Disclaimer: Tristemente y aunque me encantaría de corazón, esta serie y sus personajes no me pertecen. Lo que sí poseo, es una mente extraña y surrealista, lo que me permite crear la serei de fics a continuación.

Título del capítulo: La taza y el té
Género: Humor/Drama?
Clasificación: PG / T
Prompt: #3 "Frío/Cálido"
Palabras: 482


—Así somos tú y yo —comenzó a explicar Arthur mientras servía té en una de sus más elegantes tazas.

Francis, quien tenía un pie dentro del estado de inconsciencia y otro fuera (por haber tomado demasiado alcohol junto a sus amigos en una de sus típicas salidas), levantó una ceja confundido. Dirigió su vista a lo que el otro traía en las manos.

—¿Una infusión?

—No, yo soy como la taza y tú como el té —respondió con total naturalidad.

—¿Tú de mal gusto y yo extremadamente caliente? —aún medio ebrio, la lengua de Francis no perdía su filo.

Ojos verde brillante se posaron sobre una mirada cielo, desaprobando la conducta de su dueño. Eran casi las cuatro de la madrugada, el francés no estaba lo suficientemente lúcido como para metáforas, ni el inglés de humor como para andar regañando al otro. No obstante y aunque ambos estaban hartos de esto, este tipo de situaciones eran recurrentes en su relación.

—Tú puedes ir de aquí para allá, amoldándote a cualquier momento o lugar; pero tu problema es que no puedes contenerte por ti mismo —hizo una pausa para beber la infusión y con esto quitarse de encima algo de la amargura que la presente situación traía consigo—. Allí es dónde intervengo yo.

Se hizo un silencio que sólo era interrumpido por el correr de las agujas del reloj del living del inglés. Finalmente Francis suspiró, desganado y cansado.

—Si tanto te molesta, puedes dejar de traerme a casa de los pelos —posó un codo sobre el posa brazos del sillón para luego descansar su cabeza sobre su mano—. Tengo siglos de vida, puedo y sé cuidarme solo.

—Los hechos del pasado demuestran lo contrario —su comentario fue tajante y casi mordaz, como su mirada. Entonces, otro sorbo de la taza—. Verás: así como el té, no sólo puedes causarte daño a ti mismo por desparramarte de aquí hasta allá; sino que también quemar a otros.

—Déjame enfriarme tranquilo, entonces —ladeó una sonrisa altanera, jugando con su metáfora.

—Y luego quedarías extendido por el piso para que te pisasen. Si es que no te evaporas a la inconsciencia antes.

—¿Cuándo vas a admitir que te preocupas por mí? — sin previo aviso cambió el tema, aunque éste estaba relacionado al anterior. Instantáneamente, Reino Unido le dirigió la peor de sus miradas de advertencia.

Aún queriéndose, era inevitable que fuesen enemigos y constantemente se enfrentasen como tales.

—El día que dejes de hacer las estupideces que haces. Cuando actúes como se debe, apropiadamente.

Fingiendo una risa, el francés se levantó de su sillón para encaminarse al dormitorio. Pero Arthur no había acabado:

—Francis —éste se ni se detuvo, pero el de ojos verdes sabía que lo estaba escuchando—. La taza tiene un límite, no puede seguir llenándose para siempre.

Sin embargo y en este único caso, ni él creía en eso.


¡Muchas gracias por leer!