Digamos que; soy despistada. Justo ahora tengo un arma en la cabeza, mientras un chico frente a mi, con delineador negro en los ojos espera mi respuesta.
"¿Qué haces aquí?".
Sólo quería llegar al colegio, pero el GPS de mi celular es medio malicioso y he interrumpido en una discusión de pandillas. Me han confundido con el enemigo y, ahora estoy aquí; con los ojos llenos de angustia y el peligro de morir relativamente joven. Bien hecho celular, gracias.
—La pobre está como un cachorro sin salida —masculló un tipo detrás de mí, apretando más el arma a mi cráneo.
El chico frente a mí levantó una comisura de su labio y sus ojos rasgados se pusieron risueños. ¡Ay madre mía! Si fueses un chico normal estaría loca por ti. Mi pequeña mochila naranja me fue arrebatada, la puso boca abajo y con una mano quitó el broche, pronto mis cosas cayeron al suelo. Simples útiles escolares regados por el suelo. Las hizo a un lado con sus botas de cuero de manera muy egocéntrica. Miró al chico de mi espalda y negó con la cabeza con los piercings de las orejas tintinear.
Sentí el frió metal del arma abandonarme, y como consecuencia al chico del delineador dejarme ahí, recogiendo mis cosas. No volveré a confiar en un maldito GPS.
Acomodé mi blusa y sacudí mi pesquero. La calculadora había sobrevivido a la caída, y me sentí más tranquila. Salí del callejón por donde había entrado y me demoré bastante en llegar al colegio; me fui por la antigua, preguntar a la gente de ahí por direcciones.
—¡Señorita! —masculló un profesor que me vió saltar la puerta y evadir a seguridad— venga en este instante aquí —señaló con su dedo.
Me acerqué a él maldiciendo y caminando entre refunfuños.
—Esta no es hora de llegar.
—¡Déjeme explicarle! Me perdí por culpa del GPS de mi celular y me adentré a un callejón, unas personas me asaltaron. Por favor créame.
—Esa es la historia mas estúpida que puede decir, está castigada. —me tomó del brazo de manera fuerte mientras yo gemía de dolor y enojo.
Me llevó a rectoría y me hizo ponerme con los brazos al aire a modo de castigo. El hombre llevaba una regla de madera en su mano y no me quitaba la vista esperando darme con ella a cualquier error.
—Ya van cinco reportes Jong Up, compórtate como un adulto —se escuchó desde la oficina, y después una puerta cerrarse.
Mis ojos se abrieron como platos cuando el chico de cabello azul y ojos delineados de la mañana estaba posado frente a mí con la pose de un narcisista y la mirada gélidas.
—¡Tú! —grité y lo señalé— fue él, él hizo que llegara tarde.
El profesor no escuchó razones, me dio fuerte con la regla en los brazos.
—¡Ay!
Lo miré con un puchero de rabia y volví al castigo. En ese momento el chico tenía los ojos de sorpresa y lo acompañaba un chico de cabello rojo cereza, se habían tapado la boca para no reírse y después pasaron de largo mientras me los comía con la mirada.
Supongo que me tocaba a mi entrar a la dirección, abrí la puerta y me asomé despacito.
—Buenos días…
—Pasa, es tu primer día y ya causas problemas.
—Yo no soy así, fue un accidente —contesté sentándome frente a su escritorio.
—Bien, espero que sea la única y ultima vez, no tolerare vandalismo en mi escuela.
¿Vandalismo? Debió entender mi cara de desconcierto, porque continuó.
—Usted y el joven Moon, en callejones haciendo estupideces de vandalismo.
—Espere ¡¿Qué?!
—No grite o no dejaré pasar esta grosería. Retírese ahora mismo.
Me contuve. No lo podía creer, ese tipo había hablado de mi en mi contra. Pero ¿cómo lo supo? ¿Como supo que vendría aquí? Ahora si no iba a dejar pasar esto, ignoré al profesor que me había castigado y seguí caminando hasta mi salón de clases. Viendo el nombre de los pasillos y de las salas pude llegar. Abrí la puerta de un tirón y entré con una cara de fiera.
Ah, la mirada de todos estaba en mi y volví a la realidad.
—S… soy la nueva alumna.
—Si, siéntese en aquel pupitre.
Asentí y corrí hacia él sin poder ignorar los murmullos que se alzaron. La clase prosiguió como si nada y cuando sonó el timbre una nota voló a mi libreta. Voltee buscando al susodicho pero ya todos se habían ido.
"Tan rápido y colándote en pantalones peligrosos, no, no. Ten cuidado, te romperá el corazón".
¡Que cliché! Nada original ese hombre. Revoltoso, sarcástico, infantil y rompecorazones. ¿Qué pasó? ¿Me perdí en alguna novela de wattpad? Espero que pandillas extrañas y drogas de moda no acompañen mi pacífico modo de vivir por culpa de un incidente así. ¡Y tenía un arma el cabrón! Vaya tipo. Salí del salón y sentí un brazo rodearme.
—Leíste mi nota —no supe si preguntó o lo dijo, pero mascaba un chicle con la boca abierta y queria cerrarsela de un puñetazo.
—La típica amiga extrovertida —murmullé.
—Y tú la aburrida y despistada.
Eso dolió, pero yo no era aburrida. Me reí un poco y ella también. Llevaba una coleta esponjada y rubia artificial y un bronceado precioso. Edma, la chica de estilo gal de la escuela, con ropa de estampado de piel de animales y un maquillaje perfecto. Me hizo dar vueltas por el pasillo hasta el comedor. Tomé gelatina, leche sabor vainilla y un sandwich. Edma fue mas especial, revisó cada empaque y sus calorías, yo no necesitaba eso, es decir, no era delgada ni torneada, pero no iba a rechazar un sandwich de mayonesa y salchicha asada. Así de simple. Nos sentamos en una mesa próxima con chicos al lado.
—¿Aquí no hay mesas para cada tipo de gente?
—No, no somos tan cliché como piensas. Ésta escuela es como una hermandad.
—Bien, me gusta. No encontraré enemigos.
—Bueno, si hay ciertos rebeldes al sistema. Tu sabes, los que no acatan las reglas.
—Eso quiere decir…
—Si, ya te ganaste enemigas.
¡Maldición! Estúpido chico de cabello azul.
