Scare
By: Vainiella
Summary: Han estudiado juntos por tantos años, compartiendo el mismo pasillo e incluso compartiendo las mismas clases, pero jamás se animaron a conocerse. No es como si realmente importara, ¿Cierto? El más rebelde del instituto nunca podría interesarse en una estúpida porrista, ni mucho menos el nerd podría ser amigo del más popular. Eso hasta que un trágico acontecimiento azota contra el Instituto Odaiba, y un tiroteo obliga a los estudiantes a temer por sus vidas…
Disclaimer: Ni Digimon ni sus personajes me pertenecen.
Instituto Odaiba, Pasillo Oeste.
Miércoles, 9 de abril del 2012.
Hora: 9:26 am.
Taichi Yagami caminó por los pasillos del instituto con una gran sonrisa en su rostro.
Los miércoles eran el peor día de la semana; veía las materias más aburridas y como si eso no fuera suficiente también era el día más atravesado.
Sin embargo, hoy era distinto.
El entrenador Hikamiya le informó hace unos minutos que una universidad está interesada en él gracias a sus excelentes habilidades en el Football. Fue una grata sorpresa, no cabe duda, y lo mejor de todo es que el día de mañana vendrán al instituto para verlos en acción.
¡Para verlo él exclusivamente!
Su meta nunca fue entrar solamente al equipo de Football de su secundaria, ni tampoco ser nombrado como el capitán del mismo.
Todo se trataba de poder estudiar en una de las mejores universidades de Japón con una añorada beca. Y su esfuerzo dio frutos, señores, recibiendo la noticia que tanto había esperado.
-Felicidades, hermano- le felicitó entre risas su amigo, Yano Tsumaki, otro integrante del equipo.
Aunque no podría llamarlo realmente amigo siendo la primera persona en desear que Taichi se parta una pierna, y por supuesto así sustituirlo como capitán. Su envidia no es gran cosa, pero tampoco es como si el moreno hiciera algo al respecto.
Eran amigos, despues de todo.
-Gracias, Yano.
–Ahora tienes que partirte el culo de verdad.
-Yo no podría estar en tu lugar- agregó otro de sus compañeros. Todos le dicen J -Demasiada presión, ¿Qué pasaría si llegas a desilusionar al decano cuando venga a verte mañana?
Y aunque no intenta quitarle los logros a Taichi siempre busca la oportunidad de envenenarlo con sus comentarios.
Que par de amigos, ¿No?
-Por eso no estás en mi lugar, Jonathan- le respondió tratando de quitarse las malas vibras de encima, más internamente ya le invadieron los nervios por aquella tóxica acotación.
-¡Hey, miren! ¡Es Einstein!
A pocos metros de distancia estaba aquel peculiar chico de cabellos rojizos y cuya baja estatura lo volvía un target perfecto. Se encontraba abriendo su locker, y al ver quienes se acercaban apresuró sus movimientos con torpeza, deseando no tener que lidiar con los populares idiotas del instituto en el día de hoy.
Pero ya era demasiado tarde. Al que todos llamaban J le había dado un fuerte empujón en el hombro, pegándolo contra los lockers. Yano se sumó al juego aprisionándolo también mientras que Taichi observaba la escena desde cierta distancia.
-Hola, cerebrito- intentó intimidarlo el más corpulento de los tres. El pelirrojo desvió la mirada intentando ignorarlo, como también al latente dolor en su espalda gracias al golpe -¿Cuál es el apuro?
-Ya, J, déjalo en paz- intervino Taichi, más estaba seguro que nada lograría con eso.
Siempre es así. Sus amigos son unos abusivos de mierda y él no hace mucho por impedirlo.
De cualquier modo no era su problema.
-¿Qué no deberías estar jugando con tu estúpida computadora?- se burló Yano, tirándole al suelo un libro que el pelirrojo tenía en las manos.
-O-Oigan, necesito llegar a clases…
-Nosotros diremos cuando irás a clase, idiota.
-Chicos, basta- Taichi tomó por el brazo a Yano, jalándolo levemente al ver como éste amenazaba con su puño al chico. Aquello no podía llegar tan lejos, y mucho menos en pleno pasillo en donde podrían castigarlos por molestar a los demás –Tenemos que ir a matemáticas, imbéciles. No olviden lo que nos pasó la semana pasada.
Jonathan soltó al chico como si le costara dejar de meterse con él.
-Nos vemos en el salón, Einstein.
Y tras ello los tres siguieron su camino entre risas.
Taichi le dedicó una última mirada cerciorándose de que estaba bien, pero Koushirou estaba demasiado angustiado por el maltrato rutinario como para notar la disfrazada solidaridad del moreno.
Tras acomodar sus ropas retomó su camino al salón, notando entonces a su única amiga en todo el instituto, quien estaba a pocos pasos de él.
-Hola, Sora.
Sora Takenouchi sonrió con cariño a quien ha sido su vecino desde siempre, pero el saludo duró poco cuando observó desde lejos a los tres chiflados alejarse de ellos.
-¿Te lastimó mucho?
-No más que de costumbre- respondió restándole importancia con un descuidado movimiento de hombros. Sora lo invitó a caminar junto a ella, dirigiéndose juntos al salón.
-No entiendo por qué lo hacen- vaciló –Decir que de niña jugaba soccer con él.
-Taichi no me golpea.
-Pero no hace nada al respecto- bufó –Es igual de idiota que ellos, o peor.
Koushirou, como siempre, no respondió. Solía ser así. Víctima del bullying intentaba olvidar a sus agresores enfocándose en sus estudios. Sora quiso defenderlo en reiteradas ocasiones, pero un día Koushirou le gritó que no se involucrara, y entonces se dio cuenta que aquella era una lucha que él tenía que librar solo.
Dentro del salón ambos jóvenes se aproximaron a sus respectivos puestos, siendo vigilados por el trío y por un grupo de chicas quienes eran tan peores como ellos, siendo la copia barata de Mean Girls que siempre buscaban la ocasión para molestar a Sora.
Al sentarse en su puesto, cual correspondía justamente al que está en frente del pizarrón y cerca de la entrada, la pelirroja sintió dos toques en su espalda. Al voltear, Haru, una pesada cuyo cabello falsamente rubio era su tarjeta de presentación, la miraba con gesto burlón y con una mueca en sus carnosos labios.
El resto de las chicas se reían entre susurros, como si trataran de ocultar que están burlándose de ella.
¿Por qué se están riendo tanto?
-¿Qué quieres, Haru?
-Creo que necesitas uno de estos- sacando una toalla sanitaria de la nada, y sacudiéndola en su cara.
Esta vez todas explotaron de la risa. Sora las miró estupefacta, a ellas y a la toalla.
Entonces un dolor en el vientre le dio razones para salir de ahí corriendo, llevando su bolso consigo. Por suerte el baño más cerca estaba a dos salones. Al ingresar corrió hacia el último cubículo para luego cerrarse con llave y despojarse de su ropa inferior, contemplando así una gran y grotesca mancha roja.
Maldición.
Quiso llorar de la verguenza, de la frustración, de las ganas de querer golpear a esas brujas.
Deseó con todas sus fuerzas que algo malo les ocurriese.
Ya estaba desenrollando un montón de papel higienico cuando en eso escuchó unas detonaciones como si hubiesen explotado en el mismo baño, haciéndola brincar del puro susto. Y luego… gritos. Gritos desgarradores que hicieron que Sora Takeunochi dejara de respirar.
Instituto Odaiba, Biblioteca.
Miércoles, 9 de abril del 2012.
Hora: 9:31 am.
El silencio era absoluto en la biblioteca del instituto.
Era quizás uno de los lugares más relajantes del lugar. Ideal para aquellos estudiantes que disfrutaban de la lectura o para aquellos que requerían prepararse para un importante examen en total aislamiento.
Takeru Takahishi era uno de los últimos.
Se encontraba sentado en una de las mesas en silencio, leyendo atentamente un libro de química. El día de mañana tendría un examen sumamente importante, y cabe destacar que no había estudiado lo suficiente. No era muy bueno en química, por no decir que apestaba un poquito. Por esta razón era era justo y necesario prepararse bien para dicho examen, de lo contrario se las vería mal con la nota final del lapso.
Sin embargo, no sabía si era buena o mala suerte -esperaba más buena que mala-, pero justo en ese instante vio de reojo como alguien más se sentaba en su mesa con un gran libro. Al subir la mirada reconoció a nada más ni nada menos que Hikari Yagami.
La chica más bonita de su clase acababa de sentarse en frente de él.
La detalló por un instante, contemplando aquellos lisos cabellos cenizos que le llegaban hasta la mandíbula. Su expresión serena trajo paz a su corazón. Eran tan bonita, tan buena, y a la vez aquel amor platónico que nunca podrá olvidar. Desde hace un tiempo se había enamorado en secreto de ella, solo contemplándola de lejos únicamente dado que era evidente que nunca se fijaría en un chico como él.
Takeru sintió como se llenaba de mariposas el estómago, y eso era solamente con verla.
Pero antes de que pudiera disimularlo ya la chica había subido la mirada, reconociéndolo.
El rubio solo sonrió con torpeza para luego bajar la mirada rápidamente. como si verla a ella quemara.
¡Que tonto!
Eso le pasaba por verla demasiado… Siempre terminaba descubriéndolo.
Parecía un jodido Stalker.
¿Qué hago?, pensó.
Pasaron dos minutos en completo silencio.
¿Debía decirle algo?
Hola, Kari. Me llamo Tk. Nunca hemos hablado, pero quiero que sepas que estoy locamente enamorado de ti, y que a veces me gusta vert…acosarte un poco.
-Idiota- se dijo a sí mismo, pero aquello atrajo la atención de la chica, quien lo miró con cierta sorpresa.
Tk elevó el libro para ocultarse tras de este.
Ahora seguro piensa que está loco.
Genial.
Intentó enfocarse en las fórmulas, en recordar cada letra de la tabla periódica, más su mente se hallaba a un metro de él. No podía concentrarse, y debía pasar ese examen sí o sí.
¿Y si le gustan los videojuegos como a mí?
Tk, en serio, ¡Concéntrate!
De un arranque se levantó de la mesa, sorprendiendo a la hermosa joven. El rubio se mordió los labios viéndose expuesto de esa manera ante ella. Pero antes de decirle nada simplemente recogió su libro y se dispuso a irse con paso rápido.
Pero el sonido seco de unos estallidos hizo que se detuviera y que todos dejaran de hacer lo que estaban haciendo para luego mirarse los unos a los otros. Se escucharon cerca, muy cerca, pero ninguno de los presentes le dio sentido, ¿Qué había sido eso?
Tk miró a otro estudiante que estaba cerca del único acceso de la biblioteca, un joven peliazul con lentes quien estaba tan desconcertado como él. Pronto sus rostros se desencajaron al escuchar lo que parecían gritos. Y luego silencio.
Silencio absoluto.
El chico de cortos cabellos rubios tuvo el presentimiento de que se trataba de la paz antes de la tormenta, pero antes de que pudiera hacer algo ya la puerta de la biblioteca había sido abierta de una súbita patada, y cuya expresión demente y pistola en mano hicieron que Tk temiera por su vida.
El chico de cabellos azules fue el primero en recibir los disparos.
Instituto Odaiba, Campo de Football.
Miércoles, 9 de abril del 2012.
Hora: 9:32 am.
-¡Listo, chicas! Tómense un descanso.
Mimi Tachikawa recogió su termo del césped y tomó un largo sorbo de agua. Estaba satisfecha con el ensayo de hoy, todos estuvieron muy sincronizados y el salto de Naoko salió perfecto, así que estaban más que listas para animar el partido de mañana, cuál sería ahí mismo, en el gran campo de Football del Instituto Odaiba.
Siendo la capitana del club de porristas era su deber que todo saliera perfecto, así como sus uñas estaban siempre, o como su largo y hermoso cabello castaño. Como su ropa, como sus notas, como su carro, como su vida. Porque Mimi Tachikawa era perfecta, y por esa razón todo, sin excepción, debía ser perfecto en su vida.
-¡Eh, Mimi!
Entonces notó como su amiga corría hacia ella. La guapa y traviesa Natsuki. Al igual que Mimi era una chica muy atractiva, no obstante, su personalidad no lo era tanto, incluso era proporcionalmente horrible con respecto a su belleza.
La castaña sabía que Natsuki tenía problemas, desde una bien ocultada bulimia como también una adicción obsesiva por tener sexo hasta con los profesores a cambio de algo. Era el opuesto a Mimi Tachikawa, pero aun así eran amigas. Y si no hubiese sido porque se haya insinuado a su novio hasta podría haber dicho que eran mejores amigas.
Si tan solo no hubiese husmeado el celular de Taichi ayer…
-Hola, Natsuki.
Pero decirle algo implicaba romper su amistad con ella, su única amiga, y por supuesto también implicaba romper con Taichi, el chico más popular del instituto. No podía hacer eso, ¿Dónde quedaría después su reputación?
-Cuéntame- empezando a caminar en dirección a los bebederos de las gradas -¿Qué tal tu cita ayer con Tai-kun?
Mimi se mordió el labio inferior, controlando el efímero impulso por abofetearle y gritarle que era una descarada.
-Fuimos al cine y luego nos fuimos a su casa.
-¡Ajá! Entonces ya llegaron a tercera base.
Por supuesto, con tercera base se refería a tener sexo, y era evidente que apenas había superado la primera. Los besos inocentes y coqueteos pasaron a ser caricias excitantes y besos descontrolados. Pero no más.
Cada vez que Taichi intentaba llegar más lejos Mimi lo detenía alegando que no estaba lista, y en serio no lo está. Aunque era sumamente excitante ser tocada por Taichi Yagami aún no podía permitir más que eso.
La sola idea de tener sexo la aterraba.
-Ay, por tu cara ya veo que no.
-No se dio la oportunidad.
-Claro, en casa de Taichi sin padres a la vista es no tener oportunidad- Mimi solo pensó cómo carrizos sabía que los padres de Tai no estuvieron -Que mojigata eres, Mimi.
-Basta ya- sintiéndose incómoda con la conversación, deteniéndose en la esquina que lleva hacia los bebederos -No soy una mojigata.
El sonido lejano de unos cohetes la sorprendió un poco, pero no le dio importancia.
-Sigues siendo virgen a tus 16 años. Eres una mojigata.
Mimi tenía ganas de ahorcarla.
El que su amiga se haya desvirgado unas 100 veces con diferentes tipos cada mes no quiere decir que ella sea igual.
Fue la presencia de una tercera persona que hizo que ambas dejaran de discutir. Ambas se percataron de que sentado en el suelo junto a los bebederos estaba un chico de vestimenta desgarbada fumándose un cigarrillo. Mimi arrugó el ceño automáticamente.
-¿Ese quién es?
-Es Matt- respondió su amiga con simpleza, como si fuera obvio. Ya había empezado a regresar al campo cuando en eso nota que Mimi seguía en su sitio.
Estaba molesta, con su amiga, con su novio, con lo estúpida que había sido todo este tiempo, que simplemente quiso descargar su frustración de alguna u otra manera.
-¡Eh!- gritó entonces la castaña, atrayendo la atención del joven -Aquí no se puede fumar.
-¿Q-Qué haces?- Natsuki la miraba como si hubiese perdido la cabeza.
-Sí, es contigo- continuó al ver que el chico la había mirado -Te acusaré con el director si no apagas esa porquería.
-¡Mimi!- insistió Natsuki, jalándola del brazo. Pero Mimi no se movió.
De pronto el chico se levantó del suelo y lanzó el cigarrillo al suelo, para luego aproximarse hacia ellas apagando la colilla con el zapato. Al dejar caer el gorro de su sweater hacia atrás reveló unos cabellos rubios que fueron familiares a los ojos de la castaña.
Apenas estuvo ante ellas ambas chicas se sintieron ligeramente intimidadas por su presencia. Sus ojos felinos de un azul tan intenso como un azul eléctrico las cegó por completo.
Mimi creía haberlo visto antes.
-Perdona, Matt. Está bromeando. Ya nos vamos.
-Espera, ¿Lo conoces?- Mimi la miró estupefacta, para luego volver a detallar al chico.
Entonces recordó quien era.
Cursaban química juntos… y se trataba de nada más ni nada menos que Yamato Ishida, la oveja negra del Instituto Odaiba que no hace otra cosa más que meterse en problemas y rebelarse con los profesores.
-¿Tienes algún problema?
-Que aquí no se puede fumar, ese es el problema- en eso volvieron a escuchar cohetes, pero esta vez sonaron más cerca.
Tras el ruido, la castaña al ver la expresión del rubio supo que algo no estaba bien.
-No es asunto tuyo, Mimi- lo defendió Natsuki ignorando por completo la alarma reflejada en la mirada del chico. Tomó nuevamente el brazo de su amiga y empezó a jalarla de nuevo, regresando un paso -Ven, regresemos.
No obstante, los tres tuvieron que morderse la lengua cuando en eso el sonido de varias detonaciones los agarraron por sorpresa.
Al voltear hacia atrás, Mimi fue la primera en notar como los integrantes de su club caían como moscas en el campo, uno tras otro, entre gritos y expresiones aterradas, acribillados por una ametralladora.
Y con un escalofrío, supo entonces que lo de antes no habían sido cohetes, mucho menos cuando los cuerpos de sus amigos estaban inertes en el suelo.
Continuará...
Notas de la Autora:
Omg.
Dirán que ésta se volvió loca.
Pero ya les advertí que iban a salir a la luz varias historias frustradas, y es que así de repente me obligo a terminarlas.
Esta la empecé hace cuatro años, ¿Pueden creerlo? Nunca la había continuado porque es la primera vez que hago algo así, con lo romanticona y cliché que soy, me siento en zona insegura. Pero le quiero dar la oportunidad, ¿Qué les ha parecido? Digan lo que quieran, tienen toda la libertad de criticar. No estoy muy convencida pero ya estoy cansada de tener todas mis historias encarceladas. Al menos así es una iniciativa por terminarlas.
Con respecto a Stepmom's Recipe ya está listo el capítulo 4, pero de igual forma tengo que pulirlo. Quiero mejorar unas cositas antes de subirlo. La pista es que será el más mimatoso de todos, ¡No olviden pasar por allá y ponerse al día!
Ah, y otra cosa:
¿Recuerdan Just like Romeo and Juliet? Bueno, la he reescrito, así que próximamente la verán actualizada. Lo único es que no sé como funciona mejor, si sustituir los capítulos por los nuevos o subir una completamente desde cero. No quisiera borrar los reviews que me han escrito en esa historia, ¿Cómo puedo conservarlos si decido sustituir los capítulos?
Creo que empecé este 2019 con todo. Temo que seré destruida en el foro Proyecto 1-8, que por cierto no sé como empezar, pero está super cool y pronto publicaré cosas en referencia al foro.
Pues nada, espero sus comentarios. No sé que decirles más que la trama de esta historia es bastante cruda, pero es una realidad. Espero desarrollarla bien.
Sin más que agregar, me despido con cuaruiñou.
Hasta la vista, babys.
Vai.
