Nota de autora: Este fic y sus personajes están basados en la saga de libros "Cazadores de sombras" de Cassandra Clare.

"He descubierto que las personas no son más que una capa tras otra de secretos. Crees que las conoces, que las entiendes, pero sus motivos siempre permanecen ocultos, enterrados en sus corazones. Nunca conocerás a nadie, aunque a veces puedes decidir confiar en alguien". Veronica Roth

A Magnus, Catarina y Tessa no les hubiese gustado tener que llegar a esos extremos jamás pero todo eso de la guerra contra el Círculo de Valentine Morgenstern ya hacía demasiado tiempo que duraba: una cosa era ser pacífico y otra de muy diferente era ser tonto. Si les atacaban se defenderían, y a veces un buen ataque era la mejor defensa. Durante meses el Círculo había estado masacrando a los subterráneos sin ningún tipo de filtro: hombres, mujeres, ancianos, heridos… y había llegado el momento de ponerle fin. Todas las razas de subterráneos se unieron y fueron al encuentro de Valentine y sus aliados. No les fue difícil dar con ellos: les habían estado vigilando y sabían que una vez a la semana se reunían en casa de Valentine donde seguramente éste les lavaba el cerebro con sus monólogos y les radicalizaba aún más si era posible.

A los tres brujos no les hacía ni pizca de gracia tener que hacer esto pero no había otra solución: la única manera de impedir que les mataran era matar ellos primero al enemigo. Es misma mañana el Círculo había asesinado a un par de hadas así que los ánimos entre los subterráneos estaban muy caldeados e irrumpieron en casa de Valentine sin pensárselo dos veces. Sabían que eso les podría traer problemas con la Clave pero de alguna manera era en defensa propia, y preferían eso a tener que vivir con miedo. Tal y como había imaginado el Gran Brujo de Brooklyn aquello fue una auténtica masacre pero contra todo pronóstico estaban muriendo más subterráneos que nefilims. El objetivo inicial era acabar con Valentine: sabían que matando al líder seguramente el Círculo acabaría desapareciendo pero no fue tan fácil como habían pensado: sus fieles seguidores lo protegerían incluso con su propia vida. Valentine salió al jardín en un intento de huida y Magnus junto a Tessa y dos personas más fueron tras él.

Fuera hacía un frío terrible y copos de nieve empezaron a caer del cielo. El grupo de subterráneos acorraló a Valentine pero ese espejismo de victoria duró poco: de la nada aparecieron un grupo de nefilims capitaneados por Robert Lightwood dispuestos a proteger a su líder. Hicieron un semicírculo delante de él a forma de barrera. De repente la puerta que comunicaba la casa con el jardín se abrió y salieron tres personas que dejaron a todo el mundo sin palabras. Solo Tessa pudo reaccionar.

-¡Dios mío!- Exclamó – Si son niños.-

Todo el mundo se giró y vieron a una asustada Maryse Lightwood acompañada de un pequeño niño de cuatro años y un bebé que no superaba los veinticuatro meses. Aprovechando la distracción los hijos del Ángel se lanzaron sobre sus enemigos y empezaron las persecuciones y las peleas individuales. Pero Magnus no podía dejar de mirar esa penosa escena. Maryse estaba completamente aterrada y llena de sangre por todo el cuerpo. Abrazaba al bebé con todas sus fuerzas y tenía al otro pequeñín aferrado a la pierna. Ahora el brujo lo entendía todo. Cuando estaban espiando al Círculo para planear el ataque hicieron un pequeño estudio de como era cada uno para ir más preparados. A Maryse siempre se la tachó de cobarde creyendo que estaba allí por obligación de su marido y que realmente no sabía luchar. Pero ahora Magnus había descubierto la verdad: Maryse no quería morir porque tenía dos hijos a los que no quería dejar huérfanos y viendo como iba la noche todos los esfuerzos de la pobre mujer habían sido en vano.

-¡Papá ven!- le suplicó el pequeño a Robert entre llantos.

-Hoy no es tu día de suerte brujo de mierda- le dijo Robert a Magnus ignorando la petición de su hijo- después de tantos siglos de vida hoy encontrarás la muerte y es un gran orgullo para mí ser quién te la ofrezca-.

-No tiene por que acabar así. Sabes que mi magia es muy poderosa. No quiero tener que usarla contra ti- quiso convencerle. Al decir estas palabras Maryse se desesperó –tan solo quiero a Valentine. Puedes irte con tu familia.-

-Por encima de mi cadáver- agresivo Robert – no dejaré que le toques ni un pelo-.

-¡Robert!- Le chilló su mujer -¡Vámonos!-

El nefilim sacó su daga y fue atacar a Magnus que le lanzó un rayo de magia a la pierna para hacerle perder el equilibrio. Cuando el pequeño lo vio empezó a chillar con desesperación.

-Alec no mires- ordenó su madre y apretó la cabeza del pequeño contra su pierna para evitar que pudiera ver nada más.

Al escuchar los chillidos del niño el corazón de Magnus se rompió ¿Cómo habían podido llegar a ese punto? Pero no tuvo tiempo de pensar más: Robert Lightwood se había levantado y lo tenía a menos de un metro amenazándole con una brillante daga que iba directa a su corazón. Instintivamente Bane le lanzó otro rayo de magia azul que le cruzó la garganta. El nefilim cayó muerto al instante. Los chorros de sangre que le salían del agujero que el rayo le hizo tiñeron la blanca nieve de rojo.

-¡Nooo!- Escuchó chillar a Maryse mientras caía destrozada de rodillas al suelo.

Magnus asustado se giró hacia la familia de su víctima ¿Qué acaba de hacer? Había matado a un hombre delante de sus hijos.

-¡Iros! Llévate a los niños de aquí- le ordenó el brujo a la nefilim cuando escuchó gritos que se acercaban.

Maryse reaccionó, dejó de llorar, se levantó y ya estaba cogiendo a sus dos pequeños para huir cuando una flecha le atravesó el gemelo.

-¡No huyas! Cobarde- le reprochó un licántropo.

-Espera- quiso detener Bane al hombre lobo pero ya fue tarde.

Otra vez el jardín se llenó de gente, gritos y sangre y perdió la pista de la mujer y sus dos hijos. Finalmente la batalla acabó pero no con el resultado esperado: los subterráneos habían tenido muchísimas más bajas de las que esperaban y Valentine Morgenstern había escapado.

Poco a poco los supervivientes iban cogiendo los cadáveres de sus seres queridos y a los heridos y se iban marchando hasta que al fin el silencio se hizo de nuevo y fue entonces cuando el llanto de un bebé les alertó a todos. Los presentes se dirigieron hacia allí. Los hijos de los Lightwood estaban llorando y abrazando el cadáver de su madre. Maryse no debió morir al acto ya que tapó a sus dos pequeños con su propio abrigo.

-¿Qué hacemos con estos?- Preguntó uno de los hijos de la noche despectivamente.

-Matarlos como ellos mataron a mi sobrino- respondió una mujer lobo sacando ya sus garras.

-¡No!- Chillaron Catarina y Tessa al unísono.

Las dos brujas se dirigieron hacia los niños para examinar su estado de salud. Los dos pequeños estaban heridos y con síntomas de hipotermia. Aunque no tenían muy buen aspecto era prácticamente seguro que el niño se salvaría pero quizás el bebé no tendría la misma suerte. Decidieron llevárselos a casa. Magnus también se les acercó para intentar ayudar (tenía un sentimiento de culpabilidad como nunca antes había experimentado) y al verle el pequeño nefilim se puso histérico perdido chillándole, intentando tirarle patadas y reprochándole que él había matado a su padre. Bane se vio obligado a usar su magia para dormir al niño y poder llevárselo. De paso le aplicó un pequeño hechizo de borrado de memoria para evitar que al despertarse el niño recordara que él había acabado con la vida de Robert Lightwood.


El pequeño despertó justo cuando entraron en casa y de inmediato se escapó de los brazos de Magnus y se giró hacia su hermana que no dejaba de llorar. Cojeando y herido se fue hacia ella y se la arrebató de las manos a Tessa.

-Hola bonito ¿Cómo te llamas?- Le preguntó Bane inseguro porque no sabía exactamente lo que el pequeño recordaba.

El pequeño nefilim se levantó a duras penas y con el bebé en brazos hizo un intento de salir corriendo.

-¿Dónde vas?- Tessa se puso delante de la puerta para que no pudiera salir.

-A buscar a mi mamá- El pequeño no dejaba de temblar. No sabían si era del frío o del miedo. Seguramente una mezcla de todo.

Los tres amigos se miraron sin saber que debían hacer.

-Hace mucho frío cariño. No puedes salir tú solito- dijo Catarina.

-Mira podemos hacer una cosa- intervino Magnus- le mandaremos una nota a tu mamá diciéndole que estás aquí y luego vendrá a buscarte ¿Te parece bien?- Mintió.

La propuesta de Bane pareció gustarle al pequeño que le dedicó una ilusionada sonrisa y allí fue cuando el brujo se fijó por primera vez en ese pequeño Hijo del Ángel. Ese niño hacía honor a su raza. Era precioso. Parecía un auténtico ángel querubín pintado por el mismísimo Leonardo da Vinci. Su tez era blanca y suave, los rasgos de la cara en perfecta simetría y unos preciosos ojos azules acompañados por un sedoso pelo de un negro intenso. Bañaron a los niños, les curaron las heridas y les dieron de cenar. El pequeño les contó que se llamaba Alexander Gideon Lightwood y que tenía tan solo cuatro añitos. Su hermanita se llamaba Isabelle y estaba esperando a que creciera para poder jugar con ella. Finalmente el Gran Brujo se vio obligado a hechizar de nuevo al niño ya que no dejaba de preguntar cuando llegaría su madre y empezaba a ponerse nervioso otra vez. Esa misma noche la pequeña Isabelle también falleció. En menos de un día Alec había perdido a toda su familia. Los tres brujos decidieron hacerse cargo de él y de alguna manera lo adoptaron.


Alec creció siendo un niño feliz. Con Tessa, Catarina y Magnus nunca le faltó de nada. Era un chico noble, tímido, inocente y un pelín aniñado. De hecho siempre aparentó menos edad de la que tenía. Con el tiempo le fueron contando toda la verdad sobre lo sucedido con su familia para evitar que Bane tuviera que aplicarle constantemente el hechizo de memoria ya que según Catarina eso no era muy bueno para el pequeño. A medida que iba recordando Magnus le tenía que ir aplicando el hechizo y últimamente tenía que hacerlo con mucha frecuencia. Tessa fue quien lo introdujo en el mundo de los cazadores de sombras, su verdadera identidad, y tampoco quería que se le olvidasen las cosas que iba aprendiendo así que también votó a favor de no hechizar más a su angelito adoptivo. Magnus aceptó con la condición de poder realizarle un último hechizo: que jamás supiera que él fue quien asesinó a su padre. Fue un encantamiento de gran complicación que dejó a Alec un día y medio en la cama con un intenso dolor de cabeza que le impedía levantarse pero la magia fue efectiva: a medida que Alexander recuperaba la memoria recordó la noche en que un brujo lanzó un rayo contra su padre pero jamás recordó la cara del asesino.

Alec tendría unos dieciséis años cuando Tessa se lo llevó a visitar mundo para que conociera más sobre diferentes culturas de cazadores de sombras. Tres años después regresaron de dicho viaje.

Continúa en capítulo 2