Prólogo: Amor Verdadero

- ya basta!...

- no!, Debemos cumplir- dijo secamente

- no merecen morir!

- Deben, es nuestro trabajo, honey.- se fue cerrando la puerta detrás de si.

Caminó hacia la ventana y con sus ojos buscó refugio en la gran luna redonda que iluminaba el firmamento. Pasó sus manos por sus brazos lentamente, observando el piso y derramando lágrimas amargamente.

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-Mina…- suspiró y juntó coraje- creo… mejor dicho… estoy, enamorado de ti.

Ella sintió una punzada en su estómago, seguida de ese mariposeo constante que todos dicen ser propio de alguien enamorado. Le observó a los ojos durante algunos momentos, provocando que su corazón acelere su ritmo.

-yo desde hace algún tiempo siento aquí- dijo señalándose su estómago- unas cosillas, dicen que son mariposas de amor… y yo llego a pensar que tienen razón.- buscó con sus ojos el ocaso y sin dejar de observarlo detenidamente agregó- eso me pasa cuando estoy junto a ti.

-De verdad lo dices?... eso… eso significa que soy correspondido?

-Tom- lo miró a los ojos- te juro que con esto no juego.

-Te creo- la abrazó – yo solo necesito mirarte a los ojos para saber si me dices la verdad.

Su corazón se detuvo algunos instantes, no sabía que hacer ante semejante respuesta. Mina sintió un calor nunca antes experimentado. Era ese del que uno nunca quiere despegarse, ese calor que uno nunca quería dejar de sentir. El calor del amor…

Estaban sentados en el hall de entrada de la mansión Kaulitz frente al horizonte, pintado con colores naranjas, rojos y amarillos… era una verdadera maravilla, un ambiente perfecto para lo que les estaba sucediendo.

Con un simple empujoncito él echó a andar la gran silla mecedora en donde estaban y luego la besó lentamente, grabando dentro de si la sensación que sus labios le provocaban, saboreándolos, sin dar importancia a lo demás… como si el tiempo no existiera.

-te amo Tom- le dijo en un susurro mirándolo a los ojos.

-Y yo a ti.