Magnetismo Animal


Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto

Advertencias: AU, Lenguaje vulgar, POV.

''~~'' seguido de letra cursiva para identificar los flashback.

NOTA: Anuncio importante al final del capítulo.


Capítulo I


Sakura

—¿Bueno? —contesté el teléfono, luego de debatir brevemente sí debía hacerlo.

Nada… colgué con un poco de molestia.

Nuevamente el teléfono sonando y al contestar nadie del otro lado de la línea. Desde hace unos días empezaron las extrañas llamadas sin sentido, además de esa insoportable sensación de sentirme observada en todo momento. Me parece que estoy siendo paranoica con respecto a aquello que ocurrió una semana atrás, a un pequeño incidente sin relevancia…

''~~''

Abrí mis ojos con pereza, como me ardían; sentía en mi cabeza punzadas de dolor crecientes y tremendamente fuertes, todo mi cuerpo estaba adolorido. Creí que si me levantaba muy rápidamente me desvanecería. Me incorporé con dificultad, mientras que mis enrojecidos ojos trataban de enfocar la habitación, acción que se me dificultaba bastante debido a que todo estaba demasiado borroso. «Concentración, Sakura» me exigí, estirando la mano en busca del vaso con agua que acostumbraba estar en la mesa a un lado de mi cama.

Seguí en mi batalla en contra de la resaca, intentando despertar y levantarme exitosamente hasta que noté un pequeñísimo detalle, esa no era mi cama…

Me encontraba en una habitación totalmente desconocida: paredes pintadas de un blanco cremoso, la cama era amplia con sabanas de color negro y dos mullidas almohadas de plumas de ganso. Una pequeña mesa, con una lámpara sobre sí, se hallaba en el flanco derecho de la cama. La recamara estaba levemente desarreglada, algunos pequeños montones de tela dispersos por el dormitorio, prestando un poco más de atención pude percatarme que se trataba de mi ropa; no pude evitar sonrojarme al tiempo que me cubría con las sábanas.

«¡Maldición! ¿Cuánto bebí anoche?» Me pregunté mentalmente frotándome los ojos con los dedos. No recordaba nada de los sucesos ocurridos la noche anterior…

Salí estrepitosamente de mi discusión mental al notar que al otro lado de la habitación se encontraba un hombre, ¡Vaya hombre! El total desconocido estaba hecho todo un Adonis griego. Su piel era nívea. Llevaba su cabello, color azabache, ligeramente desarreglado. Sus ojos eran oscuros como la noche, de un lindo negro intenso, enmarcados por unas finas cejas del mismo color de sus cabellos. Su nariz era pequeña y respingada, perfecta. Estaba totalmente sumido en sus pensamientos, mirando a través de una ventana y con un cigarrillo, casi terminado, entre sus finos labios.

Tras unos segundos, el desconocido tomó el cigarrillo entre sus largos dedos y le dio una última calada, para luego apagarlo contra el marco de la ventana y arrojarlo por la misma. Finalmente se levantó, convirtiendo el arte de ignorar en un deporte olímpico. Salió de la habitación en total silencio.

A juzgar por la única prenda que llevaba en su cuerpo, un bóxer de color azul marino, y mi ropa esparcida por toda la habitación, pude inferir que pasé la noche con él. ¡Menudo idiota, ni siquiera se tomó un segundo para echarme una mirada!

Joder, acabo de liarme con un total desconocido susurré, con algo de nerviosismo—. Lo peor es que no recuerdo absolutamente nada dejé caer mi cuerpo sobre el colchón y me presioné el rostro contra una almohada.

En este momento agradecí que la embriaguez no hubiese nublado mi buen gusto para los hombres, al menos el sujeto tenía lo suyo, cretino o no, debía admitir que era sumamente atractivo. Por la cantidad de alcohol que había ingerido podría haberme enrollado con cualquiera que se colocara frente a mí. Había bebido tanto que de haber seguido haciéndolo el resto de la noche, en lugar de estar fornicando con un completo extraño, no me hubiese sorprendido el haber caído en un coma etílico. Ese era el precio a pagar por una noche de copas tras una serie de problemas de índole romántica cortesía de mi querido novio, bueno ex-novio.

Tomé mi ropa y comencé a vestirme rápidamente.

Al salir de la habitación, noté que el atractivo desconocido se encontraba sentado frente al mesón de la cocina, bebiendo lo que supuse era café. Se encontraba con los ojos cerrados, totalmente absorto como si pensara en algo de suma importancia, tal y como la cura para el Lupus.

Carraspeé un poco para llamar la atención del hombre frente a mí. Abrió lentamente sus orbes y me miró totalmente inexpresivo, tenía unos ojos realmente penetrantes, de esos que podrían hacer a cualquiera arrodillarse. Los vellos de mis brazos se erizaron al instante tan solo con esa única mirada.

Eh… yo… tartamudeé algo nerviosa. Yo debo irme algo no, excesivamente nerviosa, diría yo. Ese sujeto lograba ponerme bastante tensa, esa sensación no me agradaba en lo absoluto, me hacía sentir como un pequeño animal inofensivo frente a un temible depredador—. Tengo cosas que hacer y no me siento muy bien me excusé—. Muchas gracias por todo… indagaba en los lugares más recónditos de mi mente, pero no encontraba ningún nombre—, amigo.

Sasuke corrigió él, con una sonrisa ladina hablando por primera vez, al menos lo era para mí, que en ese momento poseía recuerdos algo limitados de lo ocurrido en las últimas horas.

Sasuke repetí, algo embobada como si fuese una torpe ave parlante—. Adiós me despedí rápidamente, agitando mi cabeza a los lados, aún me encontraba avergonzada por la situación.

La puerta está abierta articuló de manera impasible.

Me dirigí mecánicamente hacia la puerta, tomé el pomo entre mis dedos y lo apreté con fuerza. «¡Que sujeto tan insoportable! ¿Cómo se puede ser tan idiota? No, idiota yo por liarme con esta clase de tipos» me cuestioné. Cerré con un fuerte portazo.

Estuve momentáneamente desorientada, pero, luego de recibir algunas indicaciones, estuve más consciente de mi ubicación. Tras un breve viaje en transporte público, decidí ir por algo de comer. Paré en una cafetería cercana al departamento en el que vivía y, calmadamente, tomé mi desayuno. Cuando me disponía a salir, me topé con Naruto, tan hablador y algo molesto, como de costumbre.

Tengo resaca —me excusé—. Hablamos luego —puntualicé, pasando de él.

Al llegar a casa, me sentí plenamente aliviada, fue bastante incomodo el tiempo en el que estuve –consiente- en la casa de ese sujeto. No estaba para que me santificaran, pero tampoco era una promiscua de esas dispuestas a un polvo con quien sea en donde sea. Lo que había ocurrido anoche no se repetiría nuevamente, al menos no si me encontraba lúcida. Reí ante mi propio comentario.

Fui a mi habitación, tomé mi toalla y ropa limpia para luego disponerme a ir al cuarto de baño, realmente necesitaba tomar una ducha. Entré al baño, abrí la regadera y, mientras esperaba a que el agua se templara, me deshice de mi ropa para posteriormente, luego de unos minutos, meterme en la ducha.

Sentí como el agua tibia me corría por la espalda y ese solo contacto relajaba mis músculos instantáneamente, me ayudaba a despejar bastante mi agobiada mente. En ese momento traté de evocar lo que había ocurrido con el tal Sasuke.

Estaba totalmente ebria, eso lo sabía, si él estaba en las mismas condiciones que yo, lo desconocía. Evoqué breves momentos en los que vi a ese hombre, por horas, sentado del otro lado de la barra, me pareció atractivo así que decidí acercarme a él y torpemente intenté iniciar una conversación, recordé tener lengua totalmente trabada a causa de los tragos que llevaba encima. Al notar que no me salían las palabras con la fluidez que deseaba, me arrojé sobre él, guindándome a su cuello mientras lo besaba frenéticamente, tal cual una fulana. Lo cual, confiando en mis obnubilados recuerdos, a él no pareció molestarle, ya que me correspondió de la misma manera. Mis amigas estaban lo suficientemente alcoholizadas como para ver ese acto como algo natural, natural y hasta divertido. No se necesitaban de muchos recuerdos, ni de imaginación, para saber que luego de eso debimos habernos dirigido a su departamento, quizás nos desvestimos con ahínco, nos tumbamos sobre la cama y probablemente copulamos como salvajes durante un buen rato. Un buen rato que debió durar hasta que alguno de nosotros, probablemente yo, quedara inconsciente, arruinando la diversión.

Los detalles no los recordaba con exactitud, quizás cuando pasara la enorme resaca que cargaba encima, mi mente sacaría a flote los fragmentos faltantes para terminar de reconstruir los acontecimientos de anoche.

Ahora, ya lúcida, tenía esa sensación de culpa post sexo casual. Cerré mis ojos estrepitosamente, trataba de borrar esas pocas imágenes que quedaban en mi cabeza. Había experimentado aquella lasciva sensación de libertad que en cierto modo había sido de mi agrado. Se trataba de una liberación explosiva que no encajaba con mi personalidad recatada y sensata. Mis actuales problemas personales, sumados a la presión de lidiar con un empleo que succionaba mucho de mi tiempo destinado para la universidad habían sido baches en mi vida, haciéndome flaquear en un momento de fragilidad mental.

Comencé por tomar el jabón, al momento de esparcirlo por mi cuerpo no pude contener la impresión en mi rostro.

¡Maldición! Rugí con enojo, viendo los pequeños pero numerosos moretones que estaban distribuidos de manera desigual por mi cuerpo Este infeliz me marcó como ganado bufé, irritada, al sentir como si aquel hombre fuese un fierro y yo su vulgar vaca. Me froté el cuerpo con frenesí bajo el agua caliente, restregando cada centímetro de piel, tal y como lo haría si estuviera cubierta de una sustancia asquerosa.

Una vez terminé de ducharme y vestirme, procedí a tomar las prendas que había vestido ese día en la mañana -se encontraban vueltas un ovillo en el suelo del baño- para arrojarlas al cesto destinado para la ropa sucia. Al tomar los jeans pude notar algo en uno de los bolsillos, aparentemente un billete arrugado. Introduje mi mano en el bolsillo esperando que la denominación del billete tuviese más de un cero. Mi rostro se tiñó de decepción al ver que solo se trataba de un mísero pedazo de papel arrugado, con un poco de disgusto alisé el trozo de papel leyendo algo que me dejó desconcertada.

''Nos veremos pronto''.

No necesitaba de Sherlock Holmes para averiguar quién había escrito esa absurda nota. Al principio no supe si debía reír, así que preferí ignorar a mi desconocido y narcisista nuevo amigo. Arrugué el pedazo de papel y lo lancé al cesto de la basura. Menudo idiota, si cree que nos veremos porque a él se le antoje simplemente por tener una cara bonita, se necesita más que eso.

''~~''

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~La conciencia humana es soluble en alcohol~


Un saludo, si leen con regularidad esto, notarán una ausencia considerable de capítulos. Resulta que luego de mi reciente (y más grande) desaparición, decidí releer para ponerme al tanto (siendo franca, estaba tan desentendida que necesitaba volver a organizar mis ideas para poder escribir algo coherente en el siguiente capítulo) y noté algunas cosas que no me agradaban, no tanto en la trama, más bien en la narración y tomé la decisión de editarlo para sentirme un poco más conforme.

Requeriré de unos pocos días para terminar de editarlo todo y algunos otros para terminar el capítulo en el que me quedé.

Espero que sea de su agrado.

¿Merezco algún review?

V