Capítulo 1: ¿Traidor o no?

Se despertó de golpe, bañada en sudor frío y lágrimas saladas. Las pesadillas se repetían una y otra vez. A raíz de lo que Harry le había contado, cada vez estaba más convencida de que aquél hombre había logrado engañarla como había hecho con todos los otros. Bueno, tan solo a la práctica, pues, teóricamente, todos habían actuado siempre como si él ya fuese un traidor. ¿Por qué no serlo, entonces?

Pero no, ella siempre convencida de que era inocente, de que todos le juzgaban por su aspecto oscuro y frío. Y, claro, ella, que había sido juzgada desde siempre por los otros, que siempre le habían dicho que era una sabelotodo solo porque le gustaba aprender, siendo esto motivo suficiente como para no ser digna de ser amiga de nadie; o que había sido insultada por parte del alumnado por ser hija de muggles, no podía admitir que juzgasen a alguien solo por su aspecto o por su actitud.

Porque, hasta hacía poco, creía que el hombre actuaba así solo para protegerse del exterior. Creía saber que él no era así, en realidad, sino un pobre hombre que había visto y vivido demasiado dolor. Había sido mortífago... Sí, ¿y qué? ¿No tenía uno derecho a cambiar de actitud, de opinión, respecto a algo? Claro que sí. Pero ahora... ahora ya no estaba segura de nada.

Su mente le decía que Harry lo había visto (y ella sabía que Harry no mentía ni mentiría nunca, por lo menos, no en asuntos de tal importancia), que él había matado a Albus Dumbledore, el mago más poderoso y conocido desde Merlín. Pero, contrarios a esa opinión, su corazón y su instinto le decían que había algo más, que algo no encajaba en todo aquello. ¿Pero... qué?

Nada tenía sentido, en realidad. Por ejemplo, solo para empezar, ¿cómo había podido acabar con el director? Sí, es cierto, tenía poder, pero no tanto como Albus Dumbledore. Después estaba el hecho que el propio Albus había estado todo el curso un poco raro y parecía que estaba perdiendo facultades. ¿No podía ser que todo fuese idea suya? Pero no... ¿con qué finalidad lo habría hecho?

¡Argh! Le estaba empezando a entrar un terrible dolor de cabeza. Miró la hora. Las cinco, tan solo eran las cinco de la mañana y ella ya no sería capaz de dormir más. De eso estaba completamente segura.

Se levantó con dificultad y, después de hacerse la cama, intentando por todos los medios posibles no despertar a Ginny, que dormía a la cama del lado, decidió bajar a la cocina a comer algo y buscar cualquier cosa que le pudiese hacer desaparecer el dolor de cabeza.

- Buenos días, Hermione. ¿Qué haces levantada tan temprano.

- Buenos días, Tonks. No me encuentro demasiado bien... me duele mucho la cabeza. ¿Sabes si hay alguna poción por aquí?

- Sí, espera, ahora te la doy.

Cuando ya se hubo tomado la poción, se sentó al lado de Tonks, que, al parecer, tenía mucho hambre, pues estaba comiendo tortitas con chocolate y helado de fresa.

- Muchas gracias, ya me encuentro mejor. Y tu, ¿qué haces despierta tan temprano? Que yo recuerde, hoy no te toca guardia... ¿no?

- No, es que tenía hambre...

- Tonks, ¿estás segura que no estás...? –empezó ella, que llevaba unos días ya con la duda.

- Yo... –empezó la chica del pelo rosa mirando hacia el suelo.

Hermione decidió tomar eso como un sí. Pero, entonces...

- ¿Pero por qué estás tan triste? Espera... –dijo ella cayendo en la cuenta. -Aún no se lo has dicho a Remus, ¿verdad? –ella negó con la cabeza. -¿Cuánto hace que lo sabes?

- Pues... más o menos un mes.

- Pero... Espera, pero si eso es exactamente el tiempo que lleváis juntos... ¿no? –dijo Hermione dudando un poco.

- Eh... Sí, pero...

- Vale, vale, que tampoco quiero meterme en esas cosas. Eso es cosa vuestra... –la interrumpió Hermione con una sonrisa, aunque por dentro, se repetía incesantemente. "Un mes, un mes desde que Dumbledore fue asesinado, un mes de dudas, un mes...". –De todas formas, ¿por qué no se lo has dicho aún?

- Tengo miedo de su reacción. No creo que él quiera tener el bebé... Ya no quería ni empezar una relación. Supongo que tendrá miedo de que herede...

- ¿De que sea un licántropo? –susurró Hermione, comprendiendo a la chica. Ella asintió, una solitaria lágrima resbalando por su mejilla.

- Eso no va a pasar y, de todas formas, aunque sucediera, no hay de qué preocuparse. Con la poción matalobos...

- Ya, si todo eso ya lo sé, pero él...

- Él se alegrará, ya lo verás. Por Merlín, va a ser padre... ¿Quién no se alegraría con eso?

Tonks miró a la que, en las últimas semanas, se había convertido en una chica callada y taciturna, pero también en una buena amiga, pese a la diferencia de edad que había entre ellas.

- Gracias, es lo que necesitaba oír.

- De nada, me gusta poder ser de ayuda, aunque sea poco. Por cierto, ¿de cuanto estás?

- Pues... de dos meses y medio.

- Sí que lo teníais escondido...

- Eh... Remus es así. Ya lo sabes. Primero empezó con lo de la diferencia de edad, después con que él no merecía ser querido... En fin, hay que saber convencerle de todo.

- ¿Se lo dirás?

- Está bien...

- ¿Decir qué a quién? –les interrumpió una voz entrando en la cocina.

Era un hombre castaño, con canas, ojos dorados y aspecto cansado. Tenía algunas heridas en el cuerpo, la ropa rota y algunas magulladuras en la cara.

- ¡Remus, has vuelto! –gritó Tonks corriendo a abrazarle.

Él le respondió el abrazo, aunque con un poco de timidez porque Hermione estaba delante. Dio un beso corto a su novia y, sin dejar de abrazarla, volvió a formular la pregunta que aún no le había sido contestada.

- ¿Decirle qué a quién?

Hermione miró a Tonks. Tonks miró a Hermione. La mirada de Tonks pedía a la castaña que se quedara allí. La de la más joven decía que se lo tenía que decir ya.

- Verás... –Hermione la miraba fijamente, instándola a decírselo. –Tengo que decirte algo.

- ¿Sucede algo? –preguntó él, con semblante serio.

- Sí. Siéntate, por favor.

Hermione se sentía un poco extraña entre ellos dos, sentía que sobraba, pero Tonks era su amiga, una de las pocas amigas que tenía, seamos realistas, y no quería fallarle. Si la necesitaba allí, allí estaría.

- ¿Qué pasa? ¿Es algo malo?

- No... Bueno, no lo sé. –respondió la chica siendo franca. –Estoy... Estoy embarazada.

- ¿¡Quéhas dicho! –exclamó el con una expresión indescriptible e indescifrable.

- Sabía que no te gustaría, por eso he tardado tanto en contártelo, pero...

- ¿Por qué no tendría que...?

- Así, ¿no te molesta?

- ¡Pues claro que no! ¡Voy a ser padre! Hermione, felicítame, ¡voy a tener un bebé! –dijo el hombre con una expresión de felicidad que hacía muchos años que nadie le veía mientras besaba a Tonks.

- Felicidades. Felicidades a ambos –dijo, recordando que aún no había dado la enhorabuena a Tonks.

Mientras la pareja volvía a besarse, ella aprovechó para salir de allí. "¿Dónde podría ir?", se preguntó. "Claro, ¡a la biblioteca!".

Se sentó en la que se había convertido en su butaca, justo al lado de la ventana, desde donde se veía que empezaba a salir el sol, y empezó a leer un libro que le había llamado la atención. Era un libro de magia negra, como la mayoría de los que había en aquella biblioteca, pero no le importó lo más mínimo. Aquel volumen tenía algo, no sabía exactamente qué, que hacía que quisiera leerlo.


Aquél tenía que ser el mejor día de su vida. Era el día que había estado esperando desde que accedió al mundo mágico, pero, aunque era un día importante, no le apetecía festejarlo. Albus Dumbledore había muerto y, con él, todas sus ganas de celebrar algo, por mucho que el último día que pasara en aquella casa estuviese a punto de terminar.

Sus tíos ya estaban avisados de que se iría de inmediato en cuanto las agujas del reloj marcasen las doce, siendo él ya mayor de edad en el mundo mágico. Iría a Grimmauld Place, ya que Ron le había escrito diciéndole que estaban todos en casa de Canuto.

Cinco, cuatro, tres, dos, uno... el trasladador que le habían hecho llegar se activó y sintió el típico tirón del ombligo.

Antes que pudiese volver a abrir los ojos, que había cerrado para evitar ver aquel torbellino de imágenes que le mareaba, notó que alguien se le tiraba encima. Entonces, se añadió otra persona, y otra aún.

Abrió los ojos y vio un par de matas de cabello rojo y otra castaña. Ginny, Hermione y Ron le estaban abrazando.

- ¡Felicidades! –gritaron casi al anísono.

- Gracias. –respondió sonriendo.

Cuando dejaron de abrazarle, Harry dirigió a Ron una mirada un tanto extrañada. Él, comprendiendo lo que pasaba por la mente de su pelinegro amigo, se encogió de hombros y se justificó.

- Verás, estaban las dos abrazándote y me sentía un poco apartado de todo, así que decidí colaborar en el abrazo en grupo...

Harry sonrió. En otros tiempos habría reído, pero ya no le quedaban ganas para eso. Y, hablando de los tiempos, tenía que contar unas cuantas cosas a los chicos...

- Chicos, tengo que hablar con vosotros. ¿Nos vemos en mi habitación (supuso que dormiría donde había dormido la otra vez) dentro de un rato?

Ellos asintieron y Harry fue a saludar a los otros que había en la casa. No muchos: Molly, Tonks (que, según le pareció a Harry, parecía muy contenta, aunque no alcanzó a comprender por qué), Mundungus y Charlie. Por lo que parecía, todos tenían mucho trabajo que hacer.

Cuando subió a su habitación, los otros ya se encontraban allí.

- ¿Qué es eso tan importante que tienes que contarnos?

- Durante el año pasado, como ya sabéis, estuve haciendo clases particulares con Dumbledore –sintió una punzada de dolor al nombrarlo. La cara de Hermione también cambió, pero nadie se dio cuenta. Ginny, por su parte, atendía interesada a la charla del que fuese su novio hasta que decidió romper para protegerla. Por lo menos, pensó, le hacía partícipe de todo aquello.

Cuando Harry acabó de explicarles todo lo que había sucedido el curso anterior, junto con la existencia de los horcruxes, su búsqueda y el fracasado intento de destruir uno de ellos, con la posterior narración de los hechos ocurridos aquella noche en la torre norte, Hermione se llevó las manos a la boca, se levantó corriendo y volvió poco después con un libro en las manos.

- Hace poco no podía dormir y fui a la biblioteca. No sabía qué leer y cogí este libro. No sé por qué, pero me llamó la atención. Habla sobre los horcruxes.

Los ojos de Harry se abrieron tanto que parecía un sapo sorprendido.

- ¡Pero si hasta Dumbledore tuvo que investigar qué eran exactamente porque no estaba seguro! ¡No lo encontró en ningún libro!

- Pues aquí está... Y el libro está bastante gastado.

- Ya sabemos qué son y no nos hace falta descubrir como hacerlos, tan solo debemos saber cómo se destruyen. Dumbledore no alcanzó a decírmelo.

- Aquí pone... –murmuró la castaña distraídamente mientras leía con rapidez. –Pone que para destruirlos hay que romperlos de alguna forma y hacer... hacer el avada kedavra. De todos modos, hay que vigilar mucho, porque el solo contacto con el alma antes de desaparecer esta puede herir o incluso matar. Supongo que eso es lo que pasó con la mano de Dumbledore.

- Claro, es lógico. Si es un trozo de alma y hay que matarla... Vale, perfecto, ahora solo tengo que conseguir aprender a hacer el avada kedavra. ¡Pero yo no quiero utilizar este hechizo! ¡No voy a ir dedicándome a matar animales para practicar...!

- Pues no sé, pero me da que es lo único que podemos hacer.

- ¿Podemos?

- Pues claro, ¿no pretenderás que te dejemos solo, verdad? En esto estamos todos juntos.

- Ah, no, eso sí que no.

Harry era testarudo, muy testarudo, pero al final, entre todos, lograron convencerle. Decidieron, también, que le acompañarían a visitar la casa de sus padres. Cuando Hermione iba a cerrar el libro se quedó un momento parada en la primera página de este.

- ¡Ya lo tengo! ¡Ya sé quién es RAB!

- ¿¡Qué? –preguntó Harry, visiblemente sorprendido.

- Aquí está, su nombre está escrito aquí, justo en un libro en el que se habla sobre horcruxes. ¿Quién más puede ser? ¡Regulus Arcturus Black!


Era el día de la boda de Bill y Fleur y todos estaban muy nerviosos, ya que, aunque habían extremado las precauciones, la situación era peligrosa. La ceremonia había ido muy bien, pero aún quedaba toda la tarde de celebraciones.

Hermione, después de bailar un rato con Ron, Fred, Geroge e incluso con Bill, se había alejado de los otros e iba a sentarse un poco lejos de todos los festejos, justo debajo de un viejo roble, para descansar un poco y también para pensar.

Aquella tarde había hablado con Ron sobre algo muy importante y aún no sabía si había actuado correctamente.

FLASH BACK

- Hermione, ¿podemos hablar un momento?

- Sí, claro.

La había llevado casi a los confines de las protecciones de la casa para asegurarse de que no les oiría nadie. Parecía nervioso.

- Tengo un problema. –Dijo él, con la cara un poco roja, color que fue aumentando de intensidad a medida que hablaba. Ella le miró, instándole a que hablara. –Creo... me gustas –le dejó ir de un tirón.

- Ron... Yo...

- No, tranquila, no quiero que contestes nada. Sé que no soy correspondido y lo entiendo, de verdad. Es solo que quería que supieras que me gustas pero... creo que no te quiero. Es decir, como amiga, pero no como nada más. Es muy extraño, porque hasta hace poco creía estar enamorado de ti.

- Me parece que a mí me pasa lo mismo –dijo ella. Una imagen le apareció en la mente: unos profundos ojos negros. –Me atraes bastante y te quiero muchísimo como amigo... pero no como nada más. Así, pues, ¿por qué has querido decírmelo?

- No quería confundir las cosas y quería hablarlo contigo para estar completamente seguro. Ya sabes que no soy demasiado bueno con eso de los sentimientos...

Ella sonrió y le abrazó.

FIN DEL FLASH BACK

Alguien se acercó por detrás. Ella oyó los pasos, pero creyó que era Ron, así que no le hizo caso y siguió metida en sus pensamientos. No se dio cuenta de que no era así hasta que le taparon la boca y la llevaron un poco más lejos sin que nadie se diera cuenta. Era un hombre, de eso estaba segura. Un hombre de brazos fuertes cubiertos por mangas negras y largas.

¿A quién se le ocurriría ir en manga larga (y encima, de negro) en pleno verano? Solo un nombre acudió a su mente, pero se negaba a aceptarlo. No podía ser él. No, era imposible. ¿Realmente era un mortífago, un traidor? Y, aún más, ¿cómo había conseguido romper las barreras de seguridad?


¡¡¡Holaaa!

Pues eso mismo os pregunto a vosotros/as... ¿Alguien puede responderme algo? En este capítulo aún no ha habido HGSS, pero la cosa no podía empezar así de golpe... ¿no? Y, de todas formas, ya os avanzo que seguramente antes habrá un viajecito en el tiempo...

¿Quién es el que la acaba de coger? Vale, lo sé, pregunta estúpida... pero puede engañar, ¿no?... nop, creo que esta vez no se equivoca...

Reviews, ¡por favor! Si recibo algunos me daré prisa a actualizar. Como mis otros fics no reciben demasiados daré prioridad a este... ¿Os parece bien? Un reviewsí, dos reviewsno. ¡Es broma! Pero, ahora en serio... ¿alguien me dejará un reviewcito?

¡Gracias!

Khye