Pensamientos de Midorima

- ¡Vamos Shin-Chan! ¡Acompáñame!- me gritaba Takao por décima vez – su voz chillona me tenía cansado y estaba al límite de mi poca paciencia.

- ¡Para con eso Takao!- ¡Ya te dije que no!- le grité devuelta molesto

- ¿Cómo puedes ser así?- me preguntó Takao - Yo siempre te acompaño a todos lados, y es más, siempre te ando acarreando en el carrito, tú nunca me has llevado en él.

- Eso pasa porque siempre pierdes en el piedra, papel o tijeras- le respondí sonriendo astutamente – eso es porque nunca me puedes vencer…

- ¿Y no te parece abusivo de tu parte?- me preguntó frunciendo el ceño medio molesto

- No, porque si me ganaras, no me quedaría otra que andarte paseando a mí con el carro… pero eres tan torpe, que aún no me puedes ganar- le respondí acomodándome los lentes con cara de suficiencia.

Takao hizo un mohín con sus labios. Me sonreí. Era muy gracioso verle hacer esa clase de pucheros.

- Sabes Shin-chan – me dijo de repente mirando hacia el infinito con la mirada perdida- es realmente triste que no pueda contar contigo para nada.

- ¿Eh? - ¿Qué dices?- le pregunté sorprendido ante ese semblante. Por un momento, me pareció desolador.

Takao suspiró ruidosamente y me miró desanimado. Por un momento me pareció ver un asomo de lágrimas en sus ojos y un breve temblor en sus labios. Pero no estoy seguro.

- Bueno, cómo quieras – me dijo finalmente- ¡Nos vemos mañana Shin-Chan!- me dijo dándose media vuelta y levantando la mano en señal de despedida.

- ¡Maldito Takao!- exclamé para mis adentros- ¿Qué pretendía poniéndose así? ¿Pretendía hacerme sentir culpable por no querer acompañarlo a comprar un regalo para su madre?. ¿Eso es algo privado, o no?

Caminé molesto. En verdad, tenía pensado acompañarlo. Sólo quería que me rogara un poco más cómo siempre lo hace. No quería que pensara que sería tan fácil obtener mi compañía. Quería presionarlo, para ver que podría obtener a mi favor. Quizás lo forzaría a conseguirme el nuevo amuleto para mañana de Oha Asa.

Finalmente, me vi forzado a caminar solo hasta mi casa sin nada más que hacer. Vi el reloj y me di cuenta que aún era muy temprano para regresar a casa. Seguramente mi madre y hermana se extrañarían de verme llegar tan temprano. Pero en fin, ya no había nada que hacer. No me quedaba otra que volver a mi casa y ver en que matar el tiempo.

Pensamientos de Takao.

- En verdad eres cruel Shin-chan- pensé al ser rechazado. Todo este tiempo me he estado esforzando para que me reconozcas y seas mi amigo, a mí realmente me simpatizas, me gustas, pero no puedo entenderte. Por un momento sentí ganas de llorar. Sentí un leve temblor en mi labio inferior. Como no podía permitir que viera así, decidí irme lo más rápido posible.

Obviamente a él no pareció importarle.

Mientras caminaba hacia las tiendas comerciales, no podía sacarme a Midorima de la Cabeza.

- ¿Qué le costaba acompañarme? ¿Por qué siempre tengo que andarle rogando?- ¡más que un amigo, parezco su sirviente!- gruñí

Pero pensándolo bien, era verdad. En realidad parecía el sirviente de Midorima. Siempre tenía que estar a su disposición y siempre me trataba mal. Pensaba que estaba acostumbrado a que el me respondiera así. Sé bien que el es un Tsundere (por mucho que no lo quiera reconocer), pero en verdad no tengo claro cuales son sus sentimientos por mí. No sé si quiera, si me considera su amigo o no. Ni siquiera creo que me respeta. A veces pienso que somos amigos y que nos llevamos bien, pero en días como hoy, en verdad no sé qué pensar.

Camino lentamente por las distintas vitrinas mirando pero sin ver. Mis pensamientos están en otro lado. No puedo concentrarme. Hoy es el cumpleaños de mi madre y necesito llegar con un regalo. No puedo llegar con las manos vacías. Miro la hora y esta no tiene piedad. Debo decidirme por algo, y pronto, pero a pesar del rato que llevo aquí, no he logrado comprar nada.

De repente escucho una voz conocida:

- ¡Oi Takao!

Miro y era Miyaji.

- ¡Hola!- le contesto tratando de sonreír un poco. Él me quedó mirando… al parecer mi sonrisa, no lo convenció del todo.

- ¿Qué haces aquí? ¿Y Midorima?- me pregunta

- ¿Midorima? ¡No sé!- supongo que en su casa- le respondo tratando de sonar normal. Estoy aquí porque necesito comprarle un regalo a mi madre que hoy está de cumpleaños, pero no se me ocurre nada- le respondí medio frustrado

- ¿Y por qué no le pediste a Midorima que te acompañara?

- ¿Eh? ¿Qué? - jajajajajajajajajaja- reí- ¿Tú crees que el "Gran Midorima" me acompañaría a realizar este tipo de insignificancias a mí? – jajajajajajajaja- reí

- Bueno, creo que no- me sonrió

- ¡Pues claro que no!- le respondí

- ¿Quieres que te ayude?- me preguntó de la nada – Vengo de comprar un regalo para mi abuela. La Próxima semana cumplirá 70 años y vamos a celebrarlo en grande. Ya recorrí la mayoría de las tiendas, se me ocurren un par de cosas que podrías comprar. Ven vamos antes que se haga más tarde.

- Ok, gracias Senpai- le dije sorprendido.

A los 10 minutos, ya habíamos comprado el regalo. Estaba realmente sorprendido. Parecía tener buen gusto. En ese momento no tenía la certeza de si a mi madre le gustaría o no, pero a mí me había gustado. Él al despedirse, me dijo:

- "Quédate tranquilo, le gustará".

Y así fue. A mi madre le agradó tanto el regalo que no dejaba de mirarlo sorprendida. Para mí, no era gran cosa. Era un poco caro, sí, pero cómo se acercaba el invierno, me había parecido una buena idea. Lo mejor fue que a ella también. ¡Es increíble lo feliz que se ponen las mujeres con cosas tan simples como un par de guantes, una bufanda y una cartera que les convine!- pensé sorprendido.

Al día siguiente me levanté con una sonrisa. No podía esperar para contarle a Miyaji el éxito de mi regalo. Gracias al cual fui recompensado por la mañana, ya que mi madre (muy orgullosa de su hijo) me había preparado un delicioso desayuno y mi almuerzo preferido repartido en generosas porciones.

Caminé directo hacia la preparatoria, cuando a lo lejos pude divisar a Midorima. -¡Dios, me había olvidado de él! – aunque a decir verdad, ya no estaba enojado. Sabía perfectamente cómo era él, por lo que lo saludé con normalidad como todos los días.

- ¡Hola Shin-Chan!

- ¿Hasta cuando me dices así Bakao?- ¡Ni que fuéramos cercanos! – refiérete a mí por mi apellido completo y no por un apodo de mi nombre, ¿Quieres nanodayo?

Bueno, si ya no estaba enojado con él, ese saludo sí había logrado cambiar mi humor. Lo miré serio por unos momentos y luego suspiré. Sin responderle nada, caminé a su lado hasta llegar a nuestra sala y tomar asiento en mi pupitre. No intercambiamos palabra alguna durante las clases.

A la tarde, teníamos entrenamiento. Cuando terminaron las clases, corrí para no tener que esperar a Shin-Chan y poder cambiarme tranquilo.

Cuando entré al gimnasio, Shin-Chan ya se encontraba entrenando sus tiros de larga distancia. Al verme entrar, me miró de reojo, y luego como si nada, siguió entrenando. Al parecer, yo no era tema para él.

- ¿Cómo te fue ayer Takao?- me preguntó Miyaji

Al ver a Miyaji sonreí. (Shin-Chan nos miró, pero no le hice mayor caso).

- ¡Bien!- le grité sonriendo feliz. -¡Tenías razón Miyaji!- ¡El regalo le encantó a mi madre!- mi padre y hermana quedaron en menos ante mi regalo. Le gustó tanto que hoy me dio un gran desayuno y un gran almuerzo- Así que te debo una senpai- sonreí

- Jajajajaja – río Miyaji - ¡Viste! ¡ahora no podrás negar mi buen gusto ante nadie!

- Nooooo – de ahora en adelante, te pediré ayuda para todos los regalos que tenga que comprar. Debo reconocer que fuiste de gran ayuda, ayer estaba por entrar en pánico. Y si hubiera llegado sin regalo, mi madre me hubiera desheredado- sonreí.

En eso, una pelota pasó por delante de nosotros, Shin-Chan venía detrás de ella.

- Oye Midorima, ¿así que ayer no quisiste acompañar a Takao a comprar un simple regalo?

- Esas cosas no me interesan- respondió despectivo

- ¿Aunque él te acompañe a todos lados?- le preguntó medio molesto Miyaji – Eso es un poco egoísta ¿No crees?

- Yo no le exijo ni le pido nada- Es él quien me sigue a todos lados como un perro faldero- respondió Midorima arreglándose sus lentes, mirándome con una mirada fría y con suficiencia.

Ese comentario me molestó y me hizo sentir mal. ¿Por qué esa maldita costumbre de humillarme siempre frente a los demás? ¿Perro faldero? - Pude ver en senpai la misma cara de disgusto…

- ¡Qué mal que pienses así!- le dijo el senpai – Deberías apreciar más a tus amigos.

- Nosotros no somos amigos- somos compañeros de clase y de equipo- Si bien hacemos buena dupla jugando, eso es todo lo que nos relaciona.

- ¿Cómo puedes decir eso Midorima?- le dijo enfurecido Miyaji al ver la cara de que debo haber puesto en esos momentos.- Él va contigo a todos lados y hasta te ayuda a obtener esos ridículos artículos para la suerte que andas trayendo contigo como un imbécil.

Midorima se enfureció. Podían ofenderlo a él o a su familia, pero a Oha –Asa ¡Jamás!.

Vi la cara de enojo de ambos, por lo que antes que las cosas se pusieran más tensas, decidí intervenir.

- Si Senpai, él tiene razón. Él nunca me pide nada, yo lo acompaño porque quiero hacerlo. Y si está claro que no somos amigos, pero me entretengo con él. Estaba claro que jamás me iba a acompañar ayer… pero menos mal que no lo hizo, sino, todavía estaría buscando un regalo para mi madre. - Gracias a Dios te encontré a ti - ¡Ya, vamos a entrenar, sino el capitán nos castigará!.

Ese entrenamiento fue distinto a los demás. Estaba tan molesto y sentido con el trato despectivo y las palabras tan hirientes de Shin-Chan, que la frecuencia de mis pases hacia él disminuyeron considerablemente. El capitán me preguntó que qué estaba haciendo y Miyaji salió a defenderme diciendo que él me había dicho que abriera más la cancha y que dejara de hacer pases sólo a Midorima. Lo cual, le había parecido bien al capitán.

Pensamientos de Midorima

- ¿Y qué rayos le pasa a éste Bakao?- ¿Por qué se molesta conmigo? ¡él sabe perfectamente que me enoja que me diga siempre Shin-chan!- está bien, quizás se me pasó la mano diciéndole que no somos tan cercanos para que me llame así. Obviamente prefiero que me llame por mi apellido como todos- pero no creo que tenga que reaccionar así, sí yo siempre le respondo y digo lo mismo- ¡no sé qué moscas le picó ahora!- al parecer anda en sus días- sonreí al pensar esto último

- ¿Cómo? ¿Fue a comprar el regalo con el Miyaji-senpai?- ¿Cómo fue que se reunieron para eso? ¿desde cuando son tan amigos?

- ¿Qué se cree este Miyaji de preguntarme por qué no acompañé a este tipejo a comprar? ¿de donde ha sacado tanta confianza conmigo?

- Espero le haya quedado claro a los dos, que yo no tengo nada que ver con esas cosas y que solo somos compañeros, no amigos. Al parecer Takao lo tiene claro. Para variar se ríe con esa risa estúpida y cargosa que tiene. Pero al menos, eso hará que el molesto Senpai deje de meter sus narices donde nadie lo llama.

- ¿Y ahora qué? - ¡Maldito Bakao!- ¡Me está ignorando en los pases!- es obvio que me está evadiendo. Pero el capitán no cuestiona lo dicho por el estúpido de Miyaji. Es más, tuvo éxito. Abrió mucho más el partido y la cancha. Eso estaría muy bien, si su objetivo no fuera únicamente evadirme. Pero está bien, yo juego solo. No necesito de sus pases para poder jugar. ¡Ya verás cómo me las arreglaré sin ti, maldito Takao!- pensé intentando sobrellevar mi frustración.

Al correr de los días las cosas no cambiaron demasiado. Takao seguía igual. Cada vez más lejos de mí. Al principio me sentí feliz, aliviado. Su molesta presencia y risa había desaparecido. Eso me había dado algo de paz, pero a medida que pasaban los días, comencé a sentirme extremadamente solo. Había mucho silencio a mi alrededor y ese silencio, se hizo más molesto, cuando escuchaba el continuo ruido que hacía Takao en el salón de clases o en las prácticas. Solo que ese ruido ya no estaba dirigido a mí, sino que a todos los demás.

Ya no había nadie esperando por mí a la hora de salida ni a la hora de colación. Siempre solía almorzar con él, pero ahora no tenía a nadie esperándome. Comencé a sentir terriblemente angustiado y solo.

Las personas pasaban rápidamente por mi lado. Temiendo cualquier posible contacto visual. Se notaba que me temían. Pero eso no pasaba cuando a mi lado estaba Takao. Claro, él es sumamente sociable y le agrada a todos. Yo en cambio, no tengo amigos y al parecer, genero más rechazo que cualquier otra cosa. Al final, me pude percatar de que el único que siempre había estado a mi lado, por muy irritante que me pareciera, era Takao.

La soledad me comenzó a sobrepasar. Llegaba al colegio solo, comía solo y regresaba solo a mi casa, para seguir solo. En una ocasión, me acerqué a la mesa donde estaban almorzando Takao y los demás, pero ellos al verme, se levantaron rápidamente diciéndome que ya habían terminado. Lo que fue una gran mentira, porque logré ver sus bandejas y aún les quedaba por comer.

En mi casa, las cosas no eran tan diferentes. Tanto mi hermana menor como mis padres solían llegar tarde. Solo en las prácticas, podía interactuar con gente. Miyaji había solicitado entrenar con Takao y el capitán hacía los ejercicios conmigo. Nadie se me acercaba ya que además andaba más irritable que nunca y hasta mi capitán hablaba conmigo más que lo justo y necesario.

Y ahí estaba Takao. Tan alegre como siempre. Me dolía el pecho verle tan feliz. Siempre rodeado de gente. Todos le querían y apreciaban. Parecía mucho más feliz que antes incluso. Se reía con su patética risa de idiota, como si todo estuviera bien. Y para peor, todos reían de sus imbecilidades y le celebraban sus tonteras. Al parecer, estaba mejor sin mí. Sin dudas, yo no le hacía falta.

Esa tarde corrí a mi casa a penas terminaron las clases. No pude recordar cuando fue la última vez que lloré así.