Capitulo 1
Annabeth seguía dando vueltas a los cereales con la cuchara con la cabeza apoyada en la palma de la mano. Su casa parecía de locos, con los gemelos corriendo por toda la casa en calzoncillos mientras sus padres los perseguían con los pantalones de la mano. Tenían doce años, pero eso no les quitaba hacer las estúpidas bromas que no tenían gracia. Annabeth suspiro sus hermanos eran unos idiotas pero los quería con todo su ser. Ignorando a todo su alrededor se dispuso a terminar de desayunar. Estaba tan concentrada que se sobresalto al escuchar el sonido del móvil. Era un menaje de Thalia.
Thals:
Mueve tu culo aquí ahora mismo. No aguanto más a mis padres. Me voy a morir. SOS.
Annabeth se tuvo que reír. Thalia era así de melodramática, al igual que su padre. Le contesto con un rápido mensaje que ponía enseguida voy.
-¡Mama me voy!-dijo Annabeth levantándose del taburate. Recogió la bandolera que estaba tirada a sus pies y se la puso al hombre. Soltó un gemido por el peso de la bolsa. Estúpidos libros pensó la chica con frustración. Salió de la cocina para dirigirse a la entrada de su casa, donde había un espejo colgado así que aprovecho para comprobar cómo iba vestida. Pelo rubio suelto. Ojos delineados. Una camiseta gris que se deslizaba por mis hombros. Pantalones de mezclilla negros y una convers grises. Perfecta. -¡Adiós!
-Adiós cariño –dijo Frederick, el padre de Annabeth. Su madre Atenea estaba bastante ocupada persiguiendo a sus hermanos, así que no se entero de la salida de su hija. Annabeth sonrió negando con la cabeza mientras cerraba la puerta. Bonita estampa familiar pensó.
Bajo las escaleras que tenía en el porche. Cruzo el caminito de piedra que la llevaba hasta la puerta de metal que llegaba a la calle. Cerró la puerta y se dio la vuelta para ver a su coche. Un mini Cooper gris. Amaba su coche, se lo regalaron cuando cumplió quince años.
-¡Joder! –dijo una voz grave al lado de Annabeth –maldito cacharro –murmuro la misma voz.
Annabeth se acerco a ver qué pasaba, ya que el matorral que separaba las casas no la dejaba ver. Sonrió a lo que veía. Su vecinito molesto, no había cosa mas que la alegrarla que verle molesto.
-Vaya Jackson, no sabía que conocieras el concepto ´´madrugar´´ -se burlo la rubia.
-Cierra la boca Chase –dijo Percy en un tono brusco sin mirarla –no estoy para tus mierdas.
-¡Oh! Tus palabras me hacen daño –dijo Annabeth poniéndose las manos en el pecho en signo de dolor –y ahora me pondré a llorar –dijo haciendo pucheros.
-Mira no estoy para tus gilipolleces ¿vale?, mi moto se acaba de joder y no est… -paro de hablar mientras recorría con la mirada a Annabeth de arriba abajo –sexy… -murmuro mientras pasaba la lengua por sus finos y sensuales labios.
La rubia enarco una ceja. Percy Jackson era el típico chico malo. Pelo negro, ojos verdes, con un poco de barba (vamos que guapo de cara) con buen cuerpo y siempre vestido con las camisetas ajustados haciendo que se notaran sus bien definidos músculos con una chaqueta de cuero, unos pantalones de mezclilla y unas vans.
-Imbécil –le dijo Annabeth con desdén. Percy se levanto haciendo chascar sus rodillas. Era mucho más alto que ella por lo menos unos diez centímetros. Sonrió y se acerco a ella. La rubia extendió el brazo haciendo que el pecho de él y su mano chocaran. -¿Qué vas hacer?
-Tranquila –dijo el ojiverde agarrándola de la mano que tenía en su pecho y con el pulgar de su mano derecha le hacía círculos. Con la mano libre que le sobraba se la acerco a la cara y le metió un mechón rubio que sobraba detrás de la oreja –ya esta rubia. Por cierto tienes unos ojos grises preciosos…son como una tempestad ¿sabes?
Annabeth se sorprendió y ruborizo pero enseguida se recompuso, levanto la barbilla para hacer contacto con esos ojos verdes que se parecían tanto al océano que te podrías perder con toda la facilidad del mundo.
-Oh…mira se puso roja, que mona ella –dijo Percy encogiéndose de hombros y con su mano dándole un pequeño toque en la nariz.
La rubia se arrugó la nariz y se la froto con suavidad. Entrecerrando los ojos hacia él le dijo:
-No te creas tan especial, muchos chicos me lo han dicho eso y que podría conseguir lo que quisiera con ellos. Solo con un pestañear les tendría rendidos a mis pies –después de decir eso sonrió sulcemente.
Annabeth creyó haber visto como el cuerpo entero de Percy se tensaba y apretaba la mandibula.
-¿Así? Pue.. –el móvil de Annabeth le interrumpió. Abrió el bolso y miro que era otro mensaje de Thalia. Decía:
Thals:
¡¿DÓNDE ESTÁS?! TRAE TU TRASERO AQUÍ PERO ¡YA!
Annabeth suspiro y se dirigió a Percy con una mueca de tristeza falsa.
-Lo siento Jackson, pero tu prima solicita de mis servicios –dijo todo esto pasándole un dedo por el pecho –pero bueno, hasta luego… o mejor nunca –le dijo sonriendo.
-Oye una pregunta –dijo el pelinegro juntando las manos bajo la barbilla y estirando los dedos para pegarlos delante de sus labios. Annabeth se quedo ahí parada esperando la pregunta. –Solo das servicios o también los compartes –al final de la frase su cara rompió en una sonrisa pícara.
-¡Dios! Qué asco das –dijo la rubia elevando la voz. Percy estallo en carcajadas y Annabeth se fue al coche refunfuñando lo idiota que era Percy Jackson.
-Nena no lo evites, sabes que deseas este cuerpo no lo niegues, afróntalo será más fácil –dijo el ojiverde con una sonrisa que podía a ver cegado al mismísimo sol.
-¡Que te den! –dijo Annabeth llegando al coche. Cogió el mando del coche, dio al botón y al instante sonó la alarma para saber que estaba abierto.
Percy se quedo quieto donde estaba, mirando cómo se alejaba. Antes de que abriese la puerta le dijo:
-Por cierto Chase. Precioso culo –le dijo sonriendo –Ahí todo durito y bien puesto –dijo mordiéndose el labio.
-Se hace lo que se puede, los chicos los quieres así y yo se lo doy. Así de simple. –le dijo Annabeth guiñándole el ojo y metiéndose en el coche. Una vez en el coche, arranco y se fue en dirección a la casa de Thalia.
Bueno esta es mi nueva historia y los personajes pertenecen a Rick Riordan y comenten si les gusta un beso y nos leemos ;))
