28 Días

(28 Days)

Por Rozefire

Traducido por Inuhanya e IR-CHAN

Disclaimer: Esperen - Voy a intentar otra vez mi mano en poesía!

No poseo a Inuyasha

Y no poseo un teléfono

No tengo nada de dinero

Y así no tengo… que rima con teléfono?

(A/N: Ahora ya entienden porque no escribo poesía – Yo no sirvo para ello! De todas maneras, pensando en subir una nueva historia y desde que tengo este Nuevo teclado pensé que tenia que escribir antes que se quemara un hueco en mi cerebro... bueno de todas maneras, esto es una especie basada en que uno de ellos esta fatalmente enfermo blah, blah, blah – pero yo no lo voy a hacer cursi! Detesto escribir cosas cursis! Añadiré material interesante ( o lo que espero que se interesante) en el trascurso del plot. Asi que es algo original... pero también algo no original . De cualquier forma, manden review y díganme que es lo que piensan.

------

------

Capítulo 1

Los pájaros y las abejas

------

------

Kagome estaba sentada en el pórtico observando la locura que se desataba a su alrededor mientras frotaba sus manos para calentarse.

"Discúlpenos, amor." Dijo un par de hombres de la mudanza llevando su cómoda tras ella y rápidamente se movió a lo largo del pórtico para hacer espacio para ellos, sonriendo amablemente mientras pasaban. Ella frotó sus manos otra vez y sopló en ellas y trató de ignorar cómo el helado pórtico estaba poniendo su trasero agradable y entumecido.

Ella estaba feliz… pero al mismo tiempo real, realmente triste.

Se mudaba en unas horas. El camión había llegado temprano para subir todos sus muebles, partir y transportarlos a su nuevo apartamento cerca a su universidad. Eso era por qué estaba triste… estaba dejando su hogar… probablemente sólo regresaría en vacaciones de visita para ver a su familia y recoger sus regalos. En adelante estaba clasificada como un adulto. Iría a la universidad, obtendría su grado y con esperanza tendría algunas recomendaciones en el área que vivía. Luego tendría un trabajo… una vida… un esposo y levantaría una familia. Luego se mudaría a una casa más grande porque una pequeña de ninguna forma iba a soportar seis niños. Al menos… esperaba tener muchos niños.

Ella suspiró otra vez y sonrió. Estaba feliz por ella… pero sentía que estaba dejando una parte suya atrás. Como si finalmente estuviera dando el gran paso de la niñez a la adultez. Un gran paso… y estaría durmiendo bajo un techo nuevo esta noche… sin nadie de su familia cerca.

Hubo un estrépito y ella levantó la vista para ver que los hombres se habían resbalado en el hielo y la cómoda que estaban cargando había caído al suelo. Su madre estaba diciéndoles felizmente ir por ella mientras el resto de hombres y vecinos continuaban empacando cosas en el camión.

Esos vecinos… estaban un poco apurados empacando sus cosas… cualquiera pensaría que no podían esperar para sacarla del vecindario.

Kagome les daría una mano, pero todos parecían tener sus manos llenas y no le quedaba mucho a Kagome con qué ayudar. Así que sólo se sentó y lo observó todo.

"Hazte útil, Kagome." Su madre sonrió mientras pasaba y entraba en la casa.

Kagome dio otra mirada hacia adelante y pesó las posibilidades de ella cargando una silla por esas resbaladizas escaleras cubiertas de hielo y pensó… nah.

De todas maneras se levantó y miró alrededor para ver dónde estaba Souta. Cómo era que tampoco estaba ayudando? Kagome regresó a la casa, intentando alejarlo del playstation por unos minutos para que pudiera reconocer el hecho de que su hermana mayor estaba dejando la casa. Cuando entró en la sala descubrió que no estaba ahí. Intentó en su habitación y otros lugares pero no parecía estar en la casa.

Kagome no era del tipo de entrar en pánico y tener un infarto por un hermano perdido, ya que estaba segura que sólo estaba haraganeando en algún lugar… probablemente escondiéndose para no ayudar a empacar.

------

"Cuidado cómo manipulan eso!" les espetó Naraku a los hombres que estaban teniendo dificultades cargando cajones en la parte trasera de su camión. Normalmente hubieran usado una carretilla elevadora pero Naraku descartó esa idea, diciendo que su carga era muy preciosa para ser cargada por máquinas cargadoras. Así que estaban haciéndolo con las manos.

Y los repartidores no estaban exactamente contentos con este arreglo ya que significaba acercarse particularmente a lo que se supone estaban levantando. Los extraños cajones se mantenían emitiendo un incesante zumbido y sonidos que cambiaban de vez en cuando.

Pero los repartidores sabían exactamente lo que era.

"Cuidado… cuidado." Guiaba Naraku mientras los hombres comenzaban a levantar una tercera caja en el camión. "Vamos, no tengo toda la semana, saben. Estas cosas deben estar en los laboratorios centrales de Tokio esta tarde!"

Los repartidores voltearon sus ojos y continuaron levantándolo a su propio paso. Entonces de repente la mano de un hombre se resbaló por al áspero cajón de madera. Gritó de dolor y soltó su extremo del cajón sobre su pie, haciéndolo gritar otra vez. La tapa del cajón se deslizó y se abrió… y por la abertura varias abejas comenzaron a salir.

"Ciérrenla! Ciérrenla!" Gritó Naraku de una vez y los repartidores martillaron con sus puños la tapa por todo lo que valía, a pesar del hecho que de que sólo aplastaba aún más su pie.

La tapa se cerró otra vez y las abejas trepando o volando fueron aplastadas en una pegajosa porquería amarilla. Cada uno dio un respiro de alivio, pero Naraku estaba ligeramente ocupado observado las treinta o más abejas que habían escapado alejarse en la distancia.

"Qué les pasará?" preguntó uno de los repartidores.

"Morirán de hipotermia… con esperanza…" Naraku suspiró. Estaba increíblemente frío y esas abejas sólo estaban hechas para sobrevivir en climas tropicales. No durarían más que unos minutos… y las probabilidades de que entraran en contacto con un humano eran muy bajas. Con esperanza…

------

"Ahora escucha Mikao…" Inuyasha suspiró mientras se arrodillaba lentamente para encarar al pequeño. "No puedes continuar fingiendo esta enfermedad sólo porque no quieres ir a la escuela."

El pequeño frunció y cruzó sus brazos, mayormente contento de que su madre se hubiera salido para que no pudiera escuchar esto. "Y? Todos los otros niños se burlan de mi-!"

"Y? No soy psiquiatra. No vengas lloriqueando sobre tus problemas. Estás desperdiciando I tiempo." Dijo Inuyasha arrogantemente.

"No te gustan los niños, verdad?" Mikao sacó su labio inferior.

"No… absolutamente los adoro." Inuyasha fingió una sonrisa. "Sólo los odio cuando fingen grandes enfermedades para que no sean obligados. Sé un hombre, enfréntalo!"

"Puedo continuar fingiéndola si quiero!" gruñó el niño.

"Continúa fingiendo y le diré a mami." Gruñó Inuyasha.

El niño palideció. "Diré que estás mintiendo… continuaré la farsa… ella pensará que eres un mal doctor y que escoja a alguien más."

"Estoy temblando." Inuyasha volteó sus ojos. "Mira, voy a darte una pequeña lección en la vida, niño."

El niño volteó sus ojos. Aquí venía otro sermón de maestro que le dirá que no llegará a ningún lado si no hace su mayor esfuerzo.

"Si no vas a la escuela entonces no tendrás una educación, si no obtienes una educación entonces no irás a la universidad. Si no vas a la universidad no obtendrás un trabajo, y si no tienes un trabajo no tendrás nada de dinero. Y si no tienes dinero entonces no puedes comprar comida. Y si no puedes comprar comida entonces tendrás hambre y morirás."

Mikao lo miró horrorizado. "Oh…"

Útilmente Inuyasha se había saltado la parte sobre los beneficios sociales para el desempleado y cómo aún si no obtienes todavía un trabajo puedes ser un gerente para MacDonald's o algo así. El niño no necesitaba saber eso.

"Y…" Inuyasha sonrió otra vez. "Ahora vas a mejorarte?"

El niño asintió rápidamente.

"Bien." Inuyasha se levantó y fue a abrir la puerta. "Puede entrar ahora."

La madre de Mikao regresó con una perpleja mirada en su rostro. "Todo está bien?"

"Síp, le hablé a Mikao y está de acuerdo en cumplir la dieta que le di." Inuyasha levantó su talonario de prescripciones y comenzó a buscar una pluma. "Dónde está esa maldita pluma…? Juro que la tenía hace un minuto…"

"Puede usar la mía." Rápidamente la madre le alcanzó una de su bolsillo.

Inuyasha lo tomó y comenzó a escribir instrucciones en el bloc. "Voy a prescribir calpol… eso limpiará la infección en el pecho."

"Qué hay de la fiebre? Y el humedecer la cama? Y las noches de terror? Y los ataques?" preguntó apresurada la madre de Mikao.

"Si se apega a la dieta estará bien." Inuyasha suspiró, odiando el hecho de que estaba encubriendo a ese mequetrefe. "Puede regresar a ver a su GP regular. Dudo que necesitará verme otra vez."

"Gracias… doctor…" la madre sonrió, un poco insegura de llamarlo 'doctor' ya que era aún más joven que ella.

Ella dejó la sala de consulta e Inuyasha comenzó a cazar su pluma perdida. También era su favorita… la negra con la cosa roja en la punta. Indudablemente Kikyo había decidido tomarla ya que parecía tener un hábito de tomar las cosas en el hospital sin pedirlas.

Con un suave medio suspiro, medio gruñido, él salió de la sala de revisión y se dirigió por el pasillo elegantemente alfombrado hacia la recepción.

"Mira, si yo tuviera tu estúpido CD, lo sabrías, de acuerdo?" él escuchó a Kikyo repeler a otro atacante. "Qué querría con Tom Jones?"

Miroku estaba reclinado contra el módulo de recepción en su bata azul oscuro que era el usual uniforme de cirujano. "No lo sé, Kikyo, tú siempre me atacas como el tipo de lanzar tu ropa interior a extraños."

De repente Kikyo cerró de golpe su registro y lo golpeó con el dedo en el pecho. "Muévelo - no se supone que debas estar aquí!"

"Sólo regrésame mi CD!" demandó Miroku.

"Por qué, para que puedas ponerlo en tu Mercedes para atraer chicas?"

"Entonces LO tienes!"

"No, sólo estoy comentando el improbable hecho de que una chica pudiera entrar en el mismo auto que tú." Dijo Kikyo simplemente, abriendo su registro con calma. Ella levantó la vista para ver a Inuyasha acercarse y sonrió. "Ah! Tu próximo paciente es-"

"Te mataría dejar de agarrar las plumas en mis consultorios?" dijo Inuyasha sin rodeos cuando llegó.

La expresión de Kikyo se tornó patas arriba. "Oh por el amor de… yo no tomé tu pluma!"

"Entonces dónde está?" espetó él.

Ella alcanzó el lado de su rostro y sacó el bolígrafo que había estado puesto detrás de su oreja. Se lo mostró con una expresión de 'hah!'. Él lo miró antes de arrebatárselo. "Bueno, por qué lo pusiste ahí?"

Ella sólo suspiró y volteó sus ojos. Luego volteó hacia Miroku. "Lárgate antes de que pida una orden de restricción sobre ti."

"Como si fueras la primera en amenazarme con una de-"

"Realmente amaría escucharlas discutir todo el día, señoras." Interrumpió Inuyasha. "Pero dónde está mi próximo paciente."

Kikyo le disparó a Miroku una última mirada antes de ver su libro de registros. "Adivina quién?"

"Quién?"

"No, adivina…"

Inuyasha suspiró y parecía pensativo. "El conejo de Pascua…"

"No." Ella lo vio intentar asomarse a la sala de espera. "No estás autorizado de mirar!"

"Santa Claus?"

"Cerca." Kikyo señaló tras él y regresó con su trabajo. Inuyasha miró alrededor y ubicó a una conocida joven saliendo de una de las acojinadas sillas azules.

"No tú otra vez…" gruñó él mientras Sango trotaba.

"Pensé que estarías acostumbrado a mí." Ella sonrió en respuesta. "Sabes que realmente me amas."

"Tú sabes que sí." Miroku se inclinó.

Sango se echó para atrás y le dio a Inuyasha una suplicante mirada. Él volteo sus ojos en respuesta. "Vamos." Pero antes de irse se aseguró de agarrar unas pocas de las plumas de Kikyo en caso de que huyera.

"De acuerdo." Anunció Inuyasha mientras pasaba la puerta del depósito. Sin mirar, extendió su mano tras él hacia Sango. "Fórmula."

"No desperdicias tiempo precioso en bromas, verdad?" Sango suspiró mientras le alcanzaba la fórmula.

Él miró directo la parte inferior. Otras dos firmas estaban ahí, y tenía que añadir la suya. Afortunadamente ahora tenía varias plumas con qué hacer su tarea. "Cómo va el tratamiento?" preguntó él mientras firmaba rápidamente.

"Esa es una broma?"

"Es una pequeña. Respóndela."

"De acuerdo… pero… realmente no puedo decir mucha diferencia desde la semana pasada." Ella frotó sus manos tímidamente. "Todavía no puedo agarrar cosas duro y siempre están frías… estás escuchando?"

"Qué?" Inuyasha la miró.

"Dije que no hay mejora!" dijo ella fuertemente como si estuviera hablándole a un anciano sordo.

"Puedo escucharte bien… sólo no estaba escuchando." Él comenzó a buscar en los estantes su medicina. "Por amor de dios… por favor alguien le diría a Kikyo dejar de clasificar cosas en su propio alfabeto?"

Sango esperó pacientemente antes de que eventualmente regresara con una botella blanca. "Sabes la dosis, verdad?"

"Una antes de cada comida."

"Y sólo por dos comidas al día." Él asintió y tomó sus manos. "Vamos a dar un vistazo."

Sango suspiró pacientemente mientras volteaba sus manos en las suyas y les fruncía. "Aún frías?"

"Como siempre."

"Todavía no puedes agarrar?"

"Nada…"

"Algún otro problema?" preguntó él, frotando su mano izquierda para calentarla.

Sango sonrió ante su acción. "Uno pequeño… después de la cirugía el mes pasado realmente no puedo levantar mis brazos sobre mis hombros."

"Por qué no dijiste eso la semana pasada?" él frunció y dejó caer su mano, sólo para comenzar con la segunda.

"Porque me sacaste por la puerta la semana pasada. Eres muy impaciente para tu propio bien." Sango volteó sus ojos. "Personalmente no creo que el trabajo del buen doctor sea el correcto para ti."

"A menos que seas un asesor guía, cállate."

"En realidad-"

"Cállate de todas formas." Inuyasha colocó su mano en la suya. "Aprieta."

Ella lo hizo… muy débilmente. Él levantó un poco su brazo. "Y otra vez." Fue aún más débil. Él lo bajó para que estuviera a su costado, infortunadamente él era ligeramente más alto para sujetar su mano ahí abajo así que tuvo que apoyarse en una rodilla. "Y otra vez." Ella apretó, más fuerte esta vez.

Justo entonces Miroku apareció en la puerta. "Oye Inuyasha, has visto mi… Qué demonios está pasando aquí?"

Inuyasha se tomó un momento para evaluar lo que parecía antes de voltear sus ojos. "Ew."

Sango le disparó una mirada. "Qué quieres decir con 'ew'?"

"Quise decir, ew." Inuyasha empujó la botella en sus manos, observándola tambalearse por un momento antes de lograr sostenerla estable. "Incrementa la dosis a tres veces al día, de acuerdo? Y si eso no funciona, debes considerar pedir una consulta con Miroku para hablar de otra operación."

Sango y Miroku se miraron, y uno de ellos sonrió.

Sango suspiró. "Grandioso…"

Inuyasha cruzó sus brazos. "Bien, ahora muévanse, tengo más pacientes que sólo tú, sabes."

Sango salió felizmente mientras Miroku suspiraba y se dirigía por el otro camino. "Nunca voy a escuchar a Tom Jones otra vez a este paso…"

------

Kagome regresó afuera y cerró la cremallera de su chaqueta y metió sus manos en sus bolsillos. Apostaba que estaba en la casa del pozo, pero al minuto que asomó su cabeza ahí decidió que no iba a estar escondiéndose en la oscuridad sin importar qué ocasión fuera. Ese lugar le ponía la carne de gallina… y no era que Kagome se sintiera completamente cómoda alrededor.

Al lado estaba el árbol Goshinboku. Cuidadosamente cruzó las congeladas matas de pasto guiaban al árbol y escuchó los distintivos sonidos de movimiento sobre ella. Él estaba en las ramas.

"Hmm… me pregunto dónde podrá estar Souta…" dijo ella mirando alrededor sin ver arriba. "Estaba tan segura que estaría por aquí en algún lugar…"

Hubo más movimiento sobre ella.

"Bueno… si no puedo encontrarlo no puede tener ese pudín de chocolate que hizo mamá." Kagome suspiró dramáticamente y escuchó una rama romperse sobre ella. Sonrió y miró hacia arriba… pero pronto la sonrisa se desvaneció de su rostro. Estaba sonriéndole estúpidamente a una ardilla. "Oh…"

Souta tocó su codo. "Hablándole a los animales otra vez, Dr. Dolittle?"

Kagome volteó hacia él, sintiéndose tonta. "Dónde te has estado escondiendo?"

"En ningún lado… sólo he estado caminando por ahí." Él estampó su pie para sacar el frío de sus botas.

"Me voy en un par de horas, sabes." Le recordó Kagome.

Souta volteó sus ojos. "Como si lo olvidara."

"Entonces… no me extrañarás?" Kagome levantó una ceja.

"Supongo…" Souta se encogió de hombros.

Definitivamente algo pasaba con Souta. Él no era tan pesimista, a menos que hubiera algo en su mente, o molestándolo en la escuela. Ella se agachó a su lado y espantó la abeja que se había estrellado en su cabello.

"Pasa algo malo, Souta?" preguntó ella preocupada.

"No…" gruñó él.

"Sí lo hay."

"No."

"No vamos a entrar en una discusión infantil por esto. Tengo diecisiete años, soy muy vieja para esto."

"Tú, eres tan vieja como las colinas… eres anciana…" Souta frunció.

"Oye, sólo te quedan cinco años antes de que estés en la misma situación." Le recordó ella, dando capirotazos otra vez a la abeja que continuaba zumbando alrededor de su cabeza. El mentón de Souta se desplomó y ella captó una idea ante lo que podría estar molestándolo. "No quieres ir a la universidad?"

"Bueno… sí… pero…"

"Pero qué?"

"No estás asustada?" él levantó la vista de repente. "Vas a dejar atrás a todos los que conoces e irás a vivir en un lugar extraño rodeada de gente extraña que no conoces. Y prácticamente VIVIRÁS en la universidad y no harás nada sino trabajo y estarás aburrida… y cómo vas a hacer nuevos amigos tan fácilmente?"

Él no estaba preocupado por ella, estaba preocupado por él cuando su turno llegara. La mejor forma de resolver esto era mostrarle que no estaba asustada. "Souta… todos ahí serán nuevos, nadie se conocerá. Todos serán amables con los otros y se ayudarán y el personal ahí te hará sentir bienvenido… y todo no será trabajo, sabes."

"Sí, cierto."

"Sí. Sin padres o abuelos respirándote en el cuello puedes quedarte levantado hasta lo tarde que quieras, comer lo que quieras e ir a fiestas cada sábado. En realidad nadie trabaja en la universidad." Ella sonrió. "Y además, todavía tienes cinco años, no te irás en un tiempo. Aún debes disfrutar el tiempo que te quede como niño, no deberías preocuparte por cosas de esas."

"Quién dijo que estaba preocupado?" preguntó Souta, mirando a la abeja que se rehusaba a dejarla en paz.

"Un pajarito." Ella sonrió y se levantó, espantando a la abeja otra vez. "Esto es extraño… abejas en invierno?"

"Entonces no estás preocupada de que estarás toda sola."

"No por mucho tiempo." Kagome suspiró. "Haré nuevos amigos… conseguiré un novio y probablemente me casaré con él. Luego podremos abrir un bufete de Abogados y tendremos niños abogados y haremos el amor cada noche…"

"Mucha información, Kagome!" dijo él rápidamente.

"Sólo bromeaba." Ella lo pinchó en las costillas. "Sólo quería verte retorcer."

Esa abeja ahora estaba zumbando realmente cerca a su oreja y ella frunció. Girándose golpeó sus manos para aplastarla entre sus palmas. "Ya era- AH!"

"Qué!" Souta saltó hacia atrás.

"Esa estúpida cosa me picó!" Kagome dejó caer el insecto muerto al helado suelo y levantó su palma para inspeccionarla. "Ow… qué grandiosa forma de comenzar mi vida adulta."

"Diría." Souta le dio un vistazo. "Ew… es amarillo!"

"Wuss." Kagome cerró su puño para intentar aliviar el dolor y le sonrió a su pequeño hermano. "Ahora vas a ayudar a empacar?"

"Oh… tengo?" Souta frunció.

"Bueno, si puedes levantar mi cama… sí." Kagome comenzó a codearlo en dirección del Templo. "También podrías estar ahí con el comité de despedida…"

Kagome inhaló profundamente y abrió un poco su chaqueta, estaba haciendo mucho calor de repente. El sol debe haber salido.

La madre de Kagome estaba esperando por ellos cuando Kagome y Souta llegaron. "Ahí están los dos - el camión ha partido y todo debe estar desempacado en tu apartamento para cuando llegues ahí, Kagome."

"Genial." Kagome tiró de su suéter cuello de tortuga y dejó salir un rollo de vapor. "Soy yo o está caliente aquí."

"Te estás sofocando de calor? Probablemente es toda esta excitación." Su madre sonrió. "Iré a revisar que hayas empacado todo."

Kagome estuvo por seguirla cuando su cabeza comenzó a dar vueltas levemente. Ella se detuvo cuando alcanzó el pórtico y tuvo que recostarse contra uno de los postes de madera sosteniéndola. "Vaya…"

"Cuál es el problema?" preguntó Souta rápidamente.

"No lo sé…" Kagome cerró sus ojos brevemente para detener el suelo moviéndose, pero cuando abrió otra vez sus ojos puntos negros estaba danzando en frente de sus ojos y su cuerpo de repente se sintió muy débil. Algo malo le estaba pasando. "Souta… trae… trae a mamá… trae…"

El negro consumió su visión y ella cayó al suelo cuando sus piernas fallaron y bilis subió por su garganta.

"Kagome!" Souta se abalanzó hacia ella.

Eso fue lo último que ella escuchó.

------

Continuará…

------

Irchan: Bueno aquí venimos con otra traducción de Rozefire. Esta es mas corta que Dead Famous, solo tiene 17 capítulos. Pero espero que lo disfruten de la misma forma que disfrutaron Dead Famous. Bueno, cualquier duda o queja ya saben solo dejen reviews. Ahora si trataré de responderles a todos. Por mensajes privados non.