Prólogo

Un trío shinobi corría entre la oscuridad de la noche a toda la velocidad que les permitían tanto sus músculos como su experiencia. Aparentemente el pueblo conocido como Toori no Kome, había sido atacado recientemente por una pequeña escuadra de ninjas rebeldes, en alianza con algunos Samurai que vagaban sin amo a quien servir.

Quizás dependiendo de las circunstancias, Konohagakure no Sato hubiese enviado a un pequeño grupo de Jounin a encargarse del problema en vez de un escuadrón completo de ANBU, entrenados para batallas largas y definitivas.

La aldea necesitaba todas sus armas en línea y dispuestas a desplegarse en caso de que alguna otra aldea intentase aprovecharse de este "aparente momento de debilidad", pero el Hokage había sido muy especifico de porque esta misión era importante. Naruto Uzumaki, un niño de apenas cinco años de edad, próximo a cumplir los seis, habitaba en ese pequeño poblado arrocero, al haber sido adoptado un año anterior.

La familia era decente, un grupo de vendedores comunes de arroz que prometieron cuidar del niño como si fuese suyo propio, quizás introducirlo en la academia ninja una vez alcanzase la edad apropiada.

Pero los recientes reportes habían confirmado que de hecho, el chico no solo era tratado como un esclavo, sino que el maltrato al parecer era a nivel del pueblo. Lo más alarmante aun es que los Chuunin contratados para mantener al Hokage al tanto de la situación del niño en cuestión, jamás reportaron abuso alguno por parte de sus padres adoptivos.

Solo basto el ataque de un Ronin habilidoso para despertar la alarma en el pueblo, más aun porque aparentemente tal sujeto había sido curado y atendido por un maltratado infante, por supuesto que el vendado sujeto no duro demasiado a manos de los Chuunin entrenados, debido a las precarias condiciones en las que se encontraba.

Pero lo que jamás esperaron es que dicho hombre tuviese camaradas y seguidores que no tardaron en desatar su ira en contra de la aldea que se había llevado a su apreciado líder.

Ambos Chuunin que "custodiaban" al chico, perecieron a manos de los Shinobi enemigos, en un intento de huir e informar a la aldea de que uno de los puntos comerciales del país del fuego estaba bajo ataque.

Los sitiadores totalmente confiados de su control, jamás esperaron que alguno de los aldeanos tuviese la capacidad física como para cumplir la misma función que los "Shinobi", e ir corriendo hasta la aldea principal con tal de conseguir ayuda.

Claramente ante la presencia de los ahora en combate ANBU, se habían equivocado.

"Inu", el líder actual de esta pequeña triada de ANBU, caía de frente en la batalla, confrontándose a un hombre de apariencia dudosa que portaba no solo un par de ojos rojos por las lagrimas, sino también una mirada desvalijada de toda vida o principio.

Su traje de entonación verde y clara apariencia femenina estaba manchado con la sangre de sus victimas, y como no estarlo cuando su arma no era mas que una enorme Kusari gama.

El ANBU con la mascara de perro se alisto para la batalla, desenvainando su Kodachi con sigilo y destreza, esquivando una ráfaga de viento que obviamente según su experiencia, era producto de la enorme cadena que portaba el arma de su enemigo.

Aprovechando las obvias señales de agotamiento, decidió ponerle fin a las cosas, arrojándose de frente a el con tal de acabar con su vida en un solo movimiento, solo para encontrarse con la cruda realidad de que el ataque inicial no fue hecho con mas motivo que conseguir que realizara este movimiento en especifico.

El afeminado hombre de la Kusari gama solo sonrió ante su victoria asegurada, cuando con un ligero movimiento de muñeca su arma se movilizo de manera superflua sobre sus dedos, antes de atraer el filo hacia el torso del Shinobi, empujando con firmeza al encontrarse con la dureza de su caja torácica esperando ser bañado en sangre e intestinos frescos, solo para encontrarse con la enorme sorpresa de que su victima se había transformado en simple humo ante sus agotados ojos.

De hecho, el pobre hombre no tuvo oportunidad de discernir que había ocurrido realmente, cuando el frío acero de un Kodachi atravesó su garganta desde la parte posterior de su cuello, cortando su columna vertebral en un solo golpe, asesinándolo en el acto y sin mayor espectáculo tras de si.

Con un ligero empujón hacia el frente, el ANBU procedió a retorcer la hoja de su pequeña espada, asegurándose de que su objetivo, de haber quedado con vida de alguna manera, permaneciera ahora inmóvil para el resto de la eternidad.

Retiro su Kodachi de inmediato al presentir que a su espalda alguien se acercaba con sumo sigilo, quizás uno de los Shinobi que el civil había reportado antes de morir de cansancio y estrés.

Frunció el seño antes de que una espada atravesare su pecho y esta pasara de largo para la sorpresa y alarma de su ahora espantado enemigo. Había caído con un simple Bushin, giro su rostro un par de veces antes de sentir una mano tomar sus pies con fuerza mortal, y su cuerpo sumergirse bajo tierra, aprisionándole de inmediato a una muerte rápida ante la espada del ahora libre ANBU, que despachaba con relativa facilidad al enemigo que supuestamente debía ameritar su presencia.

Entrando en batalla por unos cortos quince minutos, el escuadrón de tres personas se reunió en el centro del pueblo para comparar información de que habían enfrentado.

"Neko" el miembro femenino de la triada, informo que se había enfrentado con un hombre ciego que intentaba usar un escudo hecho de caparazón de tortuga, junto a un gran despliegue de palabrería y velocidad.

Ella no titubeo en aplastarlo con un Doton bien ubicado, triturando el cuerpo completo del algo molesto hombre, antes de entablar batalla con una Kunoichi de bajo nivel a la cual enfrento con mucha más piedad que a su anterior enemigo, comprobando antes de terminarla indoloramente, que la mujer era la amante del Ronin asesinado por los Shinobi de Konoha.

"Bunta" un hombre un poco mas fornido que sus dos camaradas, afirmo haberse encontrado con un numero inusual de bandidos de las montañas, muy bien equipados con entrenamiento medio y armaduras usadas pero en buen estado. Antes de conseguirse con un Ninja Famélico que utilizaba su poco peso para sobrevolar por su cabeza y arrojar grandes cantidades de explosivos sobre el, intentando obliterarlo.

Cabe decir que con un buen salto, no tardo en aproximarse a su persona y partirlo con relativa facilidad por la mitad con su Kodachi, bañándose para el mal humor del hombre, en la sangre e intestinos de su enemigo antes de caer a tierra para proseguir con los bandidos.

"Inu", una vez informado sus encuentros con sus oponentes, además de claro, unos cuantos bandidos. Supo con claridad que ninguno de estos enemigos pudo tener la capacidad para sorprender y tomar desprevenidos a dos Chuunin de buen nivel como lo eran los que estuvieron en algún punto asignados a la supervisión del Jinchuuriki.

El trío emprendió una búsqueda minuciosa de sobrevivientes, solo para encontrar con grima que ni siquiera los niños se habían escapado de la furia de los bandidos, incluso en algunos casos, al punto de encontrar familias enteras despedazadas por el arremeter de hachas, martillos y espadas con pésimo filo.

Los tres no tardaron en conseguir a jóvenes doncellas el yacer desvestidas y degolladas una vez los bandidos habían conseguido lo que deseaban, algunas de ellas para el enojo de la mujer presente… no habían crecido lo suficiente como para tan siquiera haber menstruado por primera vez.

Quería encontrar a los culpables y otorgarles una muerte dolorosa y lenta, quizás torturarlos y dejarlos con vida solo para entregárselos a Ibiki y Anko, indicando cual fue el delito cometido. Sabia muy bien que Anko a pesar de su imagen, tenía un punto débil por este tipo de temas, y que solía introducir de forma… poco ortodoxa por agujeros no muy confortables, algunas de sus mas toxicas invocaciones con tal de que estas mordiesen sus adentros, para luego dejarlos morir con lentitud y agonía mientras ella cortaba sus dedos al mismo tiempo en que el veneno diluía sus intestinos.

Pero alguien se había adelantado a sus ensoñaciones, y para su desdicha había despachado con un rápido ataque a cada uno de ellos, despertando la alarma en los ANBU al ver con pericia entre los cadáveres, que quizás fue este sujeto en específico quien elimino a los Chuunin encargados de la supervisión del joven Jinchuuriki.

Lentamente se adentraron en la enorme residencia, comprendiendo con grima que a medida que avanzaban, las victimas aumentaban más y más, hasta el punto en que incluso los civiles habían perecido en manos de este formidable oponente.

Cada cuello, apéndice u extremidad amputada fue hecha con extremo sigilo, incluso en los rostros decapitados podía apreciarse que algunos jamás sintieron dolor alguno, mientras otros eran la epitome de la desgracia y el sufrimiento. Para el alivio de los tres jóvenes adultos, entre las victimas jamás se encontraron niños de ninguna edad. De hecho, las señales indicaban que dicho "asesino" estaba acompañado por otra presencia, que aparentemente llevaba gran peso sobre sus hombros, por las marcas y hendiduras que dejaban sus pies al pisar el tatami.

Inu estuvo a punto de ordenar que se separasen cuando una enorme explosión los arrojo en contra de las paredes.

Por valiosos segundos ellos tardaron en recuperar el sentido de sus alrededores, solo para descubrir que a medida que se ahondaban en la estructura, de que la afable arquitectura hogareña desaparecía por completo y se tornaba más oscura y tétrica a medida que avanzaban, incluso asemejaba a una cámara de tortura, con las paredes repletas de viejas manchas de sangre y otras sustancias que no deseaban examinar.

Una vez llegaron al final, encontraron con horror que de hecho, el calabozo de la comisaría había sido convertido en una cámara de torturas improvisada, y que en uno de los postes de madera yacía colgando y sangrante un pequeño niño de seis años, con obvias señales de haber sido azotado constantemente antes de que la aldea fuese atacada.

Los ANBU de hecho no tuvieron tiempo para contemplar si el chico estaba vivo o muerto, debido a que ante el, irradiando una gran cantidad de instinto asesino, se encontraba un Shinobi de alto rango, cubierto de pies a cabeza en sangre, sus vestimentas estaban ajustadas a su cuerpo enmarcando una esculpida figura que incluso adonis envidiaría. Su cabello, exageradamente largo poseía el mismo color de la sangre que adornaban sus ropas.

Su cabeza estaba cubierta por tela del mismo color azulado que el resto de sus prendas, en su frente su Hitai-Ate portaba un diseño jamás visto por algún miembro del equipo. Casi parecía una obra de arte; una placa metálica de hermosos acabados que de manera irregular cubría su frente, sus esquinas eran curveadas y enmarcaban una especie de oleaje que era idéntico en cada lado.

Pero lo que mas resaltaba era la silueta de un demonio… no, de un dragón rugiendo furioso en el centro de la misma placa metálica. Su rostro estaba cubierto casi por completo, a excepción de la piel alrededor de sus ojos, que eran de un azul cielo que resaltaba enormemente ante el ligero mechón de cabello que caía sobre los mismos.

Al parecer, la extensión que podía verse era producto de algún golpe afortunado dirigido a su cabeza con tal de acabarle, pero era aparente que solo pudo rasgar la fábrica de la misma, dejando caer el cabello que ahora ondula debido a la intensidad de su furia.

En ambas manos portaba una espada que imploraba respeto ante solo ver su hoja reluciente.

La triada no pudo ignorar la gran cantidad de Youki que irradiaba de la espada que el hombre portaba en su mano izquierda. De hecho en algunos puntos de su respiración, esta parecía relucir de rojo, iluminando su silueta en la oscuridad.

Todo en el hombre indicaba que cualquier movimiento en falso les costaría la vida.

- ¡Aléjate del niño! – esgrimió valiente Inu mientras irradiaba su propia porción de instinto asesino, despertando sin desearlo al chico en medio de lo que quizás seria la batalla que definiría el si vivía o moría en este lugar.

No le sorprendió que arrancase a gritar por la escena que se desenvolvía ante su persona. Claro, que nadie esperaba que el desconocido envainase sus espadas ante el sonido del chico. Alertando al escuadrón de que ahora podía ser una oportunidad de asestar un golpe definitivo, quizás el hombre tenia debilidad por los niños, y en un momento de flaqueza había bajado la guardia lo suficiente como para que ellos se arrojasen sobre el con experticia.

Solo para encontrarse con un mar de Kage Bushin, que vapulearon cada fibra del trío tan solo dejándoles con fuerzas suficientes como para que pudiesen erguirse con sus propios medios. Cabe decir que tal técnica poseía otra alteración de gran calaña, los clones literalmente estaban hechos de las sombras que inundaban el lugar, ya que una vez habían cumplido su trabajo, estos regresaron a su posición original con tal de esparcirse en el suelo, paredes y techo, como si nunca hubiesen tenido vida.

- ¡Na…ra! – comento adolorido Bunta, mientras intentaba a como diese lugar impedir que el desconocido se acercase mas a su objetivo.

Inu, un poco más experto en el campo de batalla se irguió de inmediato, solo para descubrir que su propia sombra ahora amenazaba con cortarle el cuello ante la mínima provocación. Hecho enfatizado ante la pequeña cantidad de sangre que corría ante la presión con la cual presionaba sobre el mismo.

Neko estaba inconciente, aparentemente en mejores condiciones que sus contrapartes masculinas. El atacante simplemente la había dejado noqueada con un simple golpe, mientras que a los varones del grupo los demolió por completo. Inu arrugo el entrecejo ante lo furiosa que estaría la mujer al enterarse de que fue tratada de manera distinta a sus compañeros solo por su sexo.

Mas su atención se vio rápidamente atraída hacia el silencio fúnebre que prosiguió después del sonido seco de un claro puñetazo.

El niño había dejado de gritar y llorar, y ahora yacía callado e inconciente, sujetado por las mórbidas cadenas que laceraban su carne con extrema crueldad. Intento decir algo, mas el desenfundar de la espada del sujeto envió alarmas a la cabeza del experimentado capitán ANBU.

Sabia que lo que estaba por percibir era un acto de "bondad" de un Shinobi a otro, al terminar con el sufrimiento del niño de una vez por todas. Pero sus órdenes eran el regresar a la aldea al chiquillo cuanto antes, y en el mejor estado físico posible, no podía fallar por el amor del cielo. Mas nunca pudo moverse ante los rápidos movimientos del desconocido, que para la ahora confusión del capitán, extendía los brazos hacia el frente con sumo cuidado de sujetar al malherido infante.

Las únicas victimas de su pericia fueron las cadenas que se adentraban en su carne debido al peso de su cuerpo. Con un solo brazo sostuvo su pequeña humanidad, antes de envainar su espada con su apéndice restante.

Se dio la vuelta y se enfrento a los ahora más recuperados ANBU, quienes esperaban un golpe final fuese otorgado al ver que estaban a su completa merced. El formidable desconocido se detuvo al frente de ellos desenfundando su espada. Ignorando que Inu parecía hipnotizado ante sus movimientos, mas exactamente en el emblema que adornaba el mango de la espada.

Bunta espero el golpe final más este nunca llego, de hecho lo único que pudo escuchar fue el sonido del metal al recorrer la madera que recubría el suelo donde estaban sentados.

Para su sorpresa, el hombre dibujo un emblema que no se había visto en años desde la muerte de su aparente "último miembro", a manos del Kyuubi no Kitsune. Una espiral que parecía enmarcarse en las retinas de los ANBU aun concientes al ser bien conocida por una buena porción de la población Shinobi.

Una espiral que obviamente, solo portaba un pequeño niño huérfano que contaba con el desprecio y el desden de la población civil.

Un emblema que significaba el regreso de un clan, que en algún tiempo de la historia porto una gran alianza con Konohagakure no Sato y el país de fuego.

Una espiral que identificaba a los miembros del clan del remolino, los Uzumaki.

Continuara…