¡Buenas, buenas!
Tengo mucho sin escribir, así que comencé a escribir y no pude detenerme. La comedia no se me da mucho, pero he hecho un intento para que quede bien. Así que, los dejo conmi primer fic de ésta temática: Yaoi.
Disclaimer: Inazuma Eleven y sus personajes son propiedad de Level-5.
¡Y no vuelves a apostar!
Kiyama Hiroto - Ryuuji Midorikawa
-Anyaaa, ¡qué aburrimiento!- un peli-manzana se movía por cuarta vez en media hora en el sofá.
-Deja de moverte, Midorikawa- Hiroto, que trataba inútilmente, que su amigo se quedara quieto, le golpeó la pierna -¡Que no ves que intento dormir!- estallaba.
-Pero… ¡Kiyama! ¡La televisión no funciona! ¿Qué quieres que haga?- sobándose su pierna a causa de la patada del peli-rojo.
-Ya basta con el televisor. No eres el único dolido- dijo Kidou, viendo cómo un castaño lloraba a mares junto al aparato que Ryuuji adoraba.
-Ya, calma Endou. Pronto lo arreglarán- trataba de consolarlo el ex velocista de Raimon.
-Pero, Kaze, ¡Hoy pasaban el partido!- no había nada en el planeta que hiciera que Mamoru dejara de llorar.
-¡Ohayiooooo! ¡Chicos! ¿A qué no adivinan?- entraba en la sala un Josuke, casi tirando la puerta de entrada que irradiaba de felicidad. -¡A que no adivinan!- volvía a repetir, mirando el paquetito que traía en sus manos.
-¡¿Qué?!- decían los presentes, cansados de lo que pasaba en la sala.
-¡Adivinen! ¡Adivinen!- decía dando saltitos. Mamoru, lo miraba perplejo, se levantó y se colocó junto a Tsunami.
-¿Qué sucede, Josuke?- era la primera vez que Shuuya Goenji hablaba y se hacía notar su presencia. Cuando todos le quitaron la vista de encima al peli-crema y voltearon a ver a Tsunami, un Endou lo miraba curioso junto a él y para suerte de Ichirouta, al castaño se le había olvidado el dilema del televisor.
-Eto… ¿Qué hacen?- preguntó Midorikawa. El gusanito de la curiosidad en su cabeza no lo dejaba en paz.
-No estamos para adivinanzas…- comenzaba Hiroto, colocando sus brazos detrás de su nuca.
-Que agua-fiesta que eres- esta vez, era Ryuuji que le golpeaba la pierna al peli-rojo. -¡Dinos, Tsunami! ¿Qué traes en esa cajita roja?-
El peli-rosa se sentó en el piso junto al peli-crema y al de googles quienes también lo miraban con curiosidad. No sabían que traía el surfista, pero seguramente sería algo que los sacaría del aburrimiento.
-Pues, verán… Estaba buscando unas cosas viejas en la bodega, ya saben, cualquier cosa es mejor que quedarse sentado aquí y esperar a que reparen el fusible del televisor y…-
-¡Josuke!- gritaron Ichirouta y Kiyama al unísono, cansados del palabrerío del mayor.
-Bien.¡Miren lo que encontré!- de la cajita roja y gastada, sacó una baraja de cartas que tenían unos tres años pero que estaban en buen estado todavía.
-…- nadie sabía que decir.
-¿Y bien? ¿Jugamos?- sin que los chicos dijeran palabra alguna, el surfista comenzó a repartir las cartas entre todos, que se habían acercado.
-¿Jugaremos a las cartas?- decía un malhumorado Hiroto. Los demás asintieron. A Ryuuji le brillaron los ojos –Que aburrido…-
-Pues, ¿qué me dicen si lo hacemos más entretenido?- el peli-manzana miraba de manera maliciosa a los presentes. -¿Y bien?-
-¿Cómo haremos eso?- cuestionó el de capa.
-Pues… ¿Qué tal una apuesta?- dijo el amante de los helados. -Y en lugar del juego normal, que la persona que posea la carta con el número más bajo, será el ganador-
-Y el perdedor será el poseedor del número más alto- continuó, tronando sus dedos y agarrando tan sólo una carta de las que Josuke ofrecía.
-Pues, me parece una buena idea. Algo fuera de lo normal- apoyaba Goenji, imitando al peli-manzana, tomando sólo una carta.
-Bien, así será. A la cuenta de tres, todos veremos nuestra carta y los dos que tengan el mayor número perderá- daba las instrucciones el de rastras.
-Pero… ¿y la apuesta?-
-Cierto… ¿Qué vamos a apostar?- preguntó Endou. Y todos voltearon a ver al peli-rosa.
-¿Qué?- viéndolos a todos.
-Tú trajiste las cartas, dínos qué apostar- ordenaba Shuuya.
-A ver, ¿Qué me dicen de que el perdedor besará al ganador?- todos miraron extrañados al amante del mar. -¿Qué?-
-¿Qué has tomado, Tsunami?- incluso para Midorikawa, eso era descabellado. -¡Somos hombres, degenerado!- estallaba.
-¿N-no tienes otra i-idea?- Ichirouta se encontraba nervioso, aunque si el perdía y Endou ganaba podría… ¡No! No podía pensar eso, de ninguna manera… ¡Eran chicos, por Dios!
Por otro lado, Shuuya miraba de reojo a Kidou, quién estaba levemente sonrojado, cosa que sólo él pudo notar porque era el que estaba más cerca del de rastras.
Mientras que Endou y Midorikawa estaban en las nubes, buscando por otro desafío, Hiroto no soportaba la presión de ver qué número le había tocado a él. No quería besar a ningún chico, de eso estaba seguro, miró de reojo al ex capitán de Gemini Storm, no sabía por qué pero su vista se posó de repente en sus labios.
Tsunami recordaba a cierto oji-azul.
-¿Dónde estará Tachi?- se cuestionaba.
De verdad que le hacía falta el pequeño portero, extrañaba cómo se sonrojaba cuando éste lo molestaba ¡Se veía tan mono!
Hiroto, cada vez más, veía a su amigo, fanático del helado, más lindo que antes. Con cada mueca que hacía, estaba realmente lindo. Miró a su alrededor para darse cuenta de que no era el único que tenía un debate consigo mismo. Kazemaru estaba rojísimo, Tsunami veía embobado hacía el techo, Kidou estaba de brazos cruzados y era observado, disimuladamente, por Goenji.
Endou y Midorikawa eran los únicos que no parecían tener problemas con sus mentecitas. –Definitivamente, son los más inocentes- con este pensamiento sólo rió.
-No, no se me ocurre nada. ¿A Ti Ryuuji?- decía Endou.
Midorikawa lo vio y al abrir la boca, lo único que le salió fue –Quiero un helado-
Kidou levantó una ceja y Tsunami, Endou y Kazemaru cayeron de lado. Hiroto sólo lo miró con desconcierto y Goenji dejó de ver al de capa para ver cómo Midorikawa lloriqueaba por un helado.
-Bueno, entonces, jugaremos con lo acordado- dijo Shuuya, los demás asintieron y al contar tres, todos observaban su carta.
-Fuuu, un cuatro- decía un Mamoru haciendo puchero. Se acercó a Kazemaru y vio su número -¡Kaze! Tienes un seis ¡Es un número alto!- en efecto, Kazemaru tenía un seis. Suplicaba a los cielos de que hubiera otro con un número más alto.
-Eto, tengo un cinco…- decía Shuuya, Tsunami agregó, de muy buena manera que tenía un siete.
-Bien. Cuatro, cinco, seis y siete ya están…-
Kidou no esperó más y lanzando la carta al suelo dijo: -un tres-
-¡Fuera el tres! ¡Kiyama, ¿cuál es tu número?- dijo Tsunami. Hiroto miró su carta, su corazón se aceleró.
-Kuso…- dijo en voz baja. Los demás lo miraron atentos. -¿Cuál es tu número, Midori?- le preguntó a su amigo.
-Pues... Un dos. ¡Yay! He Ganado…- volteó a mirar a todos con temor -¿Quién fue el perdedor?- Un escalofrío le recorrió la columna vertebral al peli-rojo -¿Hiroto?-
Kiyama no le respondió, y acercándose al oji-negro, lo besó en los labios, ante la expectante mirada de los demás. El beso duró unos cuántos segundos. Para cuando Midorikawa pudo entender lo que pasaba, Hiroto se alejó de él tan rojo como un tomate. Lo señaló con su dedo y dijo -¡Y No Vuelves A Apostar!-
Ahí está. Mi primer yaoi. Espero que les haya gustado leyéndolo, tanto cómo a mí me gustó escribiéndolo.
¡Saludos!
