Capitulo I
"¡Mamá!"
El prolongado y casi nervioso llamado hizo que Mary se levantara de su lugar en el sofá. Por primera vez en días, había encontrado el tiempo para leer. Había terminado tres palabras completas cuando Joe comenzó a gritar, ella tuvo que recordarse a si misma que amaba a su familia.
Y mucho.
Después se puso de pie dirigiéndose al patio trasero, frotándose la espalda atreves de su blusa. Su patio que era bastante amplio, estaba cercado y una hilera de arboles lo rodeaba por un costado. Los otros límites eran marcados por su jardín en un extremo y lodo en el otro. Nada de lo que hacia servía para deshacerse del fango.
"¿Qué pasa?"
"Hay un cuerpo en el jardín," dijo Joe, mirándola con sus grandes ojos azules preocupados.
"Por supuesto que si," murmuro, abriendo la puerta que daba al patio. Tenia dos niñas y tres niños, todos entre las edades de dieciséis y cuatro años, y a esas alturas ya nada la tomaba por sorpresa.
Nada.
Ni siquiera el hombre de cabellos obscuros recostado boca abajo en el fango a un lado de la cerca le molestaba. Se dio la vuelta hacia la ventana, donde Joe y su hermana pequeña Lyn estaban de pie, aplastando sus rostros contra el cristal. Ella apunto hacia los niños y les hizo una señal para que se fueran. El rostro de Joe desapareció para luego regresar por uno de los costados de la casa un momento después.
"¿Mamá?"
"Ve por Mike," le dijo, "también por Papá. Y dile a Lyn que deje de lamer la ventana." Su hija menor, de cuatro años, presionaba su boca abierta contra el cristal paseando su lengua por toda la superficie transparente.
Pasando sus manos por sus cabellos rubios, que tenian el infortunado habito de convertirse en una maraña de rizos cada que la humedad decidía subir un poco, Mary lo peino en algo parecido a una coleta y espero por su esposo y su hijo mayor.
Mike salió de la casa cinco minutos después, con sus pies descalzos golpeando las lozas, parecía como si recién hubiera salido de la cama. No seria poco común. "Lleva tu trasero de regreso a la casa y ponte unos zapatos," le dijo, y el chico se dio la vuelta con una expresión que bien podría compararse con la de un mártir.
Bob salió justo detrás del, era un hombre delgado que media poco más de 1.80, con anteojos delicados que resbalaban sobre su nariz. El y Mike eran de estatura similar, pero el chico era una masa de músculos, ejercitado para ser un jugador de futbol americano mientras que Bob parecía poder ser arrastrado por cualquier corriente de viento. "Hay un hombre en tu lodo."
"Tu lodo," Mary le corrigió. "dijiste que cortarías las ramas de esos arboles para que esta parte del jardín tuviera mas sol y así se secara."
Bob suspiro. "Ya hemos hablado de esto, Mary. El árbol esta en el jardín de los vecinos, y no puedo cortar nada sin su autorización."
"¡Pero nadie vive ahí!" exclamo. La casa era propiedad de una compañía extranjera, y era rentada a los empleados. Aunque permanecía vacía desde hace casi cuatro años.
"Mary-"
Mike se abrió camino fuera de la casa, usando sus zapatillas deportivas sucias. Los labios de Mary se tensaron en una fina línea. Probablemente había salido de su desordenada habitación, hacia la sala familiar, pasando por la cocina, y saliendo al jardín con esos zapatos. Sus alfombras estarían asquerosas. Sin embrago, Mike se detuvo en seco cuando miro el cuerpo en el jardín. "¿Por que hay un tipo muerto en el lodo de Mamá?"
Mary dejo salir un suspiro. "No esta muerto. Solo ayúdame a levantarlo y llevarlo adentro."
Les tomo alrededor de quince minutos pasar al hombre del fango a la casa, subir las escaleras, y dejarlo en la habitación de invitados. Lyn y Joe observaron el proceso con los ojos muy abiertos, mientras Mike paseaba sus sucios pies de un lado a otro en la alfombra blanca del segundo piso. Cuando tuvieron al hombre cubierto de lodo en la habitación, Mary se dio cuenta que había un fallo en la planeación. No había forma, definitivamente no había forma, de que ella dejara un cuerpo sucio sobre esa cama.
"¡Anna!" grito, dedicándoles a Mike y Bob una mirada severa que decía, muy claramente, si dejan caer a ese hombre, los matare. "¡Jack!"
Jack contesto primero, probablemente porque Anna estaba pegada a su iPod y echando raíces con su teléfono en mano. "¿Quien es el tipo muerto?" fueron las primeras palabras que salieron de su boca.
Mary decidió ignorarlo. "Jack, ve al armario que esta en el pasillo y trae una de las mantas para acampar," dijo. El le dio una mirada confundida antes de salir por la puerta. Se escucho un fuerte sonido proveniente del armario, y Mary cerro los ojos, conto hasta diez, recordando una vez más lo mucho que amaba a su familia.
Después de que Jack y Joe extendieran la manta sobre la cama para alivio de Mary, colocaron al hombre inconsciente ahí. Mike desapareció del lugar, lo mas seguro es que regresara a su cueva en el sótano, y sus sospechas fueron confirmadas minutos después cuando se escucharon los sonidos de una batería por toda la casa.
Como si lo hubieran ensayado, Anna apareció en la habitación de invitados, su cabello rubio, rebelde como el de Mary, enmarcaba su rostro como si fuera un halo. "Mamá, dile a Mike que se calle." Demando, mirando las escaleras que iban al primer piso como si quisiera quemarlas con sus ojos. "No puedo estudiar si esta haciendo ese ruido."
"No estas estudiando," Jack dijo. "Estas enviando mensajes a tu novio."
Joe hizo ademanes de besos, poniendo sus manos en sus mejillas, adquiriendo el aspecto de un pez. "Novio, novio," repitió.
Anna hizo un gruñido de indignación y salió de ahí. La puerta de la habitación que compartía con Lyn fue azotada un minuto después. Por supuesto, Lyn siguio a Anna, y ahora ella dio un largo quejido. "¡Mamá! ¡Anna cerro con llave!"
Mary masajeo el puente de su nariz. "Mamá esta ocupada ahora, Lyn," contesto mientras Bob trataba de salir por la puerta. "Oh, no, no iras a ninguna parte. Nos sentaremos y hablaremos de lo que vamos hacer con el hombre inconsciente que esta en la cama."
Inmediatamente, Joe comenzó a gritar, "Los muertos no hablan." Arqueando su dedo para simular un garfio pirata y salió corriendo de la habitación, riendo histéricamente.
Jack fue tras su hermano menor. "¡Piratas!" grito, y Mary se sintió aliviada por el hecho de que los niños pasarían las siguientes cuatro horas viendo Piratas del Caribe en sus diferentes versiones.
Eso dejaba a Bob y Mary solos en la habitación, Ella dio un gran suspiro, se cruzo de brazos, y recargo su cadera contra el antiguo vestidor. "Así que ¿Qué hacemos con el tipo cubierto de lodo en la cama?" pregunto, dejando salir su preocupación ahora que los niños no estaban cerca.
Bob se coloco a su lado pasando un brazo por su cintura. Ella no desperdicio el tiempo y apoyo su cabeza contra su hombro. "Comencemos por preguntarle a la policía si hay algún reporte de personas extraviadas o criminales merodeando al rededor," dijo, siempre la voz del pragmatismo. De vez en vez le sorprendía la manera tan objetiva con la que miraba el mundo, pero ella quería casarse con un académico, y así lo hizo. Bob tenia un doctorado en una complicada clase de matemáticas que parecía mas griego que otra cosa, el era brillante, y ella lo amaba.
Solo que era muy, muy pragmático.
"¿Y después?" pregunto.
Bob le acaricio la mejilla con delicadeza. "Lo mas amable que podemos hacer es darle un lugar donde quedarse hasta que pueda ponerse de pie."
Una pequeña sonrisa se formo en sus labios. Pragmático, pero bondadoso. "Creo que podemos hacerlo," ella estuvo de acuerdo. Despues se separo un poco y le dio un golpe suave. "Ahora ve por algo de tu ropa. Le quitaremos esa…" se detuvo, frunciendo el ceño al ver al hombre en la cama. "Esa armadura de Feria del Renacimiento. Hay que quitársela. Y lavarla."
La armadura resulto ser el más complicado atuendo que ella hubiese tocado nunca. Tenía por lo menos quince capas, gruesas tiras de cuero y metal, hebillas y botones en los más extraños lugares, y para cuando ella y Bob llegaron a la ropa interior, una pequeña capa de sudor cubría sus frentes.
"¿Y que rayos es eso?" pregunto, apuntando a la entrepierna del hombre.
"Un taparrabo," Bob sugirió.
Bastardo pragmático. "Como sea. Ayúdame a vestirlo con tu ropa."
Les tomo otros diez minutos vestirlo de nuevo, y cuando cerraron la puerta detrás de ellos, Mary se acerco a su esposo, con la ropa sucia en sus manos. "¿Crees que es una buena idea?" pregunto en voz baja. Hace treinta años sabia que sus padres no lo hubieran dudado. No pensarían dos veces en recibir a un hombre desconocido y cuidarlo hasta que mejorara. Pero había mucha gente perturbada y desequilibrada en este mundo, y ella tenia una casa llena de niños. "Probablemente no este aquí mucho tiempo."
"¿No creerás que?" comenzó a caminar rumbo a su habitación para cambiarse de blusa. Dejo caer la armadura en una cesta de ropa sucia y la alejo con su pie.
"No." Bob contesto. "Ese es un lindo disfraz. Caro. Probablemente es un entusiasta, así que lo mas seguro es que tenga amigos que se preocupen por el cuando no aparezca."
Mientras Mary se quitaba la blusa, Bob tomo el teléfono de su mesa de noche y comenzó a marcar. Ella frunció el ceño, desapareciendo dentro del vestidor, y la tranquila voz de Bob se escuchaba a través de la puerta entre abierta mientras explicaba la situación al policía que estaba del otro lado de la línea.
Ella suspiro, sacando una blusa del gancho y pasando sus dedos sobe la suave tela. Aun si nadie preguntaba por el, después de unos días, probablemente ellos pudieran enviarlo a casa. Dejarían que se recuperara, tomara sus cosas, y saliera de ahí.
Saliendo del vestidor, le sonrió a Bob mientras el colgaba el teléfono. El atardecer atravesaba la ventana, proyectando una luz dorada en el piso y haciendo visible las pequeñas partículas de polvo que flotaban en el aire. "¿Con quien hablabas?" pregunto, pensando en que debían darles a conocer a los chicos la situación de su invitado.
"¿El teléfono?" Bob pregunto observando el aparato en su mano. "Oh, con nadie. Iba a llamar a Mamá."
Mary le dio una brillante sonrisa. "Por eso me case contigo," dijo, dándole un beso en la mejilla. "Le pediré a Anna que vigile a nuestro huésped hasta que despierte."
No sentía restricciones o preocupaciones por esa decisión. Si debía tenerlas fue algo que nunca le paso por lamente, y tranquilamente instalo a Anna en la habitación de huéspedes.
