Disclaimer: Harry Potter y todo su mundo, no me pertenecen. Tristemente, son de alguien más. No persigo algo más que la diversión, personal y de quienes lean.
Pairing: Draco Malfoy & Harry Potter
Beta: Aneychi
Resumen: Atado a tus ojos. Rendido a tus movimientos y hecho pedazos con cada mirada de odio. Son los sentimientos de Draco desde su mesa, mientras Harry, con la vista fija en el rubio, se deja caer sin advertirlo. Un pensamiento escrito desde la distancia.
NdA: Esta vez quise regresar a Hogwarts. Antes de la inevitable guerra, cuando todo parecía oculto entre las sombras. Es una incursión en la mente de Draco y de Harry cuando un prohibido sentimiento se esconde tras el odio que los rodea. Inspirada por la hermosa mirada de Draco y la terquedad de Harry. Espero que la disfruten. A mí, personalmente, me encantó.
Dedicada a quienes observan desde la distancia y temen acercarse. Aquellos que fingen y adivinan los pensamientos del otro cuando todo lo que esperan es una oportunidad.
Son tus Ojos…
Parte I
Sophieluna
Sin proponérmelo, te miro.
En los días lluviosos y cuando la luz del sol es capaz de atravesar los grandes ventanales del castillo. Cuando el viento sopla fuerte y tengo que apretar el nudo de mi bufanda alrededor de mi cuello. Incluso, en medio de las noches más oscuras, donde difícilmente puedo distinguir la oscuridad de mi propio sufrimiento.
En medio de mis silencios cuidadosos y tus risas espontáneas.
Después de tantas lunas bajo el peso de una culpa imposible de redimir, decido alzar mis ojos a la luz… y tú estás ahí. Precisamente tú, de entre todos. Creo que es una locura. La más grande de todas.
Me bastan tus ojos para saber que no eres para mí. El pasado, mi presente y tu destino exterminan cualquier posibilidad para lo que siento; aunque… cada vez que te veo, un segundo es suficiente para dejar entrar la esperanza en mi mundo.
Hoy, como todos los días, estás ahí. Estás siempre que necesito verte; odiarte y buscar razones para seguir atado a tus ojos.
Me devuelves la mirada a través del salón. Puedo sentir cómo mi corazón se acelera. Me convenzo de que es desafío lo que veo en tus ojos mientras que los míos destilan un odio profundo por lo que eres. Por lo que puedes hacer si intento acercarme.
No sabes por qué hago cada cosa. Y no espero que lo hagas un día. Es por eso que te hiero cuando me enfrentas; para así arrancar los motivos de tus ojos y por fin dejar de atarme a tu rostro, a tu silencio.
Para dejar de soñar y hacerte pagar por mi dolor.
Espero que no se fijen en mis labios tambaleantes cada vez que te niegas a desviar la mirada. Cada vez que me quiebras. Ellos pueden permitir que nos odiemos… algo más, es imposible.
Pero nada es para siempre. Renuncias al desafío después de un tiempo. ¿Mis ojos te intimidan? Quizá, es porque en ellos hay demasiada tristeza. No puedes soportar la presión y desistes; eres débil aunque conoces lo que en mis irises se agita. Para mí, no es suficiente. No, porque aun quiero provocarte.
Entonces, busco de nuevo tus ojos, a pesar de tus intentos por apartarte. No logras concentrarte en las historias sin sentido de tus aburridos amigos y caes de nuevo en la tentación de mirarme. No lo puedes evitar, es parte de ti. Así como lo es de mí.
Para mí es suficiente con que alces tus ojos. De esa forma haces que continúe con esta locura que me encadena a tu rostro, tus pensamientos, tu vida.
—Draco, ¿Qué haces…?
Es Zabini. Algunas veces me descubren mis amigos cuando no hago más que mirarte a parte de respirar. No es ni la cuarta parte de las veces en que eres atrapado con una mirada asesina en tus ojos, un trozo de pollo en tu tenedor a medio camino de tu boca y la cara vuelta hacia mí. Yo, a diferencia tuya, puedo parecer imperturbable.
No te importa ser descubierto; crees que haces lo que debes. Para ti es molesto; para mí es todo en lo que puedo pensar una vez cierro las cortinas de mi cama. Una misión suicida, el único misil que estoy dispuesto a lanzar.
—Es sólo… —Intento recuperar las palabras mientras corto finalmente el contacto.
Mirarte es olvidar que tengo una vida lejos del ardiente contacto de tus ojos, que no quiero más que estos segundos intentando atravesar la muralla verde y sólida puesta sobre tu rostro.
Qué terrible es pensar en mí luego de mirarte, luego de atreverme a buscarte. Acaso, ¿no conozco lo que eres, lo que somos y lo que debemos hacer? ¿Gasto posibilidades en vez de tomar decisiones? Potter, ¿qué tienen tus ojos que puedo perderme en ellos?
—Estoy cansado. Me voy.
Me levanto ante la expectación de mis amigos y abandono el Gran Comedor a grandes zancadas. Debo decir que estoy harto de soñarte; tus ojos son sólo el principio de mis más asombrosos sueños y eso, es casi tan grave como pensarte.
Mientras avanzo, tus ojos regresan a buscarme. O ¿soy yo el que te busco? No estoy seguro, sólo sé que te miro de nuevo. Eres capaz de iluminar la más negra realidad con una simple gota de atención hacia lo que hago. Cada vez que algo como esto ocurre, puedo llegar a sonreír en medio de la tristeza. Soy parte de tu vida.
El contacto revive mis ganas de golpearte, tocarte y adorarte al mismo tiempo. Mis pies me guían por instinto mientras continúo atrapado entre tus ojos. Luego de tres segundos, los rostros de varias personas giran hacia el espectáculo; mis mejillas arden sin control. Siento tu fuerza y pierdo mi orgullo en un intento desesperado por recuperar mi frialdad. Después de todo, el control continúa en tus manos.
Estoy bajo tu odio de nuevo, rendido al juicio de tus ojos; logras que sienta vergüenza de ser quien soy. Mi apellido pesa sobre mis hombros terriblemente, gracias al verde penetrante de tu bendita mirada. ¿Quiero ser alguien distinto? ¿Espero que me veas más allá de lo aparente y consigas conocerme?
¿Cómo puedes hacerlo si es a todas luces imposible? En esta carrera por quebrarme, obtienes una ventaja abrumadora. Mis ojos caen con la fuerza de un huracán. Aprieto el paso y cruzo finalmente las puertas del Gran Comedor. Esta vez me importa poco perder bajo tu mirada, sólo quiero escapar.
Esta vez desaparecer del mundo por algunas horas es lo más sensato. Aprieto también mis lágrimas, nunca ausentes cuando la realidad me golpea. Desde hace mucho tiempo, haces parte de mi realidad.
— ¡Malfoy!
No puede ser… es tu voz. El piso de piedra parece atrapar mis pies. Estoy anclado sin respiración en medio del pasillo.
— ¡Malfoy espera!
Eres capaz de atravesarme. Es lo que haces y yo no puedo evitarlo. Y no, no me pidas que pare.
Te veo, por primera vez, demasiado cerca para poder asimilarlo. La profundidad de tus ojos es capaz de tintar de color el gris que me atrapa, llevarse cualquier deseo de mi padre que me obliga a detestarte. Incluso, siento que empiezo a temblar.
— ¡Para de una maldita vez!
Siento una presión desmedida sobre mi hombro izquierdo. Un par de segundos después, tus ojos buscan su camino a través de mi cara; la fría piedra choca contra mi espalda.
Tu odio es grande; crees que debo pagar por los errores de otros.
— ¿Qué es lo que tramas, imbécil?
No eres el primero que me juzga sin atreverse a conocerme. De hecho, ocurre todo el tiempo.
—Estoy harto de verte… de que me mires. —La fuerza de tus manos aumenta mientras tus palabras salen lentamente. Es terrible.
Es suficiente. Esto realmente duele. Tan sólo aléjate. No sabes nada. No entiendes nada, Potter.
—Déjame.
¡Un débil susurro! Es todo lo que sale de mi boca. Siento que… estoy cediendo demasiado.
—Sé que escondes algo. —muerdes tu labio y continúas con lo que haces. ¿Qué crees poder encontrar en mi mirada? Siento decirte que los planes del Lord no están ocultos ahí.
—Me sorprende tu inteligencia, Potter. Vete a la mierda.
El agarre aumenta más si es posible. En medio de mi miedo, desvío mis ojos.
—Te envío a comerla si no me dices ahora mismo qué demonios haces. No puede ser nada bueno si viene de ti.
Es lo que me digo cada vez que pienso en ti.
—Suéltame.
Hoy puedes ganar si quieres. No vale la pena luchar.
—Sé de lo que eres capaz. Lo sabemos todos.
¿Crees que no lo sé? El odio de la mayoría es suficiente prueba, señor iluminado.
—Mírame Malfoy.
¿Mirarte? Lo hago siempre y lo sabes. Ahora… sólo quieres mis ojos para que atestigüen lo que piensas hacer. Necesitas público incluso para quebrarme.
—Quiero saber qué es lo que…
Ya no quiero oírte. Ni siquiera verte.
Si me alejo está bien, porque nada se altera realmente si sólo dejas de verme. Tu ingenuidad y la apestosa compañía que te rodea son completamente inamovibles.
Y yo… acabo de entender en tu mirada que no soy nada. Porque más allá de tus ojos sólo hay odio… si existe algo más, tengo que dejar de ser quién soy para lograr verlo.
Es tan imposible que duele.
Mi madre dice que debo ser fuerte, a pesar de que ella conoce muy bien lo que se siente no tener lo que deseas.
—Ya es hora de terminar este juego, Malfoy…
Qué ciego eres.
—Tu cobardía es sólo una muestra…
Ahí vas de nuevo. Imparable como siempre.
Después de tanto tiempo lo sé. No hay nada más. Nada por venir o esperar, si no puedo atrapar más que tu mirada en este mar que nos separa.
—Malfoy, no tengo todo el día… ¿Malfoy? ¿Qué te pasa?
Juro no molestarte más.
— ¿Por qué…?
No mirarte más.
— ¿No puedes darme la cara luego de…
Es hora de irme.
Tus brazos ceden cuando los toco para apartarme. Si con mi contacto sientes que tu ira aumenta, la tuya es capaz de romperme.
Puedo sobrevivir a tu furia. Incluso a la fuerza bruta que, como ahora, es para mí todo un desafío.
Menos a tus ojos.
A pesar de que todo tu cuerpo está en una extraña agitación, la verdadera lucha ocurre en ellos. Observo cómo intentas manejar tus emociones y fracasas cuando sólo intentas dejar de mirarme de esa forma.
Por tus ojos, perdí mi libertad y la tranquilidad que me daba la oscuridad de mi tiempo, mi habitación y mi vida. ¿Esperas que me contenga ante ellos? Lamento decepcionarte Potter.
Hiperventilas. Mi corazón late desbocado mientras tus palabras continúan sin ser oídas. No sabes que no importa el mundo si tengo tus ojos, incapaces de mentirme, frente a mí.
Son una oda a la furia contenida por años, la convicción de lo desconocido y las incontenibles ganas de saber.
Cuando me insultas y te insulto, olvido el precio de sentir todos esos sentimientos que afloran de un par de remolinos verdes, una vez enciendo la llama en tu orgullo. ¡Qué fácil es hacer que me odies!
Muerdo mi labio y siento el peso de tenerte tan cerca. La fuerza gravitacional que me mantiene atado a ti. Me arriesgo a parpadear y aquella sensación sólo es más fuerte.
Estás lleno de razones absurdas; esperas que diga lo que necesitas oír para confirmar las teorías de terceros.
Desde hace cientos de lunas mi teoría se hace más fuerte. Mi ansiedad por comprobar aquello que, velado para mí, continúa en las sombras, es tan grande que puede destruirme. O revivirme.
Intento decir algo, pero las palabras se niegan a salir. Un vacío en mi pecho me obliga a buscar tus labios, a pesar de tus ojos.
Cierro los puños con fuerza, en un intento por resistir. Entonces descubro la única forma de terminar con esto.
Caer en ella. En tu fuerza; doblegar mi voluntad y cerrar mis ojos.
— ¡¿Malfoy…? —Preguntas. Es un grito hecho súplica.
Siento tu sorpresa desde mi lugar, a pocos centímetros. Es tanta que, estás inmóvil, con tus ojos fijos en mi osado avance.
Cierro mis ojos y lo hago.
Sin pensamiento alguno que guíe mis acciones, tan sólo sigo mi instinto. Es lo que quiero, lo que necesito.
Toco tus labios, doblegado. La resistencia no se hace esperar, luego de que la sorpresa deje de nublarte el juicio. Pero, puedo asegurarte algo: lucha todo lo que quieras por librarte. Yo, ya no tengo control sobre mí.
Mis manos alrededor de tu cabeza te sujetan con decisión. El mundo gira ahora en tus labios eclipsados por mi invasión inesperada. ¡Cómo lamento no poder ver tus ojos ahora mismo!
Espero que respondas pero estás rígido, presa de la sorpresa. ¿Qué sientes? No puedo adivinarlo por más esfuerzos que haga para romper tu obstinación y tu boca. A pesar de eso, quiero seguir. Estoy por llegar a creer que tu boca es tan maravillosa como tus ojos.
Luchas y te rindes. Es más de lo que soportas, así que te dejas caer.
En mis brazos.
—oOo—
—Para.
Me apartas de tu cuerpo con una mezcla de pánico, sorpresa y rabia. Sé que no puedes decir algo más porque sólo me miras con la boca entreabierta y asombrosamente hinchada.
No tengo nada para responder a mi ataque. Ni una palabra de arrepentimiento. De hecho, no siento ninguna clase de arrepentimiento.
Después de besarte con la fuerza de un huracán, hambriento por llenarme de ti, creo saber qué es lo que ocurre. La razón de mis ansias y tu repudio.
Mis mejillas arden frente a la comprensión de algo tan grande y peligroso a la vez.
Me hace tambalear.
Alcanzo tus ojos de nuevo y encuentro el mismo conocimiento.
Lo sabes.
Te miro, expectante. No tengo más que mis ojos después de esto.
Niegas con furia al tiempo que te alejas con tambaleantes pasos. Me das la espalda y prácticamente huyes sin rumbo fijo. ¿Es todo?
Bajo mis ojos a la helada piedra del piso, incapaz de hacer algo más. Mis labios aún conservan el calor de los tuyos; estoy por perder la cabeza.
Me pregunto entonces si es verdad.
Porque, todo esto puede ser sólo parte de mi imaginación. Un sueño tan vívido que debe terminar en cualquier momento.
Después de resistirte hasta hacer trizas tu autocontrol, me besas largamente; una sonrisa torpe con ganas de escapar se esconde tras tus labios. Estás abrazado a mi cuerpo.
Es simple y lo más terrible a la vez. Sabes que siento algo hacia ti. Algo tan fuerte que te hace huir y que…
—Tú también sientes.
La soledad del pasillo no me asusta, tan sólo escucha atenta.
—Draco, ¿Qué haces ahí?
Volteo de inmediato mientras oculto mi realidad bajo la máscara habitual.
Sonrío y me acerco a Pansy, antes de que logre concretar una sospecha.
—Nada realmente. Vámonos.
—No te creo. —Susurra cerca de encontrar un rastro de verdad.
—Estoy un poco cansado, es todo. —Es suficiente si actúo normalmente.
—Cuidar el trasero de Potter consume todas tus fuerzas. No me sorprende.
La alerta se enciende de nuevo.
—No cuido su trasero. Ni siquiera advierto su existencia.
—Como quieras. Puedo fingir que te creo.
Sonrío. Pansy puede pretender no saber, igual que el resto del mundo. Pero tú, Potter, no puedes hacer eso. Estoy seguro.
Está bien si espero con un buen libro mientras respondes. Porque, con tus gritos o tu paranoia siempre lo haces.
—Dejemos a Potter a un lado y vamos por unos chocolates. Están bajo el cuidado de mi almohada.
Pansy me observa y espera.
— ¿Qué quieres? —Respondo, cauteloso.
—Tu ensayo de Pociones.
—Sólo si te callas.
—Hecho.
La tomo del brazo y caminamos rumbo a las mazmorras. Mi refugio.
