Nota: hola, este es el primer Fanfic que escribo. Espero les guste!

Tal vez tarde un poco en subir el siguiente capítulo, pero la paciencia es una virtud, no? XD

Ojala disfruten leerlo como yo disfrute el escribirlo. Y si fue así, COMENTEN!

Los personajes de "grande héroes" no me pertenecen.

Sin más preámbulos, empezamos!

Complicado

"Prologo"

Una noche fría, la lluvia y el viento chocaban contra la frágil ventana, una pequeña niña de aproximadament años estaba sentada en frente de ella, atenta, viendo como pequeñas gotas de agua corrían libremente por el vidrio.

_ ¡¿dónde estás Meiko?!... _ un grito interrumpió sus pensamientos.

_ha! Demonios…_ maldijo en silencio. Aquella lluvia la había distraído del juego de las "escondidas" que estaba haciendo con su hermana mayor, Shizuka. Rápidamente se metió debajo del escritorio de su padre.

_ ¡escóndete donde quieras Meiko… pero tarde o temprano te encontraré!..._ una pequeña risita traviesa salió de la pequeña.

Un fuerte ruido la interrumpió; la ventana estaba rota y había pequeños destellos por doquier, había sido un gran ladrillo quien había hecho el menudo agujero en la ventana.

La pequeña se acercó temerosa. El ladrillo tenía una nota amarrada en él. Estiro su mano lentamente para recogerla pero algo lo impidió. Era la mano de su hermana que sujetaba su brazo.

_ ¡¿Qué pensabas hacer?!_ ella estaba enojada.

_Solo quería ver que era…

_ ¡es peligroso! ¡Que no sabes que…!_ iba a defenderse, pero una voz interrumpió la discusión con su hermana. Era su madre.

_ ¡niñas!, ¡¿qué sucede?!_ La madre enojada se dirigió hacia ellas con el ceño fruncido y las manos a la cintura. Dio una rápida observación a toda la escena, a simple vista parecía que las pequeñas rompieron la ventana jugando, pero, después de ver el ladrillo con la nota atada a él, su seño cambio de enojo a otra cosa… preocupación y miedo.

_ ¡mama', le dije a Meiko que dejara eso pero…!

_váyanse a su cuarto…_ dijo la madre sin despegar sus ojos del objeto.

_¿mama'?...

_ ¡ahora!_ la mujer estaba más alterada que antes. La menor volteo a ver a su madre antes de partir cabizbaja. ¿Qué contenía esa nota que alteraba tanto a su madre? Se preguntaba.

_ Meiko, vamos…_ su hermana la jalaba de la manga de su suéter.

_bien…_ dijo finalmente para obedecer. Sin embargo, no podía deshacerse de tal preocupación.

Una hora o más habían pasado aproximadamente. "¿De qué tanto estaban hablando mama' y papa'?" se preguntaba la pequeña. "¿era algo tan grave?".

_ ¡Meiko!, ¿Qué tanto piensas?_ su hermana Shizuka la saco de sus pensamientos.

_ ¿he?... ¡Ha! N-nada en especial

_ ja! Claro, te conozco bien, dime que sucede!_ dijo sentándose a lado de ella, estaba preparada para escuchar acerca de un muchacho, o de problemas de su edad, pero nunca se imaginaba lo que se esperaba.

_b-bueno… es que… tengo miedo de lo que acaba de suceder… lo del ladrillo.

_ ¿porque?...

_bueno, bien podría ser una amenaza, que tal si le pasa algo a nuestros padres, la compañía de nuestro padre va muy bien, hace poco fue nominada la más importante de San Franstokio y que tal si…

_ ¡Meiko! No pienses en eso, lo que dices es estúpido, eso nunca pasara y si ocurriera, nuestro padre sabría controlarlo.

_ ¿estas segura?...

_totalmente…

_bien…

_ok, eres rara, pensé que me platicarías de un muchacho o algo así…

_ ¡¿Qué?! ¡C-como se te ocurre!..._ las mejillas de la pequeña estaban totalmente rojas, ese tema la incomodaba mucho. _ ¡no digas eso!

_ ¿porque? Es algo natural para las de tu edad

_ ¡solo tengo cuatro años!

_ Sí, pero…

_ no hablen se ese tema Shizuka, y menos si se trata de Meiko…_ voltearon los dos al mismo tiempo. Su hermano Haru estaba sentado en la cama de a lado, con los brazos cruzados y con una cara de pocos ánimos.

_ ¿porque? ¿Celoso?..._ contesto Shizuka desafiante.

_ ¡claro que no! Es solo que me parece muy pequeña para eso…_ contesto en niño pelinegro con las mejillas rojas al mas no poder.

_ ja! Claro… celoso…

_ ¡oye! ¡No porque seas la mayor tienes derecho a…!

_ ¡hijos, bajen por favor!_ Sus padres los llamaban desde abajo, justo a tiempo antes de que esta discusión se transformara a una pelea.

_ esto no ha acabado…_ le dirijo estas palabras a su hermana mayos seguida de un puchero. Ella solo le dedico una sonrisa traviesa.

Ya abajo los tres niños, pudieron contemplar a sus padres en la entrada con unas maletas y una cara de inmensa tristeza, como si tan solo con una palabra se rompieran a llorar

_ iremos de paseo...

/

Seguía lloviendo, después de tanto tiempo seguía lloviendo. Hacia frio. Las ventanas se sumergieron en vapor cuando la nariz y boca de la pequeña pelinegra se acercó al frágil cristal.

El automóvil avanzaba rápido. Como si fuego los estuviera persiguiendo. En su camino, cortaba pequeños charcos de agua. La lluvia chocaba furiosa contra el para brisas. Casi no dejaba ver.

Después de un largo camino, el auto se detuvo en frente de una casa con aspecto rustico. Eran más de las doce, hacia frio.

El hombre toco temeroso la gran puerta. La pequeña noto su inquietud y alzo la mirada para verlo. Sus ojos grises penetraban la madera, se notaban gotas de agua provenientes de su lacio y obscuro cabello que corrían por su bello rostro.

_ Papi, ¿estás bien?_ la pregunta de la pequeña saco de los pensamientos al hombre dando una leve sacudida a su cabeza.

_ si pequeña, estoy bien…_ esa respuesta no le satisfacía. Le iba a preguntar algo más cuando la gran puerta se abrió produciendo un rechinido.

Una mujer algo joven salió. Era de unos treinta años aproximadamente. Un hermoso y café pelo se asomaba de su hombro izquierdo amarado.

_ Hola Elizabeth…_ dijo el hombre.

Después de ver a los pequeños a un lado de su madre supo lo que sucedía.

_ no pensé que pasara tan rápido… ¿Cómo te llamas hermosa?_ se dirigió a la mayor de los tres. Se inclinó un poco para estar a su altura y verla a los ojos.

_ Hola señora, me llamo Shizuka Takumi, un gusto en conocerla_ dijo haciendo una reverencia y dedicándole una sonrisa de oreja a oreja.

_ valla niña tan encantadora, y tu tesoro, ¿Cómo te llamas?_ ahora se dirigió al hermoso niño de cabellos negros y grandes ojos azules.

_ buenas tardes señora, me llamo Haru Takumi, es un placer_ el pequeño le extendió su mano, el cual ella tomo.

_ ¡que niños tan encantadores!_ noto algo pequeño detrás de la falda de su madre que se escondía. _ Tú debes ser la menor… ¿qué pasa pequeña?, ven, ¿Cómo te llamas?_ al notar que la niña no respondía, la madre dio un paso a lado izquierdo permitiendo ver a la pequeña niña.

_ vamos cariño… te están hablando, dile cómo te llamas.

_ m-me llamo Meiko Takumi… gusto en conocerla_ dijo en voz leve, apenas audible.

_ eres igual a tu padre, tímida e introvertida, pero eres muy linda…_ Lo primero ya le había parecido vergonzoso, pero lo último hizo que sus mejillas se pusieran coloradas y la sangre le subiera a la cabeza.

Ella siempre negaba el hecho de ser linda, al contrario, ella siempre pensaba que belleza era lo que le faltaba. Sin embargo era cierto lo que decía la joven, ella era un pequeña muy linda, pelo negro recogido con una diadema, piel tersa y blanca como cualquier pequeño de su edad, unos hermosos ojos color gris que con la luz del sol parecían volverse de un azul claro, además de sus largas pestañas. Sin duda era una niña muy linda.

_ B-bueno… G-gracias…_ dijo la pequeña Meiko con las mejillas todavía rojas. La mujer dio una pequeña risa por la reacción de la niña.

_ ¡de nada linda! Bueno, pasen por favor o se van a resfriar.

_ muchas gracias_ dijeron antes de pasar.

_ bueno… supongo que la razón de su visita es por tal motivo, ¿no?_ la pareja asintió, después voltearon a ver a sus tres pequeños tristemente.

_ niños… porque no van a dibujar algo, allá tengo colores y papel.

Se fueron como les indico la joven, dejando a los adultos platicar. La menor sentía una inquietud, como si algo pasara.

Después de unos minutos, los niños ya estaban dibujando. Cada uno enfocado en lo que estaban proyectando en la hoja.

Era algo incómodo ya que Haru volteaba a ver a la menor cada segundo.

_ ¡oye Haru! ¡¿Qué tanto me miras?!

_ Ha! Este… y-yo_ el pequeño pelinegro estaba rojo al más no poder y muy nervioso. Ocultaba la hoja contra su pecho.

_ ¿Qué dibujas?...

_ ¡N-NADA!_ Cuando la pequeña se acercó para ver, el niño lo oculto más y retrocedió.

_ Haru, me di cuenta que me escondes algo, tarde o temprano me tendrás que enseñar, así que mejor dámelo…

_ Bien..._ le extendió la hoja y cuando ella lo tomo Haru se tapó el rostro con las manos para que no se mostrara su rubor que estaba más rojo que un tomate.

La hoja tenía un retrato de ella perfectamente hecho, él tenía un gran talento para el dibujo y estaba más que demostrado, además de los corazones que rodeaban el rostro de Meiko en el.

_ Esta… ¿soy yo?_ La respuesta era más que obvia.

_ S-si… yo solo…

_ Qué lindo, gracias Haru…_ le dedico una de esas sonrisas muy raras en ella, esas sonrisas que a él le encantaba. Una enorme carcajada atrajo la atención y arruino el momento.

_ hay Haru! ¡Tú siempre pensando en Meiko!_ el pequeño Haru estaba rojo, pero ahora de furia.

_ ¡Shizuka! ¡D-deja de avergonzarme!_ grito el niño apenado.

_ Por cierto Shizuka, ¿tú que dibujaste?_ pregunto Meiko al notar que su hermana mayor no estaba dibujando.

_ No he dibujado nada, el dibujo no es lo mío.

_entonces que haces..._ la pequeña niña se acercó a la hoja de su hermana para poder mirar mejor lo que hacía. _ Shizuka… ¿Por qué combinas los números con letras?

_ No son letras Meiko

_Si lo son, esa es una "X"

_Bueno si, pero esa es la variable literal o también llamada la incógnita, y de eso se supone pues tienes que encontrarla, es una ecuación de grado…_ su hermana tenia cara de no entender nada, era comprensible por su corta edad. Dio un suspiro de resignación, le dedico una gran sonrisa a su hermana menor y le acaricio la cabeza.

_ No te preocupes, cuando seas mayor comprenderás esto y los podrás hacer sin problemas.

_ ¡¿Enserio?!_ Sus ojos tenían brillo y sus mejillas un ligero color rosa, pareciera como si una aura de felicidad la rodeara. _ ¿y seré tan inteligente como tú?

_Claro Meiko…

_Meiko, ¿tú que dibujaste?_ pregunto Haru

_ Ha! Si _ fue hasta su lugar y les mostro su dibujo _ son todos ustedes, mama, papa, Haru, Shizuka y yo

_ Bueno… es obvio que tu fuerte no es el dibujo…

_ ¡Oye! ¡Déjala en paz Shizuka!_ reclamo Haru.

_ Gracias Haru…

_ ok, tranquilízate Romeo_ las mejillas de Haru nuevamente se enrojecieron.

_ ¡No me llames Romeo!_ una palea ida a comenzar, pero fue interrumpida por la voz de sus padres que los llamaban desde la sala. Solo se dedicaron una cara molesta y fueron a su llamado.

/

La sala estaba un tanto obscura, solo una lámpara la iluminaba. Sus padres estaban en frente de la puerta, con una cara de tristeza al ver a los niños entrando a la sala. Eso le cuso un gran escalofrió a la menor.

_ ¿papa, que sucede?..._ pregunto Shizuka. Meiko volteo a verla, al ver sus ojos, sus pupilas se hicieron pequeñas, parecía asustada y un tanto preocupada. Su inquietud se incrementó.

_ Si mi pequeña, ya nos vamos, pero…_ su mirada cambio. Bajo la cabeza y trago saliva. Una gota de sudor corrió libre por su rostro. La inquietud de los tres incremento, pero la menor estaba a punto de desmayarse. _ Ustedes se quedaran aquí…_

_ ¿C-cómo?... ¿quedarnos aquí?... volverán, no es así…_

_ me refiero a… que desde ahora en adelante… vivirán aquí_

Un silencio incomodo inundo la habitación. Se podía hasta tocar la tensión. Los niños estaban asustados. ¿Esto es todo? ¿Un simple "adiós"?. Es lo que rondaba la mente de los infantes.

_ ¡¿Qué estás diciendo?!_ reclamo la menor_ ¡¿estas bromeando?!... nos estas… abandonando…_

La menor bajo la cabeza y apretó los puños, su fleco tapaba sus ojos. Su padre nunca la había visto así, ella siempre había sido una chica dulce, tal vez callada y tímida pero nunca como estaba ahora… eso entristeció mucho a su padre, era más que obvio que esta noticia le estaba afectando mucho, pero no tenia de otra, era por su bien y por la mismas razón tenía que mentirle esta ocasión…

_Meiko… _ la niña aparto la mirada_ Meiko, mírame por favor…_ tomo la barbilla de la chica y la coloco en frente de su rostro. La miro a los ojos._ esto, no durara mucho… solo un tiempo… volveré por ti, y por tus hermanos… te amo y por ello, no te dejare sola.

Meiko sintió algo entre sus manos. Su padre la abrazo con fuerza contra su pecho. Una lágrima corrió libre por las mejillas de la chica. Cuando se separó de su padre, miro sus pequeñas manos, noto que tenía un objeto ovalado, muy parecido a un huevo blanco.

_ consérvalo ¿sí?..._ los ojos grises de su padre presentaban suplica. Ella solo asintió en respuesta.

Los dos adultos se dirigieron hacia al gran portón de madera. Tomo la manija y la giro con recelo. Dirigieron la mirada hacia los tres niños parados en la amplia sala. El hombre frunció el ceño y salió rápidamente hacia su auto.

_ ¡papa' espera!_ el padre no hiso caso.

_¡PAPA!

Ya dentro en el auto, arranco a toda velocidad. Una lagrima corío por el rostro del hombre y muchas más por el de la niña.

_ ¡papa! ¡No me dejes, por favor!_ Meiko corrió tras el auto. La lluvia comenzó a caer. No le importo. No hiso caso, ni siquiera al llamado de sus hermanos y de ahora, su nueva tutora.

Corría y corría, tratando de llegar al auto.

"esto, no durara mucho… solo un tiempo… volveré por ti, y por tus hermanos… te amo y por ello, no te dejare sola".

Estas palabras inundaban su mente y no la dejaba en paz.

"…te amo y por ello, no te dejare sola…"

¿Será verdad?... entonces… ¿Por qué la dejaba en este momento?

Seguía corriendo, la lluvia la había empapado. Las lágrimas no cesaban y corrían por sus mejillas ligeramente rosas.

¿Cuánto había corrido? No importa. Solo quería huir de todo este dolor. ¿Por qué tenía que pasar esto? ¿Por qué a ella?

Sus piernas empezaron a traicionarlas. Callo en el suelo sucio de la carretera en medio de un charco.

_Tsk… ¿P-Porque?…..

Se limpió sus ojos con las manos. Las lágrimas no paraban y la lluvia cubría su largo pelo negro.

_ papa… mama… vuelvan… ¿porque nos dejan?... ¡vuelvan!

Se rompió en llanto, quedo tirada en medio de la carretera. Trato de levantarse pero a acusa de lo mojado del suelo, callo de nuevo y de su suéter, salió aquel objeto parecido a un huevo.

Estiro su mano para tomarlo, pero el objeto prendió una luz parpadeante color azul cielo. Meiko se exalto un poco y retrocedió.

Del objeto salió un par de brazos y unos pies, seguido de una cabeza con un par de cosas colgantes de ellas, parecían orejas de algún animal.

Dos luces, de parecer la cabeza, prendieron. Parpadeo un par de veces y se dirigió hacia ella.

_ Hola, yo soy Kiovan D1_ dijo el pequeño robot.

_ Kiovan…_ dijo en casi susurro la niña.

_ Noto que estas triste.

_ ¿he? B-bueno… supongo que sí.

_ ¿porque? ¿Tienes algún problema?

_Bueno, Si estoy llorando es porque me pasa algo malo ¿no es así?_ dijo con tono de sarcasmo.

_ ¿te puedo ayudar?_ esa respuesta le sorprendió mucho.

_Me temo, que nadie me puede ayudar. Creo que esto no tiene solución. _bajo la mirada y volvió a entristecer.

_ Si el problema no tiene solución, ¿Por qué te preocupas? Y si el problema tiene alguna solución, no hay porque preocuparse.

_ ¿he?..._ este robot era extraño. Aparecía de la nada, en el momento menos indicado, y luego trataba de consolarla, ¿Qué es lo que buscaba?

_ ¿Qué es lo que quieres?... ¿Por qué me dices todo esto?

_Quiero ayudarte, quiero que te sientas mejor.

_ ¿Porque?

_ Fui construido por tu padre, Sebastian Takumi, para ayudarte. Estoy programado para cuidarte, salud, física y mentalmente. Hasta el final de tus días estoy para servirte.

¿En realidad estaba sucediendo esto? Todo estaba pasando muy rápido. Apenas y podía asimilarlo.

No sabe porque, pero, este robot la hacía sentirse segura, como si sus padres estuvieran aquí, cuidando de ella. Pero no era verdad. Ellos la habían abandonado junto con sus hermanos y no estaba segura si volverían.

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué los habían dejado con tanta urgencia? ¿Qué sucedería después?... Estas eran una de las muchas preguntas que se hacía y que parecían no tener respuesta y que quizás nunca le encontraría respuesta, pero talvez esto no era tan malo, le había enseñado algo. A no confiar de nadie. Ni siquiera en las personas más cercanas.

Ya había dejado de llover y el sol estaba por salir. Tal vez sus hermanos en este momento estaban llamando a la policía por una niña perdida, sería mejor volver. Estaba comenzando a caminar pero recordó algo. El robot-huevo. No estaba segura si dejarlo ir con ella, pero no podía abandonarlo como hicieron con ella. No confiaría en él, pero talvez seria útil como su sirviente personal o un juguete.

_ Dices… ¿que estas para servirme?_ se dirijo hacia él.

_Si Meiko_ ¿cómo sabia su nombre?

_ bien… vamos a casa, Kiovan.

Continuara…