Universo: Ninguno.

Spoilers: Ninguno.

Advertencias: Yuri. Incesto implícito.


OJOS SUPLICANTES

[Viñeta]

Kagura se deja querer aun cuando no sabe diferenciar el tipo de amor con el que la acarician, la visten y la desnudan. Sólo sabe que la quieren mucho y que no puede decir que no a sus manos temblorosas y a sus ojos suplicantes. Sabe lo que se siente el anhelo y el deseo y no puede simplemente dejarlos morir de sed, así que les da de beber de su piel de seda blanca y sus labios color melocotón.

Usualmente son sus ojos rogándole los que la hacen ceder incluso cuando está pensando en alguien más y no tiene ganas de darles migajas de un amor que no sabe que siente por ellos.

Asimismo, ellos no saben que tienen ojos suplicantes.

Son asesinos de sangre fría y ella una chiquilla de otro planeta con una fuerza sobre humana. Piensan que se pueden controlar cada vez que la ven y la tienen cerca, pero sus expresiones siempre fallan después de querer robarle la vida con un beso. Durante ese segundo, ambos son iguales. Se parecen tanto.

Nobume y Okita son tan similares y la quieren tan igual que a veces Kagura se confunde y no sabe quién la está besando hasta que abre los ojos y encuentra cabellos castaños o un flequillo oscuro.

A veces, si están en un rincón oscuro (y ella está gimiendo pensando en unos cabellos bermellones y en el cariño que quiere entregarle, aunque él desee matarla y secarle el espíritu), se le olvida con quién está y tiene que recordar si ha venido con una mancha blanca o una negra, con unos cabellos largos o unos cortos para así poder repetir un nombre sin equivocarse, y sentir lástima por la persona adecuada.

En lo único en lo que son diferentes es en la manera en la que le hablan cuando no quieren meterse entre sus piernas ni besar el sudor que recorre su cuello.

Nobume le habla con suavidad y le abraza y la toca sin avergonzarse, pero nunca la besa en público. Quizás es porque besarla le resulta más privado y más íntimo que cualquier otra cosa que hagan juntas y quiere conservar el sentimiento sólo para ella, sin testigos y sin pruebas, para guardarlo como su más valioso secreto, para luego derretirse entre sus menudos y blancos brazos que pueden desmoronarla sólo con un toque.

Okita, en cambio, es más frío y más distante, pero él no se corta al besarla en medio de la calle ni en decirle al oído todo lo que quiere hacerle esa noche y en ese momento. Sin embargo, cuando llega la hora prometida, él se convierte en un cachorrito perdido bajo la lluvia, buscando refugio y comida, y ella es la buena samaritana que lo recoge y lo cuida para volverlo persona otra vez.

Al final, ambos son suaves, cariñosos y frágiles; también están desesperados y necesitados, justo como ella.

Kagura se pierde entre el amor que le entregan en medio de palabras inconexas y un toque que habla más de sus sentimientos que sus propias bocas; no sabe si su amor es duradero, si es puro o sólo una ilusión. Del único amor del que tiene algo de conocimiento es de aquel que siente por su hermano, que es enfermo y oscuro, y le obliga a querer ser rota y desdichada, y no querida y cuidada como Nobume y Okita la aman a ella.

Lo que ellos le dan no es el tipo de amor que ella quiere, pero se deja querer porque sabe lo dolorosa que es la distancia y lo enloquecedor que es el anhelo. Y ellos la mantienen un poco más cuerda que sus pensamientos cada vez que fantasea con cabellos, ojos y piel similares a los de ella.

Además, tiene que matar el tiempo…

(…mientras espera a que Kamui regrese a ella y comprueba con sus azules y suplicantes ojos que puede sobrevivir al amor que ella desea).

[FINAL]