Magi pertenece a Shinobu Ohtaka-sama. Escrito en el móvil, errores son sin querer. Muchísimas gracias a Yayoi y a todos los que leen por el apoyo :3.
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Solo ella es capaz de cambiar su vida en un santiamén. Hakuryuu x Morgiana
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Capítulo único. Un príncipe sutil.
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Hakuryuu da un paseo por el bosque, inspira el delicioso aire que le ayuda a enfriar las ideas. Como odia a la mujer que por desgracia es su madre, tan vil y manipuladora, lo peor de todo es que no intenta disimularlo en lo más mínimo. Tiene a su padre y hermanos comiendo de la mano. A veces da la impresión de ser un ente maligno y perverso. Pero si bien los métodos que emplea no le gustan no puede negar que se preocupa por el bienestar y crecimiento de su nación. Su guardia personal, también llamada Al Thamen despierta en el sentimientos negativos. Como si de un momento para el otro fueran a secuestrarlo y sacrificarlo en una suerte de ritual dirigido por Judal, el sacerdote que para nada tiene la pinta de uno. Niega lentamente. Tejer tonterías en la mente no le llevará a ningún lado y tampoco cambiará su vida.
- Si al menos tuviese el valor para escapar, estoy seguro de que nadie me buscaría, estarían agradecidos. No esperan resultados del débil e inútil tercer príncipe - apretó la lanza en su mano - Ni siquiera puedo usarla correctamente. Si tuviese un enfrentamiento real... estaría muerto en cuestión de segundos.
Suspiró pesadamente y continuó el recorrido sin pensamientos en particular. El delicioso aroma del agua impregna sus fosas nasales, y sus orbes se abren desmesuradamente al contemplar el más hermoso y brillante fuego que haya tenido la fortuna de encontrar. Error, ese escarlata pertenece a...
Una rama crujió bajo sus pies al triturarla, en ese instante una muchacha de semblante sereno le miró con gran seriedad. Algo en ella le intimidó. Y no, nada tiene que ver su inusual belleza, es algo difícil de explicar, ni él lo entiende. Retrocedió algunos pasos y se detuvo en seco.
- ¿Te incomoda mi presencia? - preguntó la chica con tono neutro pero a la vez intimidante, como si fuese un ser superior.
- N-no - tartamudeó sintiéndose torpe.
- Menos mal.
Por un segundo Hakuryuu tuvo la impresión de que le había sonreído pero fué tan sutil que finalmente lo atribuyó a su imaginación.
- ¿Te molesta si me siento a la orilla del río?
Ella negó y desvió la mirada a un par de peces que juegan de lo más divertidos.
- Que envidia.
Dijo él llamando la atención femenina que aún así permaneció en silencio.
- Estos pequeños son libres. Pueden ir a donde quieran, no tienen que cumplir un deber, rol o las expectativas de nadie.
- Lo dices como si fueras un esclavo.
Él rió un tanto irónico.
- Mi familia a veces me hace pensar que lo soy.
- No todo es tan sencillo como lo parece.
- ¿No?
- Deben buscar el sustento diario. Te aseguro que no tienen la ventaja de ir a un mercado o algo similar.
- Vaya, jamás lo pensé de esa manera. Comienzo a notar que soy muy egoísta.
- Todos tienen problemas que en algún punto les agobian. Es de lo más natural.
- Supongo.
Entre ellos no se dió un nuevo intercambio de palabras. Se quedaron en completo silencio por varios minutos, quizá horas hasta que el cielo empezó a teñirse de carmín.
- Es tarde, me tengo que ir - ella le anunció.
- También yo.
- ¿Estás mejor?
- ¿Eh? - la pregunta le tomó completamente desprevenido.
- Parecía que estabas alterado.
- Ah...
- Adiós.
- ¡E-espera! ¿Nos veremos otra vez?
- Es posible. No vivo... tan lejos.
- ¿Puedo saber tu nombre?
- Morgiana.
- Es muy lindo.
- Gracias. ¿Y el tuyo?
- Ren Hakuryuu.
- ¿Ren? ¿Como la familia imperial?
- Así es...
- Entiendo.
- ¡Que sea un príncipe no cambia quien soy!
- Lo sé, solo fué sorpresivo. Nos vemos.
- Ah, de acuerdo.
El príncipe volvió al palacio sintiéndose más ligero.
- ¡Ey Hakuryuu! - el sacerdote alzó la mano para saludarlo a unos cuantos metros de distancia.
El aludido frunció el ceño.
- Buenas noches oráculo.
- Ah vamos, ¿por qué siempre eres tan seco? Hazme caso, puedo convertirte en el más grande y poderoso emperador de la historia. Aunque claro primero tendría que morirse tu familia.
- ¿Qué insinuas?
- No me malinterpretes. Son muy divertidos pero me gusta tener un plan de respaldo.
- No me interesa. Jamás confiaré en ti.
- No necesito tu permiso para destruir el mundo. Nah, somos la nación más poderosa. ¿Para qué cambiar las cosas?
- Estás loco.
- Ja ja ja. ¡Es tan gracioso que una simple broma te altere tanto! Ja ja ja.
Hakuryuu se puso rojo de coraje y se dió la vuelta rumbo a su habitación. Azotó la puerta y miró con intensidad su fiel lanza.
«- No todo es tan sencillo como lo parece.»
«- Morgiana-dono tiene razón. Judal solo está provocándome. Si caigo tendré muchos problemas innecesarios. Si no la hubiese conocido habría hecho algo de lo que me arrepentiría por el resto de mi vida. Supongo que eso significa que mi suerte ha comenzando a cambiar.»
Sonrió con dulzura, se cambió la ropa y metió a la cama para dormir.
«- Ojalá pueda verla de nuevo.»
Y se entregó al mundo de los sueños.
...
El tercer príncipe lleva algunos pergaminos en brazos, se dirige a la biblioteca para estudiar cuando el caminar de alguien llama su atención y se detiene.
- Buenos días mi pequeño Hakuryuu.
- Buenos días madre. ¿Qué se le ofrece?
- Nada en particular. ¿Es que necesito una razón para saludar a mi hijo favorito?
- ¿Planea invadir un pueblo en estos días?
- Conoces de sobra la respuesta.
- ¿No tiene remordimientos por las vidas que se pierden en cada batalla?
- Tus hermanos intentan negociar. No es culpa mía que no acepten nuestros términos.
- Tenemos el poder suficiente para intimidar a otros. Nuestra autonomía no corre riesgos, ¿entonces por qué?
- Para que el mundo viva bajo una misma bandera.
- Controlado por ti.
- Por la familia Ren.
- Qué tan ciertas son tus palabras, aún me lo pregunto.
- Siempre he sido sincera.
- Lo dudo.
- Pensaba que por fin habíamos llegado a un entendimiento.
- Comprendo pero no me gusta. ¿La sangre de cuantas personas mancha nuestras manos?
- Las suficiente para enviarnos directo al infierno - sonrió de manera macabra - Pero si eso evita masacres futuras, inclusive a nivel mundial. ¿Continuarías con la misma postura?
- Asesinar es incorrecto, no importa el objetivo.
- Siempre con tu ridícula rectitud, no te llevará a ningún lado pero - acarició su cabeza con suavidad - me siento orgullosa. Eres el corazón y pureza de la familia. Es por ello que siempre has pensado que no es tu lugar.
Él le apartó de un manotazo.
- No tengo idea de a qué se refiera.
- Engañarse no es inteligente.
- Con su permiso, me retiro.
Hakuryuu tomó asiento en la biblioteca más dispuesto que nunca a hundirse en los miles de textos que ahí están pero le fué imposible prestar atención. Mordió sus labios molesto, encontrase a su madre siempre le pone mal.
...
Morgiana refresca sus agotados pies al sumergirlos en el agua, está tibia por lo que su semblante no se altera en lo más mínimo. Los mueve ligeramente en lo que parece un sencillo juego y suspira aliviada.
- ¿Duele?
La chica se paraliza aterrada. ¿Acaso se distrajo tanto que no advirtió al intruso?
- Ah...
Se tranquilizó de inmediato al percatarse del muchacho del día anterior.
- Me asustaste Hakuryuu-san.
- Lo lamento, no fué mi intención. Es que parecías tan ensimismada que me preguntaba si sería molesto el estar aquí.
- Es un lugar público. Tienes tanto derecho como cualquiera de visitarlo.
- Cierto. ¿Y bien?
- ¿Qué?
- ¿Te duelen los pies?
- Un poco.
- ¿Caminas mucho?
- A veces, depende que tan lejos vivan los clientes.
- ¿Clientes?
- Vendo hierbas medicinales.
- Que interesante.
- ¿De verdad?
- Oh si. Estoy seguro de que has salvado muchas vidas.
- Supongo.
- No imagino una labor más noble que esa. ¿Me permites?
- ¿Eh?
En un arrebato el príncipe se arrodilló y tomó galante uno de los tobillos femeninos. Ella quedó boquiabierta sin atinar a cómo reaccionar. Se ruborizó furiosamente al sentir el desplazamiento de los dígitos del chico. En un inocente masaje a sus fatigados miembros.
- Me gusta practicar con la lanza todos los días. No es que me entusiasme la idea de lastimar a otros pero si proteger a mi familia. A veces, cuando me excedo los brazos se me acalambran. Mi hermana suele hacer esto cuando no puedo más - sonrió con dulzura.
- Se nota que la quieres.
- Mucho, al resto de mi familia también aunque sea incapaz de ponerme de acuerdo con mi madre.
- Imagino que los problemas entre personas que se ven todos los días son algo frecuente.
- ¿Imaginas?
- No tengo familia.
- ¿Eh? - Hakuryuu se petrificó - No... no fué mi intención ser tan impertinente.
- Está bien. Aún si lloro no los recuperaré.
- Eres maravillosa.
- ¿Mmm?
- Ves el lado positivo de las cosas. Debería aprender de ti.
- No soy... - avergonzada.
- Así que al menos hoy, te liberaré de algunas cargas. Permíteme ese gran honor.
Volvió a la tarea con la mayor suavidad posible, ella asintió sonrojada. Los dedos de Hakuryuu sobre su piel le provocan cosquillas, las que bien podrían hacerla reír pero termina enviando una onda cálida a todo su cuerpo, sobre todo a su corazón.
...
En el palacio.
El tercer príncipe seca su cabello luego de haber tomado una ducha. La puerta de su habitación se abre de golpe y mira molesto al invasor.
- Si vas a entrar, ¿no podrías al menos anunciarte?
- Estoy aquí, ¿qué más da? - respondió Judal.
- ¿Qué quieres?
- ¿Por qué tienes esa estúpida sonrisita? Me repugna.
- No tengo porqué decirte.
- ¿Has pensado en mi propuesta?
- La respuesta será la misma sin importar lo insistente que seas.
- Amargado.
- Pesado. ¿No tienes cosas que hacer?
- No con urgencia.
- Es tarde, ¿podrías dejarme sólo?
- No se me da la gana.
- Bien. Solo dormiré.
Se tiró en el lecho dándole la espalda.
- Hakuryuu... - ignorandole por completo - Hakuryuu... - mismo resultado - Tchi. ¿Y a este qué le pasa?
...
Algunos días después en el río.
- Tienes muchos conocimientos de herbolaria Hakuryuu-san.
- Ah - sus mejillas adquirieron un intenso tono rojizo - b-bueno me gusta leer un poco de todo. En especial si tiene que ver con las plantas o comida.
- ¿Sabes cocinar?
- S-si. Solía practicar con mi hermana.
- ¿Ya no?
- Está demasiado ocupada con las responsabilidades que conlleva ser la primera princesa imperial. Quisiera ayudarla.
- Estoy segura de que lo haces, aún si no te das cuenta. Eres muy considerado.
- ¿Y cómo te ha ido con la recolección y venta de las plantas medicinales?
- No me quejo. ¿Y a ti?
- Creo que peleo menos con mi madre.
- Me da gusto.
- Es gracias a ti. Me ayudas a estar relajado, a ver el lado bueno de las cosas.
- Deberías alejarte de mi.
- ¿Por qué?
- Las personas a mi alrededor no terminan bien. No quiero que te ocurra lo que a mis padres.
- No pasará. Me das buena suerte.
Hakuryuu sonrió radiante. Morgiana llevó la mano a su pecho sintiéndose extraña, su corazón latió a una velocidad nunca antes experimentada y bien podría jurar que todo a su alrededor lucía más luminoso.
...
El príncipe extendió un paquete a Morgiana que lo miró confusa.
- Son unos panes dulces que preparé esta mañana, espero sean de tu agrado.
La joven los desenvolvió, tomó uno y lo llevó a la boca dando una gran mordida. Sus ojos brillaron llenos de emoción. Hakuryuu sonrió con ternura y limpió los labios ajenos con una servilleta.
- Quedó un poco de crema.
- G-gracias. Eres un buen cocinero.
El rostro de ambos se puso increíblemente colorado, cayeron en un largo silencio, uno que parece ser común entre ellos pero que está lejos de ser incómodo o desagradable.
...
- Ya enserio Hakuryuu, ¿qué te traes? - el sacerdote.
- Nada en particular.
- Si como no. Y supongo que la cara de imbécil que te cargas es de a gratis.
- Antipático.
- Sincero en todo caso. ¿Y bien?
- ¿Por qué te interesa?
- Me da curiosidad y estoy aburrido.
- Imaginaba que no sería preocupación, ni has de saber que es.
- Idiota - emitió molesto - Anda, cuenta.
- No dejarás de insistir, ¿cierto?
- No.
- Ah - suspiró pesadamente - conocí a una chica.
- ¡Vaya! ¡Eso si es para celebrar! Estaba convencido de que eras el ser más antisocial en la faz de la tierra.
El menor le miró con hostilidad.
- ¿Al menos está buena?
- No comprendo tu pregunta.
- Que si es de tu tipo pues.
- Ah... es m-muy bonita.
- Bueno si estuviera en tu lugar tendría cuidado.
- ¿P-por qué?
- Suelen ser peligrosas. Ya sabes, como la vieja.
- ¿Kougyoku-dono?
- ¿Quién más? Pensándolo bien ella sería mejor emperatriz que tú. Ayer le dije que estaba bien marrana y casi me corta el pescuezo.
- Y bien ganado te lo tienes por irrespetuoso.
- Seguir las reglas al pie de la letra es tedioso, solo un menso como tu lo haría.
- Suficiente por hoy.
- ¿Te ofendiste tan rápido?
- Aprendí a no tomar enserio lo que dices pero tengo cosas que hacer.
- Un día llegarás a mi, suplicando por un poco de atención y me valdrá por completo.
- No creo.
- Oh pasará - sonrió de lado - te lo aseguro.
Hakuryuu rió ligeramente, descolocando al otro.
- De veras andas bien raro.
- Creo que en el fondo comienzas a agradarme.
- ¿Como que en el fondo?
El príncipe se siguió de largo por un pasillo.
- ¡No me ignores joder!
...
Varias semanas después.
Morgiana sostiene con delicadeza una pequeña flor blanca que Hakuryuu le obsequió, la admira en silencio, con severidad inigualable.
- ¿Cometí algún error? ¿Fui grosero o imprudente?
- No.
- ¿Te falte al respeto? - se inclinó realizando la pose del Imperio - Estoy dispuesto a enmendar mi error.
- Has sido muy amable Hakuryuu-san. Gracias a ti pude olvidar que estaba sola, que hace años que no sé lo que es el calor humano. Siempre me fué difícil hacer amigos y...
- Me salvaste. Gracias a ti me dí cuenta de todo lo que tengo. Evitaste que arruinara mi vida. Te debo tanto.
- Es suficiente.
- ¿Eh? - consternado.
- No quiero verte nunca más.
- ¿Por qué?
- ¡Es demasiado injusto! - le encaró con los ojos llenos de lágrimas - ¡No te acerques a mi! ¡Evita que te haga daño!
- ¡No lo harías!
- ¡No me conoces!
Se giró con intención de huir pero rápidamente le cogieron de la muñeca.
- Déjame ir.
- No hasta que me digas qué ocurre. Si tienes problemas estoy dispuesto a ayudarte. Pero necesito que te sinceres conmigo.
- No.
Tiró de su extremidad para liberarse, con tal fuerza que sacó de balance a Hakuryuu, al que dió un empujón en el hombro haciéndole caer.
- Gracias por todo.
Dijo en el tono más melancólico que jamás haya escuchado para echarse a correr sin que este pudiese hacer más.
- Morgiana-dono.
Pocas cosas le han herido tan profundamente en su corta vida pero esto le atravesó el corazón de tal manera que incluso le cuesta respirar, ya no se diga pensar.
...
- Ey Hakuryuu... Hakuryuu... ¡Hakuryuu!
Le habla el oráculo al bulto tembloroso que yace sobre el lecho.
- ¡Con un demonio Hakuryuu! ¡¿Estoy pintado o qué?! Ah ya sé. La vieja que te gusta te mando a la goma.
- ¿Podrías dejarme solo? - la voz sonó apagada por estar su rostro hundido en la almohada.
- No, si te da uno de tus arranques emos y te cuelgas la bruja de tu madre no dejará de fastidiar.
- No lo hará.
- Como si no la conocieras, hasta parece que le divierte torturar a la gente.
- No sé de qué te quejas si eres igual.
- Desgraciado.
- Lo digo enserio, no estoy de humor.
- Algo común en ti. Sabes que puedo insistir por días, podría volverte loco.
El de ojos celestes respiró profundamente, metiendo todo el aire que le fué posible a los pulmones. Se giró quedando boca arriba en el colchón, su expresión da pena e inspiraría lástima incluso al ente más insensible del universo.
- Pareces mocoso.
- Ojalá lo fuera. Así no habría descubierto sentimientos tan complejos. No sabría que es el amor.
- Anda, te pegó con ganas. ¿Al menos lo sabe?
Cerró los ojos por un segundo y negó con increíble lentitud, como si fuese algo que conlleva un gran esfuerzo.
- No soy adivino y no parece que vayas a contarme lo que sucedió. Para lo que me importa de todas maneras. La vieja en verdad te interesa, ¿o no?
- Si.
- Bien dicen por ahí que cada cabeza es un mundo. Pero si estuviera en tu lugar no me rendiría. La obligaría a escuchar todo lo que tengo que decir. Así fuese en contra de su voluntad.
- Que falta de tacto.
- Con el no llegarás a ningún lado y por lo menos no estarás sintiendo lástima por ti mismo, es tan patético que me dan ganas de molerte a golpes.
- ¿Acaso fué un consejo?
- Es más de lo que mereces.
- Gracias.
- Ni lo menciones. Pero más te vale que recuerdes muy bien lo que hice por ti porque cuando seas emperador me cobraré con creces.
- Es poco probable que lo sea.
- Que manera de arruinarme el día. Mejor me largo, verte así es fastidioso.
- Es cierto, debo armarme de valor.
- Se más directo.
- ¿Como tú?
- No tanto o va a querer matarte.
Ambos se sonrieron cómplices y cada quien agarraró por su lado.
...
Encontrar a la joven pelirroja fué más difícil para el príncipe de lo que imaginó. Durante tres semanas continuó visitando el río donde le conociera. Cada día mantenía la esperanza de que fuese el indicado pero al caer la noche volvía a casa apesadumbrado. La extrañaba, a su casi nula conversación, sus gestos, sus lindos e irónicamente expresivos y amables ojos. Comprendió que nada lograría así que visitó los pueblos cercanos, ni sus luces. ¿Acaso se habría marchado para nunca volver? Es muy probable pero de ser el caso hallarla sería imposible. Negó intentando ser positivo. A lo mejor recorre grandes distancias, de ser así tendría que ir más lejos. Una parte de si mismo le dijo que no tenía sentido, que era una tontería. Pero la otra no quiso rendirse. Así tuviese que recorrer el globo a pie lo haría por ella. Porque el dolor y sufrimiento en los ojos femeninos no le permite continuar. Así pasó varios días, sin volver a palacio, alejándose cada vez más. Ya no se diga del sendero sino de la civilización en general. Cansado se topó con una pequeña y descuidada cabaña. Sonrió, compraría un poco de comida para recobrar energías y se pondría en marcha de nuevo. Tocó la puerta, está fué abierta y cerrada en el acto. El parpadeó incrédulo.
- ¿Morgiana-dono?
- No quiero verte, ¿no lo entiendes?
El príncipe sintió un calorcito expandirse en su pecho, ¿acaso es aquello a lo que llaman buena suerte? ¿La fortuna por fin le ha sonreído?
- Necesitamos hablar.
- No.
- De acuerdo, no pretendo obligarte.
Se hizo el silencio. La chica apretó frustrada la tela de su vestido. Quería no, necesitaba verlo pero teme ser un ave de mal agüero, al menos es lo que la vida le ha hecho pensar de si misma. Hakuryuu es un buen chico, no puede arrastrarle a un destino maldito. Ella es capaz de vivir con el dolor en el corazón, con la amargura en el alma, puede continuar aún si las lágrimas le impiden la visión para el resto de sus días.
- No... - emitió casi en un murmullo - no puedo... - corrió rumbo a la puerta que casi tiró por el brusco movimiento - ¡Hakuryuu-san!
Llamó desesperada a su príncipe, todos los colores se le subieron al rostro al verlo frente a ella ofreciéndole la más amable y dulce sonrisa que haya visto jamás.
- H-Hakuryuu-san...
Este se arrodilló galante haciendo la pose del imperio para luego tomarla de la mano con gentileza.
- Morgiana-dono, eres la mujer más bella, valiente y gentil del mundo. Por eso - sus mejillas adquirieron un inocente tono carmín - ¡CASATE CONMIGO! - el nerviosismo le traicionó y terminó gritando.
- ¿Eh? - perpleja arqueando una ceja - ¡Es demasiado rápido!
El tiró de la extremidad y le robó un profundo beso cargado con todos los sentimientos en su pecho. Rompió el contacto pero ella no logró reaccionar, la tomó en brazos como el mayor tesoro en el universo.
- Entonces lamento decirle que desde ahora está secuestrada.
- ¿Uh?
Los orbes rojos se mostraron en completa plenitud.
- ¿Y si me resisto?
- Iré a donde sea necesario con tal de tenerte a mi lado para siempre.
- Eres un tramposo.
Morgiana apoyó el rostro en el varonil pecho, escuchando claramente el acelerado latido de su corazón. Una casi imperceptible sonrisa se dibujó en sus labios.
- ¿Estás nervioso? - le tanteó.
- Si pero me aterra más la idea de perderte.
Y con brutal sencillez el amor golpeó a Morgiana. Porque la educación y cortesía jamás hicieron de Hakuryuu un príncipe sutil pero si muy feliz, lo único que le faltaba era decidirse a serlo. Aún si las palabras de la chica resultan ser un presagio se encargará de cambiar el destino, para compartir todo lo que hay en su corazón y le desborda.
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Notas finales.
Sutil, siempre pensé que era algo característico de Hakuryuu (sobre todo en el manga) hasta que le robó aquel beso a Morgiana y me quedé O.o! Pero esta pareja me gusta mucho, es una lástima que no se quedaran juntos T.T, hacen un dueto muy lindo ja ja ja y pues a Ali siempre lo veré como pareja oficial de chiquito bebé en mi corazón ja ja ja. Nos vemos compañeros de vicio!
