Disclaimer: Haikyuu no me pertenece.

Summary: No eran nada más que compañeros de equipo en la universidad, entrenaban juntos como cuando iban a la preparatoria y su relación era meramente profesional, sin embargo, un accidente pondrá en evidencia muchas cosas de las que creían huir. Embargarse en la piel del otro y decir que no eran nada fue su error, como intentar pensar que podían controlarlo todo. KuroTsukki.

Advertencias: Homosexualidad explicita. Escenas subidas de tono y lemon (Cap. 2).


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Capítulo 1:

Nunca despiertes a un gato.

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Kuroo Tetsuro se caracterizaba por ser de esas personas impredecibles, de las que nunca mostraba del todo sus verdaderas intenciones, era la astucia en persona. No por nada era el gato negro de los Nekoma durante la secundaria.

Aquella fama no cambió demasiado cuando ingresó a la universidad y su ambiente dio otro giro. De haber sido un imponente alumno de tercero, se convirtió en uno de los novatos universitarios, pero claro, poco le duró aquel sobrenombre. Cerró la boca de muchos superiores y ya se volvió titular en el equipo de su universidad.

Universidad a la que terminó por encontrarse con el sabelotodo Tsukishima Kei, apodado por el mencionado ex-Nekoma como Megane-kun. Bendición, mala suerte, el rubio lo desconocía. Pero a un año de haber ingresado, su sempai seguía siendo un excelente compañero de prácticas, casi como en los tiempos de la secundaria.

Y por más que negase cualquier simpatía ante la relación que llevaba con su superior, le gustaba el tiempo que pasaban juntos entrenando.

Claro que, aquel día, fue diferente.

─¿Kuroo-san no asistió a clases? ─Preguntó Tsukishima con la misma inexpresividad que lo caracterizaba.

El compañero de clases y de equipo de Tetsu asintió.

─Creo que estaba enfermo o algo así.

─Debe de estarlo ─Habló otro jugador más─. Kuroo no es de los que faltan por cualquier motivo a las prácticas.

Tsukishima asintió a la información de sus superiores y fingió que no le interesaba el estado de Testuro, aunque al finalizar la práctica del día, detuvo sus pasos a las afueras de su universidad, pensando en qué camino tomar. Si iba a la derecha, regresaría a su propia casa, se bañaría y descansaría como todos los días; pero si iba a la izquierda, tomaría el camino hacia el departamento de Kuroo Tetsuro.

─¿Irás junto a Kuroo? ─Tsukishima pegó un respingo al oír la voz de sus superiores acercándose hacia él por detrás. Se volteó con agitación, acomodándose sus lentes con aires de parsimonia, aunque poca credibilidad brindase.

─Yo no…

─Si vas, llévale esto, ¿de acuerdo? ─Dijo uno de los muchachos entregándole un cuaderno con anotaciones y algunas hojas más. Tsukishima observó el encargo con una ceja enarcada─. Son las notas del día.

─Tu relación con Kuroo es bastante buena ─Otorgó el otro jugador, clavándole en el orgullo al rubio sabelotodo─. No creo que tenga problemas con que vayas a verlo tú. Se bueno y ayuda a tu sempai.

Sin otra cosa más por decir, se retiraron rumbo a la derecha, dirección a la cual él podría bien recluirse en su departamento y esperar al día siguiente. Bajó la vista a las anotaciones. Él no tenía ningún compromiso con Kuroo Tetsuro.

«Se bueno y ayuda a tu sempai.»

Dejó salir un suspiro de cansancio y pena.


Tocó la puerta que correspondía a Tetsuro sin recibir respuesta alguna. ¿Debía de preocuparse? Se llevó una mano a la cintura en forma cansina. Aquello le estaba dando más problemas de lo que creyó. Podía sencillamente dar media vuelta y marcharse a su propio hogar donde ya lo estaría esperando Akiteru con la cena y una cama limpia donde descansar.

Sonaba tentador.

Volvió a mirar el cuaderno y las anotaciones. ¿Debería de preocuparse por Kuroo? Él era lo suficientemente versátil como para recuperar las clases perdidas; a pesar de su apariencia despreocupada o sus idioteces constantes, era todo un genio.

Recordó entonces, como siempre que te olvidas de algo importante pero brota la mención de un dato relevante, que Tetsuro le había hablado de una llave duplicada en caso de emergencia.

─Podría darse alguna emergencia ─Recordó que le había dicho una vez, cuando ambos yacían bebiendo agua tras algunas horas de práctica─, entonces sabrás cómo entrar a mi departamento.

─Hipotéticamente hablando ─Continuó Tsuki─, ¿qué podría suceder para que yo deba entrar a tu departamento?

Una sonrisa felina surcó los labios de su superior. Era el tipo de sonrisa del que uno no sabe, a ciencia cierta, qué esperar de ella. ¿Era buena? ¿Mala, quizá? Sólo Dios lo sabía.

Tragó duro y miró a su alrededor. Quizá era ese el caso de emergía al que se refería Kuroo en aquella ocasión.

Podría dejar sencillamente las anotaciones al pie de la puerta, así cuando Kuroo la abra, las encontrará.

Bufó molesto y comenzó buscar la bendita llave, diciéndose que sólo sería entrar, dejar las cosas, verificar que siguiera respirando y marcharse. No tardaría ni diez minutos, se dijo y bajo aquella consigna, indagó bajo la alfombra de bienvenida.

Para su, no tan grata, sorpresa la llave estaba allí, como si el caso de emergencia fuese un simple descuido al patear la alfombra y descubrir una maldita llave. Conociendo a su superior, muchas veces el ingenio y la astucia de su felino ser, dejaba rendijas de idioteces a la luz.

Abrió la puerta y la penumbra lo recibió. Las luces, apagadas, las cortinas cerradas y el desorden, presente. Entre pasos inseguros, Tsukishima se llevaba por delante alguna que otra prenda u objeto desconocido. No quería hacer demasiado ruido, pero la oscuridad y el desorden parecían no querer permitírselo.

─Kuroo-san… ─Llamó Tsukishima movido por la curiosidad de saber que su superior seguía existiendo en aquel basural, pero un silencio crudo fue su respuesta.

Nunca había entrado al departamento de Kuroo Tetsuro, de hecho, no recordaba que alguien lo haya hecho antes, así que no estaba seguro sobre lo que lo estaba deparando el futuro. Siguió avanzando, movido por la sencilla disposición de habitaciones que suelen tener la mayoría de los departamentos.

─Kuroo-san, ¿está bien? ─Volvió a preguntar, asomándose a la que creía ser la habitación de su superior. Abrió la puerta y se topó con más oscuridad, aunque con acostumbrarse a la falta de iluminación, sus ojos pudieron captar un extraño bulto sobre la cama─. ¿Kur…?

─Hhnngg… ─Profirió un ronco gemido el extraño bulto. Tsukishima exhaló un suspiro que intentaba definirse entre el alivio y el cansancio, pues al menos sabía que Kuroo estaba vivo.

─Kuroo-san, le traje los apuntes de Ichinowa-san ─Informó, dejando las cosas sobre lo que parecía ser su escritorio congregado bajo una avalancha de ropa. Y movido por la idea del estado de reposo de su superior, no cayó en cuenta de que Tetsuro se había enderezado sobre la cama a paso lento y su querido kouhai no pudo hacer nada cuando lo tomó por la muñeca y lo jaló hacia él─. ¡Kuro-san! ─Se quejó al caer contra la cama y sentir el peso del macizo cuerpo de Tetsuro encima.

─¿No te han dicho que no debes despertar a un gato dormido? ─Murmuró con voz de ultratumba, helando la sangre al menor entre ambos.

─Sólo vine a… ─Las palabras de Tsukishima murieron en su boca al sentir el aliento de su superior contra su oído, recibiendo una descarga eléctrica por todo su cuerpo. ¿Cómo era posible que un sencillo tacto pusiera a mil su cuerpo? ─. ¡Maldición, ¿qué le sucede?! ─Y con un manotazo, apartó al mayor de encima, poniéndose de pie para mirar con sorpresa, rabia y miedo al azabache que hace un momento, lo acorraló contra su cama.

─¿Megane-kun? ─Preguntó entonces Kuroo, encendiendo el velador de su cama, revelando así la identidad del intruso en su hogar.

Kei no supo discernir quién de los dos estaba más sorprendido.

─Maldición… Lo siento ─Habló Kuroo pasándose una mano por el rostro, peinándose hacia atrás el desordenado arbusto negro que traía─. Creí que eras Kenma.

Aquella confesión tomó por sorpresa al rubio, obligándolo a retroceder un paso. No supo si su acostumbrado semblante serio logró apaciguar la sorpresa en sus ojos, pero poco le interesaba. ¿Kenma? ¿Él? Había muchos centímetros de diferencia como para poder confundirlo, sin mencionar que sus voces eran completamente distintas.

─Sólo vine a traerle algunos apuntes que… ─Miró los cuadernos y luego volvió la vista a los ojos oscuros de su superior. ¿Por qué demonios estaba esperando a Kenma? ¿Faltó a la práctica por un encuentro clandestino con su ex-compañero de volley? Saberlo le daba repulsión, así que optó por hacer una pequeña inclinación con la cabeza y comenzar a caminar rumbo a la puerta.

─¡Megane-kun! ─Nombró Kuroo y en un intento por detenerlo, asió con fuerza la muñeca del más joven, obligándolo a detenerse.

Kei pudo haberse zafado de aquel agarre con un simple movimiento, un empujón con la suficiente fuerza o cualquier otra cosa que le permitiera su libertad, mas cuando sintió la mano excesivamente caliente de su superior, supo que Kuroo no estaba del todo bien.

─Estás hirviendo ─Dijo Tsukishima al tomar la muñeca de Kuroo y sentir el calor brotando por ella─. ¿Hace cuánto estás así?

─Desde ayer a la tarde ─Contestó con voz ronca. Escucharlo y sentirlo afiebrado explicaron tantas cosas al joven de lentes. No había mucho más por hacer, además de hacerlo volver a la cama, tomarle la temperatura y llevarlo a algún médico que lo supla de un antifebril o lo que sea.


El balón cruzó la red y sus piernas se flexionaron para saltar tanto como podía, logrando bloquear la ruta aérea de la pelota y conseguir que cayera en territorio adversario, sin lograr salvarlo. El pitido a su favor sonó y se retiró hacia el centro de su sector, respirando con celeridad, acomodándose los lentes a su gusto.

Miró de soslayo y vio a Kuroo entrenando a los novatos que se unieron al club de la universidad. Su sonrisa burlona y autosuficiente era casi lo mejor y peor que tenía el capitán del equipo de volley. Tsukishima volvió su atención al frente, maldiciéndolo en su mente.

Transcurrió una semana desde el día en que lo encontró enfermo y la fiebre que cargaba el azabache, lo obligó a verlo como el menudo gato rubio de raíces negras. Aún no comprendía del todo aquel episodio, pero seguía sintiendo el peso del cuerpo caliente de Tetsuro, en compañía de su aliento contra su oído.

No quería aceptarlo, pero aquel tacto fue suficiente como para ponerlo duro y no, no era de los flojos que, a cualquier roce, ya se le armaba la fiesta. Fue una sensación demasiado extraña que aún le costaba asimilar.

De hecho, aquel suceso fue lo suficientemente traumático como para tratar de concentrarse más en el volley de lo que acostumbraba, como también de intentar no pasar demasiado tiempo a solas con Kuroo Tetsuro.

Pero a pesar de decirse aquello, resultaba imposible no mirarlo a hurtadillas o tenerlo presente por el rabillo del ojo. Cuando uno intenta con todas sus fuerzas de evitar hacer algo, pareciese que la mente entra en un estado de piloto automático, mandando a la mierda todo lo que prometiste no hacer.

Patético.

No. Patético era no escuchar el sonido del silbato e ignorar el hecho que el partido de práctica había continuado y que la pelota iba en su dirección. El golpe certero del balón contra su rostro lo hizo retroceder unos pasos, casi tambaleándose sobre sí mismo, sintiendo cómo todo se volvía un conjunto de silencios y alborotos simultáneos.

No comprendía nada, sólo sabía que estaba demasiado aturdido como para responder a las preguntas de sus compañeros como era debido.


Enjugó su boca con agua, escurriéndola ya sin rastro alguno de sangre. El golpe le cortó un poco el labio inferior al rasgárselo por el diente, nada grave, pero sí molesto. Dirigió su atención con disimulo a sus compañeros, quienes ya se disponían a marcharse. Fue molesto el tener que llevarse las miradas de todos de aquella manera, pero el sentirse aturdido sólo fue un efecto colateral al golpe en su orgullo.

Kuroo se había acercado a ver cómo se encontraba, no expresaba preocupación, sino una sonrisa divertida al verlo soportar las estrellas en su cabeza, girando sin parar. Sabía que no era nada grave y que el verlo sin la muralla de indiferencia totalmente caída a causa de aquel golpe, no tenía precio.

Lo odiaba. Mucho más que antes.

Volvió a llevarse un poco más de agua a la boca, hizo un buche y escupió luego, cerrando el grifo de la canilla. Aún no reponía su orgullo de aquel accidente, pero no lo decía por el golpe, sino por andarse distrayéndose con la imagen de Kuroo Tetsuro a su alrededor.

Y como si lo invocase…

─Megane-kun ─Escuchó en el umbral de la cancha techada de su universidad. Yacía de espaldas, así que la oscuridad de la noche le ayudó a disimular el respingo brindado por su voz en medio del torbellino de pensamientos.

─No me llame así ─Respondió simplemente Tsukishima, mirándolo por encima del hombro. Kuroo hizo un puchero infantil a modo de respuesta que lo hacía ver rídiculo, aunque claro que eso no era lo que realmente pensaba Kei del pelinegro.

─Tsukki-chan ─Otorgó esta vez y el rubio se sonrojó molesto. A pesar de la oscuridad, su reacción no pasó desapercibida por Tetsuro.

─Tampoco me llame así. ¿Qué quiere? ─Inquirió sin paciencia o ganas de andarle corrigiendo esos apodos vergonzosos. Ya no estaban en el colegio, por favor.

─No has practicado con tu sempai en una semana. ─Kuroo era directo, a veces demasiado. Tsukishima se quedó tieso un momento, rogando que no le objetara nada sobre el asunto de su departamento y su cambio de actitud tras aquel episodio─. La cancha está libre, ¿vienes?

El rubio se encogió de hombros algo aliviado, pero sólo encaminó sus pasos hacia donde su superior y a pesar de que éste interpretó de una manera positiva aquel acercamiento, Tsukishima pasó de largo hacia el interior de la cancha para ir a por sus pertenencias.

─Lo siento, ya es tarde y estoy cansado. ─Fue su respuesta cuando tomó su mochila y se la puso por el hombro.

─Creí que el conformismo de la secundaria había desaparecido. ─Las palabras de Kuroo siempre intentaban provocarlo para obligarlo a hacer lo que él quería. Lo conocía demasiado bien como para no caer en sus trampas.

─No es conformismo. Hasta mañana, Kuroo-san.

Tsukishima cargó también con su abrigo y se colocó los auriculares grandes por el cuello, caminando en dirección a Kuroo para retirarse de allí. El pelinegro se apartó para dejarlo pasar sin mucho inconveniente, algo que no dejó tranquilo a Kei. Tetsuro no era de los que se resignaba con facilidad cuando querían algo y no lo conseguían.

─Espero que lo sucedido en mi departamento no haya sido motivo de tu distanciamiento, Megane-kun.

Ahí estaba.

Tsukishima detuvo sus pasos casi de golpe, mientras un fuerte calor subió por su cuerpo. El maldito gato lo volvió a hacer. Dejó escapar un suspiro, intentando calmar a su mente y cuerpo. Era demasiado inteligente como para dejarse caer en sus enredos mentales.

─El que debería de estar avergonzado es usted ─Dijo con la seriedad propia.

─¿De verdad? ─Preguntó con gracia, tomando la pelota de volley con una mano, haciéndola girar sobre su índice─. A juzgar por la manera en la que me evitas, parecería lo contrario.

─No quiero hablar del asunto ─Puntualizó el rubio, retomando la marcha de sus pasos.

─¿Acaso te gusto, Megane-kun? ─Tsukishima comenzó a perder la paciencia. Kuroo no se lo ponía sencillo, así que debía de hacerlo callar a su modo. Se volvió para mirarlo y sus pasos regresaron al interior de la cancha, tomó la pelota que Kuroo tenía en su poder, dejó sus cosas en el suelo y se dirigió a la cancha.

─Practicaré con usted, bajo la condición de que dejará de hablar del tema. ─Kuroo lo miró sorprendido un momento, permitiendo el regreso de su acostumbrada sonrisa felina a su rostro.

Ambos tomaron posición a cada lado de la red, empezando un juego limpio de pases y anotaciones con un marcador mental que debía llegar a los veinticinco puntos, como siempre. El ejercicio siempre ayudaba a liberar la carga mental que llevaba encima, era una buena manera de mantener a raya esos excesivos pensamientos que lo estaban por volver loco.

Kuroo era un excelente adversario y entrenador. Aunque no lo admitiese, le gustaba jugar tanto en contra suya como a su lado, aunque el tinte de aquella práctica dejó de ser educativa.

Era un duelo de orgullo masculino.

─Veo que has mejorado bastante con los pases, Tsukki ─Elogió Kuroo─. Ya no eres el mezquino de la secundaria.

─No estoy dándole pases ─Dijo Tsukishima al rematar el balón en su zona, ganando un punto a su favor─. Si trata de tomarme conversación, intente no llamarme de esa manera.

─¿Acaso sólo Yamaguchi puede decirte así? ─Rio divertido Testuro, yendo a por una de las pelotas cercanas. Tsukishima frunció el ceño harto de esa risa grave y dulce a la vez.

─Es una costumbre suya que trae de niño ─Respondió seriamente. El de lentes se acomodó mejor sus gafas, observó el marcador. Iban empatados con veinte puntos cada uno. Era una contienda difícil, ambos eran muy buenos, aunque no jugasen en sus papeles habituales.

─¿Desde hace cuánto salen juntos? ─Preguntó Kuroo lanzándole la pelota, sin embargo, aquella pregunta tomó tan por sorpresa a Tsukishima que ni siquiera estuvo cerca de rozar con sus dedos el balón, cayendo en su zona y brindándole un punto al azabache─. Ho ho, parece que toqué fibra delicada, ¿eh?

─No sé de dónde saca esas cosas. Tadashi es un compañero de infancia. ─No le gustaba a donde se estaba encaminando la dirección de la conversación, pero le irritaba de sobremanera.

No se lo hacía notar, por supuesto, eso sería como darle una ventaja sobre sí mismo a su superior y no quería eso. Sabía cuál era siempre la estrategia del azabache. Actuaba como cual felino, siempre moviendo la cola, gustoso de ver una oportunidad por actuar. Estaba jugando con él, lo miraba como cual gato mira a un canario enjaulado. Él no era un puto canario, maldición.

─Ho… ─Tetsuro tomó otro balón y lo lanzó hacia su actual adversario, quien lo bloqueó con la misma eficiencia de siempre. Kuroo cubrió la caída de la pelota y cruzó la red. Tsukishima seguía su ritmo, se movía con inteligencia, podía verlo estudiar a la pelota y reaccionar dependiendo de ella.

El gato hacía lo mismo con el ave.


Yamaguchi Tadashi entraba en una universidad cercana a la suya. Solían encontrarse en el metro o cuando no tenían nada por hacer, Yagamuchi iba a verlo a su departamento. Seguía teniendo aquel rostro infantil o quizá sólo sean sus pecas las que lo hacían lucir tan inocente.

Tsukishima lo oía hablar sin escucharlo realmente. Aún tenía a Kuroo Tetsuro en su cabeza indagando sobre su relación con su viejo amigo de infancia. Sinceramente, Kei nunca había visto de otra manera a Tadashi, fuera del plano meramente amistoso (lo consideraba amigo, técnicamente). Entonces, ¿cómo es que Kuroo siquiera los imaginó como novios?

─¿Tsukki? ─Preguntó su amigo de pecas al verlo tan meditabundo, mucho más de lo normal. El rubio apartó su vista de su amigo y la regresó a su refresco, como si fuese lo más interesante que tuviese─. Te ves algo distraído. ¿Está todo bien?

Tsukishima asintió sin interés, tomándose otro sorbo de su bebida.

─¿Cómo vas con Kuroo-san? Seguramente han mejorado bastante en todo este tiempo, ¿no?

─No lo creo. Solemos hace una rutina continua ─Respondió con la misma indiferencia suya. Vio sonreír a Yagamuchi.

─Es grandioso verte jugando de nuevo, Tsukki. Invítame para cuando tengan torneos, ¿de acuerdo? ─Tras decirlo, el rubio miró con cierta sorpresa a su amigo.

─¿Ya no juegas? ─Preguntó y Tadashi lo miró sorprendido un momento, para luego reír por lo bajo─. ¿Dije algo malo?

─Te lo dije hace un momento: dejé el equipo de volley. ─No lo decía con pena ni con tristeza, sencillamente mostraba una de sus sonrisas características y algo se removió en Tsukishima.

─¿Por qué?

─No es lo mío ─Respondió bajando su mirada a la envoltura vacía de su hamburguesa y Tsukishima no encontró un semblante avergonzado o triste como cuando seguían en el colegio─. Era genial jugar en Karasuno, pero… Supongo que sólo fue un periodo en mi vida. ─Kei apartó la mirada a sus manos, pero Yamaguchi volvió a hablar─. En cambio, tú… Tú naciste para esto, Tsukki.

Miró los ojos de su amigo y encontró calidez, sonrojo y algo que nunca notó antes en él. Recordó a Kuroo y sus palabras. Y se sintió extraño… E incómodo.


Notas finales:

¡Hola a todos! Aquí Blue reportándose a un nuevo fandom jajaja Y es que tú no aprendes, mujer D: Tengo dos historias que esperan actualización, pero no pude resistirme a escribir algo de ésta pareja tan bella *3*

Me terminé la serie en estos días, pero llevaba ésta idea rondando mi cabeza desde la segunda temporada de Haikyuu. Era ahora o nunca, además será una historia cortita de tres capítulitos que no hacen daño a nadie (?).

Bien, solamente espero que éste primer capítulo haya sido de su agrado. Háganme llegar sus comentarios, todo es bien recibido mientras sea con respeto, que aquí estamos para aprender :3

Un abrazo a todos~

Blue.