Reencuentro
Había terminado el verano, para el desencanto de algunos y la alegría de otros.
Esos algunos se ceñían al estereotipo de Odd Della Robbia, un curioso muchacho de unos quince años que tenía la inusual costumbre de llevar el pelo excesivamente engominado y vestirse como la capa de un circo. Por no hablar de su admirable capacidad de engullir tres bandejas de comida y tener espacio para una cuarta.
Odd había pasado un verano fantástico en Sicilia, en compañía de dos encantadoras gemelas, así que no era de extrañar que acogiera el comienzo de las clases con tan poca alegría.
El chico esperaba, junto a sus maletas, la llegada de Ulrich Stern, su mejor amigo, que como siempre, tardaba demasiado.
Ulrich miraba distraídamente por la ventana del coche, ajeno a la conversación que sus padres intentaban mantener con él. Siempre la misma historia, no estaban orgullosos de su hijo, sobretodo su padre, que lo tachaba de desastre.
El chico de pelo castaño y ojos pardos suspiró y subió el volumen de su Ipod.
Se alegraba de regresar a Kadic.
Ulrich no había pasado el mejor verano de su vida precisamente.
Había vuelto a Alemania, su país natal, para reencontrarse con su familia y eso también significaba ver a su padre todos los días.
Si hubiera estado todo el verano con sus primos, jugando al fútbol, quizás no lo habría pasado tan mal, pero sus notas no habían sido buenas así que se había ganado más clases particulares.
En ese momento el coche paraba delante de la puerta de Kadic, y Ulrich se quitó los cascos. Abrió la puerta, cogió sus maletas y se despidió de sus padres con la mano.
Caminó hasta el chico rubio que lo esperaba con una sonrisa en la boca, pero, incluso de espaladas pudo notar la dura mirada de su padre.
Ulrich realmente se alegraba de volver a Kadic.
Tras saludar a Odd, vio como una chica se les acercaba. Ella era una de las razones por las que también se alegraba de volver a Kadic.
Yumi Ishiyama caminaba hacia sus amigos, ignorante a las miradas que recibía de sus demás compañeros. La chica era una auténtica venus oriental, que había seducido con solo una mirada, a la mayoría de los chicos de Kadic.
La joven japonesa se había pasado todo el verano en su tierra natal, de fiesta por las calles de Tokio.
Corría ya, increíblemente, el rumor de un posible novio, con el que salía en todas las fotos de sus redes sociales a lo largo de esos tres meses.
Yumi saludó a sus amigos con entusiasmo, sin notar unas cuantas miradas furtivas por parte de ellos, buscando en su comportamiento algo que demostrase que realmente salía con alguien. Ninguno de los dos notó nada anormal.
William Dumbar, un norteamericano impulsivo, colado hasta los huesos por Yumi saludó al grupito con notable mal humor, él también había oído los rumores. La chica, ajena a todo, atribuyó su enfado a que había repetido curso así que se mostró comprensiva con él. William pronto olvido la existencia de aquel posible novio y se dedicó a impresionar a la chica, como en sus viejos tiempos para el fastidio de Ulrich.
Un enorme todoterreno paró entonces, frente a la puerta del edificio, y de él bajaron Aelita Stones y su novio Jeremie Belpois.
Los dos se despidieron del padre de este con la mano, luego llegaron justo a sus amigos.
La feliz pareja se había pasado un verano sencillamente maravilloso en Toulouse, junto a la familia de Jeremie, que había aceptado a Aelita como un miembro más.
Así pues, entre vacaciones apacibles, rollos de verano, novios misteriosos y problemas de matemáticas, todos parecían haberse olvidado del superordenador que habían encontrado un día en la fábrica abandonada y que albergaba un mundo virtual, Lyoko.
En el que vivía, antes de ser materializada por Jeremie, Aelita portadora de la llave de Lyoko, hija de Fran Hopper, creador de este paraíso virtual y de su mayor enemigo, XANA.
El mortal y terrible XANA que activaba torres y causaba catástrofes en el mundo real.
XANA que parecía obsesionado en Aelita, a la que implantó un virus para que no pudieran apagar el superordenador sin matarla.
XANA, que tras conseguir la llave de Lyoko y escapar de él, había creado las Replikas.
XANA, que había poseído a William cuando este se unió a los guerreros Lyoko.
XANA, que tras mucho trabajo y esfuerzo, había sido destruido.
Tras apagar el superordenador, los cinco amigos parecían haberse olvidado durante esas vacaciones, de todo lo que había albergado, ajenos a que, alguien los asechaba en la sombra, dispuesto a hacérselo recordar.
