Advertencia: tanto los personajes como las situaciones presentes en este y los siguientes capítulos, son todos propiedad intelectual de George R.R. Martin.

¡Gracias por leer!

Mil ojos y uno más


Había perdido la cuenta de los años vividos, de las raíces que, a su alrededor, habían crecido. Se sentía débil, cansado, pero las ramas blancas le sostenían, no le permitían abandonar su lugar.

El mundo cambiaba y se movía, las estaciones pasaban y se sucedían, mientras él estaba en la oscuridad, con su ojo vibrante iluminando la noche, de un rojo sanguinario, como la sangre que ya había perdido, como aquella que una vez rozó su piel, manchándola para siempre, marcándola con una cuenca vacía.

Pero observaba el fluir del tiempo, oculto, perdido y olvidado, marchito, con mil ojos llamenado, y uno más.