El Potterverso pertenece a Rowling.
Este fic participa en el reto Olores de la amortentia del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Oda a los recuerdos
o-o-o
Prólogo
Un atardecer de mi decimoquinta primavera, leí que podemos distinguir unos diez mil olores distintos. No recuerdo dónde, pero sí estoy seguro de que pensé que el autor exageraba.
Sin embargo, después de darle vueltas terminé por darle la razón. Y me pareció curioso: retenemos más aromas que imágenes y sonidos, y sin embargo nos aferramos más a lo segundo. Lo achaqué a la estupidez del ser humano.
Y me prometí no ser como el resto. No desdeñar los sentidos más sobrevalorados, pero tampoco subestimar el olfato.
Sólo tres olores me perseguirán hacia la tumba. Estoy convencido.
I
Madera
La despedida de Durmstrang
Suspiras cuando miras una última vez la que ha sido tu casa durante los últimos seis años. El castillo, los lagos, el bosque, la perenne nieve. Vas a echarlo de menos, por mucho que finjas lo contrario. Encoges el cuello para que la bufanda te abrigue hasta la nariz mientras el viento despeina tu cabello rubio.
Luego miras a tu padre, impasible a la decepción que destila por cada poro. Sus ojos azules, idénticos a los tuyos, te gritan en silencio que no hubieran esperado eso de ti.
No esperas que lo comprenda. Él, que nunca te ha visto más que como una forma de que el apellido Grindelwald no se pierda, como una obligación más. Que empezó a mirarte con ceño cuando comenzaste a acomodarte a Durmstrang y brillar como no puedes hacerlo en casa. Habría que ser muy necio para albergar esperanzas de que ese hombre te entienda aunque sea un poco.
—¿Qué voy a hacer contigo?—murmura, sacudiendo la cabeza con desaprobación. Te tragas la réplica. Ya se la darás cuando le cierres la boca y le hagas ver lo que puedes llegar a ser. Lo que nadie comprende que vas a llegar a ser.
Un olor cálido te hace girarte lentamente. Te alejas de tu padre y subes a un enorme saliente que hace las veces de mirador natural. Pero no te fijas en el espectáculo del lago que se extiende frente a ti. Clavas los ojos en la orilla, donde Rudolf está cortando gruesos troncos de fresno.
—Quiero ir con la tía Bathilda—anuncias con tono monocorde. Sólo has estado en su casa en una ocasión, con ocho años, y lo que más recuerdas es el bosque y a un leñador cortando pinos. Y el olor.
Adoras el olor de la madera. Se respira en cada rincón de Durmstrang y hace que te sientas como en casa. Más incluso que tu propio hogar, donde tu madre agoniza y tu padre te ignora o te subestima. Ante todo, y sin importar lo mal que estén las cosas, siempre consigues sonreír cuando lo percibes.
Y ahora no es menos. Vuelves hacia tu padre y echáis a andar alejándoos del colegio, y aunque sabes que vas a echarlo de menos la sonrisa no se borra de tu rostro.
Notas de la autora: Gellert nunca me cayó realmente mal. Es cierto que fue un cabrón de cuidado, pero al final de su vida intentó redimirse al no decirle a Voldemort dónde estaba la varita… y a mí me pierden los malos redimidos, ya lo sabéis.
En esta época de su vida no creo que pensase mucho en la dominación de los muggles. Simplemente quería demostrarle a su padre que no era sólo un estorbo en casa. Y también apuntaba alto. Quizá los medios no fueran los mejores, pero no creo que el fin fuese tan malo. Al menos, no tanto como Voldemort. Quería subyugar a los muggles, no matarlos.
En fin, ¿qué os ha parecido?
