Summary: Edward fue a Volterra, como otros vampiros, para ayudar a los Vulturis en la guerra contra los Rumanos. Lo que él no esperaba era encontrar a el amor de su existencia allí.

Declaimer: Los personajes no me pertenecen. Son de la maravillosa Stephanie Meyer. Solo la trama es mía.

No permito su reproducción o adaptación en su totalidad.

Giss


*Entre Vulturis*

by

Gissbella Salvatore


Capítulo I


El paisaje de Italia era hermoso, sin duda. Aunque era de noche el cielo se veía claro gracias a las bien definidas estrellas que brillaban intensamente provocando que no se notaran en su misma intensidad y la luna brillaba, redonda y resplandeciente en lo alto con su color gris pálido. Era una noche veraniega de esas en las que no hacía un calor sofocante sino que era agradable sentir las ráfagas cálidas de las brisas. Claro que estas características no podía verlas un simple humano; muy pocas personas en los últimos tiempos se dedicaban, aunque sea, un minuto de su tiempo a admirar la simple belleza de una bella noche, ya sea por problemas personales, laborales, o por simplemente, no apreciar que la caída del sol trae consigo a su hermana luna.

Pero hoy, la noche suspiraba complacida porque en el bosque, recostado sobre el suelo con su espalda apoyada en el tronco de un gran árbol había una persona dispuesta a admirarla. Un adolescente de cabello broncíneo, tez muy pálida y ojos dorados. Estaba con los brazos flexionados debajo de la cabeza, pero la noche se engañaba porque el muchacho no le estaba prestando atención, él ya había tenido mucho tiempo para contemplar la hermosura de la noche, y lo seguiría teniendo. Edward Cullen venía de cazar de los espesos bosques.

Era un vampiro. Pero no un vampiro tradicional; él y todo su clan se alimentaban de animales, respetaban la vida humana y eran pacíficos.

—¿Edward?— Edward no se levantó, ya había escuchado los pensamientos de Eleazar hace unos minutos. No eran muy altos, solo que con el silencio que había en ese sitio era fácil escuchar cualquier pensamiento que se acercaba.

—Buenas noches Eleazar— se conocían hace años. Eleazar Denali era el líder del clan Denali. Este clan al igual que el clan Cullen, eran vegetarianos.

—Buenas noches—Edward se puso rápidamente de pie.

—Vamos—

Comenzaron a correr hacia donde se encontraba su destino: el castillo Vulturi

Los Vulturis eran el clan de vampiros que mantenía el orden y la paz. Era necesario lo que ellos hacían. Toda raza necesita reglas; la más importante era quizás la que todos sin darse cuenta, sabían. Los humanos no podían enterarse de su existencia. Esa regla era la primera de todas. Eran temidos. El clan Vulturi contaba con 5 vampiros: Aro y su compañera, Cayo y su compañera, y Marco. Pero eso no incluye la guardia: vampiros poderosos que eran entrenados para servir lealmente a sus amos.

Llegaron al castillo y entraron para mezclarse con el resto de los vampiros. Edward podía ver en sus mentes la sed que estaba un poco aplacada, ya que se habían alimentado.

—Buenas noches Edward— lo saludó Heidi coquetamente, y luego hizo una seca cabezada en dirección a Eleazar. A pesar de que habían sido compañeros en la guardia, Eleazar se había marchado con Carmen, su compañera, porque se había enamorado perdidamente de ella. Y aunque estar en la guardia era algo de los que muchos vampiros se enorgullecían, también era algo solitario. Algunos vampiros no aprobaban a Eleazar por haberse ido de allí y dejar de servir a su amo, para irse con una vampira.

Claro que ellos jamás lo expresaron, pero Edward podía leer sus mentes.

Ser un lector de mentes era muy productivo a veces.

Heidi era una vampira de la guardia de los Vulturi, claro, era una de la guardia porque tenía un don que les era muy útil; ella era el cebo. Tenía el don de atraer a los humanos, que la siguieran a donde ella vaya, por eso ella era la que se encargaba de traer la "comida" a los vampiros de dieta tradicional.

—Buenas noches, Heidi— su voz salió seca pero cortés. Él ya había detectado el interés hacia su persona en la mente de Heidi desde el primer día que puso un pie en Volterra, pero él había estado esperando a su otra mitad durante casi noventa años, no iba a desperdiciar el tiempo que había esperado por una vampira que claramente solo quería una noche de su eternidad.

—Buenas noches, Eleazar. Edward— dijo jovialmente Garret.

Garret era un nómada. Él había venido a dar su servicio a los Vulturi como todos los demás, sólo que a él no le caían bien. Él había nacido y vivido durante la época revolucionaria y como los Vulturis eran considerados como la realeza de los vampiros… él solo había venido para defender a su raza; había escuchado el rumor de que los Vulturi habían llamado a uno de cada aquelarre que ellos conocían para pedir su ayuda. Estaría de más decir que a los miembros de la guardia no les gustó nada que otros pensaran que ellos no podía luchar solos; pero ese era el tema: eran muy pocos contra los Rumanos y sus neófitos.

Los rumanos eran la antigua realeza, como los Vulturi eran ahora. Estos últimos los habían derrocado hace un poco más de mil quinientos años y los rumanos se estaban vengando. Habían creado un ejército de neófitos como lo hacían antes los grandes clanes para quedarse con un territorio. Ellos estaban haciendo lo mismo ahora, y los Vulturi se vieron en la obligación de pedir ayuda, ya que, aunque los neófitos son inestables, tenían mucha fuerza, además de que los superaban en número.

—¿Cómo estás Garret?—

—Bien, gracias—

Entraron al castillo y Edward se dejó caer en un mullido sillón. Estaba aburrido. Deseaba salir de ahí, pero… aunque se volviera a su casa su aburrimiento no cambiaría, aunque sí extrañaba a su piano…

Llevaba una semana en Volterra.

Su familia y él se habían mudado a un pequeño pueblito llamado Forks cuando una carta les llegó:

-Flashback-

—Carlisle, tienes una carta, amor— había dicho Esme, la madre del clan, cuando Carlisle entró de volver de su turno en el Hospital.

—Gracias, cariño— el aludido la dio un beso a su esposa y luego tomó la carta de sus manos, se dispuso a abrirla y la leyó en voz alta para todos nosotros.

Querido Carlisle:

Lamento molestarte a ti y a tu familia; pero nos vimos en la obligación de solicitar ayuda a algunos de los clanes amigos; la situación es la siguiente:

Unos vampiros, (los rumanos, de seguro los habrán oído mencionar, sobretodo tú Carlisle) formaron un ejército de vampiros y pretenden exhibirse ante los humanos; se cansaron del anonimato de nuestra estirpe.

Son demasiados para nosotros solos, me da pena decirlo pero estamos pidiendo que un miembro de cada clan (y si tuviera un don sería mucho mejor) esté en nuestras filas. No podemos dejar que descubran nuestra existencia.

Sería de mucha utilidad para nuestra raza.

Atentamente, tu amigo de siempre, Aro Vulturi.

En menos de un segundo ya todos estaban en la sala con Esme y Carlisle. Carlisle estaba prácticamente en shock y Esme, horrorizada. Durante unos minutos nadie habló; cada uno estaba perdido en el miedo de perder a su compañero, hermanos, padres o hijos.

—Por dios— Esme todavía no estaba bien.

—¿Qué haremos Carlisle?— esa fue su hermana Rosalie

—No… Yo no puedo… No sé— concluyó mirándolos a todos. Edward jamás pensó que vería a su padre sin una clara respuesta. Pero podía entenderlos a todos: habían pedido a uno para que valla y no soportaban pensar que su pareja estaría en peligro. En realidad solo podía tratar de entenderlos, ya que él no tenía a esa persona por la cual veía a través de sus ojos, pero ellos sí.

—Yo sí sé—

—¿Qué?— Alice parecía confundida y luego su rostro demostró que lo había entendido — ¡NO! ¡Edward no puedes!— sus labios temblaron

—¿Qué pasa?— Emmet estaba frustrado. Siempre odió la otra comunicación que tenían Alice y edward.

"Edward por favor no lo hagas. Te queremos aquí"

—Es la única solución, Alice—

—¿Qué…?— ahora fue Esme la que intervino y él vió como su desentendimiento se iba aclarando. Aspiró de golpe y como un rayo estuvo a su lado –No Edward. Hijo, no vallas, podemos…—

—¿Qué?— preguntó sin ser brusco —¿Quieres que valla Carlisle?— vió como la idea le producía horror y le sonrió tiernamente –Creo que es lo mejor, Esme.— Besó su frente y salió por la puerta. No tenía sentido llevar ropa o cualquier otra cosa…

—Edward—

—¿Si, Alice?— su pequeña hermana, con sus ahora tristes ojos dorados, fue hacia él y le tendió su celular.

—Mantente en contacto— "Voy a estar al pendiente de tu futuro, pero no haría mal que llamaras de vez en cuando, sobre todo por Esme"

—Adiós, hijo— lo saludó Carlisle al llegar junto a él y poner su mano en su hombro –Vuelve pronto— en su mente había dolor, pero también orgullo. El tipo de orgullo que siente un padre por su hijo, aunque a Edward no le tenía que tomar por sorpresa ya que en su mente había visto que lo consideraba su hijo favorito, lo hizo.

—Lo prometo— en eso Esme fue hacia él, sollozando, y le dio un fuerte abrazo.

—Por favor cuídate, hijo. Y hazle caso a tu padre— temblaba debido a los sollozos. Carlisle la agarró de la cintura y la abrazó para consolarla.

—Sé cuidadoso, Edward— Jasper y su tranquilidad—

—Hazle caso, Edward. Te acompañaría, pero…— sus ojos se desviaron hacía Rosalie y no tuvo que decir nada más.

—Buena suerte, Edward— le deseó su rubia hermana. Rosalie y él nunca tuvieron una relación cercana, pero aun así, ella era así con todos, y a él no le importaba mucho, no tanto como Alice, pero era su otra hermana.

—Gracias— les dio una sonrisa y se marchó.

Era de día pero en Forks siempre estaba nublado y llovía, por eso vivían allí. Les permitía tener una vida lo más humanamente posible.

Siguió corriendo disfrutando de la velocidad y el viento en su cara, cruzó el Océano Atlántico y no paró hasta llegar a tierras italianas. Esperó a que se haga de noche y ahí continuó su camino hacia Volterra, donde los Vulturi esperaban a nuevos vampiros para defender el anonimato.

-Fin del Flashback-

—Edward— la voz de Eleazar lo sacó de sus pensamientos. Debió estar muy sumido en ellos para no escuchar lo que pasaba a su alrededor.

—¿Decías?—

—Los entrenamientos ya empezaron. ¿Quieres ir?— Edward vio como su amigo se disponía salir y decidió acompañarlo. Mientras iban al patio del castillo se dio cuenta de que por eso se había sumido tanto en sus pensamientos. No había nadie alrededor; todos estaban en el patio.

Cuando llegaron Edward vi a una multitud de vampiros sentados en círculo mientras los componentes de la guardia, Felix y Demetri, luchaban en una demostración. Demetri atacó a Felix pero éste le apartó unos centímetros hacia la derecha y cruzó su brazo a la altura del cuello de Demetri, quien cayó de espaldas en el suelo.

—No se apresuren a atacar al enemigo de frente— comenzó a explicar Felix a la multitud –Recuerden que son neófitos; por lo tanto gozan de una fuerza superior, lo que nosotros tenemos a nuestro favor es que nuestra cabeza no está siempre nublada por la sed de sangre. Ahora –dijo, haciendo una pausa —¿Quién quiere pasar?— dirigió la mirada hacia la multitud. Antes de que Edward pudiera hablar lo interrumpió una voz muy femenina

—Io voglio (yo quiero)—


HOLA CHICAS! COMO VERÁN: NUEVA HISTORIA!

:D :D :D

ESPERO QUE LES GUSTE Y DEJEN REVIEWS !

BESOSOSOSOSOSO :D

GISS