Mis Sentimientos por Dean
Él siempre ha sido el que tiene la personalidad más fuerte de los dos, cada vez que llegamos a una nueva ciudad identifica cuáles son los mejores bares y esa misma noche va a pavonearse con una chamarra de cuero y sus conocimientos en el billar. No le cuesta trabajo hacer amigos, y mucho menos conseguir alguna mujer que le dé calor en la cama. Siempre lo he admirado por la habilidad que tiene para llenar la soledad de nuestro trabajo de alguna forma de otra, principalmente con sexo.
La verdad sea dicha, mi hermano no es precisamente inteligente ni sabe mucho de cultura general. En este momento me vienen a la mente un montón de veces que cité libros o películas clásicas, y de las cuáles Dean sólo podía hacer un comentario sarcástico. Tiene muy pocos conocimientos de historia o de geografía, a menos de que se lo haya dicho alguna mujer que él consideraba sexualmente hermosa.
Un trabajo tras otro, él siempre ha probado ser el mujeriego y el extrovertido, el más guapo de los dos y al que las mujeres seguían sin siquiera preguntar. ¿Cómo iba a esperar lo había pasado? Pensé que estaba ebrio, o drogado, pero estaba más conciente que nunca. Entramos a uno de esos moteles baratos de siempre, dejó caer las maletas y de improviso me puso contra la pared. Pensé que un demonio lo había poseído, en nuestra línea de trabajo es lo único que podía pensar, fue entonces cuando noté por primera vez la mirada de Dean, más lujuriosa de lo costumbre.
Acercó su rostro al mío y nuestros labios se unieron. Él era el que tenía control de la situación y yo dejé que lo hiciera. Su lengua entró hasta mi boca para explorarla. Sabía que estaba mal, que dos hermanos no debían hacer eso, y sin embargo dejé que hiciera con mi boca lo que él quisiera.
Cuando no separamos quiso explicarse, aunque no estaba prestando mucha atención a sus palabras, dijo algo como que llevaba varias semanas sin estar con una mujer, que estaba urgido de atención sexual, que siempre me había visto como algo más que un hermano y que recientemente se había dado cuenta de lo que mucho que me amaba. Palabras que le había oído usar muchas veces antes con las mujeres de los bares, pero que al ver su mirada le creí. Aunque sé muy bien que una de las cosas que mejor sabemos hacer los Winchester es mentir, también sé identificar cuando mi hermano está mintiendo y esta vez estaba diciendo la verdad.
Se quedó en silencio esperando a que respondiera a sus palabras. Tal vez con enojo por haberme besado de la manera que lo hizo, o quizás confundido por lo que estaba pasando. La verdad es que yo quería que esto pasara y mi respuesta fue otro beso, esta vez fui yo quién exploró su boca tratando de imitar lo que él había hecho conmigo. Por la sonrisa en sus labios supe que le había gustado lo que hice.
Fue entonces cuando me dijo por primera vez que sería toda suya para siempre; sí Dean se atrevió a hablarme en femenino y a tratarme como si fuera una de sus noviecitas de los bares. Pude enojarme con él, y quise gritarle que me tratara como hombre por qué después de todo los Winchester somos machos, pero no quise arruinar el momento y volví a besarlo.
Sin pensarlo dos veces, le quité la chamarra de cuero y la aventé lo más lejos que pude. Él estaba muy ocupado en desabotonar mi camisa. No paso mucho tiempo antes de que nuestros pechos se encontraran desnudos. Nunca antes nos habíamos encontrados así, al menos no desde que éramos niños y teníamos que cambiarnos rápido antes de partir con papá. En estos últimos viajes cada quién iba al baño a vestirse, lejos del otro. ¿Quién iba a decir que íbamos a acabar de esta manera? Nuestros pechos estaban trabajados, definidos, debo decir que luchar con demonios y fuerzas sobrenaturales semana tras semana no sólo quema la grasa innecesaria del cuerpo, también es un excelente ejercicio. Mis manos se deslizaban en el suyo para acariciarlo y sentir su dureza, él sólo pellizcaba mis tetillas diciéndome lo mucho que le gustaban, mucho más que los senos de sus noviecitas. Yo reí ante su comentario y lo volví a besar.
Pronto supe que ese juego de besos y caricias no podía durar. Dean me desabotonó el pantalón, y éste cayó. Siempre de bromista, hizo burla de mi ropa interior al quitármela también. Mi pene saltó erecto, y esa fue la señal que él necesitaba para saber que me excitaba y que iba por buen camino. Me repitió varias veces que me estaba suya, y que esa noche conocería el mejor sexo de mi vida. Me empujó otra vez contra la pared, se arrodilló frente a mí y engulló mi sexo. No es que no hubiera participado en mamadas antes, a mi novia Jessica le gustaba hacerlo cada vez que podía, pero nunca antes lo había hecho con un hombre; mucho menos con mi hermano. Sentía su lengua rodear mi pene, y succionarlo con fuerza. No sentí dolor, sino oleadas de placer que me obligaron a gemir alto. Después de todo creo que mis gritos lo estaban excitando.
No estoy seguro del tiempo, no vi el reloj en ningún momento. Lo que sí puedo decir que es para mí duró muy poco la mamada que me estaba dando y el orgasmo al que me hizo llegar… pareció prolongarse una eternidad. Dean aceptó con gusto todo que salió de mí.
Lo vi levantarse tan majestuoso como siempre, como si hubiera sido herido por uno de los demonios que combatimos y aún aparentara mantener su orgullo. No hubo necesidad de un intercambio de palabras, me besó con pasión como si no tuviera la oportunidad de volver a hacerlo. Entonces yo procedí a desabotonarle los pantalones y quitarle la ropa interior. Quería retribuir lo que me había hecho, quería mamar con la misma pasión que él lo había hecho. Desgraciadamente para mí tenía otros planes en mente y me dijo que me quería hacer suya.
Me tomó de la mano y le llevó hasta la cama donde me empujó para que cayera de espaldas en el colchón. Así me gustaba que me tratara, como un hombre al que no había que respetar. ¡Soy un macho, diablos, un Winchester hecho y derecho al que le gusta el sexo duro!
Dean entró a mi cuerpo con uno de sus dedos cubierto en una crema que había encontrado en el baño. Me pedía que relajara ahora, y después conocería lo que había detrás de su fuerza, que una vez que gimiera su nombre no volvería gemir otro. Yo le creí, quería creerle. El rostro de mi hermano, cubierto de lujuria al pensar en mi cuerpo desnudo a su merced, me excitaba aún más. Quería que me penetrara, quería tener su hombría dentro de mí. Se lo pedí a gritos y el sólo sonreía como pidiéndome que tuviera paciencia, que lo bueno estaba por llegar. Sí que lo hizo.
Se colocó delante de mí, levantó mis piernas hasta sus hombros y dejó que mi trasero quedara descubierto ante él. ¡Penétrame, Dean! Te necesito dentro de mí. Con toda la paciencia del mundo colocó su pene a la entrada de mi culo y presionó con fuerza. ¡Dios santo, nunca antes en mi vida había sentido tanto dolor! Le grité con todas mis fuerzas que se detuviera, pero él sólo me pidió calma y siguió empujando hasta que su miembro estuvo dentro de mí. Grité su nombre y él empezó con un movimiento metisaca que me volvía loco.
Este era un placer que nunca antes había experimentado, y era mucho más que el dolor que sentía. Quería que ese momento continuara y se prolongara., oí a mi hermano gemir que me estaba haciendo suyo, que esta marcando su territorio para que ningún otro ser humano en el mundo pudiera tenerme. Sus músculos se contraían… Mi Dean se veía más hermoso que nunca. Levanté la cabeza para acercarme; él sólo tuvo que agacharse para que nos fundiéramos los dos en un beso caliente.
Pudimos haber estado dos minutos o mil horas, el tiempo fue una constante que desapareció cuando él me penetraba. Al fin llegó el momento en que se corrió dentro de mí llenándome de su esencia de hombre macho que sólo alguien como él podía tener. Cubierto de sudor, se dejó caer sobre mi cuerpo sonriendo, comentando en cómo al fin había encontrado algo en lo que yo era bueno. Yo no le contesté, sólo lo volví a besar con los ojos cerrados, acariciando su espalda ancha. No creí que algo así me pudiera pasar, y sin embargo ya lo había hecho. Había tenido el mejor sexo de mi vida con mi hermano.
Él siempre ha sido el tipo de hombre que se seduce a una mujer, se acuesta con ella y no tiene que volver a verla el resto de su vida, principalmente por qué dejamos la ciudad. Esto que acabábamos de hacer tendría consecuencias, Dean no podría escaparse en la noche para ir a otro motel, tendría que quedarse conmigo, viajar conmigo y dormir conmigo. Ahora él está acostado junto a mí, aún desnudo, y soñando seguramente con alguna de sus noviecitas del bar. Yo también estoy desnudo, recostado en su pecho duro reflexionando en todo lo que acaba de pasar, en sus promesas de que repetiríamos el acto sexual cada noche, y que algún día me permitiría penetrarlo. ¿Quién diría que estaría con mi propio hermano, mi Dean hermoso? ¿Quién iba esta noche iba a tener el mejor sexo de mi vida? A pesar de todo el tenía razón, después de dejarlo entrar en mi cuerpo, sólo gritaría su nombre. ¡Penétrame otra vez, Dean, que soy por siempre tuyo!
Pido una disculpa para aquellos a los que no les guste esta historia, es mi primer Wincest.
