First of all, a few words in English, this amazing fic it´s not mine, this work belongs to Rinsledo5, and she kindly let me translate her beautiful work in our language. As you can see in my profile, I don't do this; all the fics posted here are actually mine, for a different fandom. This is my first translation and the first fic of YOI in my account.
Enjoy!
Primero que todo, unas palabras en Inglés, este increíble fic no es mío, este trabajo pertenece a Rinsledo5, quien amablemente me permitió traducir su hermoso trabajo. Como pueden ver en mi perfil no hago esto; todos los fics que he posteado aquí son míos, y para un fandom absolutamente diferente. Esta es mi primera traducción y el primer fic de Yoi en mi cuenta.
Disfrútenlo!
Zanka
Extracto:
Los labios de Aoyagi se separaron en un suspiro, por un breve segundo, Viktor vio una expresión nostálgica, bajo los finos bordes de la apariencia, fugaz y transitoria, como la flor de cerezo en flor. Habían tantas cosas no dichas que Viktor quería, ahora más que nunca, llevarse al hombre con él. Llevarlo a casa, lejos de este resplandeciente mundo de lujos y desperdicios.
Victuuri AU histórico ambientado en el 1800, Edo, Japón. Yuuri es Aoyagi una *"cortesana" de alto rango del cual Viktor se enamora desesperadamente.
*N.T: Utilizo la palabra cortesana, ya que el cortesano tiene una connotación diferente, se refiere al hombre que vive en una corte. El término cortesana se utilizaba generalmente, para referirse a las prostitutas y ese es el sentido en esta historia.
Capítulo 1: Kaika
El aire de Abril se mueve
En hojas de Sauce; una mariposa
Flota y equilibra
Matsuo Basho (1644- 1694)
"Felicitaciones por tu ascenso, Mikawa"
Yuuri sintió la última extensión de cabello deslizarse en su perfectamente estilizado peinado. Levanto lentamente su mirada hacia el espejo, con su cabeza cargada con demasiados adornos, su brillo danzaba bajo la luz de las velas. Alguien que no reconocía le devolvía la mirada: hermoso, elegante, pero no del todo perfecto.
Equivalente a su rango, una mujer Oiran(1) habría tenido una ceremonia más elaborada y una fiesta hecha en su honor. Yoshiwara despertaría, y sus habitantes de baja categoría se arrastrarían debajo del maderaje para unirse a las festividades, bailando con las Geishas y bebiendo toda la noche. Pero era diferente para cortesanas masculinos: menos grandioso, menos ceremonioso. Una ascensión más tranquila, que se ajustaba de manera perfecta a las preferencias de Yuuri. Se contentaba con un ascenso en la oscuridad, en lugar de ser exhibido y juzgado por ojos voraces de hombres que estaban demasiado ansiosos por probar la última mercancía.
"De ahora en adelante, serás llamado Aoyagi" La trémula voz se llenó de orgullo. "Aoyagi, de la Gran Casa de té de En(2)"
"Aoyagi" repitió suavemente.
Nombres, nombres, nombres. Había ocasiones en las que por poco olvidaba el suyo.
Capas sobre capas de tela, vestía túnicas de un azul pálido de la mejor seda, bordados con un diseño de espirales y crisantemos, asegurados por una faja de plata, que caía con gracia como una cascada, en su parte delantera. Su piel, empolvada delicadamente, era blanca como la nieve, contrastaba con el rojo, rojo de los labios y ojos fundidos; quemaban el alma de cualquiera que se atreviera a contemplar su rostro. Lentamente, se acercó hacia la cabecera de la mesa, dejándose caer sobre el almohadón. Los dorados adornos de su cabello se balanceaban tan delicadamente como las hojas de un árbol de Glicina.
Viktor trago, su boca completamente seca.
La cortesana era una visión.
Aunque la anciana, dueña de la casa de té, se inclinó ante su llegada, el único movimiento del hombre fue envolver con sus labios el extremo de una larga pipa roja. Largas pestañas que se deslizaban hacia abajo, serias y escrutadoras.
"Me siento muy honrada de presentarles a Aoyagi, de En"
"Vendido!" soltó Christophe, demasiado ansioso. "Cuánto vale él?"
Hubo una pausa, mientras que su traductor diligentemente hizo la pregunta a su dueño.
Los blancos dientes de la cortesana golpearon la pipa con una sonrisa afilada, entusiasmado como un tiburón al asecho. Fue él quien respondió, suave, delicadamente etéreo, mientras su dueño asentía en aprobación.
"Lo lamento mucho, señor" el traductor bajo la cabeza. "Aoyagi dice, que primero él decidirá vuestro valor"
Viktor vio cómo su mejor amigo se sentaba sobre sus talones. Pudo ver que Cristophe estaba sorprendido. Las historias que habían oído sobre el abominable Yoshiwara, cuentos sobre tímidos jóvenes que se entregaban abiertamente a hombres mayores, desde la noble elite hasta los monjes temerosos de Dios. Después de todo, era la única razón por la que estaban en el salón de té de En, visitando a la cortesana masculina más requerida, una rareza, incluso en Edo.
"Pregúntale que implica eso" Cristophe dijo después de un momento de reflexión.
"Chris" dijo Viktor rápidamente, pero el traductor ya estaba transmitiendo el mensaje.
Las esquinas pintadas, de los ojos de la cortesana, se arrugaron mientras bajaba su pipa y reía entre dientes, jirones de humo flotando en el aire sobre él. Nuevamente, susurro unas pocas palabras al traductor, antes de devolver la pipa entre sus dientes y dar una gran bocanada, elevando su pecho. Viktor se preguntó cómo un hombre tan envuelto y atado en tantas capas de tela, podía ser tan tortuosamente sensual.
"Él dice que esta reunión es la base de su evaluación"
"Fascinante" dijo Cristophe sonriendo. "Me atrevo a preguntar, como voy hasta ahora?"
Mientras el traductor se giraba nuevamente, Viktor volvía su mirada hacia la cortesana. El hombre tocaba ociosamente la longitud de su pipa mientras escuchaba las palabras del traductor. A pesar de sus suaves rasgos, había una agudeza en él, un filo, como si la vida lo hubiera pulido en una hermosa espada de doble filo. Viktor sentía que su interior se agitaba; bajo todas esas capas de lujosas ropas existía un joven que probablemente nunca había conocido un mundo más allá de las rojas luces de Yoshiwara.
Y entonces, de pronto, los ojos de la cortesana parpadearon para encontrarse con los suyos.
Lo sintió al instante: un rayo que bajo directamente por toda su espina dorsal siguiendo su camino hasta los dedos de sus pies. El calor se elevó y se torció en su estómago. Se mordió, duramente, su labio inferior. No, no, no. Él solo había venido para acompañar a Christophe, ni más ni menos. Además, el dinero que había traído en este viaje no era suficiente para una cortesana de tal valor. Él ya habría estado en Hakodate, asistiendo a la construcción del consulado de Rusia con Yakov, sino fuera porque su barco tuvo problemas cerca del puerto de Edo(3). El anciano cortaría su cabeza si arruinara las relaciones Ruso-Japonesa debido a algún jugueteo hedonista entre las sabanas.
Pero Viktor no podía huir. Y tampoco, al parecer, podía la cortesana; quien mantuvo su mirada en Viktor, de forma constante y estable. El humo salía lánguidamente de la esquina de sus perfectos y curvados labios. Algo ilegible revoloteo en la expresión del hombre, muy rápido para capturarlo, y cuando la dueña hablo, rompió el silencio haciendo que la cortesana le devolviera la mirada.
Viktor lucho por mantener a raya la oleada de decepción, encogiéndose de hombros despreocupadamente cuando Christophe le miro con una ceja arqueada.
"La dueña dice que es muy pronto para que Aoyagi juzgue" les dijo el traductor "Ella dice…"
"No" la cortesana intervino en inglés, y un murmullo de sorpresa recorrió la habitación. Se quitó la pipa, su boca se curvo en una sonrisa que era dura y suave a la vez.
"Me gusta él" dijo suavemente, apuntando a Viktor. El borde de la manga se deslizó, exponiendo piel más allá de su delicada muñeca.
Cristophe parecía bastante alegre a pesar del rechazo de la cortesana.
"Estas loco, Chris"
"Vamos! Una vez en la vida Viktor, hazlo por mi"
"Yo nunca… no con una cortesana"
"Esto me lo dice el hombre que ha tenido más parejas sexuales de las que puedo contar con mis dedos? Incluyendo los dedos de mis pies"
"Eso es diferente. Mira, incluso si aceptara, no tengo el dinero…"
"Y yo te digo, que estoy dispuesto a pagar. De hecho, feliz de pagar! O sea, míralo! No hacen hombres así en Rusia, o si?"
Viktor cortó su conferencia susurrada, mirando a través de un espacio entre las puertas de papel. La belleza de la cortesana brillaba en la habitación tenuemente iluminada, etérea y divina. Él estaba tomando otra larga bocanada de su pipa mientras miraba por la ventana con ojos semi cerrados, sin inmutarse, aparentemente. Viktor había sacado apresuradamente a Christophe de la habitación para una discusión privada.
"No" Viktor dejo salir con un tembloroso suspiro. "No los hacen"
"Está decidido entonces!" Christophe exclamo envolviendo con su brazo los hombros de Viktor para conducirlo con fuerza de vuelta a la habitación. La dueña de la Casa de té y el traductor se giraron ligeramente para enfrentarlos, pero la cortesana se mantenía en su lugar, con su cabeza mirando hacia la ventana.
"Han tomado una decisión señores?" dijo el traductor con una sonrisa nerviosa. "La dueña dice que a Aoyagi no le gusta que lo tengan esperando…"
Viktor miro hacia la cortesana una vez más, quien parecía absolutamente desinteresado de la conversación. Se preguntaba cuántas de las palabras de la dueña realmente reflejaban las de la cortesana.
"Nos disculpamos, pero Viktor aquí estaba un poco nervioso acerca de pasar la noche con una belleza resplandeciente, como la de Aoyagi" Christophe arrastro las palabras. Aplaudió una vez para luego frotarse las manos fervientemente. "Ahora, donde debe ir?"
No fue hasta que escucho las palabras del traductor que la cortesana se giró, haciendo brillar sus adornos. Exhaló, haciendo flotar el humo, antes de ofrecer una respuesta silenciosa al traductor.
"Aoyagi dice que esta noche solo fue el primer encuentro. Él entretendrá a su amigo mañana"
Ante la palabra "entretendrá", la cortesana atrapo la mirada de Viktor, y una sonrisa se extendió perezosamente, sensualmente, a través de las delicadas facciones. Viktor inhalo por la nariz. Tira y afloja; este hombre jugaba con él con la experiencia y brillantez de un maestro de ajedrez. Y era más excitante de lo que Viktor quisiera admitir.
"Mañana es entonces" afirmo Christophe, mientras la dueña se ponía de pie.
Lo último que Viktor vio de la habitación, fue a la dueña inclinándose lo más bajo que pudo en reverencia, y a la cortesana mirándoles marchar, ojos que lanzaban fuego quemando su interior.
"Lo lamento señores" el traductor susurraba frenéticamente mientras salían de la casa de té. Con su espalda encorvada, realizo una pequeña y extraña carrera, tratando de alcanzar los largos pasos de sus clientes extranjeros. "En Yoshiwara, una cortesana del rango de Aoyagi, tiene un status mayor que un daimio, un señor feudal. Él no intento ofenderlos"
"Tonterías, no hubo tal ofensa" dijo Christophe ligeramente. "No es así Viktor?"
Viktor recordó las largas pestañas, los suaves labios rojos, los acalorados ojos.
"Ninguna ofensa en absoluto"
Hermoso. El extranjero era hermoso.
Yuuri se quitaba los adornos, pieza por pieza, hasta que su oscura cabellera comenzó a caer sobre sus hombros como cascadas. Él ya había tenido varios clientes extranjeros desde la apertura del puerto de Edo, pero ninguno se comparaba con el resplandor de este hombre, con su cabello color plata, penetrantes ojos azules, y flexible cuerpo bajo las prendas occidentales.
Si tuviera que ser completamente honesto, su rubio amigo también era atractivo, incitante en una manera que le recordaba a Yuuri a la cría de un semental salvaje, su oscura melena y músculos ondulantes, les daban un aire que deletreaban sexo en letras de neón. Bien podía divertirse con aquel, oh sí.
Pero Yuuri vio una calidez en esos ojos azules, la clase de calidez que una persona en su posición rara vez podría esperar encontrar, sin importar lo mucho que buscara.
Su nombre… Viktor, era?
"Bien hecho Aoyagi" dijo la dueña. Pudo ver su reflejo en el espejo, su arrugado rostro brillaba de aprobación. "Tener a un extranjero como aquel de cliente regular seguro aumentara tu popularidad. Asegúrate de dejarlo queriendo más"
"Siempre lo hago" respondió Yuuri.
Cuando la dueña cayó de rodillas y abrió las puertas de papel, Viktor sintió como su aliento quedaba atrapado en su garganta.
La habitación era amplia y decadente, llena de pantallas doradas con paisajes delicadamente pintados, cofres pulidos lacados con hojas de oro, y una pintura de un dragón ascendente a lo largo de una pared. Justo en el centro, a un lado de la ropa de cama blanca y una bandeja con bebidas, se sentó Aoyagi, descansando sobre sus talones viéndose como una perfecta muñeca viviente. Se había ido el polvo blanco, pero las esquinas de sus ojos seguían pintadas y sus labios todavía eran un rojo carmesí. La túnica exterior era ahora de un amarillo exuberante, con patrones de olas y peces amarillos que se movían dando vueltas por el brillante material. La faja, esta noche, era negra, doblada prolijamente y colgando sobre su regazo.
"Ven" le llamo Aoyagi en inglés, enriquecido con su melódico acento "Bebe conmigo"
Estupefacto, Viktor obedeció, sentándose al lado de la cortesana. "Esto es una costumbre?" pregunto, mientras el japonés tomaba una tetera roja para verter su contenido en pequeñas tazas de sake.
Aoyagi dejo la tetera y ladeo su cabeza haciendo que sus adornos se balancearan. Su rostro adquirió una expresión perpleja, ojos abiertos de par en par; de pronto se había vuelto la representación de la inocencia. Un claro contraste con el comportamiento lascivo que había mostrado la noche anterior, pero no menos hermoso. "¿Qué es una costumbre?"
Viktor sonrió. "Algo que sigues, como una práctica o habito"
"Ya veo" la cortesana volvió a sonreír, su rostro brillaba como los últimos rayos del sol poniente. "Si, es una costumbre"
El calor rozo las mejillas de Viktor. Que le estaba pasando? Él ha tenido una buena cantidad de parejas en su vida, ambos tanto hombres como mujeres; el deseo y el anhelo desenfrenado eran incomprensibles para una persona de su experiencia.
"Bebe" dijo entonces Aoyagi, suave pero al mando, levantando la taza.
Y Viktor bebió, bajando su mirada a los labios de la cortesana, ya que se separaron ligeramente, rozando contra el borde de la taza de sake. Vio el movimiento en la esbelta garganta; la marca roja, del labial rojo que se convirtió en una mancha en la superficie de la taza, tenue y rosa. Ahh, él estaba tan desesperadamente y fatalmente perdido.
"Más?" pregunto Aoyagi dando golpecitos a la tetera.
"Cuantos deberíamos beber?" dijo Viktor inhalando profundamente. La mirada penetrante de Aoyagi era bastante vertiginosa.
"Tres" las oscuras pestañas bajaron, extendiéndose como un abanico. "Después, todas las veces que quieras"
El doble sentido permaneció en el aire. Temblando, Viktor bebió otra ronda de sake. Incomprensible, podría ser lo exótico, la nueva cultura, o quizás el ambiente, con esas velas parpadeantes proyectando sombras sobre la lujosa habitación y a través de los fascinantes ojos de Aoyagi. O quizás era la belleza única y andrógina de la cortesana, suave y fuerte, y tan, tan seductora.
Cualquiera fuera la razón, Aoyagi se apretó contra él después del tercer trago y susurro suavemente debemos? Contra su oído, él murmuro un inmediato, bajo y ronco sí.
Fue Aoyagi quien le beso primero.
La cortesana sabia a tabaco, sake y a algo abrumadoramente e intangiblemente dulce. Manos se deslizaron por su cuello, enredándose en su cabello, y Viktor exhalo por la nariz. Tomando el pequeño rostro de Aoyagi con una mano, él inclino la cabeza, solo un poco, y profundizo el beso; bajándolos suavemente a la cama con la otra mano. Él quería ser gentil, tratar bien al hombre, así que no avanzo con prisa, presionando y enredando su lengua con la de Aoyagi en un cálido, y lánguido deseo, como las brasas que se queman a fuego lento en una fogata.
Entonces los dedos de Aoyagi descendieron hasta sus botones, antes Viktor se había quitado la chaqueta con la ayuda de esas mismas manos, teniendo cuidado de no cortar el beso por más de un segundo. Lo siguiente fue la corbata, luego la camisa, y después Viktor se movió hacia abajo para chupar bajo la pálida garganta, tomando piel entre sus dientes soltando un suave suspiro. (Embriagador; Aoyagi era embriagador) Metió los dedos en la faja, buscando a tientas el nudo, un sujetador, algo que mantenía la maldita prenda amarrada.
Aoyagi rio bajo suyo "Quieres ayuda?"
"Si" respondió en tono áspero. Se levantó para recapturar los labios de la cortesana y robar la risilla en respuesta. Con cada beso, el ceniciento y amargo sabor del humo, y del sake, se desvanecía, dejando salir la indescriptible dulzura que era Aoyagi, tan embriagador y excitante como una droga.
Viktor estaba cautivado.
Cuando se apartó, Aoyagi tenía su faja desabrochada, la tela se agrupaba sobre las sabanas. Con ello, las pesadas capas de ropa se soltaron, deslizándose para revelar la lisa piel y músculos, centímetro a centímetro a centímetro. Sus ojos se levantaron para encontrarse con los de Aoyagi, observando las dilatadas pupilas por el deseo, la extensión de sus oscuras pestañas, el rubor rosado de sus hermosas mejillas.
"Wow" Viktor susurro, una súplica reverente. "Eres hermoso"
Los labios de Aoyagi se curvaron, sus pestañas descendieron en una tímida sonrisa.
En ese instante Viktor sintió una oleada de deseo hundiéndose y enroscándose en su estómago. Beso nuevamente a Aoyagi de forma desordenada, descuidada, mientras sus manos inspeccionaban los suaves muslos para apretar las curvas de un desnudo…
Viktor se apartó, separando sus labios con "pop"
"No estas usando ropa interior" se dio cuenta con un respingo. Y luego, bajando la voz "Así que anoche… todo el tiempo…"
"Es una costumbre" dijo Aoyagi sin aliento.
"Ah, Dios" gimió Viktor, dejando caer su frente en el hombro de Aoyagi. Los ojos intensos de Aoyagi, las insinuaciones coquetas, la presión de su piel contra la suya acalorada, cualquiera de esos, por sí mismo, lo tenían suspendido en el precipicio de la locura. El añadir la revelación de la cortesana mirándole con ojos seductores, todo el tiempo desnudo bajo esas capas, lo habían vuelto loco. Abandonando la idea de avanzar lento. "No creo que pueda… está bien si yo…?"
"No entiendo" Aoyagi murmuro.
Viktor inhalo. "Te deseo. Deseo entrar en ti. Ahora"
"Oh" respiro Aoyagi "Oh, si"
Viktor beso el hombro de Aoyagi, apretando su agarre en los desnudos muslos. "Entonces dime, donde está el aceite (4)?"
Hubo un latido, que hizo que Viktor levantara la mirada, justo a tiempo para ver la expresión de sorpresa de Aoyagi. Entonces la cortesana soltó una carcajada.
"No hay aceite aquí" dijo
Viktor frunció el ceño "Pero…"
Los dedos de Aoyagi descansaron en su muñeca, guiando su mano hacia abajo. Esta vez, fue el turno de Viktor para ser sorprendido, mientras sentía la resbaladiza humedad, dentro y alrededor de la entrada de Aoyagi. Obviamente, la cortesana se había preparado antes del encuentro. Le miro ansiosamente, tratando de leer la expresión en el rostro de Aoyagi, pero su sonrisa carecía de toda emoción.
"Los clientes no usan aceite" la cortesana le dijo.
El corazón de Viktor se retorció.
Nadie se merecía eso. Nadie. Especialmente Aoyagi. Tendido, desnudo y ruborizado, sobre las sabanas, con las piernas abiertas; se veía tan exquisito y frágil como el cristal veneciano, muy lejos de la persona descarada y provocativa de la noche anterior.
Viktor dejo caer besos, ligeros como plumas, en los labios de la cortesana. "Quieres continuar? Porque si no quieres, siempre podemos…"
Los nublados ojos de Aoyagi se clavaron profundamente en él "Te quiero dentro de mi"
Dios, retiró lo dicho: el descaro seguía ahí.
"Okay, muy bien" Viktor respiro profundamente, tratando de estabilizar el martilleo en sus oídos, antes de frotar el pulgar por la entrada de Aoyagi. "Solo dime si duele, okay?"
"Si" Aoyagi gimió.
Viktor no estaba seguro si su respuesta era referente a su pregunta o a lo que estaba haciendo, pero presiono hacia dentro su dedo índice de todos modos, lentamente, sacándolo y volviéndolo a meter. Aoyagi dejo salir lloriqueos y gimoteos, temblando alentadoramente, así que añadió un segundo dedo, y luego un tercero. Con cada adhesión, él los movía dentro. Girándolos y abriéndolos, saboreando como Aoyagi se retorcía debajo de él. Se tomó su tiempo, hundiéndolos en diferentes ángulos, escuchando los velados gemidos que brotaban de los labios de la cortesana.
Y luego lo encontró: el dulce punto que hizo que Aoyagi se arquera contra él, hundiendo los dientes en su labio inferior.
Volvió a presionar; buscando una rápida confirmación. Sonrió con satisfacción cuando Aoyagi lanzo su cabeza para atrás, cerrando fuertemente los ojos.
Saliendo, se aferró al final de la garganta expuesta y succiono. "Ah" lloro Aoyagi. Mientras sus dedos se movían para abrir el cinturón y pantalones, el pulgar deslizándose bajo la pretina de su ropa interior para empujar ambos artículos debajo de su culo.
Aun con Aoyagi preparado, Viktor no quería apurar las cosas.
Froto su pene alrededor de la entrada de Aoyagi, antes de arrastrarse dentro, lento y suave. Una vez que tuvo la cabeza de su pene adentro, lo saco para luego embestirlo nuevamente, gentilmente, observando las expresiones de Aoyagi. Una ligera arruga en su nariz, pero no era torcedura de dolor. Aoyagi ya estaba sacudiendo sus caderas con gemidos de frustración.
"Paciencia" susurro, sosteniendo firmemente a Aoyagi, presionando una sonrisa en el acelerado pulso en la garganta de este. Era como si todo el poder que la cortesana tenía sobre él la noche anterior, se hubiera volteado como una moneda. Él continúo con sus lentas embestidas, hundiéndose profundamente, más allá, a los pequeños gritos por más; por favor, más. Hasta que finalmente, finalmente, se encontró profundamente enterrado, rodeado por el calor aterciopelado de Aoyagi.
Se sentía tan bien, tan bien.
"Esto está bien?" dijo respirando entrecortadamente en el cuello de Aoyagi
"Por favor, rápido" lloriqueo Aoyagi "Más fuerte…"
Ah, mierda. Un poco más de eso, y estaba seguro de perder su sanidad mental y de herir a la cortesana en el proceso. Viktor se inclinó para tapar con su boca la de Aoyagi y así tragarse sus suaves ruegos. Se retiró para entrar nuevamente, teniendo cuidado de mantener sus embestidas lentas y mesuradas, en el ángulo correcto. Era difícil. Tan malditamente difícil. Quería enganchar sus brazos debajo de las rodillas de Aoyagi y follarlo; escuchar los deseos de Aoyagi y mover sus caderas más rápido, más fuerte; arruinarlo, total y completamente. Pero Aoyagi era como el vital de una iglesia, demasiado precioso y frágil. Contra su boca, Aoyagi murmuraba palabras que no podía entender, pero Viktor se enfocó en el gentil, en mantener el ritmo, en el apretado calor alrededor de su pene.
Y Dios! Los sonidos, los sonidos que Aoyagi estaba haciendo… La cortesana había comenzado con callados y dignos ruidos, estrangulados gemidos brotaban de su garganta como una suave corriente. Pero con cada estocada en su próstata, se volvía más ruidoso, mucho más ruidoso, y Viktor sentía orgullo de saber que era él quien removía las inhibiciones de Aoyagi, quien lo hacía sentirse así de bien.
"Mhh, tu voz… lo estás haciendo tan bien con tu voz" jadeo Viktor, murmurando descuidadamente en la mandíbula de Aoyagi, deslizando una mano por su suave ombligo, mientras que con la otra sujetaba la fina muñeca contra las sabanas.
Quizás, si tocaba bien a la cortesana, él podría hacerlo gritar.
"Ahh" ahogo Aoyagi, sacudiéndose mientras Viktor agarraba su pene, masturbándolo al ritmo de sus embestidas.
"Quiero oír más" respiro Viktor de forma caliente contra la oreja de la cortesana. "Quiero que toda la Casa de té escuche"
"No puedo…" soltó Aoyagi, temblando, mientras Viktor embestía nuevamente hacia su próstata "No es…"
"No es la costumbre?" Viktor beso a Aoyagi húmedamente, justo antes que la cortesana gimoteara un s-si en su boca; tan dulce, tan caliente "Todas estas… ah… Costumbres…" siguió bombeando la caliente longitud en su mano; seguía moviéndose hacia adelante, enloquecedoramente lento, sintiendo a Aoyagi entusiasta y temblando debajo de él. Sin ropa interior, sin aceite, e incluso restricción en los sonidos que podía hacer. No era justo. No era correcto.
"Una vez" Viktor dijo en un susurro arrastrado. Su visión se volvió borrosa, blanca y luego oscura. Estaba acostumbrado a follar duro, piel contra piel, golpeando contra su compañero hasta que sus voces se volvieron ásperas por los gritos. La lentitud medida se mostraba ante él de una manera completamente diferente, volviéndolo cada vez más cerca del abismo con una dolorosa y lenta quemadura. Soltó la muñeca de Aoyagi, deslizando su mano hacia abajo, revoloteando burlonamente sobre la piel desnuda, para agarrar las caderas del hombre "Déjame escucharte una vez, cuando te vengas"
Los ojos de Aoyagi revolotearon. El rubor de sus mejillas se extendió por su cuello y sobre su pecho, tan exquisito como la tinta desteñida en una pintura soplada. Se arqueo contra otra embestida, clavando sus uñas en la espalda de Viktor "Yo, ahh, yo…"
No había dicho sí.
Pero no había dicho no.
"Canta para mi" Viktor canturreo en voz baja, acariciando y girando el pulgar sobre la cabeza del pene de Aoyagi. Y oh, él lo hizo, hermosamente, derramando calor y blanco sobre la mano de Viktor, su voz sonando como la de un ruiseñor en los oídos de Viktor.
Una embestida, dos, y Viktor le siguió poco después, hundiendo su frente en el cuello de Aoyagi, sus dedos temblaban mientras se hundían profundamente en la suave piel.
Mientras la ultima ola de su orgasmo disminuía, se derrumbó sin fuerzas sobre Aoyagi, su pene aun suavizándose dentro de la cortesana. Las manos de Aoyagi peinaban su cabello, revolviendo los hilos de plata casi de forma ausente, como si él fuera un cachorro, una sensación de arrullo que hizo que Viktor cerrara los ojos con un suspiro de contenido. Por un buen rato, se tendieron inmóviles, apretados uno contra otro, cuerpos resbaladizos por el sudor y el esfuerzo.
Eventualmente, Viktor se obligó a moverse, sus músculos gemían. Era tentador quedarse así, pero estaba seguro que lamentarían esa decisión en la mañana. Se salió de Aoyagi lentamente, respirando entrecortadamente mientras vio cómo su semen se filtraba manchando las sabanas.
Sacudió su cabeza violentamente. Concéntrate Nikoforov.
"Tienes lino, o un cambio de ropa, o uh…" Al ver la expresión desconcertada de la cortesana, Viktor suspiro "No, supongo que no"
Aoyagi le dio brindo una suave sonrisa, más suave que cualquiera que hubiera visto hasta ahora, antes de buscar en las ropas debajo de él "Aquí" dijo sacando un pañuelo. Estaba hecho de algodón, decorado con un bordado de Lirios.
Tomando el pañuelo, Viktor los limpio a ambos, suave y gentilmente. Pudo sentir la mirada de Aoyagi sobre él, cuestionándose, y otra vez sintió que su corazón se apretaba dolorosamente en su pecho. Ninguno antes trato a este joven hombre con amabilidad o cualquier tipo de respeto?
"Gracias" dijo Aoyagi, después de que Viktor tiro el pañuelo a un lado y se dejó caer para abrazarlo.
"De nada" murmuro Viktor, presionando sus labios en la frente de Aoyagi.
Se quedaron dormidos, con sus miembros enredados, y la cabeza de Aoyagi descansando en su brazo.
Cuando los ojos de Viktor se abrieron nuevamente, estaba oscuro; la vela de cera completamente derretida. Mientras dormía, Aoyagi había rodado sobre su espalda, su cuello estirado y reposando sobre un delgado reposacabeza. La postura se veía claramente incomoda, pero mantenía el peinado de la cortesana intacto, completo, con todos sus adornos colgantes.
En silencio, Viktor se puso de un tirón la ropa interior y pantalones, antes de ponerse la camisa, sin molestarse en abrocharla, se acercó a zancadas para posarse en la ventana, un pie descansando en el borde. Afuera en el jardín había un cerezo, balanceándose ligeramente sobre un pequeño estanque, sus pequeñas flores rosas en plena floración. Sonidos de regocijo sonaban más allá de las paredes del jardín: Sonrisas fuertes, estridentes, salpicadas por risitas de chicas. Se sentía como un mundo que existía en un paisaje de fantasías y sueños, "un mundo flotante" de extravagancias y placeres, eliminado de la monotonía, de las obligaciones del día a día.
Pero no era todo alegrías y felicidad, no es así? No para los residentes que vivían atrapados dentro de sus confines, forzados a someterse a sus caprichos y fantasías; residentes como Aoyagi. Que maldito destino pudo traer una delicada belleza como Aoyagi a Yoshiwara? Qué tipo de vida había llevado hasta ahora, para haber perfeccionado la manera sutil en que mueve sus ojos, su boca, sus caderas? Quien era él bajo esa feroz imagen de encanto? La brillante sonrisa al comienzo de la noche había insinuado algo escondido debajo del velo, una dulce inocencia que no era menos cautivante que la máscara de seducción.
Pudo ser Aoyagi diferente, si nunca hubiera conocido la vida de una cortesana?
Como si escuchara los pensamientos de Viktor, Aoyagi se movió bajo las pesadas sabanas. Al percatarse que Viktor estaba despierto, se levantó, los cobertores se deslizaron exponiendo las curvas de su cuerpo.
Los ojos de Viktor vagaron por la delgada forma, antes de centrarse en la base del cuello de Aoyagi, donde pequeños moretones destacaban, clara y visiblemente, sobre la hermosa piel; signos de su pasión solo hace unas horas atrás. Respiró, su pecho se elevó en una fuerte inhalación, antes de desviar su mirada. Una parte de Viktor se sintió casi avergonzada, en un estupor de deseo, él había cedido reclamando a Aoyagi; tal como lo hicieran otros hombres, usándolo para satisfacer su propio lujurioso deseo. "Todavía es temprano" le reprendió "Vuelve a dormir"
"Mmm… no" Viktor se volvió hacía Aoyagi, quien pestañaba lentamente, su voz áspera por el sueño. "Debo despertar cuando tú despiertas"
Tantas costumbres, pero ninguna era importante en lo debido.
"Lo lamento" dijo Viktor, volviendo a la cama y sentándose al lado de la cortesana. Tomo su chaqueta, y la coloco sobre los hombros del hombre, tirando de sus extremos para tapar el pecho desnudo. "Tengo mucho que aprender acerca de tus costumbres"
Aoyagi parpadeo nuevamente. Miro hacia abajo, a su frente oculto con algo de asombro, antes que sus ojos parpadearan nuevamente, antes de estrecharlos. Él era hermoso, incluso en su confusión. "Por qué te lamentas?"
"Porque Yo…"
Porque quiero protegerte.
Viktor se mordió el labio inferior. El pensamiento fue tan espontaneo e inexplicable, que no estaba preparado para la repentina conciencia de que si, si, algo acerca de Aoyagi lo hacía querer proteger a la cortesana; encerrarla entre sus manos y protegerlo del dolor y fealdad del mundo. Pero era muy pronto y muy extraño para decírselo a una persona que apenas conocía. Así que, en vez de eso, tomó las manos de Aoyagi entre las suyas, apretándolas gentilmente. "Ya que ambos estamos despiertos, hablemos"
"Hablar?" dijo Aoyagi, como si la sola idea fuera extraña a sus oídos.
"Si"
El silencio cayo entre ellos mientras la cortesana le estudiaba con la mirada, los labios apretados creando una delgada línea, mientras que Viktor le encontraba con su propia mirada, fija, firma e inquebrantable. Y entonces, el rostro de Aoyagi se suavizo, asintiendo una vez, parecía como si hubiera encontrado lo que estaba buscando. "Okay" concedió. "Hablemos"
"Muy bien" respiro Viktor, aliviado de pasar la silenciosa prueba. "como aprendiste inglés?"
"Cuando Edo se abrió, tuve… nuevos clientes" los ojos de Aoyagi se fruncieron mientras luchaba por encontrar las palabras. "No hablando así" hizo un gesto apuntándose entre ellos, "Pero ellos hablaban, y yo escuchaba"
"Ya veo" dijo Viktor calladamente, dibujando círculos en las manos de Aoyagi. Por supuesto, el lenguaje fue aprendido como otro truco para el comercio. Cualquier cortesana con el rango y experiencia de Aoyagi debió de aprender lo más rápido posible. Solo pudo imaginar que palabras debió aprender primero. "Eres de Edo?"
"No, de ah…" otra vez, la cortesana tropezó en la búsqueda de las palabras correctas. " De abajo" concluyo, apuntando hacia abajo con ambos dedos índices.
"Del sur?" Viktor clarifico, labios curvándose en una sonrisa torcida. No pudo evitar encontrar los esfuerzos de la cortesana tan dulces y Oh- tan lindos! Otra pieza de Aoyagi que Viktor quería conservar y atesorar durante todo el tiempo que pudiera.
"Si, sur" dijo Aoyagi, feliz de que Viktor le hubiera entendido.
"Estas muy lejos de casa" respondió Viktor de forma empática.
La luz en el rostro de Aoyagi se atenuó, pero continúo rápidamente, de forma demasiado precipitada. "De dónde eres?"
"Rusia" contesto Viktor. El hogar parecía ser un tema sensible para la cortesana, así que prefirió no ser insistente. Por ahora "San Petersburgo, para ser preciso"
"Rusia" dijo Aoyagi, haciendo sonar su ´u` en una redonda ´o`
"Si" dijo Viktor, sintiendo como el calor se arremolinaba en su pecho. Se sentía bien escuchar a Aoyagi nombrar su patria. "No debería estar aquí, honestamente, pero nuestro barco sufrió una fuga y tuvo que atracar en Edo para ser reparado en nuestro camino desde…" se detuvo ante la expresión de curiosidad de la cortesana. "Disculpa, eso fue difícil de entender?"
Aoyagi asintió, los adornos se balancearon con el movimiento. Después dijo, suavemente "Es bonita Rusia?"
"Muy bonita" Viktor sonrió. Con cuidado, selecciono las palabras que pensó serían más sencillas de entender para Aoyagi. "Edificios coloridos, gente cálida, y el mar de San Petersburgo, oh, el mar. Si llegas al puerto en el momento justo, puedes ver como el sol del atardecer cambia los colores de las nubes y el mar, en una hermosa sombre de anaranjados y rojos"
"Eso es… muy bonito"
Los labios de Aoyagi se separaron en un suspiro, y por un breve segundo, Viktor vio una expresión deseosa bajo los finos bordes de la apariencia, fugaz y transitoria como una flor de cerezo en flor. Había tantas cosas no dichas que Viktor quería, ahora más que nunca, llevarse al hombre con él. Llevarlo a casa, muy lejos de este mundo brillante de lujos y desperdicios.
"Aoyagi" dijo Viktor, pero algo en el nombre hizo que volviera a ponerse la máscara, y la cortesana sonreía otra vez con ojos a media asta.
"Duerme" dijo Aoyagi retirando su mano de la de Viktor. Era una orden, nítida y clara como una campanada. "debemos despertar temprano"
Viktor obedeció a regañadientes, sabiendo que la conversación había llegado a su fin, pero el sueño no llego fácilmente a él. Paso mucho tiempo de la madrugada mirando el techo, acechado por la voz pensativa y la profunda melancolía grabadas en las líneas del perfecto rostro de Aoyagi.
"Y?" La dueña sonaba impaciente. Balanceándose tras él, con las manos retorciéndose en su faja. "Va a volver o no?"
"No lo sé" dijo Yuuri, presionando sus labios en una delgada servilleta de papel para remover el labial. Lo que quedaba de él, de todos modos. "Se marcha a Hadokate en tres días"
La voz de la dueña subió de tono. "Y no pensaste en persuadirle?"
Pudo ser tan fácil. Te extrañare, estaré esperando. Y por supuesto, el suave y dulce como la miel: por favor, quédate conmigo. Había realizado la misma, empalagosa, charada para incontables hombres, encontrando en cada uno de ellos un éxito tan abrumador que sumo otra interpretación a su repertorio: te veré en mis sueños.
Pero Viktor era… diferente.
Los ojos de Yuuri parpadearon hacia el pañuelo que descansaba en el borde de su tocador. Ningún hombre antes había preguntado por lubricante, o le había pedido que expresara libremente su placer, o limpiado después de haber consumado. Ningún hombre lo había tomado con tanta ternura tampoco, como si él fuera un invaluable tesoro… alguien que valía más de lo que merecía.
"No se sentía bien engañarle" murmuro.
"Bien? Bien?! Mi querido, tu completa existencia se centra en el engaño!" La dueña levanto los brazos al aire. "Sabía que debíamos haber ido por el otro. Se veía más deseoso, ese se hubiera quedado feliz por ti"
"No me gustan los deseosos" dijo Yuuri serenamente.
"Eres un tonto" resoplo con fuerza. "Te diré que Lord Matsudaira sigue muy entusiasmado contigo, a pesar de tu descaro en su última visita"
Yuuri arrugo en su mano la servilleta manchada con labial. "Lord Matsudaira es un arrogante, un posesivo inmaduro que no puede soportar la idea de no obtener lo que quiere"
"Lord Matsudaira es un daimyo de importante riqueza y estatus!" la dueña jadeo, llevándose las manos a su boca.
"Y eso que importa? Soy un hombre, por tanto no puede ofrecerme matrimonio"
"Y qué hay de En? Acaso no has considerado la reputación que traería a esta casa de té si lo tuvieras como un najimi(5)?"
"No te preocupes" dijo Yuuri irónicamente "Estoy seguro que la honorable casa de té de En pronto tendrá otro pervertido viejo hediondo honrando tu puerta"
El rostro de la dueña se coloreo en varios tonos de purpura y rojo antes de darse la media vuelta y salir furiosa del cuarto privado.
Su mirada volvió a vagar hacia el pañuelo.
Edificios coloridos, gente cálida, y el atardecer de San Petersburgo.
En algún lugar, de alguna forma. Viktor se las arregló para trizar su perfecta mascara; removiendo sentimientos y recuerdos que había enterrado tan profundamente, que pensó estaban perdidos años atrás. Si el ruso no lo hubiera llamado por ese nombre…
Yuuri suspiro pesadamente
Normalmente, no le hubiera permitido a un cliente primerizo que le besara como despedida, pero el requerimiento de Viktor fue tan dulce y genuino, que su lengua ya estaba formando un si antes que su mente pudiera detenerlo. Incluso el beso en si vibraba en algo más allá del deseo, algo bordeando lo prohibido. La última vez que dos tontas cortesanas se atrevieron a tener tales sentimientos, se atrevieron a soñar, una perdió un dedo por un cliente celoso; mientras que la otra tomo su vida, en un trágico doble suicidio, junto con su amante (6).
Además, quien podía asegurar que todo esto era real? Quizás los hombres rusos eran mejores jugadores de ajedrez que su contra parte japonesa; quizás sabían cómo utilizar las palabras para ganar los solitarios corazones de las prostitutas, haciéndoles creer que quizás, solo quizás, podían ser amados por otros.
A pesar de los deseos de la dueña por el retorno de Viktor, y por mucho que el estómago de Yuuri se contrajera de solo pensarlo, sería lo mejor si él nunca lo hiciera.
Yuuri paseo uno de sus dedos sobre sus labios.
Era por esto que hablar era muy peligroso.
Christophe estaba siendo particularmente molesto. Su mejor amigo se pegó a él como una lapa, insistiendo para que le diera detalles, y burlándose de él diciendo que todos los admiradores de Nikiforov debían estar llorando en sus sueños. Viktor no lo podía echar, no cuando era él quien se estaba hospedando en la lujosa residencia de su amigo en Edo, comiendo su comida y compartiendo su cama; con su lujoso colchón y sus sabanas de satín. (Como el hijo de un millonario magnate, Christophe tenía a su disposición una gran cantidad de ingresos disponibles, a pesar de su romántica decisión de vivir como "un escritor pobre") Así que Viktor opto por ignorar al suizo en su lugar, concentrándose en leer los reportes que recibió sobre el desarrollo del consulado Ruso en Hokkaido.
"Fue tan bueno como dicen que es?" Christophe se dejó caer en el borde del escritorio de estudio, tirando del dulce de menta que tenía en su boca con un sonoro pop. Viktor apretó la mandíbula, el sonido fue más irritante de lo esperado. "he estado entrevistando a gente y tomando notas en Yoshiwara, ya sabes, a propósito de mis escritos. Y la gente tenía muchas cosas que decir sobre él"
"Ahora no, Chris"
"Un oficial británico de marina dijo que sus quejidos eran suaves y velados, como los de una mujer"
"Chris"
"Y que era realmente bueno con su boca, pero solo si le gustas"
"Realmente no estoy de humor…"
"Un mercante francés también me dijo que cuando él los monta, lo hace hasta que ellos se vuelven locos con…"
Viktor se giró hacia él. "Aoyagi no es un objeto para tus obscenas fantasías" estallo.
Sorprendido, Christophe se detuvo, el dulce quedo suspendido cerca de los rojos labios. "Perdón pero él es una cortesana" dijo recuperándose rápidamente. "Me imagino que las fantasías obscenas son gran parte de su negocio"
"Lo se… Es solo… Yo pienso que él…" Viktor se restregó la cara con las manos. La falta de sueño y la frustración eran una combinación letal en contra de su habilidad para hilvanar frases correctamente. "No me gusta como es tratado en ese lugar, como un pájaro sin alas en una jaula, como una cosa para que la gente lo use cuando desee. Lo tienen paseándose alrededor prácticamente desnudo bajo toda esa ropa. Pero no le dan aceites para aliviar el dolor, ni siquiera le permiten expresarse durante el sexo. Esa no es la forma de tratar a un ser humano"
"Está desnudo bajo esas túnicas?" dijo Christophe boquiabierto.
Viktor le miró fijamente.
"Está bien, está bien! No es el punto" Christophe metió el dulce nuevamente en su boca, encogiéndose de hombros en una sensual manera. "Odio decírtelo, mi ingenuo amigo, pero esa es la vida de una prostituta. Al menos Aoyagi puedo escoger sus clientes" señalo. "La mayoría de las putas ni siqui…"
"No le llames así!" siseo Viktor, la temperatura en su voz cayo debajo del punto de congelación.
Pudo notar por la expresión de Christophe que su amigo lo supo, en ese mismo momento. Se conocían por demasiado tiempo como para no notar algo tan transparente
"Jesús, Viktor!" Christophe murmuro alrededor de su dulce de menta. "No te hagas esto"
"Hacer que?" dijo Viktor bruscamente, haciendo un show mezclando los documentos de su escritorio.
"Sabes de lo que hablo" suspiro Christophe. Otro exasperante ´pop` "Te conozco. Cuando te enamoras, es intensamente, del tipo doloroso, la angustia y cartas manchadas de lágrimas con ´Chris, no creo que pueda seguir viviendo`. Pero esto? Esto es un nuevo nivel de, como saltar de un acantilado esperando poder volar"
Viktor cerró los ojos, respirando sistemáticamente. Sabía que era una locura. Él y Aoyagi vivían, literalmente, en mundos diferentes. No sabía nada de Aoyagi, fuera de esos destellos de tristeza en sus ojos y el deseo de una vida más allá de las altísimas puertas rojas. Y aun así, quería saber más. Quería aprender como Aoyagi pasaba sus mañanas, si era un amante de los perros o de los gatos, como le gustaba su té. Quería ver la expresión en el rostro de Aoyagi mientras miraban el sol hundirse detrás del horizonte, juntos, en los muelles de San Petersburgo.
Que era el amor, realmente, si no estaba lleno con algún tipo de locura?
Abrió los ojos y sonrió, de forma amplia y luminosa.
"Quien puede decir que no me saldrán alas?"
Christophe exhaló con total resignación.
En la mañana de su partida, horas antes que su barco estuviera listo para navegar, Viktor volvió Yoshiwara para verlo por última vez, y quizás por un beso de despedida. Se quedó detrás de un árbol, observando el ir y venir de los trabajadores de la casa de té, considerando la mejor manera de obtener una audiencia con Aoyagi. Los clientes, aprendió del traductor, solo se les entretenía por las noches, sin excepción. Quizás podría colarse, y encontrar las habitaciones de la cortesana, y…
La puerta se abrió nuevamente. Esta vez, un japonés de mediana edad, envuelto en finas ropas; salió, seguido por el mismo Aoyagi, vestido con una simple túnica color violeta que estaba sobre una fina prenda interior de color azul pálido; y sus ojos, recatados mirando hacia abajo. Cuando el hombre tiró de Aoyagi para abrazarlo fuertemente, el pecho de Viktor se contrajo, apretando sus pulmones hasta que ya no pudo respirar. Por supuesto, Aoyagi tendría otros… clientes. Él era una cortesana de alto rango que quitaba el aliento.
Viktor debió irse. Debió volverse y marcharse. En su lugar, atraído por la escena, como los espectadores de una casa en llamas; observo como el hombre intercambiaba unas pocas e íntimas palabras con Aoyagi, una mano apoyada de forma posesiva en la cadera de Aoyagi. Vio como la respuesta de Aoyagi hizo que el hombre soltara un bramido de risas; mientras el hombre deslizaba su mugrienta mano para apretar el culo de Aoyagi.
Viktor apretó sus puños lo suficientemente fuerte como para sacar sangre. Este era el tipo de cliente que hacía que Aoyagi le mirara con incertidumbre y asombro, cuando Viktor le pregunto si podía besarle. Del tipo que veían a las cortesanas como una propiedad, tomaban y tomaban de él hasta que no era capaz de reconocer un acto de amabilidad y respeto. Cuando el cliente finalmente se fue, Viktor le hubiera seguirlo, haciendo algo impulsivo y lo suficientemente violento como para provocar un ataque cardiaco en Yakov haciendo retroceder las relaciones Ruso-Japonesas por generaciones; si no fuera porque Aoyagi se quedó en la entrada, mirando al cielo con tanta tristeza que hizo que la furia de Viktor se evaporara como el humo.
Ahora mismo, la cortesana era mucho más importante.
"Aoyagi" Viktor le llamo mientras salía detrás del árbol.
El rostro de Aoyagi se giró violentamente, ojos que se abrían con genuino asombro. "Viktor…?"
Era la primera vez que Aoyagi decía su nombre. Acentuando el final de la primera silaba, girando la última ´r` alrededor de su lengua. Debió haberlo escuchado en su primer encuentro.
Viktor podía escucharle decir su nombre mil veces y más.
"Solo quería decir adiós" murmuro Viktor, acercándose a la cortesana lentamente.
Aoyagi miro hacia la puerta abierta, antes de cerrarla rápidamente. Sin dudas, sin una sola pausa. De las muchas reglas en Yoshiwara, Viktor se preguntó, con una chispa de deleite; cuantas de ellas estaba dispuesto a romper Aoyagi por él.
"Ya dijimos adiós" dijo Aoyagi con tono de reproche.
"Si, pero no sé cuándo vaya a volver, y… y quería verte antes de marchar" Viktor poso una mano en la mejilla de Aoyagi, suave y cariñosamente. "Te extrañare. Tanto, tanto"
Algo inesperado se cruzó en la expresión de la cortesana. Conmoción, dolor y consternación, una tormenta de emociones enrolladas en una sola expresión. Y luego, ya no estaba, reemplazada por una practicado y coqueto sonrojo; segundos antes de que Viktor sintiera unos suaves labios contra los suyos.
"Pregunta por mi nuevamente" murmuro Aoyagi, descansando una mano sobre la de Viktor antes de marcharse, de vuelta a la entrada, de vuelta a su opulenta existencia enjaulada.
No. Este no era el adiós que Viktor había imaginado.
"Espera" Le agarro su delgada muñeca, haciendo que Aoyagi se detuviera. La cortesana no se giró. No daría la vuelta. Viktor trago. No sabía que decir, o si detener a Aoyagi era una buena idea, pero sabía que no podía irse ahora. No cuando vio un atisbo de la verdad detrás del velo. "Fue algo que dije? Tu solo, te veías tan triste y no… y no es la primera vez que te veo así de triste. Cuando hablamos de tu hogar en el sur, y cuando hable de los atardeceres en San Petersburgo…"
"No" susurro Aoyagi.
"No, qué?" el garre de Viktor se debilito. "No entiendo, dime que…"
Aoyagi se soltó de su agarre, girándose para enfrentarlo, y Viktor sintió su aliento atrapado de una manera diferente a cuando le conoció; cuando el humo se enroscaba alrededor de un rostro caliente y sensual, hechizando como el llamado de una sirena en el océano abierto. Este Aoyagi no encubría el filo en sus rasgos, o el brillo predatorio de su mirada. La máscara se había roto, revelando unos labios temblorosos, unos ojos grandes y brillantes, que hacían que el japonés se viera tan pequeño y quebrado, que Viktor quería estrecharlo en sus brazos y nunca dejarlo ir.
"Por favor" suplico Aoyagi, su voz saliendo con hipos y quebrantos "No… No hables así, no me mires así, no…" tomo aliento de manera vacilante.
"No me des esperanzas"
Y antes que Viktor pudiera reaccionar, se precipito por la entrada como un pájaro sobresaltado en vuelo, azotando la puerta tras él.
Oh, pensó Viktor, su corazón martilleando en sus oídos, la mirada clavada en la puerta cerrada.
Dio el salto, y ya no había vuelta atrás.
Notas:
Zanka: 残花, Flores (por lo general de cerezo) que continúan floreciendo pasado la primavera.
Kaika: 開花, Florecimiento de las flores.
(1)Oiran: 花魁, donde 花 significa flor y 魁 significa número uno. Se refiere al alto rango de las cortesanas en Yoshiwara. Cada casa de té, donde trabajaran cortesanas, debía existir una Oiran. No todas las prostitutas eran cortesanas. Solo las más bellas y más talentosas eran seleccionadas para ser entrenadas como cortesana. Entre las edades de 7 a 15 años servían a las Oiran como sus asistentes o Kamuro. Se les enseñaba a leer y escribir, también se les enseñaba artes como el baile, canto, pintura, caligrafía, tocar instrumentos musicales (ej: Shamisen, koto) y juegos de mesa como Igo. Las cortesanas ascendían en rangos para convertirse en una Oiran. A diferencia de las cortesanas de rangos bajos, las Oiran contaban con lujosos dormitorios y podían elegir sus clientes, aunque era común que las casas de té las empujaran a escoger los clientes poderosos, ricos y con reputación.
Nota I: Las Geishas no eran Oiran, pero una Oiran podía volverse una Geisha. Una Oiran podía cantar, bailar, y entretener como una Geisha por su entrenamiento, pero también proveían de servicios sexuales; una Geisha, no.
Nota II: Es desconocido si existieron las cortesanas masculinas. Existieron los prostitutos llamados kagema, que eran típicamente wakashu, jóvenes aprendices de actores Kabuki (kabuki de día, prostitución de noche), se registró que también tenían jerarquías. También se registró que los prostitutos de alto rango ganaban más que las Oiran mujeres. Sin embargo, no se pudo encontrar información exacta de cómo era la jerarquía. Como tal, he creado mi propia visión esta, adoptando las jerarquías y rituales de las cortesanas mujeres.
(2)Nombres: Los nombres de las cortesanas no se daban por azar, especialmente para las Oiran. Los nombres de las Oiran provenían del Genji Monogatari, o cuentos de Genji; otros libros o referencias históricas, imágenes poéticas, o nombres de hermosos lugares. Porque los nombres de las Oiran se pueden superponer entre sí, eran presentados como "nombre [Oiran] de [Casa de té]" para evitar confusiones. También los nombres cambiaban a medida que subían de rango, así que las cortesanas podían tener hasta 4 nombres. En esta historia, Yuuri tiene dos nombres: Mikawa 美川 (Rio hermoso) y con el que lo presento, Aoyagi 青柳 (Sauce en ciernes) dado por su imagen poética. Escogí estos nombres específicamente por ser delicados y un sentimiento femenino.
(3)Consulado Ruso en Hakodate, Hokkaido: De acuerdo con una de las estipulaciones del tratado de Shimoda, un cónsul ruso debía establecerse en Hakodate. Además, Shimoda, Hakodate y Nagasaki abrirían sus puertos a los buques rusos. Edo no estaba incluido en el tratado. La única forma de permitir la estadía de Viktor en Edo era si hubiera tenido algún tipo de parada de emergencia. Y su barco convenientemente tuvo una fuja jajajajaj fotuito no?
(4)Lubricantes: El aceite de oliva era utilizado como lubricante en el Oeste, desde la antigua Grecia en 350 AC. Los japoneses utilizaban una sustancia resbaladiza llamada tororo-jiru (literalmente jugo pegajoso) que provenía del rallado del camote chino. #cuantomasabes.
(5)Najimi 馴染み: Literalmente "familiar/intimo" o amigo. En el caso de las Oiran es un patrocinador regular favorecido. El Najimi tenía que pagar un najimikin (literalmente "fee familiar") similar a un fee de membrecía, en orden de mantener su estatus como un íntimo. Las casas de té preferían que las Oiran escogieran Najimi que pudieran traer grandes ganancias y reputación.
(6)Cortarse los dedos/Suicidios: La vida de las cortesanas solían ser trágicas. Si no morían de enfermedades venéreas o abortos fallidos, batallaban enormemente cuando se trataba del tema del amor. Particularmente para prostitutos, los celos eran comunes entre los clientes. Eran aniquilados por amantes celosos, o eran forzados a cortarse un dedo para probar su amor ante los clientes posesivos. Para las cortesanas, la única forma de salir de Yoshiwara era si les ofrecían matrimonio algún cliente rico. Escapar no era una opción, porque la policía local estaba del lado de las casas de té, y habrían ordenado una cacería humana para traer de vuelta a una cortesana fugitiva. Sintiendo que no tenían otra alternativa, algunas cortesanas optaban por un doble suicidio junto con sus amantes.
