La Mansión Malfoy estaba situada en Wiltshire, al suroeste de Inglaterra, cuentan que el terreno les fue cedido por Guillermo I, el conquistador en el siglo XI. Y desde entonces fue pasando de generación en generación. Se trataba de una hermosa mansión solariega, aunque si la mirabas muy fijamente un sentimiento de miedo y pesar invadía tu alma.
Para llegar a ella primero debías cruzar un sendero angosto flanqueado a la izquierda por setos pulcramente recortados, y a la derecha por matorrales salvajes de corto crecimiento, desenbocabas en un amplio camino que se cortaba por un par de impresionantes verjas de hierro forjado que delimitaban el perímetro. Ahí empezaba el miedo, tenías que tocar las puertas, y entonces los barrotes comenzaban a retorcerse y formaban una especie de boca que con muy mal carácter te preguntaba qué estabas haciendo allí. Una vez conseguías entrar te encontrabas en jardín principal que estaba rodeado de grandes árboles con una grandiosa fuente en el centro, curiosamente habían por lo menos una docena de pavos reales revoloteando por allí. Un camino de grava te llevaba desde la verja hasta la puerta de la casa, que estaba elevada del suelo por unas amplias escaleras de piedra. Las ventanas del piso inferior tenían forma de diamante en medio de ellas una gran puerta de roble ribeteado en oro se abría hacia el interior. El vestíbulo era muy amplio, lleno de esculturas antiguas y muy poco iluminado, una alfombra de seda te guiaba hacia el salón, una gran sala con una majestuosa chimenea de mármol blanco y una gran ventana dorada. Debajo, un gran sofá de por lo menos diez plazas donde reposaba una joven esbelta y rubia, de grandes ojos azules que paseaban por la habitación con gesto aburrido.
A su lado había un chico, poco mayor que ella, muy alto y de cabello muy rubio también, discutía con una mujer, demasiado joven para ser su madre, demasiado vieja para ser joven.
La mujer gritaba a sus hijos lo inmorales que eran, y lo poco que pensaban en la reputación de su apellido. Lucius, su hijo mayor iba a casarse el próximo verano, y en vez de cortejar a su futura esposa se dedicaba a corretear detrás de las faldas de sus compañeras de colegio. Y su hija se había pasado los tres últimos veranos encerrada en su habitación rechazando a todos los pretendientes que ella personalmente le buscaba, en dos años tendría que casarse y aún no habían elegido con quien. Esta situación la ponía muy nerviosa, a ella no le dejaron escoger, simplemente su padre le comunicó que en cuanto acabara su curso en Hogwarts se casaría con Abraxas Malfoy, y ella se limitó a asentir y aceptar el destino que sus padres le habían elegido. Pero todo el mal genio y la dureza de Abraxas desaparecía en cuanto su hija le sonreía, aquella niña hacía con él lo que le daba la gana, y no veía ningún digno marido para su hija.
Lucius tenía suerte, Narcisa Black era una buena chica, seria, educada y muy amable. Habían salido juntos varios años, pero cuando le llegó la noticia de que iba a ser su esposa su hijo cambió radicalmente el comportamiento y empezó a humillarla y faltarle al respeto llevándose a la cama a todas las chicas que podía, sin siquiera molestarse en ocultarlo. Y eso enfurecía a la mujer, que sin dudarlo habría cambiado sus dos endemoniados hijos por esa niñita, cosa que tampoco se molestaba en ocultar, no perdía el tiempo en decirle a su hijo lo mal que se estaba comportando o en reprocharle a su hija lo poco que se parecía a la dulce Narcisa como le gustaba llamarla.
El rubio miró a su hermana en gesto de súplica, ya no le quedaban argumentos que rebatir a su madre.
- Mamá, tenemos que irnos ya o perderemos el tren.-.
Ella comprobó su reloj y al ver la hora salió corriendo mientras les gritaba que esperaran en el porche.
- Gracias Alexia- dijo Lucius con sincera gratitud. Y ella le sonrió.
Los momentos de agradecimiento entre los hermanos podían contarse con los dedos de una mano. Normalmente se pasaban el día odiandose y haciéndose la vida imposible, aunque de vez en cuando les iban bien sus lazos de sangre.
Llevaban diez minutos esperando en el frío jardín cuando su madre salió toda repeinada y excesivamente maquillada. Se acercaron a un viejo gnomo del jardín y los cogieron a la vez. El traslador les llevó rápidamente a la estación de King's Cross. Una vez allí la mujer les dio unos sonoros besos y dejó a sus hijos subiendo al tren rojo. Miraron por última vez a su madre que les sonreía desde el andén, se miraron con indiferencia y se marcharon cada uno hacia a un lado del expreso.
Después de mucho buscar encontró a Lily Evans en uno de los compartimentos. Nada más entrar se percató de que la había pillado en un mal momento. Frente a ella estaba Severus Snape mirando por la ventana, los dos estaban un poco sonrojados, más bien acalorados. La camisa de él estaba parcialmente desabrochada y la falda de Lily bastante arrugada. Intentó irse por donde había venido pero su amiga no la dejó, la obligó a sentarse y entonces fue ella la que se sonrojó, ya que me sentía un estorbo. Pronto se le pasó, con la llegada de Agatha y Sarah. Agatha era una Gryffindor como Lily, tenía el pelo rubio ceniza muy largo y los ojos muy grandes y oscuros. Sarah era su mejor amiga, tenía el pelo rizado de color carbón y unos ojos color miel que tornasolaban en verde. Era una criatura muy bella, con la que compartían algo muy íntimo.
El trayecto se hizo muy corto. Las cuatro chicas bajaron del expreso y subieron a una de las carrozas que las llevaría al castillo. Se dirigieron hacia el Gran Comedor que estaba todo engalardonado, los alumnos de primero esperaban impacientes en la entrada y se reían nerviosos hablando de a qué casa irían, y todo lo que harían ese curso.
Entonces le vio, y Alexia paró en seco, Remus Lupin, un merodeador. Cada vez que le veía se quedaba embelesada. Su suave cabello dorado, sus ojos ambarinos y ese cuerpo. Se había prometido que ese año conseguiría acostarse con él, aunque no le quedara tiempo para ningún chico más. Y así lo hizo. Acompañó a Lily y Agatha hasta su mesa y se acercó al chico por la espalda, ni siquiera se dio cuenta de que estaba allí. El que sí lo hizo fue Sirius Black, otro merodeador. También era muy guapo y estaba muy cotizado entre las féminas del castillo; tenía el pelo negro azulado y los ojos de un gris muy penetrante. Sonrió a la rubia pero ésta le ignoró, llamó la atención de Remus dándole un golpecito en el hombro, se giró y la miró extrañado. Se quedó helada, no sabía qué decirle, pero se lo había prometido a mi misma, así que me armó de valor.
- Hola.. soy..- no le dio tiempo de completar la frase-.
- Alexia Malfoy. No sabía que eras tan tímida.- Un poco más allá Lily y Agatha se reían de su amiga.-.
- No, yo.. sabes quién soy? No recuerdo haber hablado nunca contigo..-.
- Eres famosa en el castillo, y fuimos pareja en pociones cuando íbamos a tercero.- La cara de la chica parecía un cuadro, como podía haber olvidado que habían ido juntos en tercero, entonces recordó que ese curso salía con Vincent Steinburg que le había sorbido el seso.- Dime, que quieres?-.
- Ehm sí, me preguntaba si podrías ayudarme con D.C.A.O, me gustaría repasar algunas cosas que no me acabaron de quedar claras el curso pasado, no me gustaría perderme este curso.- Alexia puso su mejor sonrisa.-.
- No sabía que tenías problemas con los estudios.. pero bueno, nunca rechazo una tutoría así que, muy bien. Nos vemos a las cuatro en la biblioteca.-.
No dijo ni adiós y se marchó corriendo a su mesa, dejando al merodeador pensativo. Se sentó al lado de su amiga y se quedó embobada mirando el plato hasta que Sarah la sacó de su ensoñamiento. La selección de los de primero había acabado. El discurso de Dumbledore también, ya ni siquiera había comida en los platos y los alumnos se amontonaban en la puerta para salir del comedor. La morena le instaba a que hicieran lo mismo, así que empezaron a recorrer el camino que Alexia tanto odiaba, el descenso hacia las mazmorras, hacia la sala común de Slytherin. Odiaba esa esa casa, no entendía qué hacía ella allí. Cierto era que tenía algún que otro requisito para ser una Slytherin, pero estaba segura de que si no fuera por su apellido habría ido a Gryffindor.
Cuando subían hacia el cuarto se encontraron frente a frente con Narcisa que les giró la cara con superioridad. A lo que La chica le susurró:
- Cornuda.
Sarah se rió y Narcisa se giró indignada, pero cuando iba a decirle algo apareció Lucius. Narcisa se tiró a sus brazos y las chicas aprovecharos para subir corriendo.
Llegaron a la habitación y la encontraron vacía, así que mientras se desvestían, comenzaron a hablar:
- Vamos, cuéntame ¿qué te ha dicho Lupin?-.
- Ha dicho que sí, hemos quedado mañana después de las clases ¿no es genial?-.
- Sí, es. . .estupendo-.
- ¿Qué ocurre? ¿no estás feliz?- al ver como su amiga paseaba la vista por la habitación se acercó a ella y le dije- Venga ya Sarita. . .¿no pensarás que voy a dejarte de lado? Yo jamás haría eso-.
Mientras le hablaba su mano recorría sus muslos hasta llegar a su gran trasero, entonces ella le sonrió con picardía y comenzó a desabrocharle la camisa cuando la puerta se abrió, Sarah y Alexia se separaron al instante y se dieron la vuelta para encontrarse cara a cara con Mary-Jane Robins, compañera de cuarto:
- ¿Qué hacíais?-.
- Nada- se apresuró a contestar Sarah- Sólo hablábamos. ¿Sabes que Lexi ha conseguido una cita con Remus Lupin?-.
- No es una cita- se apresuró a decir la rubia- Hemos quedado para estudiar…-.
- Anatomía? Venga Lexi, no te hagas la santa! Aunque yo personalmente prefiero a Sirius Black o James Potter, lo que daría yo por una cita con alguno de esos dos, y esa chica, Evans, tiene a Potter detrás de su culo desde quinto y la tonta va y sale con Snape-.
- Ey, no te pases con Lily- dice Lexi tirándole una almohada- Ella sabe mejor que nadie lo que hace. Potter es un fanfarrón, todos los merodeadores lo son-.
- Pues ten cuidado nena, vas a salir con uno de ellos- me susurró una voz detrás de mí, era Jenna, otra compañera-.
- Remus es diferente- dije yo-.
- Sí claro, Pettigrew también es diferente- dijo Mary-.
- Ja! Ja! Ja! Ese no cuenta ni como persona- dije-.
- Hala tía, cómo te pasas! - dijo Sarah-.
- ¡Me tocó el culo! Es un baboso repugnante- se defendió-.
- Se lo ordenaron Black y Potter- dijo Jenna-.
- Encima de baboso, descerebrado!-.
- Dejadlo ya, cuando se le mete una cosa en la cabeza no hay quien se lo quite- dijo Sarah-.
- Anda, vamos a dormir-.
Las chicas se metieron cada una en su cama y apagaron las luces. Lexi se quedó en silencio pensando en como lo haría para conquistar a Remus Lupin, no iba a ser fácil, y eso era lo que más le gustaba de él. Pero nadie se había resistido nunca a sus encantos, y el merodeador no iba a ser una excepción. Y urgiendo el plan se quedó dormida.
Al día siguiente a Lexi le parecía que las clases no iban a acabar nunca, se moría de ganas de ver al chico y hablar con él. Al fin la última clase terminó bajó a comer a toda prisa y se fue a su habitación a ducharse y arreglarse un poco. El reloj marcaba las cuatro cuando la rubia salía de su sala común. Llegó a la biblioteca y se encontró al chico sentado en una mesa apartada rodeado de pergaminos y libros.
- Llevas mucho esperando?-.
El chico levantó la vista del pergamino y se quedó con la boca abierta mirando a la chica. No había querido arreglarse mucho y sólo llevaba unos breves jeans y una camiseta básica con un generoso escote. Pronto se recompuso y le contestó.
- No, tranquila, acabo de llegar. Siéntate, te he preparado mis apuntes del año pasado para que los repases y así me dices dónde te pierdes.-.
Se sentó a su lado y comenzó a leer los apuntes del chico. Llevaban una hora en silencio. Remus no había levantado ni una sola vez la vista de sus libros para mirarla, y Lexi empezaba a aburrirse mucho. No necesitaba ayuda en los estudios y se estaba cansando de releer cosas que ya se sabía de memoria. Disimuladamente tiró su pluma al suelo, y el chico, como el gran caballero que era se agachó a recogerla. Vio que tenía que aprovechar ese momento y se acercó al chico que se levantaba con la pluma en la mano. En un segundo acortó la distancia que les separaba y le besó en sus fríos labios. Remus se apartó.
- Un momento, un momento. Qué estás haciendo?-.
- A ti qué te parece, te beso-.
- Pero por qué?-.
- Por qué me gustas-.
- Que yo te gusto? Alexia…-.
- Llámame Lexi-.
- Lexi.. Eres preciosa, y me halaga que hayas pensado en mí para ser tu novio de la semana, pero yo no soy ese tipo de chico. No me gustas. No tenemos nada en común.
La chica se quedó petrificada, nunca le habían dicho algo así. ["No le gusto? Eso es nuevo, cómo puedo no gustarle? Si le gusto a todos los chicos desde que cumplí trece años. Dios mío, qué vergüenza."].
- Lo siento. Pareces una buena chica, y estaré encantado de seguir haciéndote tutorías- Lupin la miraba entristecido, estaba claro que para él era aún más vergonzoso que para ella. Las chicas nunca se fijaban en eĺ, era tímido y reservado y siempre eran James y Sirius los que se las llevaban a todas de calle, él quedaba relegado a un segundo plano, en el cual nunca había tenido que enfrentarse a ninguna mujer.
- Tengo que irme, llego tarde al entrenamiento.-.
- Pero no te vayas enfadada, quedamos mañana aquí a la misma hora, si?- Remus la miró con ternura y a Lexi se le pasó el bochorno.-.
- Muy bien, aquí estaré.-.
Y salió corriendo de la biblioteca para ir al campo de Quidditch.
- Dónde estabas?- le preguntó Lucius-.
- Estudiando- le contestó Lexi altivamente.
- Ya… ya me explicaras qué hacías con el mestizo… Ves a cambiarte rápido y da seis vueltas al campo.-.
- Qué? Será una broma.-.
- Nada de bromas, aquí no tienes privilegios hermana. Llegas tarde das vueltas al campo. Nuevas normas-. Fue a reprocharle pero él le puso un dedo en los labios- Nada de reproches, ya hablaremos más tarde, ve a cambiarte o te sancionaré con un partido.-.
Lexi le miró indignada y fue a los vestuarios arrastrando los pies. Estaba harta de que su hermano la espiara, pero ya habría tiempo para discutir. Se puso la ropa de entreno y salió al campo con la escoba en la mano. La dejó en el suelo y comenzó a correr.
Pensaba en Remus, aún no podía creerse que la hubiera rechazado, quizá había sido demasiado directa, nunca había visto al chico con novia, ni siquiera sabía de nadie que se hubiera liado con él, quizá era gay… Aunque vivir a la sombra de Potter y Black no debía ser beneficioso para su popularidad con las mujeres. decidió que seguiría intentándolo, al fin y al cabo que no se dijera que la chica no había puesto empeño.
Cuando acabo el entreno Lexi cogió a Sarah para intentar escabullirse de su hermano, pero nadie podía huir de satanás . La cogió del brazo sin darle tiempo a protestar y se la llevó a un lado.
- ¿Que se supone que hacías con el mestizo de Lupin, Alexia?- Le preguntó enfadado-.
- Pues, estudiar... Me estaba ayudando con D.C.A.O-.
- Tú no necesitas ayuda para estudiar Lex, eres una empollona, así que no me mientas- ¿Qué hacías?-.
- Ya te lo he dicho, repasábamos apuntes y releíamos lo que nos tocaría estudiar este año. déjame en paz-.
- Mira, voy a hacer que me creo lo que me cuentas, pero no te vayas feliz de aquí porque no te voy a quitar los ojos de encima, y pobre de ti que te pongas a salir con ese… Suficiente tengo con aguantar que seas amiguita de esa sangre sucia pelirroja-.
- No llames así a Lily! Y qué me harás, chivarte a mamá? Pues ya ves tú, más broncas de las que me llevo ya...-.
- No me vaciles hermanita, porque ya sabes de lo que soy capaz-.
Se fue de allí indignada y cabreada, pero su hermano tenía razón, sabía perfectamente lo que era capaz de hacer, no a ella claro, a ella no le tocaría un pelo, pero..
Encontró a Sarah esperándola en la puerta de los vestuarios, y entró con ella. Se relajó bajo la ducha... La morena se acercó a ella.
- ¿Qué te ha dicho Lucius?-.
- Literalmente que me matará o que le matará si me vuelvo a acercar a Remus-.
- ¿Y qué piensas hacer?-.
- Pues no sé, esconderme de mi hermano, de momento no voy a dejar de verle..-.
- O sea, estáis saliendo?-.
- Saliendo? Que va… si ni siquiera le gusto…- dijo la rubia bajando la mirada.-.
- Anda ya, como no vas a gustarle, mírate- Sara cogió a Lexi por la cintura y la llevo frente a los espejos- Eres preciosa, tienes a todos los chicos del colegio locos. Y para qué mentir? A mi también…-.
Se acercó más a ella y la besó suavemente. Lexi le pasó un brazo por su espalda y la acercó más enfatizando el beso. Su amiga se apartó y la miró dulcemente mientras iba bajando acariciándola con su suaves manos por todo el cuerpo. De los labios de Alexia salió un tenue gemido, sabía lo que iba a pasar y estaba ansiosa y excitada. La morena llegó hasta su clítoris y lo besó. Lo lamió haciendo que la rubia se volviera loca, empezaba a estar muy mojada y le introdujo un dedo en su interior, moviéndolo rítmicamente. La rubia se apoyó en la pared, y su respiración se aceleró. Sarah introdujo un dedo más y aumentó el ritmo haciendo que su amiga arquease la espalda, no aguantaría mucho más. Lexi buscó la cintura de la chica y la acercó más a ella, acarició sus senos y la besó, bajó su mano hasta su sexo y empezó a masturbarla. Gemían al unísono, estaban excitadas y sudorosas, el ritmo se había tornado frenético y entonces un sonido gutural salió de sus gargantas y las dos se dejaron caer quedando tumbadas en el suelo.
Sarah le cogió la mano y la rubia la miró sonriendo. Se quedaron un minuto descansando y se levantaron para ducharse rápidamente e ir a cenar.
