Había estado escribiendo esto sólo para mí, sin ánimos de públicar o perturbar xD pero la pequeña Pashi me contactó y pidió una revancha así que aquí estamos, a darle!
Advertencia de mucho sesso sin sentido, ooc, gaysidades, bizarrías y 0 lógica, igual que el anterior.
Reanudar y saciar
La cama rechina, ni las ventanas abiertas permiten que algo de aire puro ingrese a ese sitio, viciado por el calor y las ansias de los amantes. Un grito tras otro, una culpa que se confunde con el placer, cuando piensan en parar, ya han reanudado la partida. Una vez atrapado en el laberinto, escapar no es nada fácil.
-Giotto…p-por favor…-Apenas logra conseguir algo de aliento para decir esas casi inaudibles palabras, su boca está seca, sus manos se aferran a la cabecera de la cama y su pelvis se levanta de golpe, sintiendo como su miembro se derrite en el cuerpo de su rubio acompañante.
-¡Ooh, Gokkun! ¡Sólo una más!-Se mece sobre él, mintiendo sin arrepentimiento alguno, tener a la joven tormenta era su droga y si era necesario enfrentarse a los dioses del olimpo por tenerlo en su cama, lo haría gustoso. Primo Vongola era caprichoso, mas este "caprichito" se le estaba yendo de las manos.
Colmado de goce, se vino por sexta vez en brazos del muchacho que con diecisiete años, lograba darle un sinfín de sensaciones que le erizaban la piel y el alma. Sabía mejor que nadie lo malo que era aquello, ambos tenían sitios donde volver, de esos con nombre y apellido, no es que no los quisieran, pero la pasión los quemaba cada vez que se veían.
La vez anterior se produjo el encuentro por los juegos de intercambio de pareja, esa "tutoría sexual" que G y Primo otorgaron al décimo y su novio. Un poco más de un año ha pasado desde aquel momento, los lazos entre la joven pareja se volvieron realmente fuertes, del mismo modo su camino en la mafia seguía su curso.
Teniendo ya tomada la decisión de convertir a Tsuna en "Neo Primo", el Arcobaleno Reborn aceptó el reto de que Vongola regresara a sus inicios, es decir, volver a ser una asociación dedicada a proteger a las personas. Para esto, lo mejor que se le ocurrió fue invocar las esencias de los primeros miembros de la familia para que guiaran a los actuales, sonaba como lo más lógico.
Todos los guardianes más el jefe se reunieron en la residencia Sawada y juntando sus anillos, le dieron vida nuevamente a la primera generación. Había tensión en el aire, mas la que sentían Gokudera y Tsuna era diferente, no sabían que pensar o decir frente a la pareja con la cual habían vivido aquello que jamás osaron comentar con nadie, se suponía que no lo volverían a mencionar ni entre ellos.
Entre las llamas de diferentes colores, las siluetas se dividieron hasta dar con las formas de los seis guardianes, todos alrededor del jefe, Giotto.
-Primera generación Vongola, los hemos traído hasta aquí nuevamente por una buena razón.-Intentando disculparse por las molestias desde ya, Reborn notó de inmediato que el semblante de Primo era diferente, de hecho, parecía que ni le estaba prestando atención.- La familia del décimo jefe ha decidido rechazar a la mafia, regresando a Vongola al grupo de guardaespaldas que solía ser. Para ello…
-¡Gokkun!-Empujando a quien se pusiera en su camino, en cuanto Giotto logró divisar al chico de cabello plateado, se abalanzó sobre él. Ambos quedaron en el suelo, el mayor no paraba de repartir besos, mientras el otro no tenía ni la más mínima idea de cómo volver a lidiar con el rubio.- ¡No pensé que volvería a encontrarme contigo, vamos a vivir juntos, tener citas y hacer el amor de nuevo!
No fue sólo el grupo de jóvenes quienes se quedaron con la mandíbula desencajada, los mayores tampoco entendían lo que estaba sucediendo, incluso el pequeño Arcobaleno tuvo que tomarse unos segundos para tratar de discernir lo que veía. El único calmado fue G, quien con cigarrillo en mano se preparaba para todo lo que sabía que iba a ocurrir.
-Tanto tiempo, decimo.-Inclinándose levemente y dando un beso en su mano, la tormenta mayor no quiso quedarse atrás y derritió al castaño con su galanura. No se pudo hacer nada, en un segundo los dos jóvenes volvieron a quedar prendados de G y Giotto. La revancha era inminente.
La verdad es que a ambos grupos poco y nada les importaba lo que hubiese sucedido entre esos cuatro, por lo que se limitaron a conversar los asuntos importantes por los cuales se habían reunido. Primo hablaba con gran emoción sobre sus experiencias y sueños, alentando a todos para que llevaran a Vongola a buen puerto, mas no dejó en ningún momento de frotar su pierna contra la de Gokudera bajo la mesa, haciéndolo estremecer. Nadie supo bien cómo, pero el antiguo jefe se las ingenió para llevarse a todo el grupo a Italia, argumentando que si allí había nacido la familia, allí correspondía hacerla revivir.
No hubo tregua para el joven italiano, una vez que llegaron a una vieja mansión que les serviría de alojamiento, Giotto se escabulló a su habitación mientras ordenaba sus cosas, dándole algo que llamó "felación de bienvenida".
-G…Giotto…no…-Sujetándolo de su trasero, el rubio devoraba su intimidad con ímpetu, como si hubiese estado deseando hacerlo todo el tiempo que pasaron separados. Apoyados contra la puerta, se vinieron juntos nuevamente, con algo de nostalgia incluso.
La pasión reclamó ambos cuerpos para gobernarnos, se repetía la historia y ninguno de los dos pudo hacer algo para remediarlo. Lo siguiente que sintieron fueron sus cuerpos unidos, atrapados por el goce de una violenta penetración.
-¡Gokkun…finalmente…Ahhh!-No pasó un día sin que Primo no extrañara al guardián de la tormenta, sus polvos feroces y violentos, su presencia en general le había marcado más de lo que quisiera, por ello no dudó en ir por él en cuanto lo vio, nada le importaba, si el consentimiento de G ya lo tenía.
Según había escuchado, los demás estaban planeando recorrer la ciudad y aprovechar de hacer turismo antes de ocuparse del motivo principal del viaje. Gokudera es originario de Italia, por lo que ya conoce el lugar, conclusión, puede quedarse en casa follándolo sin problemas, dentro de su lógica.
No había cambiado casi nada, seguía teniendo ese rostro de chico malo pero con su aura llena de dulzura, todo dentro de ese cuerpo maravilloso que tanto le gustaba exprimir hasta que ambos cayeran rendidos. Era esta la octava partida, las pieles estaban enrojecidas por el esfuerzo y un nuevo clímax los hizo abrazarse fuerte para aguantar la descarga, era tan prohibido y delicioso.
-Nh…Giotto, eres increíble.-Por mucho que le pesara, no podía negar el fascinante desempeño del mayor, hacerlo sería un crimen. Se apoyó en su pecho a tomar un poco de aire, preguntándose qué hora sería ya, y dónde andaría el resto.
-La estrella aquí eres tú, Gokkun, a tu edad tener ese nivel es maravilloso.-Sin escatimar en halagos, se quedó a su lado para descansar, dando por resultado a ambos dormidos y desnudos sobre la cama nueva.
Como un deja vu, el décimo Vongola volvió a tener esa extraña sensación entre miedo y celos, los cuales no podían ver la luz ya que llevaba toda la tarde paseando tomado de la mano de G ¿Qué demonios tenía ese hombre que le atraía tanto?
-No se preocupe por Giotto y su guardián, sólo están jugando.- ¿Así le llamaba al sexo ahora? Esa afirmación sólo confirmaba sus sospechas, que de todos modos eran más que obvias. G no se hacía problemas por nada a esas alturas, pero Tsuna estaba hecho un manojo de nervios y conjeturas.
Al ver que las palabras no hacían efecto, optó por el plan B. Inclinando su cuerpo, tomó al castaño por la barbilla y lo besó con ternura, sólo el cielo del atardecer pudo verlos, nadie más del grupo notó cómo el más pequeño se aferraba al pelirrojo, cayendo ante sus encantos por segunda vez.
Llegada la noche, todos cenaron en la enorme mesa principal. Las animadas conversaciones acerca de lo vivido durante el día se llevaron el protagonismo, opacando a Giotto quien le daba la comida en la boca a su amante, a ratos le sonreía a G, este sólo se dedicaba a atender al décimo, que estaba reducido a un cuerpo casi inerte y con la cara roja, embelesado por los besos de la tormenta mayor.
Bastante temprano se desocupó el lugar, todos necesitaban un buen descanso. En pijama y con una sonrisa de oreja a oreja, Primo se encaminaba sigilosamente hacia la habitación del peli plateado, dispuesto a continuar con sus maldades.
-Giotto.-Se permitió llamarlo por su nombre, con una voz tan grave que parecía estar en su híper modo. El aludido no se sorprendió, de hecho no quitó su sonrisa y se volteó con calma.
-Decimo, que sorpresa.-Educadamente saludó al menor, pero este no parecía de ánimos para tener una fingida cordialidad.
-No va a ser tan fácil esta vez, no dejaré que te lleves a Gokudera-kun.-Ambos semblantes cambiaron, y la guerra dio inicio.-Tendrás que ingeniártelas mejor, pero por esta noche él se queda conmigo.-Dicho esto, entró a la habitación con media sonrisa, dejándolo solo en el largo pasillo.
-Oh, esto no me lo esperaba.-Con una divertida mueca, el rubio suspiró y reflexionó sobre lo divertido que serían los días de aprendizaje y entrenamiento en Italia.-Que gane el mejor, decimo.
Continuará…
