Candidata
El día era cálido como normalmente es el la región sur de Amestris, Dublith es un poblado pintoresco de calles empedradas y casas de gran estructura con el ambiente de rutina entre sus pobladores animados… en una casa de amplio jardín, esa situación era todo lo contrario.
Aun cuando el sol brillaba, estaba lejos de calentar al joven matrimonio que acaba de enfrentar momentos demasiado difíciles.
Sig, un hombre robusto de aspecto intimidante y moreno miraba desde la puerta de esa modesta habitación a su mujer sentada en la cama, cuya vista perdida hacia el exterior sumergida en una intensa depresión.
Ella era la sombra de su personalidad energética, temeraria y bastante atrayente.
Ojos oscuros opacos, con bolsa debajo de sus ojos… cabello cayendo desordenado cubriendo sus rasgos regios pero femeninos, Izumi Curtis no hablaba desde que paso aquel incidente.
Como marido estaba preocupado, no era tan inteligente como ella… pero sabía lo suficiente para saber que había hecho algo desesperado para traer de vuelta a su hijo, tan solo el pensamiento le dolía… no solo impotencia, sino porque ahora ella sería incapaz de traer un niño por más que quisiera.
-Izumi- trato de llamar con cuidado, la suavidad en su postura al ingresar -estaré abajo, si me necesitas- empujo en ruego sin recibir una reacción de su parte, cerró sus ojos y dio la media vuelta.
No podía permitirse mantener cerrado el negocio por más tiempo.
Sin embargo cuando el marido salió de la residencia, una figura camino de entre las sombras mirando la casa con algo de nerviosismo… una trenza en un azul casi blanco se agitaba con el viento.
De espaldas se podía notar su estructura musculosa cubierta de ropas extrañas en blanco dejando parte del torso descubierto, una bufanda de cuadros roja le servía para cubrir parte de ese rostro con unos pesados anteojos asegurando unos ojos carmín claros… había un tatuaje exótico en su frente entre los mechones de un flequillo rebelde, pero a pesar de su apariencia que podía ser imponente y extranjera, su actitud era todo lo contrario.
Su postura temblorosa y la manera en que agarraba su bufanda como si esta fuera capaz de protegerlo del mundo… ojos venían e iban de un lado a otro… mientras volteaba al entorno esperando no ser visto, actitud sospechosa pero sobretodo cobarde.
Pero esos ojos aun con miedo, parecían tan feliz de respirar el aire que golpeaba su rostro… esto fue suficiente para tomar el valor necesario y caminar hasta la puerta, inclino su cabeza no sabiendo cómo proceder en esta parte… sabiendo lo que hay en el interior, era innecesario molestarlos con abrirle.
Pudo haber solo aparecido, pero quería el lujo de respirar aire fresco por primera vez en ¿milenios? Por lo cual ya era tarde para eso.
Decidiendo con su buena voluntad que no quería molestar al convaleciente, abrió la puerta para ingresar cual dueño del hogar, se asomó con curiosidad entre las sombras de la vivienda parpadeando al ver las ligeras líneas del sol a través de la ventanas diversas… afirmando ingreso por completo, cerrando la puerta con cuidado.
Ya en la entrada busco sintiéndose criminal pero por lo visto la vivienda era adecuada para su misión… quizás poner algo en las escalinatas, se veían algo peligrosas.
-Concéntrate- se regañó decidiendo ir por lo directo por lo cual subió las escaleras hasta la habitación en la que estaba su objetivo.
Sus pasos eran cuidadosos cuando llego a la estancia sobria de muebles sencillos, no evito desviar su mirada a una habitación semi abierta donde una cuna vacía descansaba… la pena era nítida en sus ojos, pero negó para enfrentar la otra puerta cerrada.
Aquí trago nervioso, la cobardía en esos regios rasgos para poner su mano en la manija con la duda de abrirla… dejo caer su frente en la madera con hombros temblorosos ante su terror por las mujeres… pero debía enfrentarlo, tenía al pequeño emperador con necesidad por lo cual aquella vacilación fue borrada cual simple pensamiento.
Abrió con fuerza, ingresando firme pero solo se topó con un fuerte golpe en su estómago obligándolo a sus rodillas escupiendo algo de saliva, su cabello sujeto de manera brusca para obligarlo a ver a su atacante… era ella, ojos intensos totalmente oscuros y el gesto más fiero que pudiera existir.
Izumi examino a este ladrón ahora de rodillas con su cabello demasiado suave entre sus dedos, aunque debía admitir que le importaba muy poco su integridad a estas alturas, no iba a permitir tales libertades a un vividor… ahora viendo anteojos chuecos, una mirada de terror y aunque por lo visto, porte intimidante… parecía inocente.
Pero no se dejó engañar.
-QUIEN ERES- siseo con los dientes apretados, tragándose su dolor palpitante de su reciente perdida.
El sujeto casi chillo por el tono demandante, pero borrando cualquier titubeo o el dolor de su cuero cabelludo, señalo el torso de la mujer lanzándola al otro extremo cayendo en la cama en un montón -yo…yo…- miro nervioso ¿se había pasado?
La mujer se sentó dispuesta a pararse, pero sintió la sangre en su garganta obligándola a escupir, manchando las sabanas… el temblar en sus hombros era notable, por lo cual el sujeto preocupado se le acerco pero fue detenido por esa lacerante mirada.
-Lo siento tanto, señorita- dijo no sin un tono de terror, sus manos alzadas en un rostro lleno de preocupación.
-Quien eres… que quieres- exigió tratando de ponerse de pie tercamente, su cabello oscuro cayendo en cascada dándole un aspecto desalineado… Izumi no estaba en su mejor forma, pero traería el infierno antes de dejarse robar tan fácil por lo cual ya de pie estuvo firme al lado de su cama.
Por un momento la habitación parecía demasiado pequeña, la fiera conocida de Briggs miraba incriminador al hombre que parecía un ciervo a punto de ser atropellado.
-Uraltugo Noi Nueph- expreso manteniendo su distancia, acobardado y casi mirando la puerta para calcular si alcanzaría a escapar por ahí.
-Ural ¿Quién?- Izumi no evito el tono desconcertante para un nombre tan peculiar, pero que esperaba de un sujeto con cabello de ese color y ropa de loco.
El hombre rio un poco divertido, pero todavía había miedo en su postura -Puedes llamarme Ugo- ofreció amablemente.
Un arqueo de ceja de la fémina cruzando sus brazos en demanda -que invasor tan cortes- escupió irónica, alzo la vista oscureciendo su gesto -que quieres- volvió a preguntar la hostilidad tan notable.
Ante esto, el chico parecía iluminarse cual niño en fiesta -Yo quiero que seas la madre del emperador- llamo infantilmente sacando entre sus ropas una esfera, casi ofreciéndola a la desconcertada alquimista.
Iba a refutar, atacar y quizás lanzar fuera al sujeto que parecía entusiasta repentinamente… pero fue congelada al divisar un feto entre ese cristal extraño.
Ugo no lo noto, siguiendo con su motivación -él es pequeño, pero pronto nacerá… necesito que lo críes… yo sé que puedes…- alego en un monologo casi enloquecido, apreciando aquel objeto como si fuera lo más valioso del mundo.
Izumi sintió la debilidad golpeándola obligándola a la cama, las lágrimas acumulándose en sus ojos ante tal descabellado ofrecimiento… la garganta se le seco y no había palabras para esto, era doloroso pero también la ofendía sin embargo su valor parece que fue a dar un paseo por el parque.
Pero el invasor estaba lejos de advertir tales molestias, seguía observando la esfera en una locura casi infantil -El estará bien contigo… yo sé que darías todo por un hijo… sé que lo harías…- ante esto sus ojos parecieran tan intimidantes para la alquimista que se sintió exhibida -te vi enfrente de "el" implorando… entonces te volviste mi candidata perfecta- aplaudió cual resolución del mundo.
-¿Qué?- mascullo, casi un silbido no sabiendo que pensar de toda esa locura imposible según su criterio.
Ugo inclino su cabeza confundido, parecía no deducir que lo que decía era descabellado a oídos de las personas normales -oh cierto, perdón…- aclaro sin pizca de ser verdadera -yo puedo curarte si lo deseas… "el" es muy estricto pero me dejo venir con la condición de no interferir… pero claro, volveré por el emperador cuando sea la edad necesaria- indico volviendo a hablar como si todos entendieran.
Izumi tomo la actitud necesaria -QUE DEMONIOS DICES- alzo la voz importándole menos su dolor, las lágrimas ahora desbordantes -como puedes venir y decirme eso…- silbo bajando la cabeza en una lamentable postura -es imposible… ¡ESTAS LOCO!- corto con demanda sintiéndose insultada, sintiendo como parecía que una parte de ella deseaba aceptar… ¿no aprendió? Le quitaron todo cuando creyó poseer la respuesta para tener de regreso a su hijo.
El invasor parecía endurecer su rostro -no estoy loco- aseguro oscuramente, por un momento su presencia obligaba a la mujer a encogerse.
La presa se transformó, la bestia de Briggs se sentía tan pequeña en comparación a ese hombre cuya primera impresión era un cobarde… para después pasar a loco… y ahora terminar como lo más peligroso que se hubiera enfrentado… Curtis tenía miedo de moverse.
-oh cierto, aquí no deberían entender lo que dije…- dijo en solución borrando toda hostilidad, recordando que en efecto… su diatriba era una locura a este mundo por lo cual ofreció una sonrisa de disculpa… su terror al género femenino olvidado.
La apariencia peculiar parecía lavarse a los ojos testigos de la mujer, su piel tomo un tono azul junto con su cabello en uno más oscuro, la ropa parecía desaparecer para dejarlo en tapa rabo.
-Yo soy algo así como un genio…- se presentó como si no fuera la gran cosa, sentándose en el suelo con sus piernas cruzadas, mirándola con humildad pero sobretodo expectación.
Las palabras no salían, la postura era rígida en la alquimista viendo cosas imposibles para la ciencia.
-te vi enfrente de "el todo" y como te quito tu capacidad de engendrar…- explico como si hablara con un idiota, Izumi solo podía observarlo -entonces pensé "El emperador necesita una madre" por lo cual decidí venir…- ofreció de nuevo la esfera -¿podrías?- pidió implorante -también puedo regresarte lo que te quitaron- agrego como compensación.
Ugo la miraba, ahí toda frágil a pesar del violento encuentro inicial, pero recordándola enfrente de la "puerta" en uno de esos días que salía a investigar, dio con ese panorama blanco de pura casualidad justo en el momento en que ella… Izumi Curtis imploraba por su hijo.
-Cómo puedo creerte- pidió con firmeza, la fuerza volviendo en la alquimista pero sobretodo su mente estaba considerándolo ¿en serio?
El invasor no contesto, sabía lo que esa mujer pensaba por lo cual solo alzo de nuevo el feto de Sheba, el hijo de su rey -él es pequeño… pero será tan fuerte…- había esperanza en su tono repitiendo de nuevo lo dicho al inicio -yo, vendré a visitarlo… pero no podre interferir… cuando llegue el momento, me lo llevare- repitió su propio plan.
Ante esto Izumi miro aquel engendro en la esfera, titubeante y aun cuando su pregunta no fue contestada… tomo la esfera, las lágrimas secas de su rostro se reavivaron ante la piedad en su corazón, la maternidad brotando… quizás el sujeto se estaba aprovechando de su vulnerabilidad, pero ahí estaba la oportunidad.
Ugo parecía deslizar su sonrisa al ver esos ojos oscuros antes fieros, después llenos de miedo ahora remplazados por sentimientos hacia el pequeño emperador.
Izumi sintió entre sus manos la esfera cálida, el pequeño se revolvió en el interior en una escena insólita para su mente científica, pero culpaba a su depresión por no interrogar más.
-Su nombre, es Aladdin- presento el hombre en el suelo, aun así parecía ser capaz de estar a la altura de la situación.
-no- dijo Izumi acunando la esfera en su pecho, Ugo se puso de pie ante la negativa pero antes de imponerse ella siguió hablando -si seré su madre… yo iré a donde él vaya…- levanto su rostro protector -es mi hijo, así que más te vale que no estés jugando con todo esto… seas lo que seas… traeré el infierno si esto es una mentira y si mi hijo sale dañado será peor- amenazo con una nueva convicción.
El reto fue dado sorprendiendo al propio djinn, pero la sonrisa amable se extendió en su gesto ante la piedad de su candidata -entonces que así sea, vendré por ambos cuando sea necesario- su mano cayo en la esfera custodiada por su elegida -cuida mucho a Aladdin- expreso con alegría.
Un bufido -soy su madre- expreso neutral la alquimista tomando la responsabilidad tan seriamente… el hombre le rio divertido, ante esto una luz broto de la mano de Ugo… provocando que cerrara los ojos ante lo cegadora que llego a ser.
Hubo campanas zumbando en sus oídos casi pudo notar mariposas luminosas, Izumi no sabía que pasaba pero cuando la luz se apagó solo reacciono en pescar mejor lo que ahora tenía en brazos, cayendo sentada en la cama cuando el llanto infantil rompió el silencio.
Estaba mojada con líquido, el niño desnudo entre sus manos se agitaba molesto… un cabello azul revuelto que la cautivaron, Izumi lo apretó con fuerza prometiendo que si esto era una locura… ya era tarde para reflexionarlo.
Ella era madre.
XXXXX
Fin…
Quizás suba otros capítulos, pero en un inicio esto es solo un one shot.
No veo mas alla de esta historia, además que tengo otras… aunque no se sorprendan que de repente suba un capitulo, aunque tambien puede no ser.
Neah20 fuera…
