Slytherin
Por Tlacuilo
Remus corrió a todo lo que sus piernas le permitían; en ese momento agradecía lo que siempre había odiado: su condición de licántropo, pues eso le permitía más velocidad. Divisó la ciudad y cruzó los suburbios buscando un mínimo olor, una esencia, algo que le dijera que ahí estaba lo que buscaba con tanta desesperación.
En esa misma ciudad y no lejos de donde el rubio corría; una sombra se acercó a donde creyó encontraría a su mentor o alguna huella de él. Este no le mencionó nada, pero no en vano era un gran mago, algo que Albus sabía y que fue una de las muchas razones que lo hicieron aceptarlo en el bando de la luz después de su arrepentimiento. Severus sentía como si una gran loza hubiese caído aplastandolo y dejándolo sin aliento ni latidos en su corazón, Lily había sido muy importante y al no salvarla sentía como si el mismo la hubiese asesinado. Dumbledore le ofreció purgar su crimen, y en ese instante solo lo aceptó sin saber a ciencia cierta a que se refería el hombre, más cuando su mente dejó de ser un caos se planteó muchas cuestiones que incluso le parecieron descabelladas o hasta insultantes si se tomaba en cuenta que era el plan de un mago tan poderoso y sabio como lo era Albus, pero la mente slytherin de Severus se reveló haciéndolo ver que Albus si se había equivocado una vez –por lo menos lo que el sabía– y eso fue en juzgar el carácter de Voldemort cuando lo había tenido bajo sus tutela. Y todas esas elucubraciones fueron las que llevaron a Snape a ese lugar... Privet Drive 4. Albus no podía ser rastreado, pero si Rubeus y fue ahí donde una vez mas Severus comprendió que Albus no pensó en esa posibilidad, en hacer in detectable a Hagrid. El quitar las protecciones sin activar las alarmas del director no fue tarea fácil y le llevó mucho tiempo, más lo consiguió y con su objetivo cumplido, el hombre parecido a una sombra, emprendió su camino de vuelta.
No fue difícil dar con el siguiente objetivo, pues este lo encontraría a él más rápido de lo que esperaba. Severus se quedó parado sobre una de las farolas en el parque, dejó que el viento llevara su esencia y la de su acompañante... Un murmullo más parecido a un gruñido fue lo que le indicó que Lupin ya estaba ahí y con tranquilidad bajó de su pedestal acercándose a donde un grupo de árboles le servían al otro de camuflaje.
–Acercate, es inútil esconderse cuando ya te he escuchado y ademas te esperaba.
–¡¿Por que?!
El hombre de ropa oscura respondió con una mueca, mostrando que estaba molesto de dar explicaciones.
–A pesar de todo lo que sucedió, te recuerdo que ella y yo compartimos muchos de nosotros y eso incluía hablar de nuestras familias.
–Eso no contesta mi pregunta, ¡¿que te hace pensar que no te matare y me lo llevare?! Tú eres un mortifago, ¡¿por que lo secuestraste?! ¡¿Tanto los odias como para entregárselo a Quien-tu-sabes?!
–Deja de dramatizar, si lo quisiera ya me hubiese esfumado de aquí. Y no interrumpas. Lily me contó acerca de su hermana y la relación con esta, una que se fue deteriorando, por eso no entiendo por que planean dejarlo aquí.
–No es algo que debas cuestionar, Dumbledore sabe lo que hace.
–Esa contestación cambia mis planes.
El rostro dudoso de Remus hizo que Snape quisiera regresar y dejar que las cosas se quedaran como estaban, preguntándose por que le habría dado ese ataque de imprudencia.
–Empiezo a creer que tienes razón, es mejor que este con un muggles que con un monstruo peligroso como tú ¡¿En que dementores pensaba?!
El pequeño en brazos de Severus se removió por el ruido de los gritos y se despertó asustado y llorando. Snape al oír al bebé llorar, no supo que hacer deseando dejar al niño en cualquier lugar como si fuese algo peligroso. Remus molesto se acercó y le arrebató al bebé de lo brazos para acunarlo y arrullarlo.
–Ya casi amanece, es mejor que lo llevemos de nuevo a donde lo dejaron. –recapacitó Severus.
–¿Por que haces esto? ¿Por que te preocupaste por él?
–Llámalo retribución.
Los dos hombres caminaron de regreso a la casa. Al llegar ya era de día por lo que les pareció tonto dejar al niño en la puerta. Tocaron y esperaron a que les abrieran. El sonido de una voz chillona los recibió y cuando la puerta se abrió casi se caen de espaldas al ver el esperpento con bata de dormir mascarilla y tubos en la cabeza. Severus se aclaró la garganta y explicó el asunto a una impresionada –de mala forma– Petunia. Mientras el de cabello negro hablaba, Remus seguía acunando al pequeño esperando la invitación cortes a pasar –que nunca llegó–, a la mujer se le unió después un hombre de complexión robusta e igual que ella se asombró, más este no ocultó su gesto de molestia, interrumpiendo a Severus con un «¡No queremos saber nada de fenómenos!». Severus se contuvo para no hechizar a Vernon. Remus en un acto de fraternidad maga jaló la túnica de este.
–Creo que no estabas equivocado. Yo quisiera hacerme cargo de él, pero no tengo...
Severus entendió a lo que se refería el castaño claro. ¿Podría pagar de ese modo su crimen? ¿Contrayendo una deuda casi para toda la vida? Se preguntó Snape. Petunia y Vernon aprovecharon tan maravillosa oportunidad y :
–¡Ahí lo tienen, quédense con ese mocoso ustedes y no nos molesten!
Y con eso les cerraron la puerta en la cara a los dos magos. El pocionista dio la media vuelta bastante furioso y Remus no sabía si seguirlo, dejar al bebé o que.
–¡Vayámonos ya! ¡Estos muggles no tienen ni pizca de amabilidad! dudo mucho que lo eduquen bien.
Gritó Snape sabiendo de primera mano lo que una persona con prejuicios e ignorante la hacía a la niñez de un niño... sobre todo a la de un mago.
–¿Si lo llevamos con Dumbledore?
–Por supuesto y digamosle que ahora sus únicos parientes no lo recibirán. –contestó sarcástico Severus.
–Ya te dije que yo...
–Me voy a arrepentir, pero... llevatelo... te ayudare a mantenerlo.
Remus no dijo nada y siguió caminando con Severus hasta encontrar un lugar donde desaparecerse. Cuando regresaron al mundo mágico Severus caminó más rápido y Remus apenas si le igualaba el paso.
–Oye Lupin aquí nos separamos, te preparare poción matalobos, no salve al mocoso para que fuera desayuno de un licántropo. Dame tu dirección y... –Severus vio como el castaño claro se sonrojaba y ató cabos– No me digas que no tienes donde... ¡No puede ser!
–No pude pagar el alquiler y me echaron, precisamente viviría con Lily y James por un tiempo...
–Ya, ya entiendo.
Severus se quedó un momento en silencio e inmóvil recordando su niñez con carencias y maltratos, insultos o rechazo, ese niño que cargaba el lobo pudo haber sufrido de uno o dos de estos males, pero que podían hacer para que no sufriera el otro que era la pobreza y escasez, si bien el ya no utilizaba mucho su casa en la calle de La Hilandera bien podía modificarla para ser un sitio más habitable y de ese modo dejársela a esos dos. De ese modo Severus podría estar tranquilo sabiendo donde estaban y poder centrarse en ocultarle al director lo que había hecho, y pensando en eso nuevamente y con la mente fría se preguntó si hizo bien, sin embargo era tarde para deshacerlo.
–Te llevare a donde vivirán.
Remus asintió aún sintiendo que todo eso era muy irreal y poniendo sus sentidos alerta por si era una trampa de Snape, después de todo el hombre no se caracterizaba por ser un buen samaritano.
Al llega a la casa Remus no tuvo muchas esperanzas, pero en sus situación era mejor un techo sobre su cabeza aunque no fuera un palacio. El licántropo recorrió el lugar con la mirada.
–No es una mansión, pero servirá. –mencionó Severus.
–Lo limpiaremos y quedara muy acogedor.
–Eres muy optimista Lupin o un crédulo.
Severus dejó que Remus acomodara y limpiara y él se retiró a Hogwarts para ver que nadie sospechara de la desaparición.
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De camino a la entrada del castillo Severus pudo ver como el semi gigante aún se sorbía la nariz signo de que había llorado, sin embargo prefirió dejarlo e ir directamente con Dumbledore para investigar si había sospechas de sus acciones. Al llegar a la oficina del Albus y decir la contraseña entró, notando que Albus no estaba por ningún lado, se giró para retirase, pero este estaba detrás de él.
–¿Que pasa Severus? ya te hacía en alguna de las fiestas por la victoria.
–Sabe que no me gustan esas cosas y quería...
–Oh eso, no te preocupes ya está con su parientes, seguro que para esta hora ya lo encontraron.
–¡¿No ira a ver si lo han recibido?!
–No, es mejor no inmiscuirnos demasiado en su vida, por eso hicimos todo esto para que el viva una vida tranquila.
–Si claro.
Severus cerró su mente o por lo menos lo que constituían los recuerdos de las últimas acciones.
–Bueno muchacho ve a descansar, que solo serán unos días de asueto. Cuando todo pase deberemos arreglar los estropicios y prepararnos para el ciclo escolar.
–Entiendo, bien iré a ver si encuentro algunos ingredientes que están escaseando en mi laboratorio.
El pelinegro salió y se encaminó a las afueras donde se desapareció llegando a Londres Mágico e ir directamente a Gringotts.
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El rubio limpió, movió y acomodó, agradeciendo que Harry fuese un niño tranquilo que solo se había despertado para comer. Al anochecer los dos ya estaba instalados en la habitación vacía y se disponían a descansar, cuando Severus llegó.
–Vigilan la casa de los Dursley por posibles ataques mágicos, pero no planean inmiscuirse en la educación que le den. –informó Snape.
–Eso es bueno para nosotros.
–Te dejare algunos galeones, sickles y dinero muggles por si hace falta.
–No se que debo comprarle.
–...
Severus se masajeó las sienes y de pronto desapareció dejando a Remus sin respuestas. Este suspiró abatido y regresó a la habitación donde el niño morenito estaba sentado en la cama.
–¿Por que te despertaste?
El niño contempló al hombre frente a él y con la mirada buscó a su madre o a su padre, al no verlos su cara se fue trasformando en llanto. Remus se apresuró a consolarlo sintiendo el dolor también de haber perdido a sus amigos abrazando al bebé y dejando que sus propias lágrimas salieran también, de ese modo estuvieron hasta que el sueño los venció.
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En cuanto dejó la casa pensó en como saber acerca de la crianza de infantes, buscando una posible solución, su última opción era muy arriesgada a pesar de que de ella podía esperar ayuda, de su esposo lo dudaba o tal vez si lo hiciera, pero no sin antes decirle una y mil razones por la que era una estupidez lo que había hecho. Severus respiró y tomó valor para eso o esperar que las soluciones le llegaran a sus manos, cosa imposible por cierto. Se despareció y llegó hasta la entrada del lugar donde un elfo lo recibió y lo hizo pasar sabiendo que sus amos aún estaban despiertos y que nunca se negaban a recibir a Severus.
El profesor caminó siguiendo a la criatura por los distintos salones hasta llegar a donde ya había sido anunciada su presencia. Las puertas fueron abiertas y el entró notando que los anfitriones descansaba en un sillón cerca de la chimenea. La rubia sonrió y el hombre frente a ella lo saludó con una inclinación de cabeza. Para toda la gente ellos deberían de estar sufriendo por la caída de su señor, pero nada más alejado de la realidad, pues Lucius había sido obligado a servir a este por Abraxas y no por voluntad propia, claro que un poco de poder le atrajo no lo podía negar, más al entender que eso le costaría demasiado se había arrepentido de inmediato, pero no podía renunciar, por lo que la muerte de su señor fue una oportunidad maravillosa de zafarse sin morir en el intento.
–Buenas noches.
–Buenas noches Severus, estábamos seguros que vendrías hoy. –contestó Narcissa.
–Si, creí que era mejor a esta hora, pues conociendo a esa sarta de advenedizos, les pondrían una y mil trabas para librarse de sospechas.
–Afortunadamente el apellido Malfoy aún tiene mucha importancia. –alegó Lucius.
–Es bueno saberlo. –agregó sincero Saverus.
–Y Dumbledore debe estar feliz. –afirmó el rubio.
–De cierto modo, pero también el deceso de los... Potter no ha sido fácil para él.
–¿Como estás tú Severus? –preguntó Narcissa.
–Es difícil aceptar que ella ya no está.
–No es tu culpa. –cortó el rubio.
–Pero yo escuche lo de la profecía...
–Estábamos en una guerra y todos tratábamos de sobrevivir por los medios que estuvieron a nuestro alcance, bastante hiciste arriesgando tu cuello al pedir ayuda para ellos, aunque te trate de convencer de lo contrario, y por si fuera poco quien hubiese creído en eso con los antecedentes de quien la profetizó.
–Eso lo sabemos Lucius. –intervino Narcissa tratando de evitar una nueva reprimenda de su esposo a Severus.
–¿Y como está mi ahijado? –cambió abruptamente de tema el pelinegro.
–Durmiendo... afortunadamente, también lo ha pasado difícil en nuestra ausencia.
Contestó Lucius y Severus aprovechó para hacer más preguntas.
–Recuerdame cual de los elfos se encargan de él.
–Silly me ayuda ¿Pero por que de pronto ese interés? –preguntó suspicaz la rubia que si bien sabía que Severus quería a Draco no era como para preguntar eso.
–¿Por que no? Es mi ahijado.
–¿Y por cierto que pasó con el hijo de los Potter?
Preguntó Lucius sospechando que su amigo se había metido de nuevo en grandes problemas solo por auto castigarse.
–Está con sus parientes muggles.
–¡Que locura! Ese niño debería de ser criado en el mundo mágico. –opinó enérgicamente el rubio.
–Te recuerdo que aquí no tiene parientes y Dumbledore consideró que era mejor que viviera lejos del atosigamiento de la fama.
–Ese viejo está senil. –opinó el patriarca Malfoy.
–Lucius. –regañó amable Narcissa.– ¿Y tú que opinas Severus?
–Que es una tontería llevarlo con personas que nunca se llevaron bien con los padres del pequeño.
–Y por eso te lo quedaste. –agregó la rubia como si nada.
–No tenía op... –El hombre de cabello negro se mordió los labios a notar que la rubia lo había hecho hablar y sin siquiera esforzarse.
–¡¿No en serio?! ¡¿En que estás pensando?! ¡Ese mocoso no es tu responsabilidad!
–Lucius tiene razón Severus, ese niño solo te traerá problemas, incluso podrían acusarte de secuestro. Perderías todo.
–Lo sé. Pero creo que Dumbledore...
–Se equivocó. –concluyó Narcissa.
–Deberían de haber visto con que mirada de repugnancia lo vieron, nos vieron esos muggles, Petunia siempre fue una acromantula envidiosa y seguro que se cobraría en el crio lo que Lily le robó.
–Por eso me pareció raro que preguntaras por la crianza de Draco. No estoy de acuerdo con tus acciones por que son muy peligrosas y también debo recordarte que tú no sabes como hacerte cargo de un infante y tiempo tampoco tienes, ¿como pretendes quedarte con él?
El silencio se extendió por el salón. Lucius observó la figura inmóvil de su amigo buscando en su semblante alguna señal de que otra tontería había hecho y es que aún no podía creer que el siempre centrado Severus Snape hubiese realizado tales acciones. Severus podía cerrar su mente ante la legeremancia de los dos Malfoy, pero necesitaba ayuda y ellos eran su última oportunidad.
–Lupin. –susurró el profesor esperando la reacción de los oyentes.
Los Malfoy se miraron y fue Lucius el que se sobó las sienes.
–No entiendo, si pretendes ayudar al mocoso ¿por que lo dejas con alguien tan peligroso?
–Bueno, con la poción adecuada...
–Severus, es un licántropo no podrás controlarlo todo el tiempo. –Opino Narcissa.
–No hay nadie más a quien pueda recurrir. Ademas él estuvo de acuerdo en que lo hiciéramos a pesar de serle tan fiel a Dumbledore y creer ciegamente en los juicios de este.
–Bueno no hay nada más que decir que: ambos están locos y que ese niño deberá tener mucha suerte para no ser devorado en vez de criado.
Concluyó Lucius y tomó su taza de té para darle un sorbo elegantemente. Severus no sabía como abordar el tema, más debía hacerlo, pues como bien habían mencionado los Malfoy, Lupin y él era unos completos neófitos en cuanto a la crianza de un niño. Narcissa conocía bien a su amigo y por eso dejó su taza y acomodando unas arrugas imaginarias en su túnica se aclaró la garganta con elegancia:
–¿Quieres ver a Draco? Nos permites un momento Lucius.
–Adelante querida.
Severus y Narcissa salieron caminando por los pasillos para subir a la segunda planta, cuando estuvieron lo suficientemente retirados, la mujer comenzó a decir:
–A Lucius le costara asimilarlo, pero a final de cuentas te apoyara a pesar de creer que no hiciste bien, aunque sus principios no le permitan decirlo, el considera que un niño mago y con ese potencial debería ser criado por un familia mágica.
–Pues es que eso sería lo más lógico, pero el niño no tiene más parientes y su padrino...
–Lo sé, aún no puedo creer que Sirius haya hecho eso, pero las pruebas son tantas y en su contra que, no se que pensar o es simplemente que estime tanto a Regulus que quiero creer que Sirius es inocente.
Severus suspiró no era ajeno a él que sus dos amigos no estaban enamorados, pues en las familias de sangre pura no era necesario esa pequeñez para casarse y era más uniones beneficiosas, por lo que la rubia había estado enamorada y correspondida por Regulus Black su primo –que aunque menor– la amó mucho. Sin embargo a Severus ninguno de los dos Black le dijo nada si no que el pocionista sacó sus propias conclusiones, en cuanto a Lucius lo único que lo delató fue su mirada embelesada hacia la persona que amaba en silencio, pero había que ser un conocedor del carácter del rubio para intuirlo. El profesor dejó sus pensamiento para centrarse en las indicaciones de Narcissa.
–Como ya no puedes regresar el niño Potter, es mejor que te de algunos consejos que si bien no son muchos Silly te podrá ayudar, si se lo permites.
–Sería excelente si me la prestaras.
–Si, ya veré que excusa le doy a Lucius, sabes que aunque no lo parezca está muy molesto por lo que hiciste.
–No pretendo involucrarlos.
–Ese es un gran gesto de tu parte, pero lamentablemente por el lazo que nos une, todo lo que hagas nos involucra. En fin que lo hecho, hecho está y hay que arreglarlo lo mejor que podamos y sacar provecho de las situaciones.
–Pues si me lo preguntas no le veo ningún beneficio.
–Por supuesto que lo hay, ese niño crecerá con valores slytherin, por lo menos una parte.
Severus no contestó nada, pero esas posibilidad era muy esperanzadora. Al llegar a la habitación del heredero Malfoy, la rubia invitó a profesor a entrar. El pequeño de piel blanca y rubios cabellos dormía apaciblemente, por lo que no notó la inspección a su habitación.
–Para empezar debes comprar artículos necesarios; como una cuna, ropa de cama, biberones etc. Silly ira contigo de compras. El guardarropa del niño... ¿El niño Potter es más pequeño que Draco?
Snape se acercó al rubito durmiente y lo observó.
–Si, un poco.
–Entonces te daré ropa de Draco, hasta que le sirva y debas cambiarla.
Severus asintió y agradeció, pues si bien tenía fortuna esta no era muy grande para hacer todos esos gastos sin que sufriera su bolsillo. Al terminar la instrucción de Severus, bajaron de nuevo al salón donde Lucius se servía un poco de vino francés. Snape no estuvo mucho tiempo y se disculpó usando como pretexto que sus anfitriones debían estar cansados por el interrogatorio en el ministerio. Al aparecerse cerca de su casa caminó rápido para ver si Lupin aún estaba despierto.
Remus escuchó una voz que lo llamaba y se despertó algo desorientado por no recordar en donde estaba, pero al ver la cara seria de Severus le hizo recordar todo lo que él y ese hombre habían hecho ese día.
–Vamos Lupin que debo decirte varias cosas.
Severus relató con lujo de detalle las instrucciones de Narcissa y Remus no podía salir de su asombro al comprobar que Snape se había desaparecido de ese modo por que fue a conseguir información. Se sintió agradecido y algo apenado por pensar mal de este.
–Mañana vendrá Silly y ella nos dará algunas clases practicas y... ¿Como está?
–Estuvo llorando toda la tarde.
–Y tú también se te nota, te recuerdo que eres el adulto que debe de ser fuerte.
–Ser un adulto no nos exime de sentir una perdida como está y llorar por ella.
Severus vio con malos ojos al castaño, pues era cierto lo que este decía, por que su corazón aún lloraba y lloraría la perdida de Lily.
–Mañana debo salir de compras con la elfa, es mejor que salga con poción multijugos o que compre cosas muggles, en ese caso ella se quedara contigo.
Remus asintió y ambos se retiraron a descansar a sus habitaciones.
El día siguiente llegó y con eso una mañana llena de los dolorosos lloros del bebé Harry, que sintiendo que sus padres no estaban se aferraba a la única persona que conocía: Remus, por lo que este no pudo dejar de cargar al niño y consolarlo.
Severus se ató el cabello en una coleta y se dispuso a hacer el trabajo de Remus que era limpiar y hacer la comida, pues aunque fuese hecho con magia también era desgastante, pero prefería eso a cargar a Harry, pues los dos sufrían de un rechazo natural hacia el otro.
Con la llegada de Silly Severus obtuvo la oportunidad de escapar de la casa y de ese modo evitar que sus tímpanos se rompieran por el llanto del bebé.
Un Severus trasformado con multijugos recorrió las tiendas del callejón Diagon comprando todo lo que Narcissa le había mandado en una lista, ayudado por las especificaciones de la elfa. Ya entrada la tarde y con todo lo que necesitaba el profesor pasó por un aparador y se paró frente a él:
–El amito Draco tiene muchos, pero su preferido es uno como ese.
Severus escuchó lo que le decía la criatura mágica junto a él y sin pensar mucho entró al local llevando uno no tan grande, pero con todos lo hechizos que necesitaba para un infante, dudaba que alguno de los de Harry hubiesen sobrevivido al ataque.
Remus caminaba de un lado a otro de la pequeña cocina arrullando al morenito que si bien ya no lloraba no quería probar alimento, por eso cuando escuchó la puerta –Severus y él habían considerado pasar como muggles– abrirse caminó hasta esta apresurado.
Severus fue agrandando los paquetes y los fue abriendo y mostrando su contenido, para cuando la cuna apareció prefirieron llevarla empequeñecida hasta la habitación. De un color crema y con mantas azules la cunita se veía sencilla pero muy acogedora, por lo que hasta el pequeño se sintió atraído por ella y se lanzó para que Remus lo llevara hasta esta. El niño de ojos verdes y brillantes recorrió el espacio y le agrado, por eso cuando Severus –que mostraba un tinte carmín en las mejillas– fue por otro de los paquetes y de ahí sacó un oso de felpa de color blanco inmaculado y se lo mostró, el niño se aventó a tomarlo de inmediato abrazándolo para no soltarlo. Con su nuevo juguete el morenito se acomodó en la cuna, Remus salió apresurado y buscó la botella con leche y la llevó hasta el cuarto donde se la entregó a Harry quien ya no la rechazó.
–Es mejor que no lo dejes dormir hasta que termine y le saques el aire.
Remus asintió y no pudo evitar sonreír al escuchar los consejos del experto en crianza de infantes, Severus Snape.
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Siendo el último día de asueto del pelinegro, a Remus le pareció bien salir por la despensa aprovechando la presencia de este, por lo que vistió a Harry con la ropa que Narcissa le había mandado, se tomó la poción multijugos y esperó a que Severus le lanzara un glamour a Harry para que no lo reconocieran en la calle. Ya listos salieron a un supermercado cercano.
Siendo los dos hombres solteros sabían lo que debían comprar, lo que necesitaría Harry a base de cometer errores ya lo estaban aprendiendo.
El niño de ojos verdes disfrutaba la salida y si bien no sería fácil ni rápido se estaba reponiendo de la gran perdida que había sufrido.
Pues el primero de... no lo se, pero será largo, espero que les guste.
Y de antemano gracias por leer.
