Druna Lovefoy: La Dolce Vita
Ninguno de los personajes me pertenecen, excepto los que sean desconocidos ante la vista del lector.
Tras un descuido junto a Draco, Luna queda embarazada y no le puede decir nada, porque sabe que juntos jamás podrán criarlo. Dios sabrá la reacción de todos en cuanto sepan el lío que los envolvió al hacer semejante atrocidad.
Capitulo. 01- Luna Lovegood.
"Lo que pasó en la noche, ahi debe quedarse."
La luz golpeaba cada rincón de la habitacion. Unas cobijas se movieron dejando ver el cabello desaliñado de una mujer tapandole el rostro. Aun adormecida, llevó ambas manos a la cobija retirándola de su cuerpo. Una suave brisa recorrió el cuerpo de aquella mujer, que no dejaba de temblar. En cuanto se abrazó a si misma, no sintió la tela de su ropa de dormir. Sus ojos fueron a parar a su cuerpo, pestañeo un poco hasta que algo le hizo darse cuenta de una realidad. Asustada, pegó un grito ahogado para cubrir parte de su cuerpo con los brazos.
¡¿Pero qué?!
Finalmente, despertó y al no encontrar su pijama, optó en cubrirse con una de las mantas. La chica sin saber como reaccionar, se paseó desorientada por toda la habitación. Paredes color gris, un candelabro de araña balanceandose en el techo reiteradas veces y los muebles, todos maltratados, viejos, como de la época Barroca. No estaba en casa, eso podría asegurarlo, y entonces, ¿qué sucedió? ¿Por qué de un momento a otro despertó en un lugar desconocido y lo peor de todo, ¡desnuda!?
¿Es qué acaso estaba tan cansada que al momento de cambiarse no lo logró y terminó durmiendo sin ropa? Esa, podría ser una posibilidad, más no lo era, había algo de más.
Se llevó una mano a la frente y con la otra sujetaba la frazada. Le dolía la cabeza, claro que le dolía, tratando de recordar algo. Lo único que se le vinó a la mente fueron unas imágenes de ella junto a otros individuos de su misma edad; dos pelirrojos, hombre y mujer; una castaña y dos pelinegros, uno portaba gafas de marco grueso, todos vestidos a un "estilo Victoriano" entrando por una puerta grande negra que rechinaba, por dentro gente de toda élite, desde magos hasta elfos, tomando o bailando al compás del ambiente musical. Eso era todo, al parecer lo visto no explicaba la situación en la que esta se encontraba.
Pasos se aproximaban con lentitud y ella, con desespero buscaba su ropa. Quito las cobijas por completo, reviso debajo de la cama, sin darse cuenta de alguién que no dejaba de observarla. El hacer ruido con la garganta, hizo que la casi desnuda se levantase rapidámente, su respiración se mostraba de una forma díficil de entender y aún se mantenía cubierta. Estaba aterrada, tanto que no estaba dispuesta en darse vuelta y enfrentarse al sujeto; su temor fue creciendo cuando sintió el contacto de una mano sobre su hombro, cerró los ojos y se apretó las cobijas con más fuerza.
—¿Cómo se encuentra la Lunática?
Esa voz...
Alzó la cara y me sorprendió bastante su presencia. De gran altura, cabello fino, piel pálida pero lo que más caracterizaba a esa persona eran dos cosas. Ropa extremadamente costosa y que esa persona era nada menos que...
—¿Da-Daphne?
Todavia se encontraba tendida en el suelo, su respiración de a poco volvía a ser la misma. Dirigió su mirada arriba y de paso, agradeció que haya sido ella quien entró y no cualquier otra persona, mucho menos un hombre para verla en esta situació las miradas de ambas se encontraban sin decir nada, Luna esperaba alguna clase de grito o algo parecido.
—Mira lo que te traje —Daphne me llamó pero su boca no se movió. Se equivocó, no hubó grito sino una voz suave y cantada. De la nada, puso algo sobre el regazo, ¿ropa? Si que lo era, unos pantalones jeans y una blusa negra era lo que mis manos poseían. Hizo una mueca, pues no era la clase de prendas que su cuerpo usaría. ¿En dónde estará su verdadera ropa? Antes de preguntar, se sintió interrumpida—. Sé que no te gusta pero la tuya se encontraba sucia y le dije a Freda que la lavara y bueno, es esto o ir con una cobija que apenas te cubre lo necesario.
Se sorprendió al escuchar tales palabras, ¿Daphne realmente sabía algo de lo sucedido? Era lógico, puesto que le ordenó a alguién que lavase su ropa y eso podría significar que ¡la vió! la vió en ese estado y no le advirtió del posible peligro mascúlino. Del desespero quizó preguntarle, averiguar algo. Tarde, la chica se había ido. Luna vió una vez más la ropa y suspiró, no le quedaba de otra, se paró y dejó lo que iba a ponerse sobre el colchón. Segundos después, ya estaba lista con la ropa prestada, el cabello igual de alborotado y cero maquillaje, según ella, no cree necesario pintarse la cara. No dejaba de posar frente al espejo, el atuendo sin duda no era su estilo, pero sabía que Daphne tenía razón. Era eso o andar sin nada.
Una vez arreglada, Luna salio del cuarto algo desorientada, el pasillo era amplio y casi no terminaba de recorrerlo cuando sintio algo golpeando sus piernas, volvio su vista hacia abajo, una criatura de estatura pequeña, trapos viejos, sin nada cubriendole los pies y unas orejas puntiagudas, adornadas con dos joyas simples. Un elfo doméstico, más bien, una elfa doméstica.
—Buenos días señorita —dijo, a lo que la mencionada alzó la cabeza, encontrándose con el rostro de una rubia.
—¿Señorita? Vaya, nadie ha llamado a Freda de esa manera —habló con voz suave—. Debe ser una compañera de las amas Daphne y Astoria. Venga —agarró su mano— le serviré algo para que coma.
Ahora se encontraban cruzando un estrecho pasillo hacia el fondo a la derecha donde Freda abrió la puerta. Se veia oscuro, asi que la elfa iluminó el lugar que solo eran unas escaleras conducidas al sotano. Si bien Luna hubiera usado la luz de su varita no pudo; para empezar no sabía donde la habría dejado. Una vez abajo se apreciaban unas cajas apiladas y hasta las telarañas colgaban de los techos y muebles viejos.
—Que lugar tan curioso —pensó la rubia en voz baja, pero suficiente para ser escuchada por Freda.
—Este espacio es el hogar de Freda señorita Luna Lovegood. Freda no puede cenar o dormir donde lo hacen los amos.
La joven seguía sonriéndo ante la confesión de la elfa, aunque en su interior no puede dejar de sentir lastima. Su padre ya le hubiera permitido desayunar, comer y cenar junto a él y su hija.
—Debes de dormir aqui.
—Asi es. Ahora ven, seguro que tienes hambre —Luna se agarró el estómago tras oirlo gruñir— Lo sabia, siéntate, ya te daré algo.
Un plato con huevos a medio cocer, una pequeña y ligera tira de tocino, acompañados por un vaso lleno de jugo fue más que suficiente. Luna llevaba cada bocado sin decir nada, algo verdadermente nuevo y "raro" para si misma. Por más que lo deseaba, no podía. Sus pensamientos se mantenian fijos en lo acontecido esta mañana, ¿Cómo llegó aquí?, la drogaron y posterior a eso, ¿le hicieron de cosas? esas y otras preguntas rondaban en su cabeza. De algo estaba segura, si Daphne la vió, podria decirle lo que pasó o al menos, una pista.
—Quiero ver a Daphne —soltó de golpe, sorprendiendo a la elfa y a sí misma. Estaba claro que no descansará hasta saberlo todo; su mente le ha venido fallando y una respuesta será su salida.
Sin embargo, no todo parecia ser algo certero, puesto que Freda indicó que le iba a ser díficil hablar con la ama Daphne. Si tanto lo deseaba, deberá acudir a alguién más, la cuestión era, ¿a quién? Pensó y luego de varios intentos, por fin supo a quién acudir; estaba frente a sus ojos. Y justo cusndo estaba apunto de decir algo, unos gritos se oian claramente desde el piso de arriba. La voz, clara y a la vez sensual, solo podian pertenecer a una sola persona.
Eso a Luna no parecia incomodarle pero tampoco era para sorprenderse. Todo el mundo sabia de la amistad que llevaban aquellas brujas malditas que alguna vez pisaron los aposentos de Salazar.
Pansy Parkinson había venido a visitar a Daphne.
La rubia observaba a Freda, algo apenada subiendo las sucias y rechinantes escaleras. La siguió, omitiendo las advertencias de una preocupada y desesperada elfa. Llegaron a la sala donde se veian unas siluetas de espaldas bastante familiares.
—¿Se les ofrece algo, señorita Pansy?
—¡Como tu dueña te exijo respeto! Vuelve a decirme señorita Pansy y yo misma me encargaré que mi mami te eché a la calle —la elfa agachó la cabeza como forma de disculpa—. Bueno ¿vas a quedarte parada? Vete, ah y espero que cuando vayamos a la cocina, ya este servida la mesa —señaló la puerta y Freda corrió en dirección a hacer lo pedido.
Pansy volvió la cabeza para seguir hablando con los otros, aún sin notar la presencia de Lovegood, la cuál todavia se encontraba sin moverse y lo peor de todo, sin hablar. No sabia ni por donde comenzar. Era una Ravenclaw contra, y empezó a contar cabezas; el moreno, Blaise; dos caucasicas, las Greengrass; el flacucho, era Theo, de eso no cabía la menor duda y con Pansy contaban cinco. Si, una Ravenclaw contra cinco Slytherins. Ella podría ser lo bastante lista para enfrentarlos pero ellos, sin duda, le ganarían en astucia.
Un 'plop' resonó la sala. Todos, incluyendo a Luna, voltearon para encontrarse con otro rostro familiar. La primera en pararse fue la pequeña Astoria, y corrió hasta quedar entre los brazos de aquel rubio.
—Crei que no vendrias.
—¿Y perderme la reunión? Eso nunca nena —besó su cachete, provocando las burlas de los chicos y Daphne, Pansy no dijo nada, tan solo se podía observar como miraba con fastidio a la pareja y Luna, como hace rato, sin decir palabra. Nadie seguia sin darse cuenta de su existencia; a excepción de...
—¿A la señorita Luna se le ofrece algo?
Silencio, completo y absoluto. Los presentes vieron tanto a la elfa como a la que todos llaman, Lunática. Los ojos de Malfoy no se despegaron ni un segundo del rostro de Lovegood, que empezaba a incomodarse; su mirada era penetrante, lo que provocó que la rubia girara con discreción su cabeza hacia otro lado.
—¿Por qué no vamos mejor a otro lado? —mencionó una voz gruesa, susurrandole sobre el cuello desnudo de alguién. Ella soltó una risita aguda y juntos desaparecieron.
Y mientras todos. Magos, brujas y otras criaturas se distraian, ninguno daba conciencia de los acontecimientos en una habitación del piso de arriba. Dos almas, ángel y demonio, juntos moviéndose al compás de sus propios gemidos y a su vez, el aroma de licor impregnaba sus cuerpos. Podrían estar concientes de lo que hacian; demasiada ebriedad resultaba traicionera.
Una vez terminada la rutina, ambos se colocaron nuevamente sus prendas. El fue más rápido; de un solo movimiento quedo frente a ella, sus rostros quedaban cerca, las camisetas de ambos les faltaban acomodarse. A este se le veían los pectorales bien marcados y el brasier de la chica se notaba a simple vista. Claro, estaban demasiado concentrados para notar esos detalles.
—Ni una palabra —fue lo último que dijo antes de darle otro rudo beso sobre sus rojos labios y marcharse.
La realidad volvió y su mirada se clavó encima de Draco. Fue un momento incomodo para la pobre Luna. Quisó hablar, pero algo se lo impidió y llevando sus manos a la boca, salió huyendo. Su estómago pesaba y sentia la garganta rasposa. Llegó al baño, ni siquiera le dió tiempo de alzar la tapa del sanitario, litros de agua salian de la boca de Luna, ensuciando el piso, si hubiera estado en la sala, seria lindo el espectáculo. Acto seguido se lavó la cara con abundante agua, se miró por unos segundos, la cara se mostraba pálida, pequeñas gotas resbalaban por su frente hasta llegar a su barbilla.
Uno, dos, quien sabe cuantos eran los golpeteos, pero algo si era seguro, alguién se hallaba del otro lado, tocando.
—No hay nadie —Respuesta errónea. La puerta se entreabrió, dejándo a la vista unas orejas puntiagudas. Luna sintió que la llevaban hacia quién sabe dónde, luego de haber desaparecido de la casa Greengrass.
Cuando menos se dió cuenta, ella y Freda se hallaban en medio de brujas y magos con uniformes blancos, guantes y cubrebocas. La había conducido hasta San Mungo, ¿por qué? Tan sólo fue un vómito, para nada alarmante.
—¿Lovegood, Luna? —La voz feménina se proyectaba por medio del hechizo 'sonorum'. La elfa empujó a la mencionada. Esta se acercó a un escritorio donde la recepcionista era una chica de pelo rubio como el de ella. —¿Vienes por una revisión? —Al principio Luna dudó en responder, al final asintió sin emitir ni un sonido—. Espere aquí.
Tuvieron que esperar unos minutos eternos antes de ser atendida.
Finalmente, con Freda quedándose en el pasillo, Luna entró a consulta lo más tranquila que se podía aparentar. Una vez realizados los respectivos estudios, tuvieron que esperar antes de conocer los resultados. La enfermera hizó su aparición en medio de ambas. Vió a la rubia detenidamente para transformar su sonrisa en un semblante serio y profesional.
—¿Y bien? —Fue lo único que alcanzó a decir. Sentía una presión en su pecho y en la parte baja de su abdomen.
—Felicidades.
¿Qué? Felicidades. Definitivamente no daba con esa simple palabra.
—Antes que nada no se preocupe, no es nada grave —ahí su alma regresó, pero entonces ¿por qué la felicita?— Segundo, hay algo o más bien alguién que la conocerá dentro de nueve meses.
"Nueve meses". Esas dos palabras le daban a entender que, el despertar en cama ajena, desnuda sin tener conciencia ni recuerdo de lo que sucedió, y claro, cuando casi deja salir el vómito enfrente de los populares de Slytherin. Todo tenía sentido y la noticia fue la que lo confirmó.
Luna Lovegood, estaba embarazada.
Fic participe del 'Amigo Invisible Navideño 2018-19' de "La Noble y Ancestral Casa de los Black
Regalo para Nath.
