Aquí os dejo esta locura, sé que leeis lo que escribo, solo por favor dejadme un review para saber que os parece. ¿Vale? En dedicatoria a #LadyDougron y #15marday quienes hicieron la sugerencia de continuar la historia de #Posdata, espero que os guste y no decepcionaros.


Han pasado ya cuatro años desde que Brody le envió la carta a Rachel donde le explicaba lo que pasaba con Finn, pero al parecer eso no había hecho cambiar en nada la perspectiva de la chica.

Ella era incapaz de reclamarle a Finn, Rachel sabía la verdad desde el principio. Sabía que era un hombre casado, aunque desconocía lo ocurrido con Quinn, pero eso no le importó y prefirió ser "la otra" con tal de llevar una vida cómoda y llena de lujos, aunque sin amor.

—¿Iremos a cenar? — preguntó Rachel cuando su pareja entró en la amplia estancia.

—No puedo, tengo asuntos de trabajo — aclaró Finn antes de besarle apasionadamente haciendo que la chica se olvidase de todo por un momento —. Esto es para ti — dijo sacando del bolsillo de su saco una caja del tamaño perfecto.

—¿Para mí? — la emoción se apodero de la chica quien sonriendo abrió la caja, era un hermoso y perfecto collar de diamantes.

El regalo perfecto para pedir disculpas, para comprar el cariño o alimentar una falsa esperanza, al final da igual.

Como agradecimiento ella le besó nuevamente mordiéndole el labio y haciéndolo jadear mientras le sacaba el saco lanzándolo lejos, para después intentar deshacer el nudo de la corbata.

—No, Rachel lo siento — pidió perdón contra sus labios dando pequeñas mordidas que hacían temblar a la chica —. Debo irme, preciosa.

—Bien — suspiró pesadamente dándose media vuelta para caminar seductoramente por el pasillo, desapareciendo en él y provocando que Finn replanteara mentalmente si acompañar o no a su esposa a esa cena familiar o quedarse con Rachel y hacerle el amor.

Pero como podía dejar a su esposa de lado, sobre todo siendo el cumpleaños de su hijo, el más pequeño de los cuatro.

Mientras tanto a varias millas lejos de allí, en una casa humilde y cálida se encontraban a punto de cenar.

—¿Qué tal fue tu día? — preguntaba la chica mientras colocaba la ensalada sobre la mesa.

—Ha ido bien — respondía el castaño colocando los cubiertos — ¿Te has sentido bien?

Su pregunta siempre le tomaba por sorpresa, sobre todo desde hace ya tres años y medio, cuando se vio rodeada por unos fuertes brazos que le acariciaban el vientre de manera diferente.

—Sí, nada de qué preocuparse — respondió la rubia sonriendo —. ¿Cenamos?

—Chloe, es hora de cenar — llamó el hombre y unos pequeños pasos se dejaron escuchar.

—Ya voy, papá — aun a pesar del tiempo transcurrido Brody no podía dejar de sentir ese cosquilleo y sonreír al escuchar a su hija llamarlo así.

Quinn recibió un movimiento de cabeza por parte de Brody para afirmar su sugerencia, el chico caminó hasta llegar a su lado y depositó un casto beso en los labios de su rubia, como él le llamaba, para después acariciar dulcemente su abultado vientre, estaba ya cerca de los nueve meses de embarazo, a la espera de su segundo hijo.

—Te quiero — susurró contra su oído haciendo sonrojar a la chica —, los quiero — añadió sonriendo mientras recibía un leve empujón por parte del bebé.

—Él también te quiere — dijo la chica mientras una lágrima caía por su mejilla haciendo que Brody la limpiase al momento —, yo te quiero.

—¿Y yo? — preguntó una pequeña voz por lo que el hombre se agachó cogiéndola en brazos.

—Te queremos, eres nuestra princesa — dijo sonriendo y dándole un sonoro beso en la mejilla.

—Las hormonas — se disculpó Quinn bañada en lágrimas al ver la escena en la que las personas más importantes aparecían y se acariciaba el vientre sonriendo.

No sabían cómo había ocurrido ni en qué momento comenzaron a verse de manera diferente, pudo haber sido desde que se conocieron, cuando él intento hacerla sonreír o cuando ella quemó su camisa por accidente, realmente no importaba.

Ahora estaban allí sentados el uno al lado de otro, acompañados de una pequeña que les hacia sonreír, disfrutando de una cena ligera, una charla tranquila y miradas cómplices que encerraban deseos y añoranzas.

Cuando terminaron de cenar Quinn se dispuso a recoger todo y como siempre Brody le ayudaba con ello mientras la pequeña miraba televisión.

De pronto el plato que la rubia fregaba se calló provocando que el castaño se preocupara y se volviese hacia ella a toda velocidad.

—¿Estás bien? — preguntó sosteniéndola cuidadosamente para que no cállese al verla algo pálida.

—He… roto aguas — dijo casi sin voz mirando al chico algo asustada —, el bebé ya viene…

Chloe apareció en la cocina mirando la escena sin saber que ocurría, un poco temerosa y algo curiosa. Por un momento Brody quedo en blanco sin saber qué hacer, llevaba meses preparándose para esto y justo ahora olvidaba todo.

El gemido de dolor de Quinn a causa de las contracciones le hizo volver al presente, cogió a su rubia en brazos y caminó con ella hasta la puerta.

—Mami, ¿Qué pasa? — preguntó cómo pudo la pequeña, aun le costaba hablar bien.

—Tranquila, todo estará bien — repetía más para sí mismo que para ella mientras la acomodaba en el asiento del copiloto —. Ya viene tu hermanito, venga vamos.

Cogió a la pequeña y la coloco en el asiento trasero del automóvil, volvió un momento a la casa para coger un par de cosas antes de volver con ellas.

Hace poco le habían entregado el Seat Ibiza negro, que con sacrificios solicitó para sorprender a Rachel pero lo dejó de lado cuando ella marchó. Ahora agradecía haberlo terminado de pagar, su rubia estaba a punto de dar a luz y ese auto los llevaría al hospital, no tendría que buscar un taxi como cuando Chloe iba a nacer.

Manejaba tan rápido como el tráfico se lo permitía mientras sujetaba la mano de Quinn, quien trataba de respirar tal y como se lo habían recomendado hace mucho.

Por el camino y como pudo llamó a Santana y Brittany, las amigas de su rubia, quienes habían estado allí para ellos en momentos buenos y malos.

Apenas llegaron al hospital las chicas ya estaban allí.

—Quedaos con vuestras tías — ordenó el hombre a Chloe quien sonriendo se fue en dirección a las mujeres que se acercaban.

—¡Todo irá bien! — gritó la chica rubia, Brittany.

Mientras veían como la rubia y el castaño se perdían tras una puerta en dirección al quirófano.

—No te separes de mí — suplicó la chica sujetando fuertemente la mano de Brody.

—Nunca — aseguró él presionando un poco más su mano.

—Señor — llamó una enfermera —, debe ponerse la vestimenta adecuada para entrar con su esposa al quirófano.

El castaño asintió algo desorientado mientras la palabra 'esposa' seguía presente en su cabeza. Se colocó la bata y el cubre bocas de manera automática, no era consciente de lo que pasaba a su alrededor.

Sí, la rubia era su esposa desde hacía ya dos años.

De pronto el grito de Quinn le hizo reaccionar, ni siquiera recordaba haberse quedado estático en la puerta del quirófano.

—Ya estoy aquí — dijo nervioso mientras cogía la mano de la chica quien tenía la frente bañada en sudor.

—Muy bien, ahora llego el momento de pujar — indicó el médico.

Brody miraba a la chica sufriendo por las labores de parto, enfermeras y médicos se movían de un lado a otro casi en cámara lenta, o eso era lo que parecía.

Su rubia estaba exhausta

—Falta poco — le susurró apretando más fuerte su mano y ella asintió.

Un último grito ensordecedor y después el llanto de un bebé.

—Felicidades, es un niño — dijo la enfermera colocando al pequeño al lado de su madre.

El castaño no podía creérselo, era su bebé, pequeño e indefenso. Las lágrimas caían de los ojos de ambos.

La chica acariciaba delicadamente el angelical rostro de su hijo, el cansancio había desapareció apenas escucharle llorar.

No importaba el pasado, no importaba Rachel ni Finn, todo era un nuevo comienzo.

—Mira, mira — dijo en un susurro la rubia —. Él es tu padre.

Brody le miró feliz antes de acercarse a besarla.

—Gracias, gracias por darme esta oportunidad — agregó el hombre con la voz ligeramente rota por la emoción.

—Soy yo quien debe agradecer, por todo — sonaba agotada pero feliz, tenía una hermosa familia después de una mala pasada.

No recordaban haber sido tan felices desde el nacimiento de Chloe, cuando ambos deseaban que fuesen personas diferentes.

Brody se había imaginado con hijos, suyos y de Rachel. Quinn había hecho lo mismo solo que con Finn.

Y ahora estaban allí mirando al fruto de su alocado amor, ese que nació cuando no lo esperaban, que apareció en ella cuando contemplaba los pequeños y grandes detalles que él tenía con su hija.

—Señor, llevaremos a su esposa a la habitación y poco después llevaremos a su hijo — dijo la enfermera por lo que él asintió mirando como su pequeño era alejado de ellos.

—Iré a por Chloe, debe estar deseando conocer a su hermanito — el castaño se acercó a besar la frente sudorosa de su rubia quien cerró los ojos en señal de estar de acuerdo además del cansancio que luchaba por vencerle.

El hombre parecía caminar entre nubes, se sentía el ser más feliz del planeta mientras llegaba a la sala de esperas donde se encontraban aquellas tres mujeres.

—¡Papá! — gritó la pequeña apenas al verle aparecer, lanzándose a sus brazos.

—Ha sido un varón — añadió orgulloso mirando a Santana y Brittany que llegaban a su lado.

—Os lo he dicho, pagaras la apuesta — apuntó la morena guiñándole un ojo y haciendo que la rubia se ruborizara al recordar de que iba la apuesta.

—¿Podemos verles ya? — preguntó Chloe emocionada.

—Sí, estoy seguro de que todas quieren conocer al pequeño — dijo dando media vuelta y comenzando a caminar en dirección a la habitación donde habían llevado a Quinn, seguido de las dos mujeres.

—¿Qué nombre le pondréis? — la pregunta de la morena tomó por sorpresa a Brody, no se lo había planteado.

Por lo que se giró hacia ella antes de abrir la puerta, la duda era visible en sus ojos.

—Se llamará Chris — respondió Quinn una vez que todos estuvieron dentro de la habitación, rodeando la camilla para poder apreciar mejor al bebé que sostenía en brazos.

—¿Chris? — preguntó Brittany.

—Sí, solo Chris — dijo sonriendo —. Mira pequeño, ellas son tus tías — ambas mujeres saludaron — y aunque están algo locas, te querrán — ambas se hicieron las indignadas antes de sonreír a la vez —. Y ella es tu hermana mayor.

—Hola, hola — la emoción de la niña era notable — ¿Ya podemos ir a jugar? — los presentes no pudieron evitar reír por su sugerencia.

—No, aún no — dijo Brody —. Chris es muy pequeño aún, debéis esperar un poco.

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Habían pasado ya un par de meses de todos estos acontecimientos, la familia Weston Fabray, aunque no tenía la plata suficiente eran felices.

En cambio Rachel comenzaba a sentir la soledad de aquella casa tan grande, donde solo era ella y las personas de la limpieza, cocina, etc. Finn se aparecía cada vez menos y cuando eso sucedía era simplemente para saciar su hambre de caricias, de tener una noche de sexo y listo.

Aunque claro, dinero no le faltaba, tenía todo lo que quería pero no era feliz.

Echaba de menos a Brody y los momentos que le daba, la trataba como a una verdadera mujer y no como a una dama de compañía. Quería a ese hombre aun cuando odiaba lavar la ropa llena de aceite para autos, de domingos aburridos y cenas baratas, con él era feliz.

Lo buscaría, lo haría y le pediría perdón aunque fuese de rodillas, él debía seguir amándola tal y como decía esa vieja carta, no podía haberla dejado de querer. Lo llevaría con ella a esa casa, aunque sabía que el castaño se negaría pero poco a poco lo aceptaría, vivirían juntos nuevamente y serían felices, estaba segura de ello.

Finn no sería un obstáculo, él apenas y le visitaba, por lo que podía darse el lujo de tener a su amante bajo el mismo techo. Haría pasar a Brody por chofer o jardinero, daba igual con tal de tenerlo nuevamente para ella.

Sí, eso haría.

Porque aún no era tarde, ¿no?


Gracias por leer, por favor dejadme un review, sé aceptar las criticas ;) Besos y abrazos, nos leemos nuevamente cuando desarrolle otra locura.