Disclaimer: Haikyuu y todos sus personajes son propiedad de Furudate Haruichi.

Advertencia: Posible OoC.

Podría considerarse un Universo alternativo.

Género: Yaoi.

Pairing: Oikawa Tōru/Hinata Shōyō

Este Drabble participa en el tercer desafío de la página "Es de Fanfics" en Facebook.

No tiene forma, sinceramente, así que no estaba segura de publicarlo pero casi nada de lo que escribo lo tiene.


A veces el que no busca, encuentra.

Y sí, que la frase no tiene mucho sentido en sí, al menos si la aplicas de la manera en que él lo está haciendo y eso de cierta forma le dan ganas de reír, porque lo ilógico no tiene mucho que ver con su personalidad analítica. Sin embargo, dejando de lado un aspecto que no tiene sentido seguir mencionando, Oikawa Tōru siempre había tenido algo en su mente desde que tiene memoria, del cual no hay que ser demasiado inteligente para adivinar, el Voleibol siempre había sido la pasión que lo despertaba día a día, esa mañana no había sido diferente en ningún ámbito, saliendo a correr como solía hacer todo el tiempo cuidando de no forzar de más la pierna que, con el frío que hacía, le dolía en espacios momentáneos de tiempo que le impedían avanzar y le hacían detenerse en calles a recuperar el aliento y, así, dejarla descansar un poco.

Con el paso de los días se dio cuenta que eso le retrasaba mucho y cuando llegaba, en ocasiones, no tenía tiempo para tomar un buen desayuno y tenía que esperar el almuerzo que su madre prepararía en un par de horas. Para un deportista las comidas eran importantes por todo eso de reponer energías y muchas cosas que no le dan ganas de recordar mientras se detiene, su cuerpo apoyándose en una de las paredes de aquella plaza, la gente había empezado a salir de sus casas, él podía ver la cantidad de gente que se juntaba y que, con pasos apresurados, se dirigían a sus trabajos o a algunas citas que tuvieran a esa hora de la mañana, Oikawa no se sentía exactamente frustrado por la gente sin embargo, ahora sólo le impedirían correr con la libertad que antes tenía y, la rodilla latiendo de dolor, sólo le hacía empeorar el poco ánimo que tenía.

Se sentía irritado por haber sido tan estúpido como para no escuchar las acusaciones de Iwa-chan sobre lo mal que se cuidaba y que, ante tanta presión sobre sus piernas ante cada saque que intentaba mejorar, terminaría cayendo y haciéndose daño.

Y ahí llega el momento de encontrar lo no buscado. O al menos, con toda la cursilería que eso podía tener en su mente, ya que él, el gran Oikawa Tōru, no era de esos chicos que creyesen en destinos o en amores de la vida, se ha tenido que replantear la idea cuando ha visto esos cabellos anaranjados, el viento moviéndolos con suavidad y de ahí, la vista de esos ojos marrones que, a diferencia de los suyos del mismo color, desprendían una luz inigualable.

El dolor de su rodilla pasó a ser algo sin importancia, mientras sus labios se abrían y sin más soltaba la pregunta que, cuando ha tenido de nuevo control de sí, se ha dado cuenta de lo estúpido que sonaba.

—¿Sabes que hora es?

Su voz lo había hecho detenerse, dándose cuenta de la ropa deportiva y del rubor en las mejillas por el frío de la mañana y lo obvio que era que el chico también estaba corriendo. La sonrisa que le dio, pasó de ser algo angelical para él a una de burla, su brazo levantándose y el dedo índice señalando un gran reloj que, en serio, no había sido capaz de ver hasta ese momento.

"Lo conocí en la calle, le pregunté qué hora era y sólo me apuntó hacia el gran reloj de la plaza central."

Sí, quizá esa era una buena forma de relatar, en algún otro momento, la manera en que se conocieron.