Disclaimer: Todo lo reconocible de Harry Potter es de JotaKá. La trama es mía.


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Capítulo 1: Un mal presentimiento.

Cuando Hermione se levantó esa mañana sintió una opresión en su pecho parecida al vértigo, un presentimiento de que algo malo iba a pasar ese día, pero decidió ignorarlo. Hizo su rutina de todas las mañanas y, tras esperar unos minutos, bajó con Ginny al Gran Comedor. Esa sensación de que algo malo ocurriría seguía presente, sin embargo la mañana transcurrió con tranquilidad y cuando llegó el almuerzo estaba cada vez más segura de que esa sensación era productores una corriente de aire y no de un mal presentimiento.

Después de la comida se dirigió a la clase de transformaciones con Neville y Dean, escuchando la discusión que mantenían esos dos por una extraña planta que habían descubierto en la entrada de Hogwarts, cerca del puente. Cuando entraron a la clase Hermione frunció el ceño al ver a Draco Malfoy parado en mitad de la clase discutiendo con McGonagall. Se acercó cautelosamente y arqueó una ceja cuando ambos pararon de hablar abruptamente y Malfoy le dedicó su mejor cara de «estorbas, Granger, así que lárgate».

—¿Ocurre algo, profesora? —preguntó con su mejor tono de prefecta y la mujer la miró indiferente.

—Indique, por favor, al señor Malfoy un sitio donde pueda ponerse a hacer el examen con tranquilidad —le dijo—, ya me he cansado de discutir con él sobre algo absurdo.

—¿Es absurdo que me niegue a hacer el examen con una clase de descerebrados armando un alboroto detrás de mí?

—Malfoy, estamos en nuestro último curso, así que no vas a encontrar una clase de descerebrados armando escándalo —pronunció las últimas palabras con retintín y el rubio la miró con desprecio.

—¿Acaso alguien ha pedido tu opinión, Granger?

Hermione apretó los dientes y entrecerró los ojos. Su día perfectamente normal se estaba jodiendo rápidamente por culpa del idiota que tenía frente a ella. Con tranquilidad se irguió, colocando la espalda completamente recta y miró a Malfoy como si valiese menos de un sickle.

—Puedes sentarte allí. —Señaló una de las mesas cerca del escritorio de McGonagall—. Está un poco coja, pero para los tres minutos que tardarás en poner tu nombre en el examen y entregarlo dudo que te llegue a molestar. —Había un claro «eres subnormal» entre las palabras de Hermione.

—Granger —comenzó el rubio y Hermione sonrió, esperando el insulto infantil del chico—, me halaga que aceptes que mi inteligencia superior me confiere la posibilidad de hacer el examen en tiempo récord. Ya era hora de que aceptases mi suprema inteligencia sobre tu vulgar comprensión.

La Gryffindor enrojeció y estuvo a punto de sacar su varita para maldecirlo por tergiversar sus palabras pero McGonagall, que desde su escritorio vio la pelea entre esos dos, se acercó y condujo a Malfoy hasta la mesa donde haría el examen. Hermione quiso ir y romperle los dientes uno a uno cuando vio la sonrisa orgullosa que portaba al dejarla con la palabra en la boca.

—Imbécil —refunfuñó por lo bajo mientras tomaba asiento al lado de Neville—. Jodido imbécil.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Longbottom con ojos compresivos y ella bufó.

—El imbécil de Malfoy es lo que pasa —se quejó—. Él y su estúpida obsesión de ponerme de mal humor.

—Deberías aprender a ignorarle, Herms —suspiró el chico—, que te cabrees con él solo alimenta más sus ganas de molestarte.

—No puedo hacerlo, Neville —dijo ella y volvió a bufar—. Hay algo en mi interior que me invita a responder. No sabes lo satisfactorio que es ganar un enfrentamiento verbal contra él.

—Estás enferma —se burló el chico y ella se echó a reír.

—Posiblemente.

La clase pasó con tranquilidad. McGonagall había decidido que sería mejor dar una clase práctica ese día, por lo que los pupitres desaparecieron para dejar un espacio amplio para practicar las florituras del nuevo hechizo.

«Mutatio corporis».

Un interesante conjuro que permitía a la persona modificarse el cuerpo o cambiar el de otra persona como se desease, sin embargo era bastante complicado de realizar y uno mal hecho podía acarrear horribles consecuencias, por eso solo practicarían el movimiento de varita y la pronunciación.

Entre risas y alguna bronca de McGonagall la clase llegó a su fin y Hermione se quedó esperando a Neville, que había perdido su pluma en algún lugar de clase y no la encontraba. Malfoy se levantó de su asiento cuando todos salieron y le entregó el examen a la profesora, que en el mismo instante lo revisó y colocó la máxima puntación en el papel. La profesora cogió sus cosas y se fue del aula, advirtiéndoles que tenían dos minutos para encontrar la pluma antes de que las golondrinas que estaban pintadas en los cuadros saliesen y los atacasen hasta echarlos del lugar.

—¿Qué estás buscando, Longbottom? ¿Tu cerebro? —Neville abrió la boca para responder, pero no le dio tiempo—. Es algo insólito que busques algo que no existe. Deberías rendirte ya y volver con tus plantitas.

—Malfoy, ¿acaso alguien ha pedido tu opinión? —inquirió ella con una sonrisa burlona en el rostro.

—¿Acaso estaba hablando contigo, Granger? Es de mala educación interrumpir en conversaciones que no te incumben.

Neville, que sabía que estaba a punto de comenzar otra absurda pelea entre Malfoy y Hermione por lo que trató de interceder, pero era demasiado tarde. Ambos sacaron sus varitas y se comenzaron a insultar mientras apuntaban al otro de forma amenazante.

—¡Quién te crees que eres para decirme qué puedo hacer y qué no!

—Pues una persona que te da mil vueltas en todos los ámbitos, eres una sombra de gusarajo en comparación conmigo.

—¿Pero tú quién cojones te crees que eres? Si no te conocen ni en tu casa a la hora de la comida —replicó Hermione y se echó a reír—. No te emociones tanto, Malfoy, y bájate de tu nube de plástico a la realidad. Que crees cosas que no son ciertas.

—¿Y tú qué? Que desde que McGonagall te dijo que eres "la bruja más inteligente de nuestra generación" te crees estar en el pedestal de todos los que están en este colegio y solo te conocen por tu pelo de escoba y tus dientes de conejo.

—¡Al menos me conocen por algo!

«Es como ver un partido de tenis mágico», pensó Neville que giraba su cabeza cada vez que uno hablaba, siguiendo la trayectoria de palabras.

—¡Prefiero que no me conozcan a ser conocido por ser una ser horripilante digno de las mejores historias de terror del bosque negro!

Hermione alzó su varita, harta de las cosas que Malfoy y ella estaban diciéndose, y dijo adiós a su paciencia cuando conjuró un «desmaius» contra el chico y este lo rechazó con rapidez, respondiéndole con otro hechizo. El duelo comenzó en un abrir y cerrar de ojos y Neville no sabía qué hacer para pararlo.

—¡Serpensortia! —exclamó Malfoy y Hermione sonrió, esperando ver una pequeña serpiente a sus pies.

Sin embargo una gran cobra apareció delante de ella, enseñándole su asquerosa lengua y arrastrándose hasta ella con un aspecto amenazador. Salió del shock en cuestión de segundos, antes de que el reptil pudiese tocarla, y lanzó un «confringo» a la serpiente haciéndola explotar junto a los pájaros que habían salido de las pinturas escasos minutos atrás. Durante el aturdimiento por el hechizo, Hermione y Draco alzaron las varitas para volver a atacar, pero Neville también alzó la suya y lanzó un conjuro que chocó contra los de la Gryffindor y el Slytherin.

La combinación de los tres hechizos hizo que Hermione y Draco fueran impulsados hacia atrás cuando una luz azul rodeó sus hechizos y golpeó su varita. Se reincorporaron con lentitud cuando el aturdimiento pasó y miraron al otro con desconfianza.

—¡¿Qué está pasando aquí?! —La voz de McGonagall los congeló y dirigieron su mirada a la profesora que acababa de cruzar la puerta.

—Profesora, yo… —comenzó Hermione pero ella la silenció con un solo gesto.

—Guárdese las explicaciones, señorita Granger —dijo fríamente—. Mañana a las seis los quiero a los dos en la entrada de Hogwarts, acompañaréis a Hagrid a hacer unos trabajos como castigo.

—Pero… —trataron de replicar ella y Malfoy a la vez, pero la mujer salió del aula al segundo, ignorándolos.

—Todo esto es culpa tuya, Granger.

Hermione frunció el ceño pero no pudo decir nada porque Malfoy se había levantado y se había ido en cuestión de segundos. Suspiró con resentimiento y miró a Neville, que parecía estar entre aliviado y aterrado escondido detrás de una mesa.

—Lo siento, Neville, no sé qué me ha pasado.

—Malfoy te ha pasado —dijo él y Hermione quiso echarse a reír.


Cuando Hermione abrió los ojos esa mañana no se encontró su dosel rojo encima de la cabeza, sino uno verde y con bordados en plata. Apretó los ojos y los volvió a abrir, creyendo que se lo había imaginado, pero el dosel verde seguía ahí cuando los abrió. Se incorporó bruscamente y se pellizcó el brazo para comprobar que no estaba soñando y, efectivamente, no lo estaba.

Escaneó la habitación donde estaba y se aguantó el grito que quería salir de su garganta al ver que se encontraba, probablemente, en una de las habitaciones de la mazmorra de Slytherin. Era eso o que las chicas habían perdido la cabeza mientras dormía y había redecorado toda la habitación para gastarle una mala broma. Ojalá fuese esa segunda opción.

—¿Draco, estás despierto? —Pansy entró bruscamente en la habitación mientras hablaba y se quedó mirando a su dirección fijamente—. Tú no eres Draco.

—¿Qué? —soltó Hermione y, para su mala suerte, su voz sonó exactamente igual que la de Malfoy.

Si no había enloquecido, entonces ese extraño despertar significaba que, por alguna razón que desconocía, había cambiado su cuerpo con Malfoy. Al final ese mal presentimiento se había hecho realidad. Y que mierda de realidad.

—No eres Draco, ¿quién eres y por qué estás aquí?

—¿Qué dices, Pansy? Claro que soy yo —trató de engañarla, pero Parkinson arqueó una ceja y la miró de mala manera.

—Draco nunca se despertaría antes de las siete y media, y tampoco me llamaría Pansy antes de su café mañanero —replicó la chica y se sentó frente a ella en la cama—. Nunca es tan simpático. —La miró de arriba abajo—. Solo conozco una persona en este universo que sería capaz de tratar de ser Malfoy viéndose en una situación así: Hola, Granger.

Hermione aguantó la respiración y miró a Parkinson con tensión. No tenía ni idea de cómo la chica había descubierto ese extraño cambio que se había producido entre ella y Malfoy, pero si podía sacarla de ese lio cualquier ayuda era bien recibida. Oh, por Merlín, Malfoy estaba en su cuerpo. Las cosas no ibas

—Tierra llamando a Granger, ¿te pasa algo?

—Tienes que ayudarme, Parkinson —dijo con desesperación—. No sé qué ha pasado, pero sea lo que sea Malfoy debe estar en mi cuerpo y eso es un pensamiento horrible. Tenemos que volver a nuestros cuerpos.

—Relájate, Granger, no vas a conseguir nada alterándote de esa forma —replicó la chica y se levantó—. Vístete y vamos a desayunar, hablaremos por el camino.

Resignada, Hermione accedió y se dirigió al baño para cambiarse el pijama por el uniforme. Cuando se quitó la camiseta no pudo evitar mirarse al espejo y aceptar a regañadientes que Malfoy tenía un buen cuerpo. Joder, tenía los músculos marcados gracias al Quidditch y ella, a pesar de todo, no era de piedra como para resistirse a mirar.

Sacudió la cabeza y se cambió rápidamente, tratando de ignorar lo extraña que sentía al estar en el cuerpo de Malfoy, no solo por quién era, sino por ser un hombre. Más alto, más rubio, más musculado... Todo era tan extraño que no sabía cómo reaccionar. Salió del baño y se encontró con Parkinson esperando por ella en la habitación.

—¿Cómo me has reconocido y por qué no hay más personas compartiendo habitación con Malfoy? —preguntó al instante y la chica suspiró.

—Qué pasada eres —se quejó y Hermione puso los ojos en blanco—. Sinceramente, al principio era una broma, pero luego al ver cómo has reaccionado me di cuenta que sí había algo raro en todo esto. Tú solita me lo has confirmado.

—Genial —rumió la castaña.

—Y sobre lo otro, pues básicamente porque Draco lo arregló con Dumbledore para que le diese una habitación para él solo. No quiso decirle la razón a nadie.

—Todo mejora por momentos —ironizó y Pansy rodó los ojos.

—Venga, muévete, Granger.

Llegaron al Gran Comedor con rapidez, Hermione sentía los nervios a flor de piel y casi se dirige a la mesa de Gryffindor a comer con sus amigos, pero Parkinson la paró y le recordó en el cuerpo de qué persona estaba.

—Pero tengo que hablar con Malfoy.

—Yo me encargo de eso.

Pansy se acercó hasta la mesa de los leones y buscó a la falsa Hermione entre las personas, acercándose a ella e inclinándose para decir algo lo suficientemente audible hasta para ella.

—Granger, McGonagall me ha dicho que os espera a Draco y a ti en el pasillo principal del cuarto piso para hablar con ustedes sobre el castigo.

La castaña asintió rápidamente y miró en su dirección. Hermione se estaba observando a sí misma desde lejos y estaba segura de que esa mirada de superioridad que había en sus ojos era la de Malfoy. Joder, todo iba de mal en peor a cada segundo que pasaba. El desayuno pasó en una aparente tranquilidad, ella y Parkinson hablaba por lo bajo, tratando de barajar diferentes opciones hasta que recordó algo.

—Neville —dijo y Pansy la miró interrogante—. Neville lanzó un hechizo cuando Malfoy y yo lanzamos los nuestros, una especie de luz azul golpeó mi varita y la de Malfoy cuando el hechizo de Neville rebotó contra los nuestros.

—¿Y sabes qué hechizo era?

Hermione trató de hacer memoria, intentando enfocarse en las palabras que Neville había soltado unos segundos después que ella y Malfoy. Cerró los ojos y lo visualizó todo en su mente, rememorando la pelea hasta que el conjuro de Longbottom apareció en su memoria y ella palideció.

—Mutatio corporis —susurró.

—¿Qué?

—Mutatio corporis, el hechizo que Neville utilizó era ese.

—Oh. —Pansy se mordió el labio inferior y negó con la cabeza—. Entonces estáis jodidos, a saber qué variante mal hecha del hechizo sois Draco y tú.

—Mierda.

Hermione se pasó varios minutos lamentándose hasta que vio a Draco levantarse y salir del Gran Comedor después de mirarla fijamente por unos segundos. Ella lo siguió con rapidez y quedó en ir con Parkinson en la biblioteca tras la última clase que tuviesen.

—¿Malfoy? —murmuró Hermione cuando llegó al pasillo.

—Aquí.

El cuerpo de la Gryffindor se materializó frente a Hermione y quiso morir al ver que Malfoy se había desabrochado un par de botones de la camisa, mostrando el escote. Se aguantó las ganas de meterle una patada por hacer eso y suspiró.

—Tenemos que buscar una solución a esto —suspiró y comenzó a dar vueltas—. No puedo estar en tu cuerpo y tú en el mío.

—A ver, podemos estar, pero no queremos.

—Cállate —exclamó—. Todo esto es tu culpa, si no te hubieras puesto a provocarme para pelear no hubiéramos terminado así.

—No, la culpa es de Longbottom que ni sabe atarse los cordones de la zapatilla y espera poder parar un combate amistoso.

—Neville no tiene la culpa de esto —replicó—. Malfoy, tenemos que buscar una solución cuanto antes. No podemos seguir así estar en tu cuerpo es… extraño.

Draco sonrió y negó con la cabeza. Él también se había llevado una sorpresa esa mañana al despertarse y ver en qué cuerpo estaba metido, pero tras varios minutos encerrado en el baño se hizo a la idea y decidió que tendría que fingir ser Granger durante un rato. Un rato entretenido.

—No te quejes tanto, Granger, este error me ha llevado a descubrir algo muy interesante sobre ti. —La castaña lo miró interrogante y él sonrió como el pervertido sexual que era—. Tremendo cuerpazo escondes bajo tus ropas tres tallas más grandes, Granger —dijo y sonrió—, y yo que pensaba que de mujer solo tenías el nombre.

Hermione enrojeció hasta la raíz del pelo y tomó profundas respiraciones para no partirle la boca a puñetazos al imbécil con el que estaba tratando. La sonrisa de Malfoy aumentó aún más al ver el sonrojo de la chica y se mordió el labio para no echarse a reír. Estaba seguro de que Granger nunca se había planteado asesinarle de verdad hasta ese momento.

—¿Me has visto desnuda? —Un tic nervioso comenzó en el ojo de la chica.

—Es un daño colateral de bañarse —comentó con simpleza.

El rojo desapareció de la cara de la Gryffindor unos instantes antes de reavivarse por la furia. El gilipollas ese había tenido la desfachatez de darse una jodida ducha estando en un cuerpo que no era suyo. ¿En qué jodido universo las personas hacían eso? Hermione iba a explotar de la rabia como si no le reventaba la cara a puñetazos en ese momento.

—¡CÓMO SE TE OCURRE BAÑARTE ESTANDO EN MI CUERPO! —le gritó y alzó la varita, dispuesta a maldecirle.

Pero antes de que pudiese decir nada una voz alarmada se escuchó a lo largo del pasillo, paralizándolos a ambos en el sitio. Todo iba de mal en peor.

—¡Hermione, ¿qué pasa?! —exclamó una persona a lo lejos.

Joder, ambos se habían olvidado completamente de que se encontraban en mitad de un pasillo, donde cualquier podría oírles o verles, discutiendo a viva voz y en horas bastante concurridas. Con suspiros retenidos, se giraron con lentitud y vieron a Potter correr en su dirección, varita en mano y el ceño fruncido.

Y mientras veían a Harry llegar a su lado, tanto ella como Malfoy solo pudieron pensar en tres cosas:

Jodido Neville que no sabía hacer magia.

Jodido hechizo desviado que los había metido en ese lío.

Y jodido destino que se empeñaba en complicar sus vidas a cada segundo.


¡Primer capítulo subido! ¿Qué os ha parecido? No planeó que sea un fic muy largo, pero ya veré. Este solo ha sido el capítulo de introducción, las cosas ya irán cambiando con el tiempo y se irán introduciendo nuevas parejas :)

No olvidéis dejarme un review :D

Besos y abrazos,

AliciaBlackM.

PD: ¡REVIEWS y GO!