Con lágrimas en los ojos -
By Hollybell
Tenía lágrimas en los ojos; no sabía si quería despertar de nuevo o simplemente entrar en los dulces brazos de Morfeo y, ¿por qué no? en los de Hades. Descansar para siempre y ya no pensar en todo lo que me estaba perdiendo, ahora ya no podre ni ir a la escuela permanentemente y es definitivo. Sin duda los extrañare a todos. Aunque tampoco es como si se los pudiera decir, estar en el Hyotei no permite verme débil y después de todo yo siempre seré uno. O al menos yo siempre me considerare así.
Me pregunto ¿qué dirán de mí? Hace tiempo que no voy. Para ser exacto desde hace dos meses que este problema ya no me dejaba estar lúcido por mucho tiempo, no podía ocultarlo más, no podía estar despierto por más de dos horas, además de sufrir uno que otro "evento" en donde no podía mantener en pie y tenía que sostenerme donde pudiera. Además de que varios empezaron a sospechar y notar que mi sonrisa era falsa, yo ya no era el mismo, desde que me enteré de mi situación y que esos ratos de sueño eran más que un simple gusto a dormir de más.
Al menos me hubiera gustado que él lo notara, no fue así y de hecho creo que es él único que no ha llamado y preguntado por mí. Todos los regulares han venido, hasta uno que otro entrometido del club. Cuando dije que me iría del club por cuestiones personales se indignaron, Gakuto hasta me golpeo enojado y me dejo de hablar por unos días.
Cuando notaron que no iba a clases llegaron a mi casa, todos menos él. En ese instante se enteraron de la situación. Mi mamá se encargó de informarles que yo estaba en mi habitación por motivos de salud y que era tratado por un trastorno del sueño que hasta ahora no tenía una cura, y solo puede ser "controlada". Me vieron en mi forma más débil. No lo quería. Aun así les sonreí y los recibí con mucho cariño ese día, que por suerte estuve despierto por más de dos horas, aunque nadie lo dijera abiertamente, éramos buenos amigos.
Gakuto bajo la mirada y apretó los puños, entendí enseguida que quería disculparse pero su orgullo no le dejaba, le sonreí para darle a entender que todo estaba bien, nunca lo vi así. Les pedí que no le dijeran a nadie de mi situación, a nadie… aunque si él preguntaba; era otra cosa.
Supongo que nunca lo preguntó. Ya tiene dos meses que me están medicando, quisiera que no fuera así. Quiero correr, jugar, ver sus manos apuntando al cielo en señal de éxito. Pero ahora creo que no importa, ni tampoco soy indispensable, sé por Ryou que ya hay un nuevo titular.
También supe que ya todo está listo para la fiesta de graduación, me gustaría asistir pero aun no puedo salir al menos hasta que esté un poco más estable. Me gustaría ir aunque sea en esa ocasión. Aunque tampoco es como si tuviera alguien con quien ir, todos están en parejas. Yo ni siquiera tengo una novia y dudo tener una. Me gustaría saber que se siente tener una. Tener a alguien que te quiera. Como Oshitari quiere al cabeza de cereza. Supongo que es mañana la gran fiesta.
De no ser porque veo el sol, no podría distinguir si es de día o de noche; eso y que oigo los pasos acercase a la habitación.
Ya es hora, de esta tonta droga que me mantiene despierto, ya no puedo más; ya no quiero más; por eso cuando viene mi madre y la enfermera a mi cuarto con esa jeringa no puedo más que hundirme un poco más en esta mullida cama, arrinconándome un poco. Espero que ya no duela, por eso trato de esconderme en las cobijas.
Mi madre trata de negociar, pero ¿qué me puede ofrecer? Dulces, televisión. No importa. Ya no quiero nada y por eso no puedo contener las lágrimas de nuevo. Oigo el clásico –por favor Jiroh- de mi mamá pero ya no puedo.
-No quiero, quiero dormir y seguir así ¡ya no quiero despertar nunca!– sollozo un poco, me muevo de la cama hasta casi llegar a la orilla de esta. Entonces fue que lo que lo vi. Un mechón de cabello grisáceo en la puerta. Es que acaso él está ahí.
Siento un espasmo en el pecho y el dolor punzante y frío de la jeringa en mi brazo, estoy quieto porque sé que él está ahí. Atrás de la puerta sin decir nada. ¿Es que acaso acaba de llegar? Quiero pronunciar su nombre, pero el efecto de la medicina no me lo permite por unos instantes, aun así ante la cara de preocupación de mi madre me pongo en pies. Siento el frio del piso causando un escabroso escalofrío que recorre todo mi cuerpo, la imagen medio borrosa de la puerta y aquel aroma que me llevan directo a él.
-Atobe - sonreí, antes de estar en sus brazos y desvanecerme en ellos.
-Joven Keigo disculpe, después de su medicamento Jiroh está algo mareado.- mi madre intervino, tenía los ojos cerrados pero podía sentir el calor de su cuerpo.
-Lo llevare a su cama- cuando menos me di cuenta estaba en sus brazos y era llevado a mi cama por él.
-Disculpe las molestias- mi madre hablaba y aquella enfermera se iba.
- No hay problema, yo cuidare de él- luego él se sentó en mi cama sentí en peso se su cuerpo.
-Debería ir a su casa, y descansar- entonces escuche esa frase de mi madre, descansar… ¿es qué acaso él ha estado aquí?
-No hace falta, es mejor que usted valla por la medicina yo me quedare con él- me quedaría con él, no entendía sus propósitos, nunca había estado conmigo y ahora propiciaba una oportunidad para que nos quedáramos solos cuando yo estaba medio despierto.
-Muchas gracias, por estar aquí todos estos días- mi mamá sale de mi habitación y aclara esas dudas, sin duda él ha estado aquí.
-Entonces si has venido- le digo mientras me levanto, y miro sus ojos violetas, tristes y arrogantes una combinación que solo él puede lograr. No quiero verlo así. Y lo sabe.
-Cada día, Ore-sama ha cuidado de ti, así que agradece niño – me dice tan superior y sonriente, tan él. Solo asiento feliz. Me encantaría decirle cuanto le quiero.
-¿Por qué, si estás aquí nunca te veo?
-No quería verte hasta que pudiera hacer algo por ayudarte, pagué los mejores médicos desde que noté que no estabas bien y llamé a tu casa para avisar- confesó mirando al suelo, él lo había notado; no podía dejar de sonreír. Yo al menos era algo importante para él aun así…
-¿Por qué… tú?-le miré a los ojos para acercarme a su pálido rostro. Después de todo el no era el tipo de personas que se encargaran de cuidar a otros. Al menos no el Atobe que yo conocía.
-Eso no importa, no te he podido ayudar, y lo que es peor ya no quieres despertar; al parecer descubrí dos cosas: Ore-sama no puede solucionar todo, y Ore-sama no es suficiente para ti.- entonces se levantó de la cama, supongo que iba a irse. Y apenas lo tome de la mano mientras yo veía con una tranquilidad mal disimulada la orilla de la cama
-Yo sentía que no podía más, pero si estás tú aquí… yo - sentí como me miró y luego desacomodo mis cabellos poniendo su mano en mi cabeza.
- Vas a estar bien- su frase fue muy simple, hasta cortante; pero me hizo feliz, tenía tantas ganas de levantarme de la cama y estar con él solo mientras estuviera despierto. Le sonreí demostrándole lo feliz que era con sus simples palabras.
-Mañana es la graduación, ¿tienes todo listo? Te puedo acompañar a arreglar tus cosas u oír el discurso que seguramente darás si quieres- alzo una ceja. Supongo que no había visto nada feliz en estos días, si tan solo hubiera notado su presencia.
- Ya está todo listo, Ore-sama se encargo de todo eso por las noches-
-y… ¿con quién iras? Muchas chicas estarán encantadas de ir contigo.
- No iré con ninguna chica, ninguna es merecedora de mí.
- Ya veo, pero supongo que no te importa, tu siempre estas rodeado de gente que de adora. Me gustaría ir, pero no es como si tuviera una novia… y tampoco creo que me dejen asistir.-entonces volví a sentir esa humedad cálida y molesta en mi humedeciendo mis mejillas, resbalándose sin permiso. ¿Por qué con él no podía ser más fuerte? ¡Por qué con él me era más fácil llorar!
-Jiroh- apenas toco su mano blanquecina conmigo fui directo a él para llorar en su pecho mientras me sentía cobijado en un regazo, su olor y su calidez.
-¿Por qué? ¿Por qué Atobe? Nunca tendré a quien amar, nunca nadie me querrá; viviré por siempre gracias a una droga que me mantiene despierto- le dije desconsolado hasta que sentí como subió mi cara tomándome del mentón provocando que nuestras chocaran haciendo que el tiempo se detuviera una vez más para mí.
- Me tienes a mi niño- me sorprendí, porque decía eso. Según él, nadie era merecedor de él. Ya lo sabía. Lamentablemente lo sabía muy bien. Aunque tenía mucho que me gustaba, casia desde que llegó a la escuela, supe que yo no era merecedor de él.
-Pero tú- le dije ingenuo, había logrado que dejara de llorar.
-Debería bastarte con eso- sus brazos me tomaban con gran posesión sin embargo tenía miedo, él no era así. Solo pude pensar una cosa. El tenía lastima de mí.
- Sabes que me gustas ¿verdad? te lo dijo Ryou o Gakuto- lo miré con un poco de pena ya no sonreía, ya no lloraba.
- - su silencio era todo, simplemente entendí que él sabía que yo le gustaba pues desvió su mirada. Mientras solo acomodaba su cabello pasando sus dedos entre esas hebras grisáceas.
- No tienes que hacer esto, solo porque estoy enfermo… es humillante para mí- le dije con algo de recelo para dirigirme de nuevo a la cama y descansar de nuevo y esperar a que mi sueño fuera más grande que la dosis de droga en mi sistema. El fue de nuevo tras de mí.
-Te lo diré solo una vez; lo que siento por ti es más grande lo que estoy dispuesto a admitir, he estado aquí contigo cada día sin poder verte a la cara, porque ni con todo el maldito dinero del mundo he podido encontrar a alguien que te ayude. Te quiero niño, mas a que a nadie- mi corazón palpito, era verdad, sus sentimientos hacia mi eran así.
-Atobe- lo miré a los ojos y sin meditarlo me abrace de él, lo quería, lo amaba.
-Quieres a alguien no es así- enseguida le asentí y sonreí - pues me tienes a mí- luego de eso me dio un beso en la frente. Lo abrace.
-¿entonces eres mi novio?- el abrió los ojos de par en par, luego sonrió
-te dejare tener el privilegio de que me pidas ser tu novio, y que sepas por adelantado que te daré una respuesta favorable.- me sentí feliz, la verdad nunca creí que Atobe dejaría que alguien lo cortejara a él. No era algo muy "Keigo". Supongo que por esta situación me dejara a mí hacer esto.
-¿Atobe Keigo… serias mi novio?- le dije solo después de tragar saliva, me moría de vergüenza, sentía mi cara completamente roja. Sin duda el hecho de estar metido en una cobija de patitos y estar en piyama no me ayudaba mucho, tomando en cuenta a quien tenía enfrente pidiéndole ser mi novio.
-seria un gusto.- apenas acabe de decir eso el me besó dominante y deliciosamente.
