Siempre que miro las estrellas pienso en el pasado – Decir cursilerías no es lo mío, pero Johana era diferente. Y no podía apartar mis ojos del "pasado".
Explícame eso – Johanna no podía apartar la mirada de Williams.
"Un beso en la arena", de Molly Hooper.
Capítulo 1:
John
La noche que conocí a Sherlock fue hace 5 años atrás. La mejor noche de mi vida fue en el peor momento de la mía. Hace poco había perdido a Nana. Nana fue mi cable tierra desde mi infancia. Nana era mi abuela. Mientras mamá se preocupaba de mantenernos alimentados y educados, trabajando y trabajando, Nana nos cuidaba. Mamá no era mala persona, hacia todo lo posible para que a Harriet y a mí no nos faltara nada, pero no nos escuchaba y pocas veces recuerdo verla feliz con nosotros. Mientras mamá no estaba en casa, Nana nos fortalecía el carácter con amor y mano dura (aunque esta última le costaba).
Nana nunca supo que era un hipócrita, o si lo supo jamás lo mencionó. Mi verdadero carácter y personalidad solo ella y mi hermana lo conocían, el resto veían el personaje que construí: un chico popular, agresivo con los no populares, metido en fiestas (claro, jamás llegando al límite), el que siempre estaba con la chica más guapa (por algo era conocido como "3 continentes"). En resumen, era lo que ellos querían ver. Construí un personaje en aquella superficial sociedad para sobrevivir, lo odiaba y me odiaba.
Todo iba bien, estaba en equilibrio mi vida: en casa sacaba mi verdadero ser y en el instituto era John el popular. Hasta que Nana enfermo. Mi personalidad comenzó a mezclarse y ya no sabía cuál era el real y cuál no. Sé que es normal que los abuelos partan primero, yo no estaba preparado y nunca lo iba a estar.
Nana se fue del mundo sin aviso. Se fue a dormir y en la mañana no volvió a abrir sus ojos marrones. Sentí que nada me sujetaba a tierra. Mis pies, mi cuerpo, todo pesaba, pero no lograba estar en tierra. Me perdí. Todo pasó a segundo plano y no podía alejarme del trago. Necesitaba estar rodeado de personas que no supieran de Nana y no me preguntarán de mi dolor: el personaje que creé ganó.
La novia que tenía en ese entonces me dejó al enterarse que la había engañado en muchas fiestas. ¿La verdad?: Poco me importaba. Nada tenía sentido. Pronto me iría a estudiar a Bath, medicina, si es que aún me quedaban ganas, y no le vería el rostro a nadie más de mi pasado.
Una tarde Jimy llego con una invitación para todos que salieron de secundaria a su casa de playa. Jimy es un chico escalofriante, inteligente y millonario. El John de antes rechazaría una invitación de él, pero este John estaba desesperado por tener momentos de no pensar y rodearse de personas que no saben nada de él.
Era de imaginar que la casa de Jimy era espectacular. Tenía otras casas cercanas, más gente de dinero. No esperamos mucho para iniciar la fiesta. Esto se venía grande, Jimy no era de ir en pequeño, el tiraba la casa por la ventana literalmente.
Y ahí me encontraba, en medio de tanta gente extraña. Las luces giraban, todo me daba vuelta y veo a Nana. Había bloqueado el recuerdo de Nana y su muerte. Llevaba semanas evitando llorarla, esto me estaba matando. Las lágrimas que no habían salido tras su partida quieren ser expulsadas, me quema la garganta y necesitaba gritar mi sufrimiento. Ahí estaba, patético en medio de personas borrachas, personas que jamás conocieron y no les importa la existencia de alguien tan importante para mí. No era patético querer llorar, patético de creer que mi dolor jamás me alcanzaría.
Estaba ahogado, necesitaba oxígeno, urgente, ya que sentía que mi cuerpo no respondía y las lágrimas no me estaban ayudando. Escape de ese lugar y corrí por la playa, necesitaba alejarme de la fiesta, de la gente, de mi pasado, de mi personaje inventado… corrí hasta que mis piernas y mis pulmones no me dieron más. Estaba de rodillas gritando mi dolor, uno profundo y de difícil curación. Me deje caer completo y llore a Nana y por mi profunda soledad. Podía estar toda la vida así, hasta que escuche un ruido, me levanto nervioso y veo un chico de cabello negro mirándome.
Sherlock:
El día que recién me cuestione si era asexual o no, fue el día que también conocí a John.
Siempre me pregunte el por qué jamás me había atraído alguien en la vida. Ya era adolescente y la mayoría de mis compañeros habían tenido experiencia sexuales (aunque demasiada información). Muchos hablaban de erecciones matutinas o que se habían acostado a una chica tanto. Todo pasaba de mí, pero la curiosidad y ese "tal vez" que sea algo genético. Había observado a mi hermano Microft, y él con más años que yo jamás había tenido novia o novio.
Por amor a la ciencia, y a mi curiosidad, experimente con dos personas que sabía que siempre les había atraído (sus señales eran muy obvias). El experimento trataba en dejar que me besaran. Ellos siempre habían insistido en ello.
En el colegio deje que Irene me besará. Fue mi primer beso, por ende, debía ser especial (por las hormonas, claro)…No pasó nada. Solo incomodidad de tener sus labios sobre los míos y la insistencia de meter su lengua en mi boca. Irene se molestó al verme incomodo, pero después dijo:
Mmmm, con que eres gay. Me lo imaginaba. Es extraño que pasen de mí, ¿sabes?- Lo decía muy segura.
Tenía la misma tarde para probar la teoría de Irene.
James, o Jimy como le decían la mayoría, era mayor por cuatro años. Jimy estaba terminando la secundaria. Sonaba algo pedófilo que siempre me estuviera coqueteando, bueno, desde los 12 años la verdad. Sé que parezco de más edad, pero Jimy es amigo de la familia por años, incluso la misma casa en la playa somos vecinos. Podía entender que Irene estaba obsesionada por mí por ser el único en el colegio que no la tomaba en cuenta. Pero jamás entenderé la obsesión de Jimy por mí.
Jimy y yo éramos parecidos, teníamos inteligencia mayor al promedio y siempre estábamos aburridos. Pudimos ser amigos, pero Jimy era oscuro. Tenía esa tendencia en hacerle daño a la gente y atormentar psicológicamente a sus padres. Un día se acercó a mí por la espalda, y trato de besarme. Me aleje, me aterró. La reacción de Jimy no fue agradable, no estaba acostumbrado a que lo rechazaran. Esa fue la alarma que necesitaba para alejarme de él. Debí hacerle caso a esa alarma cuando decidí que me besará.
Ocurrió lo mismo que con Irene. Esa incomodidad, fue desagradable. Otra vez insistían en meter la lengua en mi boca. Jimy me apretaba firme la nuca, eso me incomodo más. Por lo que empecé a separarlo de mí, ya tenía claro que ni mujeres ni hombres me atraían. Pero Jimy me mordió el labio y lo tuve que empujar con todas mis fuerzas. Aparte de desagradable, fue doloroso.
Al ver el rostro de Jimy me asuste. Era ira pura, ¿era el despecho?, ¿Por qué tuve que permitir esto?. Pasaron miles de interrogaciones en ese instante.
¡Te arrepentirás de esto Sherlock!. No puedes venir a mí por un beso y no dármelo.
Te dije que pararas y que esto era un experimento. Y claramente fue un error. Siento mucho hacerte perder tiempo.
¿Tiempo? …¿Crees que puedes irte así como así?- Se estaba acercando mucho, pero me sostuve en mi posición. - ¿Crees que con un "lo siento" basta? No Sherlock, lamentaras esto, me encargaré a que sufras…
Hasta luego James- Me marche de ese lugar lo mas rápido posible, no quería estar cerca de alguien con una mirada llena de odio e ira.
Debo admitir que el miedo que me provocó fue algo grande, por lo cual decidí escapar a la casa en la playa. Estar cerca de Jimy era peligroso. Ya refugiado en la playa, con el sonido del mar y las estrellas sobre mí, analicé mi situación: tanto el beso de una mujer y de un hombre fueron desagradables. La única opción que quedaba era que soy asexual. Y era un alivio, al fin llegar a una conclusión. Al fin mi cerebro dejará de obsesionarse con el tema y continuar con otro.
Estaba empezando con el nuevo tema de obsesión, las abejas, cuando escucho un ruido cerca. Estaba tan metido en mi palacio mental que no me había percatado que en la casa de Jimy había una fiesta. –Maldición- lo que me faltaba, que Jimy llegará con sus matones. Por lo que decidí refugiarme lejos de la casa, en la playa, en oscuridad tras unas hierbas que crecen en el lugar. Hasta que el grito de dolor me saca de mis pensamientos. Distinguí un joven rubio de contextura deportiva, pero su rostro… era un dolor enorme… y empieza el llanto. Los sentimientos no me interesan, menos los sentimientos ajenos, estaba decidido a irme. No sé cómo, termine de pie y a pocos metros de él.
