Vida resumida en aromas

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de los Juegos del Hambre es propiedad de Suzanne Collins.

Este fic participa del Reto: "Mi personaje favorito" del Foro "Que la suerte esté siempre de vuestra parte".


La vida de Peeta Mellark, de un modo u otro, está plagada de aromas que le recuerdan a un instante preciso de su pasado.

El aroma dulce del glaseado con el cual hace la decoración de los pasteles, los restos grisáceos en la chimenea que quedan después de una noche de invierno y una taza de té humeante, le recuerdan a la época en que era pequeño y ayudaba a sus padres en la panadería que tenían en el distrito doce.

También hay aromas que lo avergüenzan.

Cuando siente el funesto olor de un pan quemado, no puede evitar relacionarlo con Katniss. Su mente se remonta muchos años atrás y recrea la escena que marca un antes y un después en su relación

«Te he dicho que prestes atención al horno. Las cosechas de trigo van de mal en peor y si te empeñas en quemar el poco pan que nos queda, moriremos de hambre con el próximo invierno —son las palabras que su madre le suelta en aquella ocasión con brusquedad—. Toma el pan quemado y arrójalo a la basura o dáselo a cualquier perro moribundo.»

Y él no hizo ni lo uno, ni lo otro.

Katniss Everdeen, una chica menuda, se encontraba revolviendo los botes de basura, buscando alguna esperanza para no morir de inanición. En ese entonces, Peeta le arrojó el pan a los pies y se introduzco en la panadería.

«Debí caminar hasta ella y dárselo en la mano. No debí arrojárselo al suelo mojado por la lluvia —se dijo mentalmente los meses que siguieron después de ese encuentro—. No debí tratarla de ese modo.»

Ya transcurren mucho tiempo desde ese encuentro. La cosecha de tributos, la arena de los septuagésimos juegos, Katniss salvándole la vida. Los nuevos juegos, su aprensión por parte del Presidente Snow, los recuerdos modificados y la larga recuperación que conllevó luego.

Ahora tienen su acogedora casa en la parte sur del reconstruido distrito doce, donde las aves cantan con cada amanecer y los altos pinos invaden el ambiente con su fuerte aroma. A Prim le gusta jugar con las ardillas, recolectar prímulas para su madre y aferrarse a la cintura de Peeta, hasta que éste accede a sentarla en sus hombros.

Hunde las manos en la masa, la espolvorea con harina, ayuda a su hija a estirar la mezcla y la colocan dentro del horno.

—Debemos esperar a que esté listo —le dice a la pequeña que sonríe—. Tenemos que esperar media hora y después, lo comeremos.

Pero, existe un aroma que perdura a lo largo de su existencia.

Pan recién horneado.

El aroma a pan horneado le recuerda a Katniss y su trenza caoba, a las torturas vividas en El Capitolio y su posterior recuperación el distrito trece, la primera vez que hablaron sobre mudarse juntos y darle una oportunidad al amor, a Prim moviéndose en sus brazos y a su pequeño hijo jalando su cabello.

El pan recién horneado le recuerda todo lo que él es.

Su esencia.