¡Minna! ¡Nuevo fic! Os decía, he empezado una historia, algo larga, llamada "Esposados" obviamente es un ZoRo, como no, pero, como ya dije, es larga, y estoy algo pillada, así que igual tardo en publicarla. Quitando de eso, aquí dejo mi nuevo fic, ¡espero que os guste, lectores!
En fin, empecemos…
Competitivo. Ese era el adjetivo perfecto para definir a Zoro, aparte de peligroso, desafiante, fuerte, musculado, akuma, sexy, guapo, peligroso, demonio, sexy… ¿Dije ya sexy? Bueno, no nos salgamos del guión.
Zoro era competitivo, eso lo sabía todo el mundo, incluso los que no lo conocian, con solo verle la cara podías ver que aceptaría cualquier reto que le propusieras, exceptuando el hecho de que le retaras a romper su Wado Ichimonji, entonces simplemente te cortaría en taquitos.
Pues bueno, volviendo al tema.
Robin y Zoro se encontraban en la cubierta del Sunny, se habían quedado para vigilar el barco, y es que llevaban varios días, bueno, más bien Zoro llevaba varios días, jugando a diferentes juegos de mesa. Y pensar que todo empezó con un simple juego de cartas, que se fue convirtiendo más en una batalla, y ahora estaba hechando una increible lucha al ajedrez.
-Jaque mate.- Sentenció Robin mientras tumbaba al rey negro de Zoro con un simple y corriente peón que Zoro no había visto.
El kenshi puso el grito en cielo mientras se tiraba de los pelos, odiaba perder, fuera en un duelo con las espadas o en una lucha mental contra Robin.
-¡Otra cosa!- Exclamó Zoro mientras se ponía de pie. -¡Juguemos a otro juego!
-Nos emos quedado sin juegos de mesa, kenshi-san.- Dijo tranquílamente la morena mientras daba un sorbo de su kohii.
-¡Imposible! ¿Cartas?- La morena negó. -¿Damas?- Volvió a negar con la cabeza.- ¡¿Parchís?!- Exclamó cansado mientras observaba como los labios de Robin formaban una sonrisa y negaba de nuevo.
Zoro suspiro exausto y se dejó caer sobre la suavy hierba del barco, tumbándose y cerrando los ojos.
-¿Te rindes, kenshi-san?- Inquirió la morena mientras recogía las fichas y el tablero de ajedrez para entrar en la cocina para dejarlos en un pequeño armario que ahí se encontraba.
-No me rindo, simplemente nos emos quedado sin juegos. Ya encontraré alguno en el que te pueda ganar.- Dijo el peliverde mientras alzaba la vista y veía a Robin ante él, mirándole con esa sonrisa que ponía cuando quería meterse con él.
-Podría ofrecerte un juego de resistencia física, kenshi-san.- La sonrisa de la morena era peligrosa, pero al kengou le gustaba el riesgo.
-¿Y que me ofreces, Robin?- Preguntó Zoro mientras se erguía, sentándose sobre la hierba mientras observaba como Robin se arrodillaba ante él y acercaba su rostro al del kenshi, hasta que sus labios rozaron el oido del espadachín.
-El primero que se corra, pierde, kenshi-san.- Susurró con voz sensual antes de darle un fuerte, pero placentero, mordisco en el lobulo de la oreja, que lanzó una corriente eléctrica por todo su cuerpo, acabando en su entrepierna.
Esta vez no iba a perder.
¡Y llegó la corta-rollos! Dejo el lemmon a vuestra imaginación porque tengo que irme a la cama. Espero que os haya gustado mi mini historia, y, que conste, estoy tratando de meterme en el mundo lemmon, pero cuesta, creedme.
Por cierto, Taikai significa competición.
-Muco! ;D
