PRINCIPIO Y FINAL DE TODAS LAS COSAS

Por Cris Snape


Disclaimer: El Potterverso es de Rowling.

Esta historia participa en los Desafíos del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". Este desafío corresponde a la Lista de la Chistera Explosiva. He de escribir sobre Emmeline Vance, con rated K y género drama.


EL PRINCIPIO

—¿Te has vuelto loca?

—No, mamá. Hago lo que es mejor para todos.

—Te has vuelto loca.

Emmeline ya sabía que su madre no se tomaría bien la noticia. Tal vez lo más sensato hubiera sido no contarle nada pero, ¿cómo engañarla? Desde que el señor Vance se fue para no volver, entre ellas ha existido una gran complicidad. Siempre se lo han contado todo y siempre se han apoyado mutuamente. Esta vez no. La señora Vance está disgustada y Emmeline sabe que no le faltan los motivos.

—No podemos dejar que los mortífagos se salgan con la suya. Están matando gente.

—Por eso mismo.

—Mamá…

—¿Sabes lo que deberíamos hacer? Vender esta casa y abandonar el país —La señora Vance se levanta como si fuera a hacerlo en ese mismo momento—. Eres lista y no tardarás en encontrar un buen empleo. Y yo soy buena costurera. Seguro que no tardo nada en encontrar clientela entre las brujas. Y si no, coseré para las muggles.

—Mamá. No podemos irnos.

—¿Por qué no?

—No somos unas cobardes.

La señora Vance la mira con lástima. Sabe que no hay nada que hacer y, aunque en otro tiempo hubiera ido hasta ella para abrazarla, esa noche se da media vuelta y pronuncia unas palabras que ya ha oído antes en otro sitio. No sabe dónde.

—Los cementerios están llenos de valientes.


LO DEL MEDIO

Emmeline llegó hace un rato. No fue a saludarla ni le dio un beso antes de irse a dormir. Apenas la miró mientras subía la escalera y se encerraba en su cuarto. La señora Vance sabe que algo no está bien con su hija y, aunque se prometió que no sería cómplice de su locura, no soporta quedarse quieta mientras ella sufre.

Sube la escalera con decisión y entra en su dormitorio sin llamar a la puerta. Emmeline, joven valiente y bruja extraordinaria, está tumbada sobre la cama. Llorando. Sus botas están sucias de barro y pronto tendrá que coser otro desgarrón en esa vieja túnica que insiste en ponerse una y otra vez.

La señora Vance no hace preguntas. Se sienta a su lado y extiende los brazos para que su hija se refugie en ellos. La consuela en susurros y la acaricia con cariño maternal, como si fuera una niña otra vez y necesitara de su protección. Emmeline tarda más de una hora en calmarse. Antes de dormirse, pronuncia dos nombres. Gideon y Fabian. Dos muertos más que añadir a la larga lista de fallecidos que la guerra ha traído consigo.


EL FINAL

—Lo lamento muchísimo, señora Vance.

—Lo siento.

—Era una gran chica.

La señora Vance asiente una y otra vez. Si tuviera fuerzas, mandaría a toda esa gente al infierno. Pero no puede. Está demasiado triste y cansada y lo único que quiere es ir a casa, dormirse y no despertar nunca más. Las palabras vacías de sus conocidos no significan absolutamente nada. Emmeline está muerta.

Estúpida. Imprudente. Egoísta. Sabe que no está bien pensar esas cosas de ella, que su hija murió luchando por lo que creía justo, pero le importan muy poco sus ideales. Si se hubieran ido de Inglaterra, ahora estarían bien. Juntas. Vivas. Pero Emmeline siempre fue demasiado Gryffindor. Como su padre.

La señora Vance se queda sola en el cementerio. Piensa una y otra vez en que los Gryffindor no son en absoluto honorables, sino unos traicioneros que siempre la abandonan.


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