El temeroso Marco seguía en su interior. Pequeño, con inseguridades, odiado por él mismo. Existía cuando se alistó al ejército y seguía con él en este preciso momento.

Marco sacude la cabeza y contempla su reflejo en el cristal. Toma aire y se pasa los dedos por el pelo. Deja salir el aire y sonríe.

"Hoy, hoy sí."

Se coloca bien la chaqueta de soldado y sale del cuarto de baño. Unos ojos lo observan. Jean. Ahí está. Con una sonrisa bien ancha Marco se acerca a él. Sigue teniendo el aspecto de siempre. Pelo corto y rasgos definidos.

-Has tardado demasiado.-Le reprocha Jean al chico.

-Lo siento.-Marco se muerde el labio, confuso.- Oye, Jean, ¿Podemos hablar después del entrenamiento?

-Claro…-Responde con vanidad. Parece que va a decir algo más, pero calla. Sus ojos siguen una figura.

Marco trata de ver qué es lo que tanto le interesa a Jean, pero solo ve a Mikasa andando hacia Eren.

Las clases pasaron rápido para los dos. Marco se moría de ganas de hablar con Jean y su sonrisa no demuestra lo contrario cuando, sentados en la cama de Jean, este, le pregunta:

-¿Bueno de que es eso de lo que me querías hablar?-Le pregunta, distraído.

-Eh?-Su sonrisa se ensancha más.-Estoy enamorado, o eso creo.

Jean abre mucho los ojos, incrédulo y acto seguido se ríe de Marco. Aunque que al chico no le queda muy seguro de que se ríe le acompaña. Siempre ha pensado que la risa de Jean es extremadamente contagiosa.

-¿De quién? Espera, espera, ¿de Christa? ¿De Ymir?, no, no, ¿no me digas que te gusta Mina? Si parece Pocahontas.- Marco suspiró.

-Más cerca Jean.- Sonrió y le miró a los ojos.

-Eh… ¿Mikasa?-Marcos se sorprendió tanto que su rostro lo mostró claramente. Jean volvió a romper en carcajadas.- Más te vale, Mikasa es mía. Ni tuya ni de ese niñato llamado Eren.

-Un momento… ¿Qué has dicho?-Una fuerte presión había comenzado a acumularse en el pecho de Marco.

-Vamos, Marco, se nota que le gusto a Mikasa.-La arrogancia se notaba en su voz.-Y ella esta como un tren.

-Ah…-La sonrisa en su cara no cambió pero sus ojos perdieron ese brillo, tan característico y una gota de sudor corrió por su frente.

-¿Me dices ya quien te gusta?-Le preguntó con las cejas levantadas.

-Mina… Me gusta mina…-Se levantó.-No me encuentro demasiado bien, voy a que me de el aire.

Jean le agarró del brazo.

-Venga no me mientas. Se nota que te gusta Mikasa. Eres débil y al ver que a ella le gusto yo te has acobardado.

Marco sabía que era débil y le molestaba mucho que se lo dijeran. Así que la rabia ganó al miedo y la desaprobación y se giró hasta quedar cara a cara con Jean.

-Jean. Yo. No. Soy. Débil.-Le miró a los ojos.

-Pues dime, ¿De quién estás enamorado?-Jean entrecerró los ojos.

-De ti.-Dijo Marco serio, por primera vez en su vida.

Jean abrió mucho los ojos. No se lo creía.

-Mientes…-Dijo.-Estoy seguro que mientes.

Marco se dio la vuelta. Y se fue, pero no sin antes decir lo que pensaba.

-Jean, no te enfades, pero, eres débil.