hiciste, —las demás chicas del invernadero regresan a sus actividades— Ino-san?
— Niña, —coloca su mano en la cadera— este sitio es un santuario femenino. Que alguien como él tenga las agallas para entrar y pedirte una cita es... ¡perfecto! —se acerca con mirada pícara y codea su brazo— Además, no está nada mal. —eleva las cejas un par de veces; la chica sonroja.
— ¡P-pero no lo conozco!
— ¡Da~h! —rueda sus verdosos ojos— ¿Para qué crees que se les llama cita?
— Pero yo no... ah... y sí... —tapa su boca y la calma con una gran sonrisa; aparta la mano y respira serena— Aún está la regla de papá... y no he podido hablar con él sobre la beca.
— De eso nada. Tú sólo arréglate y será hermoso. —Hinata mira la flor en sus manos y la cerca a su nariz para apreciar el aroma.
— No sé qué ropa usar. —Ino salta de la emoción y la abraza.
— ¡Para eso estoy yo!
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Konohamaru se acerca a ella mientras conversa amena con una chica de coletas y cabello marrón anaranjado— ¿Podemos hablar? —Hanabi se excusa con su amiga y ambos se retiran a un sitio fuera de la vista de los demás. Antes de que él pudiera darle la buena noticia, ella lo golpea ligeramente en el brazo y le da un beso en la mejilla— ¡-!
— ¡Eres genial! —sonríe— Mi hermana llegó ayer y me lo contó todo. ¡No sé cómo lo lograste, pero resultó! Nos vemos en la fiesta, Konohamaru. — y regresa donde su compañera.
Parece ser arrastrado por la brisa y con una sonrisa muy estúpida en su cara llega donde Sasuke: — Aléjate.
— ¡Muchas gracias, Sasuke-niichan! —lo abraza y este lo repele con molesta y algo de asco.
— ¿Qué? ¿Nii-chan? ¡tsk! —rasca su cabeza algo incómodo— Sólo es una cita, no quiero salir con esa niña.
— ¡Ajá! Ajá~ Ajá~ —y así como llega, se esfuma en busca de su compañero para darle la noticia del beso en la mejilla.
Sasuke da un mordisco a su almuerzo y sin darse cuenta sus ojos se fijan en la chica de tez perlada que bebe un refresco de canela con un sorbete, clavada la mirada en un libro distinto al anterior. Una pequeña mariposa revolotea cerca de ella y al seguirla con sus ojos sonríe cuando se posa sobre la cubierta del libro... Él seguía observándola.
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La rubia, satisfecha luego de arreglarla de una manera muy bella al natural se aleja de casa orgullosa del trabajo en su adorable amiga— ¡WOW! Ino-nee es muy buena con esto de "reflejar tu interior en tu exterior". —Hinata sonríe tímida.
— E-esto es demasiado... —mira el espejo y siente incomodidad por la ropa puesta— Creo que me pondré el abrigo.
— ¡Eso no! —Hanabi lo toma antes— Eso arruinaría el look.
— Pero, Hanabi-chan... —se aleja de su hermana— Si bajo así, nuestro padre no... no lo permitiría.
— No sería nada justo. —refunfuña— Pero tiene razón... —resopla y le extiende el abrigo lila pomposo para que lo colocara sobre su blusa morada. Respira profundo y ambas salen de la habitación, bajan las escaleras y su padre las detiene en la entrada con una mirada dura.
— ¿Dónde van?
Hanabi se coloca delante de su hermana— Verás, papá. —señala con una sonrisa— "Sólo saldrás de casa si tu hermana también lo hace." —adaptando un poco la voz— Cómo nee-san es apartada de los hombres, nadie la invitaba y a ella no le importaba... bueno, resulta que alguien la invitó a una fiesta y si ella va, yo también puedo. —Hiashi toma aire para responder— ¡Cumple con la regla!
— ¿Acaso te quitaste el abrigo en el instituto? —le pregunta a su hija mayor— ¿O fuiste con shorts, minifaldas?
— Claro que no, padre. —nerviosa y algo inquieta.
— Papá, mi hermana ¡y yo! necesitamos expandir los horizontes y la fiesta no está tan lejos. —Hiashi va a responder pero lo detiene, sabiendo que si lo deja hablar no saldrían de casa debido a Hinata— Un amigo estará allá y el chico que invitó a mi nee-chan vendrá por nosotras.
Hanabi toma la mano de su hermana y camina a la puerta con rapidez, al abrirla se topan con Sasuke. El azabache lo observa indiferente y Hiashi igual. Hanabi y Hinata pueden sentir las chispas en el ambiente y antes de que puedan cruzar palabras, la castaña lo toma del brazo y tira a ambos.
— Conozco a muy buenos abogados. —suben al auto y le ordena arrancar el vehículo antes de que todo su esfuerzo se echara a perder.
Conduce una camioneta 4x4 negra y el viaje, no mayor a 15 minutos, permanece en silencio incómodo para los tres. La primera en bajar es Hanabi: — Nee-san, yo entraré y... bueno, ¡chao! —desaparece realizando un gesto con las manos en el pecho, para que se quitara el abrigo; Hinata sonroja y baja la mirada para que él no lo notara. Escucha la puerta cerrar y al azabache apoyado en el capó del carro.
— ¿Vas a entrar o qué?
— Su... supongo. —se asegura de que el abrigo esté cerrado y camina a la puerta. Sasuke la observa caminar y, luego de notar que estaba nerviosa, la sigue.
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