LA CONSOLA DE NARUTO
Caminaba por las calles muy contento con su compra recién hecha. Sonreía felizmente mientras cargaba con una caja mediana. Iba muy distraído pensando en que ahora ya no estaría tan aburrido pues ya tenía cómo pasar sus horas de soledad.
Y en verdad, se encontraba tan absorto en sus pensamientos, que no vio como una chica venía en dirección contraria a él y chocó fuertemente con ella, haciéndola caer al suelo. Inmediatamente dejó la caja en el suelo, le ofreció una mano a la joven y por las prisas que tenía de disculparse no se dio cuenta de quién era.
-Lo siento mucho. Venía distraído y no pude verte…
Aceptó el gesto y tomó tímidamente la mano de quién se la ofrecía.
-Naruto kun… No te preocupes
-Hinata. Dijo mirándola fijamente a los ojos. Ella no pudo hacer nada más que apartar la vista.
-¿Por qué ibas tan distraído? Preguntó luego de un rato para romper el silencio.
-Es que… Mira lo que he comprado. –Y levantó nuevamente la caja del suelo, para mostrársela y dedicarle una gran sonrisa.
-¿Una consola? ¿Eso no es para niños? -Preguntó algo extrañada, pues eso fue lo que siempre le dijo Neji cuando ella quiso comprarse una.
-Pues, un poco, pero también hay juegos para nosotros. Además, todavía no somos adultos. No estamos viejos aún. -Hinata le sonrió amablemente
-¿Quieres venir a jugar conmigo?
Se sonrojó un poco pero le contestó pronto.
-Claro
Caminaron lentamente hasta la casa de Naruto mientras mantenían una charla amena y después de diez minutos llegaron.
Entraron y Hinata se sorprendió al ver aquél lugar. No se comparaba en nada con la gran mansión en la que ella vivía: era un apartamento con una sala pequeña, una cocina estrecha, un baño y una habitación al final, pero eso no fue la causa de su sorpresa, sino que se encontraba sumamente desorganizado, con los platos amontonados y sin lavar, la ropa y algunos sobres de ramen instantáneo tirados en el suelo, la mesa cubierta de polvo y la cama sin tender. .
-Naruto ¿Es que acaso nunca limpias? Le preguntó ella a modo de reproche. La poca timidez que ahora tenía con él se fue por el caño cuando vio el estado de la vivienda que habitaba.
-Pues… sí, pero es que estos días no he tenido tiempo. Además, Sakura chan era la que me ayudaba a veces con el aseo, pero desde que es novia de Sasuke teme ya casi no viene. -Dijo tristemente.
-¿Todavía te gusta? Le preguntó con un poco de temor sin dejar que se le notara.
-No, hace tiempo que lo superé. Es que me siento un poco solo. Pero bueno, yo ya sabía que eso sucedería. Ellos se merecen estar juntos y seguro que después se pasan y me visitan. –Respondió tratando de mejorar su semblante.
-Pues vamos a hacer algo: desde ahora yo te vendré a ayudar, pero eso sí, comenzaremos ya, antes de jugar. -Le dijo firmemente y con convicción, pero de manera amable. Naruto le dedicó una gran sonrisa y asintió.
Pusieron música y empezaron con la limpieza. Hinata le daba instrucciones a Naruto y este las ejecutaba hábilmente. Se repartieron la mitad del apartamento: él limpiaba la sala y el baño mientras ella fue la encargada de la cocina y la habitación.
Cuando entró al dormitorio de Naruto, se quedó un rato viendo el portarretrato en el que reposaba la foto del equipo siete: él, con Sasuke, Sakura y Kakashi y se detuvo a pensar en cuánto tiempo llevaba enamorada de su colega y amigo. Le vinieron a la mente muchos recuerdos y suspiró. –Por lo menos ya no tartamudeo cuando le hablo. –Dijo para sí misma y comenzó nuevamente con sus labores.
Después de terminar con el cuarto, se dirigió a la cocina y cuando la dejó limpia, abrió las alacenas para seguir con su trabajo. Iba a ver en qué estado se encontraba y se sorprendió nuevamente al ver que sólo había sobres de ramen instantáneo con una bolsa de cereal casi vacía y en la nevera una caja de leche.
Se dirigió a la sala, donde estaba él y le preguntó con curiosidad y preocupación a la vez:
-Naruto kun, no hay mercado. ¿Qué pasa?
-¿Ya se acabó todo el ramen? Pero si lo compré ayer.
-Esto no es mercado. ¿Te alimentas de ramen instantáneo todos los días?
-Si, ¿Por qué?
-¿No sabes cocinar?
-No. Respondió con un poco de pena.
Ella le dedicó otra sonrisa amable.
-Esta bien. Cuando acabes iremos a comprar algo. Te haré la cena.
-Si. Respondió él con otra gran sonrisa.
Fueron de compras juntos. Hinata le enseñaba qué debía comprar y cómo darse cuenta de cuándo estaba fresco o ya comenzaba a dañarse y le indicaba los precios para que no se dejara estafar el día que saliera solo.
De vuelta en la casa, preparó la cena mientras él acomodaba todo en los estantes y en la nevera y se sentaron a comer en la pequeña mesa.
-Está delicioso. -Dijo mientras comía con avidez. –De verdad, ya tenía mucha hambre. Cocinas muy bien, te felicito.
-Gracias. Le respondió un poco apenada pero feliz a la vez.
Luego, Naruto se encargó de los platos que había utilizado y ella terminó lavando la ropa. Se sonrojó un poco al ver los boxers de su amigo, pero siguió pronto con su tarea.
-Ya me tengo que ir. Lamento que no pudiéramos jugar, pero estoy satisfecha al ver como quedó lo que hicimos.
-No sabes cuánto te agradezco el que me hayas ayudado. –Le dio un pequeño abrazo y un beso en la mejilla. –Espero que puedas venir mañana a jugar conmigo.
Un gran sonrojo se instaló en las mejillas de la joven y las manos comenzaron a temblarle ligeramente. La cercanía de Naruto la hacía ponerse muy nerviosa.
Al ver que no le contestaba, su amigo puso cara de desilusión.
-Está bien. Sé que tú tienes más cosas qué hacer y…
-¡No! Yo no tengo nada qué hacer en las tardes. Sí puedo venir.
Otra vez, el joven sonrió ampliamente.
-Bueno, mañana nos vemos, Naruto kun. Adiós.
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Se encontraba durmiendo tranquilamente cuando sintió golpes en la puerta. Se despertó un poco distraído y abrió mientras se pasaba las manos por los ojos.
Hinata se encontraba en el umbral de su casa, con un pequeño recipiente en las manos. Se quedó un rato viendo fijamente el torso de Naruto. Sólo tenía puesto un pantalón corto, que por cierto le quedaba bastante bien, pero al darse cuenta de que lo estaba mirando demasiado, volteó la vista hacia otro lado.
-Buenos días, Naruto kun. Discúlpame si te he despertado. Vine a traerte el desayuno. –Dijo extendiéndole el recipiente.
-¿Por qué? Le recibió el paquete y preguntó curioso pero animadamente
-Es que no te puedes seguir alimentando de ramen instantáneo. Eso no es saludable y todo un jounin como tú debe comer adecuadamente.
Naruto reparó en algo.
-¿Por qué no me miras?
-Es que no traes puesta la camisa
-¿Y?
-Que estás semi desnudo
-No seas exagerada. ¿Acaso nunca has visto a un hombre sin camiseta? ¿O es que estás deslumbrada por mi cuerpo musculoso? -y empezó a hacer poses de hombre fortachón.
Hinata casi se ahoga, pero después de mirarlo, haciendo gracias, comenzó a reírse animadamente.
-Ya debo irme, Naruto kun.
-Espera ¿No vas a desayunar conmigo?
-No puedo. Hoy quedé de entrenar más temprano con mi equipo. No te preocupes, vengo en la tarde.
-¿Me lo prometes?
-Si. –Y se despidió con un gesto de su mano.
-¡Gracias!. Le gritó antes de que se fuera pero ya no estaba.
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La mañana pasó pronto, para suerte de Hinata que se encontraba ansiosa por llegar a la casa de su preciado amigo. Apenas terminó el entrenamiento con sus compañeros se fue a casa a darse un ligero baño de agua fría y se vistió rápidamente para salir casi corriendo en dirección de la casa de Naruto.
Tocó la puerta, tan suave que creyó que no la habría escuchado, pero inmediatamente le abrió la puerta.
-¿Cómo estás Hinata? Por un momento pensé que no ibas a venir.
-Te lo prometí y las promesas no se rompen.
-Me gusta que seas tan cumplida. Pasa.
-¿Ya almorzaste?
-Aún no. Te estaba esperando. ¿Vamos a comer ramen a Ichiraku? Yo te invito.
-No, Naruto kun. Siéntate que yo te hago el almuerzo.
-Pero no puedes venir a hacerme la comida siempre. Al menos enséñame a cocinar.
-¿De verdad quieres aprender?
-Si
-Está bien. Ve a lavarte las manos.
Muy animado, Naruto obedeció. Poco a poco le iba explicando y se daba cuenta de que él lo hacía bien, aunque era algo lento, pero con la práctica se le pasaría.
Después de almorzar y lavar los platos, se fueron a jugar. Entraron en la habitación de Naruto, que era dónde estaba el televisor. Se sentaron en la cama y sacaron la consola, que aún no había sido desempacada.
-¿No has comenzado a jugar?
-Es que te estaba esperando. Después de todo lo que me ayudaste ayer, te debo el primer juego.
Hinata se sonrojó y pensó que había sido muy lindo de su parte el tener ese detalle.
-¿Con cuál quieres empezar? Tengo de carreras de autos y motos, peleas, espías y uno que compré para ti esta mañana.
Hinata posó su vista en él y soltó varias risitas graciosas después de observar el cd que su amigo le pasaba.
-¿Qué pasa? ¿No te gusta? Le pregunté al vendedor cuál preferían las chicas y me dio este.
-Si me gusta. –Le respondió todavía con el rastro de sonrisa. –Lo que pasa es que este juego es de niñas, mira: es de la barbie. Pero muchas gracias por pensar en mí.
Naruto le devolvió la sonrisa.
-¿Entonces? ¿Cuál quieres jugar primero?
-Creo que el de autos estaría bien.
Comenzaron a jugar y Naruto se sorprendió al ver que Hinata era muy buena en ello. En casi todas las carreras debía hacer grandes esfuerzos por pasarla y en tres le ganó con alguna ventaja obvia.
-Oye. No se te da mal. ¿Ya habías jugado antes?
-Si. A veces iba a la sala de videojuegos con Kiba kun. ¿Y tú? ¿Dónde aprendiste?
-Sasuke teme se compró una el año pasado, así que con frecuencia íbamos a su casa. Hasta Kakashi nos acompañaba, pero ahora ya casi no voy porque me da pena hacer mal tercio entre Sakura y él. -Dijo tristemente.
-No te preocupes Naruto kun. Yo te voy a hacer compañía mientras pueda. Sé que no es lo mismo estar conmigo que con ellos, pero al menos ya no estarás solo.
-¿En serio? ¿Vas a venir todos los días? -y le dedicó una gran sonrisa con ilusión.
-Los domingos no, porque hay reunión del bouke y del souke y a menos que sea un motivo de relevancia, no podemos ausentarnos. Ya sabes, cosas de la familia…
-Muchas gracias. De verdad, eres una gran amiga.
Y así, siguió pasando el tiempo. Todos los días, Hinata terminaba su entrenamiento y se iba a ducharse a su casa, para después encontrarse con Naruto en su apartamento, enseñarle a cocinar y luego jugar en la consola. Los sábados en la mañana hacían las compras en el mercado, Naruto preparaba el almuerzo sin ayuda de Hinata a modo de evaluación de lo aprendido en la semana y si tenían ánimos salían a dar un paseo o se quedaban viendo una película.
Y siendo la villa un lugar tan pequeño, dónde casi toda la gente se conocía, comenzaron los rumores de que Hinata y Naruto eran novios, que tenían una relación clandestina porque siempre se veían en su casa y nunca en la de ella y al final, empezó a circular el chisme de rigor: que la chica Hyuuga estaba embarazada.
Cuando Hiashi se enteró, revolvió toda la casa buscándola para que le aclarara las cosas, pero al no encontrarla, convocó a Neji.
-¿Me llamaba, Hiashi sama?
-Sí Neji. Quiero comentarte algo. Estoy muy preocupado por todos los rumores que hay acerca de mi hija y su amigo. ¿Ya te habías enterado de ellos? -Él asintió
-¿Y por qué no me lo dijiste antes? Mira que apenas me informaron. Es una situación muy grave, aunque todavía no se ha comprobado nada ¿cierto?
-Es por eso que no se lo había dicho, Hiashi sama. Son sólo rumores y no debe preocuparse por ellos.
-¿Entonces crees que mi hija no está encinta?
Neji se atragantó. ¿En verdad creía esas cosas?
-Por supuesto que no. –La defendió Neji. –En cuánto me enteré de esto, comencé a seguirla y no pude encontrar ningún comportamiento extraño o anormal. Es cierto que ahora va todos los días a su casa, pero no hacen nada malo. Sólo cocinan y ven televisión. Nada más.
-Mira que me dejas muy tranquilo. Pero aún así, no puedo permitir que las personas sigan con los rumores. Eso sería manchar el honor de la familia Hyuuga. De ahora en adelante, no quiero que Hinata vaya sola a la casa de ese muchacho. Tendrá que ser acompañada por Hanabi o una de sus amigas, de lo contrario no le permitiré volver. Comunícaselo apenas llegue, por favor.
-Sí, Hiashi sama. ¿Puedo retirarme?
-Por supuesto Neji. Vete y muchas gracias.
El joven hizo una reverencia y salió. De vuelta en su habitación, pensaba en la conversación con su tío. Le tenía mucho aprecio a Hinata y sabía que la noticia no le caería bien. Ya estaba enterado de los sentimientos de ella hacia Naruto y la notaba muy feliz y animada desde que eran amigos. Ahora hablaba casi con completa fluidez y de casi cualquier tema y su amabilidad y cordialidad eran mucho más notables.
Cuando Neji le transmitió la orden, la joven se sorprendió. Por eso Kiba y su sensei hacían comentarios fuera de lugar y ella nunca los entendió. Aunque le dio un poco de pena porque ya no podría ir tranquilamente a visitarlo, decidió buscar la manera para seguir cumpliendo con su promesa.
Sobornó a Hanabi para que la acompañara algunos días, diciéndole que le llevaría todos los productos de chocolate que quisiera. (Supongamos que el chocolate es el dulce preferido de Hanabi) y habló con Sakura, que era la única chica a la que le tenía tanta confianza, aparte de Tenten.
-¿Entonces, si puedes acompañarme? -Preguntó Hinata con ilusión después de explicarle todo el problema.
-Claro, no hay problema. –Y le sonrió. -¿Puedo llevar a Sasuke kun? Así no hago mal tercio.
Hinata se sonrojó gravemente.
-Claro que puedes ir con él, pero qué es eso de mal tercio. Nosotros somos solamente amigos. -Respondió ella, con un poco de pena.
-Por ahora. –Le contestó su amiga con una sonrisa pícara.
Al día siguiente…
-Cierra los ojos Naruto kun. Te tengo una sorpresa.
-¿Qué es? ¿Qué es? ¿Qué es? ¿Qué es? ¿Qué es?
-Ábrelos
-Sakura chan, Teme. ¿Qué hacen aquí?
-Vinimos a visitar a nuestro amigo. ¿No podemos?
-Claro, pasen. -Les dijo sonriendo ampliamente.
-¿Dónde tienes la consola nueva? -Le preguntó Sasuke
-En mi habitación. Si quieren, pueden ir y jugar mientras que Hinata y yo preparamos el almuerzo.
Sasuke levantó una ceja y puso una sonrisa maliciosa.
-¿Ah, sí? ¿Y se puede saber p…
Sakura, al ver que su novio comenzaría con el interrogatorio, le propinó un buen codazo en las costillas y se lo llevó arrastrando a la habitación.
Y así, todos los días, Hinata llegaba con una persona diferente. A veces iban Kakashi y Kurenai, Shino y Kiba, Hanabi, Sakura y Sasuke y hasta Neji y Tenten se unieron a la causa alguna vez. Aunque claro, ninguno conocía la razón, a excepción de su hermana, Sakura y su primo.
Naruto no sabía qué pensar. Agradecía mucho que siempre estuviera rodeado de sus amigos, pero le hacían falta los momentos a solas con Hinata. No podía negar que ahora le tenía mucho aprecio. En este tiempo había descubierto que era una persona humilde, sencilla, amable, cariñosa, comprensiva e inteligente y admiraba mucho su capacidad para cocinar, pues todas las comidas le quedaban exquisitas. Y para qué negarlo, él se fijaba en que era una joven muy bella. Desde hacía tiempo se quedaba mirándola cuando ella tomaba una siesta en el sofá de su casa. Le gustaban sus ojos, su cabello que ahora lo llevaba largo y todo su rostro era muy armonioso y sereno. Su cuerpo no podía ser observado pues siempre llevaba una chaqueta amplia y una sudadera, aunque a veces la había tomado de la cintura para hacerle cosquillas y notó que era fina y delgada.
Desde hacía algún tiempo, Naruto la llevaba de vuelta a su casa. No le gustaba la idea de que saliera tan tarde sola, aunque ella podría defenderse fácilmente de casi cualquier persona que la atacara o intentara hacerle daño.
Los dos habían tomado confianza y se contaban todos sus pesares, las causas de sus tristezas y alegrías. Esperaban con ansias la tarde para poder estar juntos y se separaban en la noche, algo tristes. Y desde que comenzó a llegar siempre acompañada de alguno de sus amigos, la pesadumbre de no poder estar a solas los estaba matando.
Y cada día notaba cómo el cariño que le tenía a su amiga, iba transformándose y adquiriendo más fuerza, hasta que un día supo que estaba enamorado de Hinata Hyuuga.
