Autocontrol
by: Kar-toOn
Advertencia: El contenido de este fanfic es 100% de temática sexual, incluye algunas pocas palabras altisonantes. Si eres mayor de edad como yo, ignora esto y... ¡qué viva la vida!
Disclaimer: CDM no me pertenece, si así fuera, habría dejado a Lysandro en el juego actual. Es más, ya se habría casado con mi Sucrette y tendrían tres hijos, todos ellos victorianos... Pero ni modos, la vida no es tan agradable con las personas que sufren.
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- A veces me sorprende que, habiendo escrito tantas canciones y poemas eróticos, puedas contenerte teniendo novia.
- Me considero bueno en eso del autocontrol.
- … ya. Llevan más de medio año juntos, tú no eres de piedra.
- Repito: autocontrol.
- ¿Lynn no te provoca nada?
- Lynn me provoca todo, ella está en la mayoría de mis textos.
- ¿Entonces?
-Entonces nada.
- Mira Lysandro, sé que no debería meterme en tus asuntos, pero eres como mi hermano y me preocupo por ti.
- ¿Por mí? Yo estoy bien.
- Por ti, por tu relación con esa chica y tu perpetua virginidad.
- Te lo agradezco, pero ¿acaso ser casto es malo?
- No, es sólo que… tsk, bueno, nada.
- ¿Qué pasa?
- Nada, de verdad.
- Te conozco, no es nada.
- Bien, siempre he pensado que los hombres tenemos esas "necesidades" ya sabes, tener sexo.
- Sí, es normal.
- Bueno, las mujeres también las tienen. Hay parejas que no se externan esas "necesidades" por temor a lo que el otro piense.
- Es entendible, tener relaciones sexuales significa dar un gran paso.
- Lo sé, pero cuando la pareja no sabe de eso, podría afectar a la relación, haciendo que uno de los dos decida comer en otro lado.
- Explícate.
- Bueno, puede que tú aún no quieras dar el paso por temor a lo que piense Lynn, pero tal vez ella sienta lo mismo que tú.
- Es probable, aunque no creo que sea lo indicado por ahora. Hay tiempo para todo.
- Está bien. Sólo no quiero que te vean la cara, si ella busca en otra persona lo que tú no le has querido dar. Tendría que patear culos, y eso no es bonito.
Silencio.
- …
- … ¿Lys?
- Lo siento, me perdí.
- Sí, entiendo. No es que yo tenga mucha experiencia en ese terreno, pero si necesitas algo, sabes en donde estoy.
- Sí, lo sé. Gracias por preocuparte.
- De nada. Por cierto, ya es hora de que hagan pública su relación, la gente ya sospecha que ustedes son cercanos, aunque aún no saben qué tanto.
- Lo haremos, en su momento.
- Ok. Iré al súper, olvidé comprar la comida de Demonio, no olvides cerrar la bodega con llave.
- Sí, hasta mañana.
Fue un jueves en la noche, después de haber concluido un ensayo más con Castiel en donde esa conversación dio inicio a un conflicto mental, a partir de ese momento, el tema le calaba en su cerebro. No la parte de hacer pública su relación, él siempre había pensado que mientras menos supiera la gente, menos se meterían en su noviazgo, al peliblanco le gustaba que su relación fuera sólo de ellos, algo íntimo. El problema es, que de la conversación con Castiel, le incomodaba el otro asunto.
Él no dudaba de Lynn ni de la confianza que se tenían, pero la duda le carcomía: ¿ella desearía hacerlo tanto como él?, sí era así, ¿por qué no se lo había dicho?, ¿por qué jamás habían hablado de su sexualidad como pareja? Lysandro siempre se jactaba de la confianza, comunicación y madurez en la que se sostenía su relación, pero luego de esa conversación, entendió que tal vez hacía falta abarcar otro punto. Tal vez él no se había ganado la confianza de Lynn y por eso nunca habían platicado sobre eso. Fuera lo que fuera, no podía quitarse el tema sexual de la cabeza. Esa noche, como muchas otras más, dedicó parte de sus horas en pensar en su novia y en cómo le encantaría satisfacerla.
El viernes por la mañana se despertó temprano, incluso antes de que sonara su despertador, al levantarse de la cama, se dio cuenta de que no sólo él se había despertado, sus bóxers formaban una enorme carpa de circo, algo nada victoriano a primera hora del día, por lo que optó por darse una ducha fría y alejar todo pensamiento relacionado con su conflicto mental sexual, tal vez eso podría calmarlo.
Horas más tarde, Lysandro se encontraba sentado en una silla dentro del aula, esperando con impaciencia que iniciara su clase de Historia. Y no, no es que Historia fuera una de sus asignaturas favoritas, es sólo que justamente ese día, su novia había decidido asistir al instituto con una ligera chaqueta negra, un pantalón de mezclilla entallado y unas botas cortas, pero lo que acaparaba toda la atención era la blusa escotada en forma de V, una que resaltaba sus generosos atributos y que, lamentablemente, no parecía desapercibido ante la vista de los chicos.
Vio todo en cámara lenta: cuando Lynn entro al aula, Nathaniel y Armin, quienes platicaban amenamente, detuvieron su conversación y la miraron. Miraron el escote de su novia, Nathaniel tragó saliva, Armin cerró la boca luego de cinco segundos. Kentin, quien discutía con Alexy acerca de su vestimenta militar, enmudeció al acto y se puso colorado. Incluso Castiel, su fiel amigo, volteó a ver a otro lado disimuladamente, porque también se había detenido una fracción de segundo -por accidente- para ver ese escote.
Lysandro se paralizó en su asiento y al mismo tiempo, quería quitarse el saco, correr hacia Lynn y cubrirla con él, para alejar a todo aquel que se atreviera a desvestirla con la mirada. La joven cruzó la mirada con él y le sonrió, fue en ese momento en el que sintió el dolor de su mandíbula que había mantenido apretada, al igual que sus puños, sin querer. La sonrisa de Lynn lo desarmó. Aflojó todo agarre al ver como ella caminaba hacia su mesa, dedicándole esa hermosa sonrisa que sólo era para él.
- Hola cielo, ¿dormiste bien anoche? Creí verte un poco irritado hasta hace un momento– preguntó la castaña a manera de susurro. Un susurro que a él le sonó muy sensual.
-N-no- respondió él, tartamudeando, por un momento no halló su voz hasta que logró serenarse- Sí dormí bien, no estaba irritado… ¿quieres sentarte conmigo hoy?
- Por supuesto- le dedicó una sonrisa perlada y lentamente se acercó a él para depositarle un suave beso en la mejilla. Por la inclinación de Lynn, la cara de Lysandro estuvo a escasos centímetros de su escote. Su temperatura empezó a subir, su amigo nuevamente recobraba vida.
Lysandro había ideado una forma de calmarse ante situaciones así: citaba nombres de algunos escritores en orden alfabético, ocupar su mente le ayudaba a evitar situaciones riesgosas. Como la que estaba viviendo en ese momento. Lynn se apartó lentamente de él y se sentó a su lado.
"Alighieri, Austen, Brönte, Carrol, Cervantes, Dickens, Flaubert, Hemingway, Kafka…"
- Oye tabla, ¿terminaste la investigación de Farrés?
- Sí, se me acordó en la noche, madrugué haciendo ese trabajo.
- Eres una matada, deberías dejar de juntarte con Nathaniel, te volverás aburrida y sosa como él.
- Castiel, no te dejaré copiar mi trabajo.
- … tampoco te lo estaba pidiendo.
- Sí, claro.
Farrés ya llevaba 40 minutos dando su clase, Lysandro había logrado dominarse y ahora su concentración estaba puesta en la colonización de América. Todo iba bien, hasta que Lynn hizo su siguiente movimiento: delicadamente, se deslizó la chaqueta por sus brazos y la acomodó en el respaldo de su silla. La blusa no sólo tenía un generoso escote, sino que también era de tirantes. Al estar en la última fila, nadie se percató de esto, sólo Lysandro. Castiel había cerrado sus ojos, recostando su cabeza en la pared hace 15 minutos.
Su mirada se posó en el cuello de Lynn, los lunares coquetos que poseía y en el nacimiento de sus bonitos y atractivos pechos. Pechos que sin dudarlo se comería si tuviera la oportunidad. Su mente ya empezaba a volar una vez más. Miró a la castaña que parecía totalmente absorta en la clase, ignorando la excitación que experimentaba su chico en ese momento.
Lysandro tragó en seco, necesitaba liberarse pronto o acabaría por explotar.
"Poe, Sade, Sewell, Shakespeare, Shelley, Sófocles, Swift, Tolstoi, Verne…"
Repitió su lista mental de autores una y otra vez, hasta que el timbre anunció la conclusión de la clase. Se despidió fugazmente de Lynn, quedando con ella a la hora del almuerzo y corrió al baño de hombres. La ventaja de usar ropa victoriana es que, al tener tantas capas de ropa encima, una erección podía disimularse más fácil. Entró en uno de los baños individuales y decidió descargarse manualmente. No podía seguir así, jamás se había masturbado en un lugar público, pero necesitaba hacerlo o estaría empalmado todo el día. Estaba a punto de llegar, pero su actividad fue interrumpida por la voz de Castiel, quien acababa de entrar en los baños.
-Oye, ¿está bien? Te vi muy pálido al salir del aula.
-Sí, todo en orden- exclamó Lysandro con frustración.
- ¿Seguro? Puedo ayudarte si tienes algún prob…
-No creo que puedas (o quieras) hacerlo.
-Ah, joder. Te dejo entonces, al rato- dijo el pelirrojo y salió.
La excitación se había ido gracias a la intromisión de Castiel. Tal vez, podría contenerse un poco más ese día.
Iniciaba la cuarta hora, clase de gimnasia con el profesor Boris. Lysandro se encontraba apartado de sus compañeros, haciendo sus estiramientos en silencio. Castiel llegó a su lado.
- Detesto estas malditas clases, odio correr.
- Por hoy, concuerdo contigo.
- Se me antoja un cigarro.
- Si mal no recuerdo, dijiste que lo dejarías este mes.
- No confíes mucho en tu memoria.
- O tal vez no debería hacerlo en tu palabra.
- ¡Ouch! Eso fue directo a mi corazón. ¿Te ocurre algo? Desde la mañana te noto distante de todos. Incluso de Lynn.
- No me pasa nada.
- Si tú lo dices- dijo el pelirrojo restándole importancia. Pero luego, volvió a lanzar su pedrada- Por cierto, deberías decirle a Lynn que les suelte el dobladillo a sus shorts, o que se compre otros, no es mi novia, pero si lo fuera, a mí sí me molestaría ver que los imbéciles de la clase se la comen con los ojos- terminó mirado disimuladamente por el rabillo del ojo a Lysandro.
El peliblanco lanzo una mirada rápida hacia donde estaba Lynn. En ese momento vio como Kentin la ayudaba a hacer sus estiramientos, en posiciones algo comprometedoras. Lo que antes le parecía una ayuda desinteresada por parte del castaño, ahora lo incomodó, más aún al ver cómo se sonrojaba cada vez que la chica se inclinaba frente a él para tocarse los pies, estirando las piernas y mostrando nuevamente, ese escote que tan mal lo había puesto esa mañana. Kentin sonreía embobado y rojo.
Al pausar sus estiramientos, Nathaniel, se acercó casi corriendo hacia Lynn y le ofreció una botella con agua. Ella la agarró y le dedicó una sonrisa, el rubio le devolvió la sonrisa de forma sugerente mientras le guiñaba un ojo. Lynn, con la destreza que le caracterizaba, abrió la botella, pero al estar mojada, se le resbaló de las manos, logrando atraparla segundos después, pero el daño ya estaba hecho: su blusa deportiva estaba empapada y se le adhería al cuerpo, al ser blanca, dejaba ver claramente el sostén de encaje que llevaba por debajo.
Ámber se burlaba escandalosamente junto a Charlotte y Li. Alexy y Rosalya se levantaron como resorte dispuestos a correr para ayudarla. Armin desde las gradas, había apartado la vista de su consola y ahora la miraba mientras se mordía los labios. Nathaniel y Kentin no le quitaban los ojos de encima, incluso pudo ver como el delegado se había ofrecido para ayudar a secarla.
Castiel sonrió internamente al observar como el peliblanco observaba la escena: había detenido su actividad anterior, sus músculos estaban tensos y su mirada se había endurecido al ver toda la escena. Acto seguido, Lysandro caminó firme hacia ella, tomándola delicadamente de la mano y llevándosela consigo hacia los vestidores, ante la mirada sorprendida de quienes la rodeaban.
"Parece que alguien ya entendió, que no sólo él desea a su novia. Ya era hora de que dejara de ser tan victoriano", pensó el pelirrojo sonriendo satisfecho. Su trabajo había terminado – miró a su alrededor, algunos cuchicheaban entre sí, señalando los vestidores- … por el momento.
Todos estaban en el gimnasio, así que los vestidores estaban vacíos, Lysandro se adentró a ellos con Lynn siguiéndole por detrás, cerró la puerta y con decisión, tomó la cara de la castaña para luego darle un beso desesperado, arrinconándola contra la pared. Eran contadas las ocasiones en las que el peliblanco se dejaba llevar por sus impulsos, esta era una de ellas, no podía detenerse, deseaba tanto hacerla suya y necesitaba que Lynn supiera que ella era dueña de él.
Lynn, quien inicialmente estaba ojiplática ante la determinación de su novio, se dejó llevar, acarició la amplia espalda del chico con una mano y con la otra, tomaba sus blancos cabellos para seguir ahondando en aquel caluroso beso. Lysandro ya tenía una mano levantando la pierna de la castaña, dispuesto a levantar la otra para enredar ambas a su cintura, cuando se obligó a razonar por unos segundos: Estaban en los vestidores del instituto. Algunos de sus compañeros lo habían visto entrar con Lynn. No tenían protección. Sería su primera vez juntos de esa manera.
No podía ofrecerle una experiencia así a su chica, menos sin haber hablado con ella. Pero el deseo lo consumía, ella ahora le clavaba las uñas debajo de la playera deportiva, sin dejar de besarlo con apremio. Si continuaban así, el poco autocontrol que aún mantenía, se iría al carajo.
Con dolor y frustración, decidió apartarse de ella. Lynn lo observó sorprendida.
- Lo siento, no puedo continuar con esto.
- ¿Por qué?, ¿acaso hice algo mal? – preguntó Lynn. Sus mejillas estaban enrojecidas, sus ojos cristalizados. Esa imagen lo mató.
- Por supuesto que no- se apresuró a responder tomándola de las manos. Es sólo qué… ¿tú estás…?
- Completamente- sonrió la castaña, acercándose nuevamente a él. Lysandro dio un paso hacia atrás. Ella se detuvo.
- Yo también lo estoy, pero si continuamos, no podré contenerme más. Este no es el lugar adecuado. No para algo tan importante para mí.
Lynn sonrió enternecida, por esa y muchas razones más, amaba con locura a su caballero victoriano, él nunca haría algo que la expusiera, siempre pensaba en lo mejor para ella. Pero sentía algo por dentro, deseaba sentirlo, ella ansiaba desde hacía mucho poder compartir algo tan íntimo con su novio.
- Lysandro, no me importa si es en una lujosa habitación o el vestidor de un instituto, para mí eres el indicado, hace mucho que quiero esto y lo quiero contigo, te necesito, por favor.
Esas cuatro últimas palabras fueron el código que desbloqueó todo límite que Lysandro se había puesto. Su mente se nubló y alejó toda idea que fuera contraria a lo que su deseo le pedía. Nuevamente arrinconó a Lynn, apoyándola contra la pared sin dejar de besarla con amor y pasión. Sujetó las torneadas y largas piernas de su chica, para luego enredarlas a su cintura.
Lynn se apartó para retirarle la playera, aventándola en el piso. Lysandro acarició los pechos de su novia, dejó sus labios, se instaló en el cuello, mordiendo, lamiendo y arrancándole gemidos ahogados a la castaña, quien clavaba sus uñas en la espalda del joven, pero pronto, sus gemidos fueron más audibles al sentir como el miembro de su amado novio, hacía acto de presencia. Completamente erecto, chocaba contra su vientre, lo sentía caliente, duro y, como hechizada por ese descubrimiento, retiró una de sus manos que antes se aferraba a la ancha espalda, y la posicionó en el miembro, aún cubierto por las telas.
Lysandro detuvo al instante las embestidas que estaba dando, gruñó por lo bajo y se mordió el labio inferior al momento en el que pegaba su frente con la de la castaña. Cerró los ojos y se concentró en el masaje que su novia le regalaba. Lynn, que al principio se encontraba dudosa al no saber si lo que hacía estaba bien, luego de ver el efecto que tenía sobre su novio, la seguridad se adueñó nuevamente de ella. Tomando con firmeza el miembro de su novio, siguió masajeando con más intensidad.
Lysandro seguía quieto, Lynn lo estaba volviendo loco, si no la detenía, lo haría correrse, y aunque la idea no le molestaba, deseaba que ambos lo hicieran juntos. Apartó con dulzura la mano de Lynn, desenredó las piernas de la chica de su cintura. Lynn no podía adivinar los movimientos de su novio, los ojos bicolores estaban cubiertos con su largo flequillo. Por unos segundos temió que el peliblanco se arrepintiera de lo que hacían, hasta que, sin dejarle ver sus ojos, la besó nuevamente mientras le ayudaba a retirarse la blusa mojada. Los besos bajaron lentamente por su cuello, posicionándose en sus pechos. El joven los besó sobre la tela y lamió la piel alrededor del sostén, Lynn gemía cada vez más, la lengua juguetona del chico causaba estragos en ella. Con ambas manos acercaba al victoriano invitándolo a no huir de aquel lugar. Lysandro situó su lengua en la orilla de la copa del sostén, iniciando un húmedo recorrido hacia uno de sus pezones.
Lynn estaba a punto de perder la cabeza cuando ambos se detuvieron al escuchar la alarma de incendios. Ahí fueron conscientes del ruido exterior de los estudiantes que caminaban deprisa fuera del recinto. Ambos se detuvieron.
- Oigan tórtolos- llamó una voz fuera de los vestidores- lamento interrumpirlos, pero necesitan salir de ahí antes de que la vieja loca los vea.
Era Castiel.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Lysandro.
- Oh nada, tal vez algún loco de buena voluntad decidió bajar la alarma de incendios- explicó el pelirrojo con un falso tono de inocencia- No lo sabemos. En fin, los espero afuera- dicho esto, se retiró del lugar.
Con frustración contenida, la pareja se vistió y corrieron hacia la salida.
Todos estaban en el patio hablando al mismo tiempo, nadie notó que llegaron juntos. Tampoco notaron que Lysandro estaba completamente sonrojado, o que la blusa de Lynn estaba al revés. Nadie, sólo Castiel que los miraba con una sonrisa de lado, apoyado en el viejo árbol. "Sí claro, autocontrol mis bolas".
Notas de la autora:
¡Hola, hola, hooolaaa! Después de tanto tiempo sin escribir, regreso con este humilde one-shot, nada más y nada menos que del juego otome Corazón de Melón. Para quienes hayan jugado, sabrán acerca de Lysandro, el victoriano escritor de textos sexies, caballeroso como si del Sr. Darcy se tratara. Bien, este chico es mi favorito dentro del juego, es una lástima que, en su nuevo juego, hayan decidido sacarlo luego de haber pasado 36 episodios enamorándolo. Pero bien, basta de lágrimas, hora de seguir.
El one-shot es ambientado en los años de instituto, luego de que Sucrette (a quien aquí la menciono como Lynn) y su chico (en este caso Lys), se hicieran pareja. Hace mucho que terminé de jugar CDM, sin embargo, puedo recordar que en los capítulos previos al 40, la temperatura entre ambos había aumentado de manera notoria. Por lo que decidí escribir esto, que bien podría situarse poco antes de su primera vez juntos.
Respecto a los personajes, los he… ¿modificado un poco? Tal vez, Lysandro es aún más distraído al grado de no darse cuenta de que otros chavales quieren pedalear su bicicleta. Castiel es un poco más… ¿entrometido? No lo sé, yo siempre he pensado que Lysandro y Castiel, a pesar de ser introvertidos, entre ellos eran íntimos, en el sentido de que, se apoyaban, se cuidaban la espalda y hablaban abiertamente de sus cosas, digo, eran mejores amigos.
Como sea, espero les guste la historia, y según el éxito o no de la misma, consideraré darle o no un seguimiento, a lo mucho sería un capítulo más en donde se detalle cómo fue la primera vez de Lynn y Lysandro. También tengo la idea de hacer one-shots con los otros chicos, pero bueno, primero debo saber si este te gustó jaja
¡Hasta la próxima y gracias por leer! :)
Kart-oOn
