Hola a todos, miren quién regresó: pues yo.
Ahora les traigo una historia un poco fuera de mi "estilo" de escritura, es posible que lo noten. Igual, espero que les guste.
Y esta vez, quise hacer este fic para celebrar el cumple de una muy buena amiga que conocí aquí mismo, así que...
FELIZ CUMPLE SNIPER (aun que no sea tu nick, ya sabes, es de cariño).
No solo te dedico este capi, sino todo el fic (que constará de 3 capitulos).
QUe lo disfruten.
EN BUSCA DE…
Cuando yo quiero, tú no quieres
-¿Alma gemela? – preguntó el chico delante de ella levantando una ceja con incredulidad.
-Sí, ¿nunca has pensado en tu alma gemela? – siguió la joven viéndolo fijamente – todos tienen su alma gemela en algún lado, solo hay que encontrarla.
-Y mira que eso ha de ser súper fácil con los 6378000 metros de radio que tiene la tierra – dijo él en tono sarcástico.
-Vamos Eriol – repuso la chica – que no sabes que el destino de las personas que se aman es…
-Estar juntos – terminó él – lo sé Tomoyo, solo digo que debe de ser un poquito difícil.
-Si no fuera difícil, no sería divertido – repuso ella sonriendo con picardía.
-Que buena respuesta – la felicitó su amigo chocando la mano con ella.
Eriol y Tomoyo eran los mejores amigos que se pudieran encontrar. Se habían conocido desde que ambos eran niños y congeniaron desde un inicio. Siempre estaban juntos, metidos en un problema o comiendo helado.
Tenían aproximadamente la misma edad (diecisiete años), el mismo color de piel (pálida), la misma estatura (alrededor del 1.75 metros), y ambos tenían ojos muy particulares; ella de un brillante tono amatista y él de un azul profundo. En lo que más diferían eran en su nacionalidad, puesto que aunque vivían en Japón, Eriol era inglés y se había mudado pocos días antes de conocer a su (desde entonces) mejor amiga.
-Muy bien, suéltalo – le pidió Eriol a la chica.
-¿Qué cosa? – preguntó Tomoyo aun que se hacía una idea.
-No me irás a decir que me cuentas todo esto de el alma gemela por pura casualidad – le espetó el oji-azul atravesándola con la mirada – tiene algo que ver con Yue ¿verdad?
-Pues – comenzó – estoy segura que es él Eriol, completamente segura de que Yue es mi alma gemela – le confesó.
-Tommy – dijo Eriol en un susurró.
Esa obsesión que su amiga sentía por Yue desde hacía tanto tiempo lo volvía loco. Yue Tsukishiro era un año mayor que ellos y con su gatuna mirada había conquistado a prácticamente todas las chicas de la institución, sin siquiera decir una palabra. Lo peor del caso era que Eriol no podía hacer nada por esa caprichosa obsesión…
Y es que, ¿qué podía hacer él? ¿Decirle: olvídate de Yue, aquí estoy yo? Por supuesto que no. El solo era su amigo y su más ferviente admirador secreto, el enamorado que nunca le diría sobre sus sentimientos.
-Vamos Eriol, tu lo conoces – comenzó Tomoyo sin imaginarse lo que su amigo estaba pensando – él es tierno, simpático, cortés, amable…
-Y lindo – terminó el oji-azul.
-Me ayudarás ¿cierto? – le pidió la amatista – ¿me ayudarás a saber si él es mi alma gemela?
-Yo… ¿y por qué yo? – el chico se exaltó (o fingió hacerlo) con los ojos bien abiertos.
-Porque eres mi mejor amigo, Sakura está ocupada, no confiaría en nadie más para pedirle esto – enumeró ella con los dedos – y porque te ayudaré a buscar a tu alma gemela.
-Sakura no está tan ocupada – le dijo Eriol después de unos segundos de supuesta meditación. Su amiga lo vio feo y añadió – Syaoran te la puede prestar una hora o dos, total ¿qué tanto se dura en descubrir quién es tu alma gemela?
-Sabes que no se lo pediría – objetó ella – con todo el trabajo que les dio estar juntos.
Y eso era verdad. Sus castaños amigos, Sakura y Syaoran definitivamente eran almas gemelas, y ellos lo habían descubierto antes que nadie. El único problema era que ambos eran tan despistados que a los pelinegros les tomó más de dos años juntarlos.
-Y hablando del rey de Roma – Eriol cabeceó hacia su derecha, donde se veía a la pareja caminar hacia ellos – tras la esquina se asoma.
-Hola chicos, ¿qué hacen? – los saludó la chica de cabello castaño y ojos esmeralda.
-¿Qué maldad piensan hacer ahora? – les preguntó el joven de nacionalidad China y ojos chocolatosos.
-Tomoyo intenta encontrar a su alma gemela – respondió Eriol ante la mirada asesina de la mencionada.
-¿En serio? ¿cómo harás eso? – le preguntó su inocente amiga.
-Descuida Sakura, Eriol se ofreció a ayudarme – repuso la joven tomando al inglés por el brazo.
-Más bien me vas a obligar – observó él.
-Y yo te ayudaré a ti – le dijo casi rogándole.
Eriol supo que estaba perdido en cuanto vio sus ojos de cachorrito a los que no les podía negar nada. Echó un largo suspiro.
-De acuerdo princesa – era lo que solía decir cuando la chica se salía con la suya – estoy a tus ordenes.
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Al día siguiente:
Eriol y Tomoyo caminaban hacia la escuela hablando de lo que se suponía que él tendría que hacer para ayudar a su amiga. Al oji-azul no le hacía mucha ilusión, pero no podría fallarle a ella con algo así. Ni siquiera él mismo se lo perdonaría.
-Tan solo tienes que hablar con él – le repetía Tomoyo una y otra vez.
-Descuida, creo que puedo hacerlo por mí mismo – le dijo sonriendo.
La práctica de música era el mejor momento para llevar a cabo el plan, puesto que tanto Eriol como Yue practicaban piano.
-¿Qué tal Yue? – le preguntó cuando se reunió con él al lado del piano. Él se limitó a dar una cabezada a modo de saludo - ¿cómo vas con la pieza?
Y ahí se encontraba él intentando hacer cantar a un mudo que solo sabe monosílabos (si, no, bien…). Terminó la práctica con los conocimientos que tenía de Yue igual a antes de ese día.
Entonces Eriol pensó en Tomoyo y lo mucho que le hacía ilusión el que él estuviera ahí intentando conversar con ese ojos de gato.
-Eh Yue – lo llamó cuando estaba a la altura de la puerta - ¿conoces a mi amiga Tomoyo?...
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En la puerta de la escuela:
-Hola Eriol, ¿qué tal te fue? – le preguntó Tomoyo cuando él la hubo alcanzado.
-Pues – comenzó el oji-azul y dio una cabeceada hacia atrás indicándole que viera.
Ella obedeció y lo vio, vio al chico de sus sueños dirigirse hacia ellos con decisión y un poco de pena en su serio semblante. Cuando hubo llegado, Eriol los presentó "formalmente".
El pelinegrodestellosazules aun estaba sorprendido por como habían salido las cosas. En cuanto le hubo mencionado a Yue que él creía que su amiga gustaba de él y que intentaba averiguar si era una buena persona para ella, el gatuno se mostró interesado y le confesó (con cierto trabajo y nerviosismo) que Tomoyo se le hacía una chica linda y que estaría dispuesto a conocerla.
Y ahora estaba entre los dos, escuchándolos intercambiar una que otra palabra y un par de tímidas miradas. Debatiéndose entre la felicidad de su amiga y lo pesado que sentía algo dentro de su pecho, ¿cuál era más fuerte? No lo sabía pero ninguna de las dos cosas lo ponía muy contento.
Eriol caminó un tanto apartado de sus dos acompañantes, hasta que uno de ellos se despidió y giró por otra calle. Entonces, la amatista con la sonrisa más radiante que le hubiera visto en su vida lo abrazó tan rápido que él ni cuenta se dio.
-Gracias Eriol – le dijo mientras lo soltaba – realmente eres el mejor.
-¿Qué, lo dudabas? – la interrogó levantando una ceja y concentrándose con todas sus fuerzas en no dejar que su pulso se disparara.
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A la mañana siguiente, instituto Seiji:
Eriol estaba más que molesto, estaba triste. Nunca se le había ocurrido que en el corto trayecto que Yue los había acompañado, había quedado de reunirse con ellos a la mañana siguiente. Así que, ahí se encontraba el sujeto cuando ellos llegaron y Tomoyo al instante se olvidó que eran tres y se concentró solamente en uno. Y pensando en ella, ¿dónde estaba? A sí, en la puerta del salón exhibiéndose ante todos los que pasaban con el nada platicador de Yue… ¿qué se suponía que estaban haciendo? ¿Viéndose?
-Wow, nunca pensé que Yue estaría algún día aquí afuera hablando con Tomoyo – comentó Sakura haciendo enojar aún más a Eriol.
-Sorprendente – admitió su novio - ¿estás bien Eriol?
-Sí – fue la seca respuesta del oji-azul. Syaoran comprendí que no podía seguir preguntando y el chico se lo agradeció internamente.
Cuando Tomoyo volvió al salón, radiaba de felicidad y ni cuenta se dio del ánimo de su amigo.
-Por lo menos, ya no tendré que seguir ayudándolos – pensó Eriol.
¡¡¡Qué equivocado estaba!!!
-¿Crees que podrías ayudarme con Tomoyo? – le preguntó Yue antes de que cualquier otro entrara al aula de música.
-¿Qué? – soltó Eriol más alto de lo que le hubiera gustado - ¿hablas en serio?
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Al día siguiente:
-Bien, solo recuerda lo que te he dicho – le dijo Eriol a Yue que lo había escuchado atentamente.
Ambos estaban en la azotea, era la hora del almuerzo y Eriol, tras pensárselo todo el día anterior, había decidido ayudar a Yue con su amiga. Se sentía triste y vacío, pero era lo correcto ¿o no? A ella le gustaba ese sujeto (no tenía idea del porqué, pero era así) y a él le tocaba apoyarla en todo. Ese era su trabajo como mejor amigo.
Ja, mejor amigo.
-De acuerdo, lo recordaré – aseguró Yue con una seca inclinación.
Eriol se marchó dejando a Yue en su mundo personal. Sabía perfectamente que si Yue lograba conquistar a Tomoyo, él quedaría desplazado. Dejaría de ser su confidente, su soporte, se convertiría en solo un amigo más, un rostro entre la multitud y no le gustaba, no quería eso.
-¿Dónde estabas? – le preguntó la amatista logrando sobresaltarlo.
-Por ahí – respondió él fingiendo estar feliz.
-¿Por ahí? ¿Por ahí con una chica tal vez? – preguntó levantando una ceja.
-Obvio no – repuso él soltando un bufido – sabes que eres mi única chica.
-Si bueno, pero me dejaste sola – se quejó ella llevándose las manos a la cintura.
-¿Celosa? – preguntó acercándose a ella.
-¿Debería de estarlo? – siguió la amatista haciendo coincidir sus frentes.
-No – respondió el oji-azul esperando que ella no notara su sonrojo – también eres mi chica favorita.
Tomoyo sonrió por eso y Eriol no tardó en unírsele. ¿Acaso alguien podría reprenderlo por haberse fijado justo en ella? Si era así, que ese alguien fuera y le diera un buen coscorrón.
-Yue – dijo de pronto la nívea borrando la sonrisa del chico.
Eriol supo que estaba de más y sin decir nada se desapareció de su vista. En parte porque no quería ser un estorbo y en parte, porque no quería presenciar nada.
Llegó al aula antes que nadie y se dejó caer pesadamente sobre la butaca, uso los brazos como almohada y apoyó la cabeza en ellos. Si estaba haciendo lo correcto, ¿por qué no se sentía bien?, ¿por qué le costaba respirar?
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A la salida:
Al terminar las clases y ver como Yue se disponía nuevamente a acompañarlos, él buscó una excusa y se fue por otro lado. Camino, camino y siguió caminando inconsciente del tiempo transcurrido, total, no había nadie que lo esperara. Y, en su largo paseo recordó, la primera vez que había visto a su amiga, la primera vez que había hablado con ella, la primera vez que habían jugado y llorado junta. Tantas primeras veces y cuántas más deseaba, cuántas más no podía tener.
Y de pronto, tuvo un pensamiento: ¿y si él le hubiera confesado sus sentimientos?, ¿y si ella los hubiera aceptado?, ¿y si, en esos momentos no fuera solo un mejor amigo, si fuera un más que amigo?
-Pero fuiste cobarde – se dijo a sí mismo – cobarde e idiota.
Justo eso era él, un cobarde y más aún, un idiota.
Con tan solo poner un pie en su alcoba, el teléfono sonó y supo de inmediato quién era, sin haber contestado ni visto el número en el aparato.
-¿Hola? – Preguntó Eriol.
-Eriol, qué bien que eres tú – le dijo Tommy desde la otra línea – tenía que contártelo. Yue me invitó a salir.
-Qué bien – dijo el oji-azul aun que ya lo sabía puesto que él mismo se lo había recomendado al chico, tanto lo de la cita, como el lugar y las flores blancas que le llevaría – debes estar muy contenta.
Y de nuevo, perdió la noción del tiempo (esta vez un poco más justificado). Hablando y hablando con su amiga se estaba muy a gusto. Sin siquiera darse cuenta, el reloj marcó las dos de la mañana y fue cuando al fin colgaron.
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Por fin, el día de la cita llegó. Ella estaba tan emocionada que apenas y podía contenerse. Al fin, saldría con el chico de sus sueños, el que creía era su alma gemela (y debía de serlo) y todo eso había sido gracias a Eriol, sin lugar a dudas. Encontraría la forma de agradecérselo, de una u otra forma se lo agradecería.
-Tomoyo – la llamó Yue desde la sombra de un árbol.
-Hola – lo saludó ella con su hermosa sonrisa – no pensaba encontrarte aquí.
-Solo quería confirmar la hora – repuso él con su suave voz – ¿a las siete está bien?
-Sí, está muy bien – afirmó ella y pareció que Yue no diría más. Simplemente se quedó ahí, recargado en el árbol viendo de un punto a otro y un par de veces a ella.
Estaba a punto de sonar la campana cuando se despidieron y cada uno se encaminó a su salón. La amatista echó un rápido vistazo a su salón antes de entrar y pudo ver perfectamente a su amigo hablando animadamente con Yoko, una chica de su mismo grado pero otro salón que llevaba el pelirrojo cabello bien arreglado en una coleta.
Sin saber por qué, de pronto se sintió minúscula, como si su presencia ahí no importara, como si su amigo ya no la necesitara; y se sintió mal, triste.
Justo cuando estaba dispuesta a irse, Eriol la vio, le sonrió y ella no tuvo otra opción que entrar y saludar a esa chica.
-Nos vemos después – se despidió ella cuando los demás comenzaron a entrar.
-Sí, nos vemos – le dijo Eriol despidiéndose con la mano.
-Ya tienes una nueva amiguita – dijo Tomoyo entre sonriendo.
-Ya nos conocíamos – aclaró el oji-azul – hablábamos sobre Shakespiare.
-¿En serio? Romeo – bromeó ella.
-Así es Julieta – aceptó él afirmando con la cabeza.
Terminaron las clases y los cuatro amigos salieron juntos. Sakura y ella tenían muchas cosas de que hablar y tal parecía que los chicos también tenían cosas pendientes.
-Me alegro tanto por ti Tommy – le dijo Sakura tomándola del brazo – hace tanto que quieres salir con él.
-Sí, va a ser grandioso – la amatista sonrió ampliamente.
Detrás de ellas el chino y el inglés mantenían su propia conversación.
-¿Qué rayos estás haciendo? – le espetó el castaño - ¿realmente vas a permitir que salga con él?
-Syaoran, ¿de qué hablas? – le preguntó el oji-azul extrañado.
-No te hagas el que no sabe Eriol – siguió el chino molesto – tú la quieres más que como amiga.
-¿C… cómo?
-Soy distraído y torpe – aceptó Syaoran – pero eres mi amigo, aparte yo estaba en la misma situación que tu.
-Es diferente – repuso el pelinegrodestellosazules.
-¿En qué? – preguntó el chico haciendo que las dos chicas casi quisieran voltear a verlos.
-En que se notaba que ella sentía lo mismo por ti – comenzó Eriol – y Tommy siempre ha querido salir con Yue, no conmigo.
-Entonces, deberías hacer que eso cambie – le aconsejó el Syaoran dándole unas palmaditas en el hombro.
Los castaños se despidieron de ellos y siguieron su camino. Tomoyo le contó a Eriol todo lo que pensaba hacer en su cita con Yue, hasta que llegaron a su casa y entró tan apresuradamente que incluso se olvidó despedirse de él.
La nívea prácticamente vació todo su armario buscando el atuendo perfecto para ponerse. Pese a ya haber seleccionado la ropa, le pareció que no era la adecuada y probó con más de veinte piezas hasta al fin decidirse por una falda y una blusa a juego.
Yue llegó puntualísimo a recogerla y, cuando lo vio no pudo más que sonrojarse. El chico vestía de negro y se veía increíblemente bien.
-Hola – saludó el chico entregándole un ramo de flores blancas.
-Gracias – dijo la nívea sonrojándose – son mis favoritas.
Partieron al cine sin decir más que lo necesario. Tomoyo estaba tan nerviosa que temía trabarse toda y quedar en ridículo y Yue, bueno estaba contra su naturaleza hablar de más.
La velada fue agradable, por no decir más. En el cine, no dijeron ni pio y aun que Yue fue muy atento y cortés con ella, le hubiera gustado un poco que comentara algo o romperá el frío hielo que se había formado entre ellos.
-Es una linda noche – comentó Yue tan de repente que hizo saltar a la amatista.
-Es cierto, hay luna nueva – observó ella.
-Y una estrella camina junto a mí – dijo Yue en un petrificante susurro. Tomoyo se sonrojó fuertemente por eso – ¿nunca te he dicho lo linda que eres? – la chica estaba más que nerviosa – porque, realmente creo que lo eres.
Lo único que Tomoyo podía ver era como Yue se acercaba cada vez más a ella hasta besarla con sus fríos labios que, por un momento la estremecieron. Pero el beso fue corto y un poco seco. A ella le hubiera gustado que durara un poco más, aun que, pensándolo bien, él la había besado, el chico de sus sueños.
-Nos vemos – fue la despedida del chico frente a su casa. Y sin más, se fue, sin voltear la vista atrás y sin siquiera un "buenas noches".
Tomoyo aún emocionadísima por lo que había pasado, no tardó en marcarle a su amigo y contarle absolutamente todo, con puntas y señas y Eriol se mostró como siempre, muy feliz por ella.
-Tal vez será realmente tu alma gemela – le dijo Eriol con un dejo de tristeza que ella no notó.
¿Alma gemela? Claro, ella estaba buscando su alma gemela y Yue, bueno, Yue era muchas de las cosas que ella buscaba. En cuanto a lo frío y serio que era, ella podría cambiarlo, sabía que podría hacerlo, solo tenía que esforzarse en eso.
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¿Qué, les gustó?
ESpero que sí, y bueno, la idea principal era hacer un unico capi, pero como siempre me extendí :(
Ahora es su turno de participar, comenten si les gusto, si lo sintieron la peor de las porquerías e incluso si quieren que lo quite de la pagina por ser carente de imaginación.
Nos vemos en la próxima (espero sea este sabado).
Y de nuevo FELIZ CUMPLE SNIP :D
