Disclaimer: Katekyô Hitman Reborn!, de la/el/lo genial Akira Amano, para nada mío, ya se sabe~
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Es completamente un Gokudera Hayato x Sawada Tsunayoshi, one-sided y, de todas maneras, no muy explícito. Sólo quería que fuera uno de esos momentos tontos de reflexión que en cualquier momento puede tener un personaje (sobre todo uno que se come mucho la olla buscando agradar a Tsuna como es Gokudera). El ambiente no tiene spoilers ya que es atemporal: lo más spoiler que podría ser está en el volumen 1, primeros capítulos. Si eso se considera spoiler, qué no lo será. XD
Ah, otra cosa: he respetado el registro informal de Tsuna para referirse a Gokudera, añadiendo el -kun al final (la verdad es que en el anime sonaba demasiado mono para no dejarlo); lo que sí he traducido es el "Juudaime".
A veces, era muy difícil ser un hombre y amar a otro.
Porque cuando el Décimo capo Vongola estaba deprimido, asustado, alegre o simplemente tranquilo, lo único que él podía hacer era mirarlo con frustración. Si necesitaba un amigo en el que desahogarse, el único gesto de cariño que no se le podía censurar a Gokudera era apoyar una mano en su hombro y apretar levemente los dedos contra su ropa, notando bajo la delgada piel de Tsuna la dureza de sus huesos. Y es que estaba muy delgado.
De todas maneras, ni él mismo sabía lo que quería de su Décimo. Tampoco quería pensarlo mucho, porque le daba algo de vergüenza hacerlo, y miedo saber lo que podía encontrar buscando a fondo en su corazón.
–Gokudera-kun –lo llamó una vocecilla–. ¿Estás bien?
En su campo de visión, que abarcaba el cielo lleno de estrellas, apareció al revés la cabeza de Tsuna, su sonrisa nerviosa y su mirada preocupada.
–Sí, claro –respondió él, extrañado por su pregunta.
Él le tendió una lata de refresco, con un "te compré esto", y Gokudera alzó el brazo para cogerlo, rozando sin querer queriendo un trocito de su dedo. Era té frío de la máquina dispensadora que había por allí cerca. Agradeciéndoselo, se incorporó un poco en la hierba y le dio un par de tragos. Tsuna se sentó a su lado, con una lata idéntica en las manos, y miró hacia arriba con curiosidad.
–¿Te gusta mirar el cielo, Gokudera-kun?
–Ni me va ni me viene –respondió él, con un suspiro–. Sólo estaba pensando, y quizás me embobé un poco. ¿Y a usted, Décimo capo?
Él tardó un rato en contestar, alegremente.
–No está mal hacerlo con un buen amigo, cuando está tan despejado y todo está en calma.
–Décimo…
Se volvió hacia él, que seguía con la vista fija en la noche oscura, y le observó un buen rato. Era cierto que estaban solos y ni siquiera Reborn andaba por los alrededores del campo, pero no había sido muy consciente de ello. Y se sintió muy feliz de que Tsuna lo llamara amigo y quisiera su compañía. Sí, realmente muy feliz.
Verdaderamente, importaba poco hasta qué punto él quería a su capo. Sólo sabía dos cosas: que lo seguiría siempre, y que todo lo que él le daba era suficiente para Gokudera.
