-Vente a vivir conmigo-un chorro de leche proveniente de la nariz de Katie le salpicó entero.
-¡Estás loco!-ella tosía desesperadamente intentando respirar- ¡Te tengo dicho que no me des sustos mientras bebo!
Oliver rompió a reír mientras se limpiaba las salpicaduras de la cara, llevaban un año juntos y aun así seguía sin saber por donde iba a salir Katie, literalmente.
-¿Susto? ¿Me armo de valor para proponertelo y lo calificas como susto?-aquello era cierto, llevaba un mes pensándolo.
-Pero si casi vivo contigo-respondió ella una vez recuperada- Si estoy siempre por aquí y tengo llaves.
-Ya pero no es lo mismo- repuso él ceñudo-Yo quiero hacer una mudanza en toda regla, traer tus muñecos raros muggles...
-¿El gremlin?-le preguntó ella, porque no había nada que determinara que no se refería a la tostadora.
-Si eso-le contestó él-toda tu ropa, tus libros, tu teblevisión...
-¿Todo esto es por la televisión?-Oliver había desarrollado un amor indescriptible por ese cacharro muggle, había descubierto la manera de conectar sus omniculares a la tele y se pasaba el día viendo las jugadas una y otra vez, hasta el punto que a Katie le recordaba la obsesión de un tío suyo con el fútbol.
-No cariño-le contestó él mientras le daba un beso en la mejilla-por la teblevisión y por el microondas.
Ella le golpeó en el hombro y le quitó su último trozo de magdalena. Después salió corriendo hacía la habitación, Oliver la siguió a la expectativa.
-¿Me vas a responder o vas a seguir haciéndote la loca?-ella comenzó a cambiarse y a ponerse las zapatillas mientras él seguía apoyado en el marco de la puerta mirándola.
-Yo no me hago la loca lo estoy-le contestó Katie mientras se quitaba la coleta-Seguro, porque para aceptar vivir contigo...
Oliver no la dejó terminar, para entonces ya había cruzado la habitación y la había levantado del suelo y envuelto entre sus brazos, achuchándola y cubriéndola de besos mientras ella luchaba por liberarse.
-¡Para! ¡Que llego tarde!-gritó ella.
-¡Por las barbas de Merlín!-exclamó él mientras la soltaba-¡Se me había olvidado!
Ella se alisó las arrugas de la camiseta con aire ofendido y se volvió a hacer la coleta tras peinarse, cuando estuvo lista se colocó frente a él y le dio un beso en la punta de la nariz.
-No comas muchas varitas de regaliz que sabes que te sientan mal-le aconsejó mientras le pasaba los brazos por el cuello.
-Si mamá-dijo él con sorna mientras la besaba en la frente-Y tu ten cuidado que los checos son todos unos salidos.
-En eso te doy la razón-le concedió Katie- De todas formas no creo que conozca a muchos, para eso hay que tener tiempo para salir de la habitación del hotel y con tanto entrenamiento...
Él la calló besando sus labios, iba a echar de menos su sabor y el cosquilleo que le producían los dedos de Katie jugando con su pelo. Ella respondía a su beso con ganas, luchando como siempre por quitarle el control.
-Hasta dentro de una semana-susurró Oliver rompiendo el beso y deshaciendo el abrazo.
-Adiós Oogie-boggie- dijo la joven mientras agitaba la mano en señal de despedida, después el ''crack'' de su desaparición inundó el aire.
-Y ahora a llevar a cabo mi malévolo plan-exclamó él en voz alta.
Esto es para abrir el apetito. No va a ser una larga historia continuada, sino más bien fragmentos de su vida en común.
¿Se matarán, o no? Y lo más importante ¿Para que usa Oliver la tele además de para ver Quidditch?
