Los días de esa semana eran muy feos, nublados, grises, eran muy deprimentes, llovía, paraba y volvía a llover, algunas veces se podían observar los relámpagos o escuchar los truenos. Esos días no terminaron, eran como si presagiaba que algo malo iba a pasar y sucedió. Chat Noir desapareció sin dejar rastro, no importaba si un Akuma atacaba, el no aparecía y no daba ningún indicio de que lo iba a hacer.
Ladybug estaba preocupada, demasiado, hacia patrullaje no importando si se mojaba por la lluvia tratando de divisar a Chat Noir. Habían pasado días y la situación no cambiaba como el clima. Quería gritar. Quería llorar.
Esto le ocasionaba impotencia, no sabía que le había pasado, la última vez que lo vio se encontraba bien, estaba alegre, cariñoso, hasta le coqueteaba, nada había cambiado, no había ni una señal de comportamiento extraño. Un día desapareció, no importando cuanto lo llamara o si revisara toda la ciudad, no había rastro de él.
¿Qué le había sucedido? ¿Estaba bien? ¿Por qué no volvía?
Esas preguntas merodeaban por su mente sin todavía hallar una respuesta. Los días pasaban y la angustia aumentaba. Era la primera vez que odiaba la lluvia y deseaba que parara de llover porque eso le ocasionaba más depresión, pero aún mantenía la esperanza de que algún día su gatito apareciera...
Ya hace una semana de eso y Ladybug ya se estaba haciendo a la idea de luchar sola con los Akumas y que su gatito no aparecería. Su nombre seguía siendo pronunciado por sus labios, cada vez más fuerte cuando la lluvia aumentaba de intensidad y como las otras veces no había respuesta.
¿Qué le paso a Chat Noir? ¿Es que se iba a quedar con la incertidumbre toda la vida?
Un día lo vio sentado en la rama de un árbol balanceando sus pies, observando como la lluvia chapoteaba contra el suelo con la mirada perdida. Ladybug lo llamaba, mientras iba rápidamente a su encuentro feliz de haberlo encontrado y el alzo su mirada hacia ella, sus ojos estaban cristalizados y lágrimas se deslizaban por su mejilla o ¿era la lluvia? Lo único que estaba segura es que su gatito estaba deprimido.
—¿estás bien? —le pregunto sentándose a su lado— ¿qué te paso? —le cuestiono al no recibir respuesta— Sabes, estaba muy preocupada en cualquier momento pegaba carteles de se busca un gato perdido —le dijo en forma de broma esperando que se riera o al menos sonriera. Sin embargo no hubo ninguna expresión en su rostro, al menos esperaba que le digiera el motivo de su desaparición, pero tampoco recibió respuesta y luego de unos segundos sorpresivamente Chat Noir recostó su cabeza en su regazo.
—es muy cómodo —dijo sonando su voz quebrada, ella le empezó a acariciar su cabellera en una forma de consolarlo.
—Tienes fiebre —declaro inmediatamente al tocar su frente caliente— es mejor que te vayas a tu casa —le dijo preocupada, mientras trataba de quitarlo de su regazo.
—Por favor, quédate, no me dejes —pronuncio esas palabras con voz lastimera sin intención de moverse— ahora... tu eres mi único hogar.
Esas palabras le sorprendieron, no sabía lo que quería decir, no sabía que le había pasado, tampoco sabía si algún día lo iba a saber.
—No me voy a ir Chat... yo estaba esperando que regreses —le confesó, entretanto seguía acariciando su cabello, mientras la lluvia le empapaban porque las hojas del árbol no le cubrían del todo. No le importaba si se mojaba o si se enfermaba. Ya era suficiente con encontrar a su gatito y por nada del mundo iba a dejar que se fuera de su lado de nuevo.
