Cuando los humanos alcanzan cierta edad, se considera que ya son adultos, pero en el caso de nosotros los zorua, no importa la edad, no te puedes considerar un adulto si no has evolucionado en zoroak, solo entonces se te permite casarte y formar una familia.
Cuando era joven, esa era mi gran aspiración.
Mi nombre es Zora y como supondrán, aunque cueste creerlo, soy una zorua. En aquellos tiempos cuando era una jovencita no me distinguía mucho de otros chicos de mi edad, tenía los mismos ojos azul cielo de todos los zorua, el mismo pelaje negro, el mismo jopito en la cabeza, nada especial. Lamentablemente mi única particularidad era mi torpeza e inocencia. E
sto de ser inocente no es algo que vaya muy bien con los zorua, se supone que somos maestros del engaño, los más esquivos de los pokémon siniestros y al evolucionar, nos convertimos en los reyes de las ilusiones, pero eso no iba conmigo, nunca he sido buena engañando o mintiendo, por esto era la burla de mis compañeros y la preocupación de mis padres. Para empeorarlo todo, mis habilidades en batalla no eran de las mejores, ya se veía que me tomaría bastante tiempo evolucionar. Aún así no me desanimaba, mi mamá me decía que la infancia es una época linda y que hay que aprovecharla al máximo, no es bueno vivir apurado, así que así vivía yo, lento pero seguro.
Mi extraordinaria historia empezó un día en el que me encontraba sola en el bosque entrenando, solía entrenar sola para evitar las burlas de mis compañeros, yo era la única del grupo que aún no sabía usar bola sombra, era tan lamentable que me da vergüenza recordarlo. En fin, ahí estaba yo, atacando despiadadamente a un tronco caído, mis arañazos furiosos hacían crujir del miedo al desafortunado madero, mi poder aplastante quedaba marcado en su corteza, mi víctima lloraba entre mis zarpas y rogaba piedad proclamando que yo era la zorua más poderosa contra la que se hubiera enfrentado alguna vez. Ya sé que le estoy exagerando, pero en serio, así me sentía en mi fantasía, en todo caso esta fantasía no duró mucho, porque cierto fastidioso zorua vino a devolverme a la triste realidad.
—En serio Zora ¿De verdad crees que dañarás a alguien con esos patéticos ataques?
Me di la vuelta y como siempre me encuentré con Zoruru, el zorua más talentoso de la generación, su habilidad y poder eran innegables, pero también era un presumido incorregible y al parecer tenía cierta fijación conmigo, siempre aparecía para fastidiarme y mostrarme lo genial que era.
—Déjame enseñarte como se hace un buen arañazo.
Zoruru corrió hacia mi tronco y le dio un arañazo tan fuerte que no solo rasguñó la corteza, si no que más bien le sacó un trozo al madero, eso fue intimidante, no hubiera querido ser dañada por semejante ataque.
—Así es como se hace un buen arañazo —dijo dándose aires de superioridad—. Pero bueno, este es un ataque básico, la verdad es que no vale la pena molestarse en practicar algo tan fácil como esto —me lanzó una mirada que me llenó de enfado—. Y cuéntame ¿Cómo vas? ¿Ya aprendiste bola sombra?
—No —dije mirando hacia otro lado.
—¿No? ¿Y pulso noche? ¿O tal vez pulso umbrío? Dime que por lo menos ya manejas bien ilusión, aunque sea en la forma más elemental.
—¡Ya cállate, estúpido imbécil! Si vienes a fastidiarme mejor te largas y me dejas en paz.
—¿Pero por qué tan agresiva? —Dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Sus lágrimas me hicieron sentir mal y simplemente quise consolarlo, tal vez me había pasado, así que me acerqué confiadamente a él y este estúpido va y me empuja lejos.
—Zora, un zorua nunca debe bajar la guardia, es un principio elemental, no confíes en nadie ¿Es que no te entra nada de lo que enseñan los maestros? Y por si acaso, mis lágrimas no eran de verdad, es un movimiento llamado llanto falso, tal vez te sería útil aprenderlo.
Le lancé una mirada asesina que lo hizo estremecerse (o quiero pensar que así fue), entonces adquirió un tono más conciliador, bastante meloso.
—Ya ya tranquila, sólo quiero ayudarte, tengo esperanzas de que evolucionarás algún día. Pero cómo vas muy lento, quiero echarte una pata, además te traje un regalo.
—¿Un regalo?- —Me levanté sorprendida con las orejas bien paradas, me emocioné mucho ante la idea de recibir un regalo, tanto que comencé a perseguirme la cola— ¡Regalo regalo regalo!
—¡Ya tranquila! —Me paré de golpe mirándolo con atención—, sentada —me senté—, dame la pata —le pasé mi pata—. Buena chica —dijo mientras me acariciaba la cabeza—. Ahora ven conmigo.
Me hizo caminar junto a él entre los árboles hasta que llegamos a su escondite secreto. Era un cúmulo de arbustos bastante denso y grande de forma circular. Nadie lo sabía pero si atravesabas los arbustos, en el centro había un claro donde crecía un manzano, este era su secreto el cuál había compartido conmigo. Nunca quise creerle que yo era la única que lo sabía, hubiera sido algo muy especial, ese zorua podía ser un verdadero fastidio, aunque confesaré que a veces era en verdad lindo.
—Bien Zora —me dijo ayudándome a salir de entre los arbustos—. Aquí está tu regalo —me mostró un curioso objeto de color blanco y forma cilíndrica.
—¿Qué es eso? —Pregunté acercándome y olisqueando aquella cosa.
—Es un pote, los humanos los ocupan para guardar cosas.
—Ah sí, he oído hablar de ellos, lo que guardas adentro no emite ningún olor, podría ocupar esto para guardar comida, luego lo entierro y nadie encontraría mi tesoro ¡Gracias Zoruru!
—No hay de qué, pero ese no es todo el regalo, abre el pote.
Lo abrí y dentro había un líquido blanco de un aroma bastante agradable. Zoruru me dijo que era leche de milktank, que era muy sabrosa, nutritiva y que los pokémon que la bebían crecían fuertes y sanos. Me pareció interesante y comencé a beber del pote, en verdad que sabía bien. No tardé en tomarme todo el tarro, incluso pasé mi lengua por el fondo para sacar hasta la más mínima gota.
—Jeje, parece que te gustó mucho mi regalo —dijo viendo como yo estaba con mi cabeza metida en el pote—. Pero bueno ya es suficiente, no creo que quede más leche ahí dentro— pero yo no sacaba mi cabeza—. Ya ya, si quieres después te traigo más leche.
—Zoruru… Yo… No puedo sacar la cabeza del pote.
—Es broma ¿No?
—…..
—Ay chica, eres terrible.
Entonces Zoruru comenzó a tirar del estúpido pote mientras yo tiraba del lado contrario tratando de sacar mi cabeza, en serio que me dolió eso. Tirábamos con mucha fuerza, hasta que por fin mi cabeza se soltó, pero con tanta energía salí rodando fuera del escondite secreto, me dolió el cuello y la dignidad. Mientras me levantaba algo mareada, Zoruru se acercó a ver como estaba.
—Zora ¿Estás bien?
—He estado mejor. —Se acercó y comenzó a revisarme.
—Parece que estás bien, me alegro mucho —dijo moviendo la cola—. Me hubiera sentido muy mal si te pasaba algo, —ese comentario me enterneció un poco.
—¿Si? Awww, pero si la culpa habría sido mía.
—Claro que no, hubiera sido mía, no tendría que darle esta clase de regalos complejos a una torpe como tú, eres un peligro público.
—¡AAAHH! ¡ZORURU!
—Pero tengo razón. Eres una torpe que no es capaz de aprender ni siquiera una insignificante bola sombra.
—¡Ya te mostraré yo lo que es un ataque!
Entonces muy furiosa, inflé mis pulmones de aire y lancé un ataque alarido, un grito terrible y tan fuerte que es capaz de causar daños. Zoruru se tapaba las orejas incapaz de evitar mi movimiento, yo me sentía satisfecha de darle una lección, así que hice que el alarido durara lo más posible.
—Ayayay, eso dolió —dijo agarrándose la cabeza.
—¡Ja! que te pareció, eso sí que es un ataque ¿Verdad?
—Zora mejor corre.
—¿Por qué? ¿Piensas hacerme algo? Mira que no te tengo miedo, puedo hacerte frete a ti y a cualquiera.
—Zora corre —repitió con una seriedad sepulcral.
—No me amenaces.
—¡No estúpida esto es en serio corre! ¡Despertaste un nido de beedrill con tu ataque y ahora están molestos!
Al mirar atrás de mí, efectivamente había un enjambre de beedrill furiosos, simplemente salimos corriendo, no se me había ocurrido que podía pasar eso. Ambos corríamos con toda la velocidad que nos daban nuestras patas pero era difícil, nosotros teníamos que esquivar las raíces y plantas que nos estorbaban en el camino, en cambio ellos volaban por encima y listo.
—Zora utiliza alarido otra vez, ese ataque tiene la particularidad de que daña a todos los que están alrededor, tal vez puedas debilitar a algunos de esos pokémon.
—¡Pero tú también saldrás dañado!
-¡Soy fuerte, aguantaré! ¡Vamos hazlo! ¡Aún si salgo debilitado por lo menos tú estarás a salvo y ya tendrás tiempo de ayudarme!
—De acuerdo —me sentía tan conmovida, Zoruru estaba dispuesto a sacrificarse por mí, entonces inflé mis pulmones tanto como pude y grité—. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
—¿Qué fue eso? ¿Se supone que eso era un alarido? ¡Con eso no espantas ni a un caterpie!
—Zoruru yo…. No puedo atacar…. Me quedé sin voz.
—¡QUE! ¡AAAAH! ¡Eres una inútil!
Entonces Zoruru comenzó a disminuir su velocidad y a quedarse atrás hasta que fue alcanzado por los beedrill, estos se lanzaron contra él. Me di vuelta y lo único que vi fue un montón de de esos pokémon abeja haciendo un cúmulo tan denso que no me dejaban ver donde estaba Zoruru. Grité desesperada viendo como atacaban a mi amigo, seguro que había hecho eso para que yo pudiera escapar, pero no podía dejarlo solo, entonces me lancé al ataque con un arañazo que no causó el daño esperado, el pokémon que ataqué me repelió fácilmente con un picotazo venenoso, por suerte no me envenené pero me dolió mucho. Traté de hacer un alarido pero no resultaba. Ya lo daba todo por perdido cuando una voz atrás de mí se hizo notar fuerte e imponente.
—¡FUERA DE AQUÍ!
Frente a mí había un charizard enorme, el más grande que haya visto en mi vida, se veía muy poderoso, hasta los beedrill estaban asustados. Entonces esa lagartija súper desarrollada comenzó a juntar fuego en su boca, amenazando con lanzar un súper ataque de fuego. Las abejitas cobardes esas al verse amenazadas huyeron despavoridas, todas menos una. Un beedril no pareció asustado y se quedó en el lugar esperando, un solo beedrill, me sentí envalentonada ante este único enemigo.
—¡Ah! Un valiente que quiere enfrentarse a mí ¡Ven no te tengo miedo! Probarás un poco de mi aplastante poder, vamos ven, enfréntate a mí —yo brincaba de un lado a otro retadora.
—Zora, deja de hacer el ridículo ¿Quieres? —Me dijo el beedrill.
—¿Eh? ¿Cómo sabes mi nombre?
—No sé si mi ilusión fue muy buena —dijo al tiempo en el que se cubría de una nube de niebla—, o es que tú eres muy tonta —la nube se dispersó revelando a Zoruru.
—Jajaja, vamos no seas tan malo con ella —dijo el charizard cubriéndose de una neblina mientras revelaba su forma de zoroak—. Fue una ilusión muy buena, hasta a mí podrías haberme engañado si no hubiera visto la escena completa.
—¿Entonces viste el momento en el que me transformé?
—No lo vi, pero supuse que eras tú, fue una transformación perfecta, en el momento apropiado, los beedrill estaban muy confundidos en ese tumulto y ni sabían a quien atacaban, muy bien hecho.
—Yey, gracias maestro Zoreik.
—En cuanto a ti Zora, si no podías hacer nada no te quedaba más que huir ¿No te lo hemos dicho ya tantas veces? Si no puedes atacar escapa y ataca cuando tu enemigo esté desprevenido. —Eso se sentía como un reproche más que como una lección. Agaché mis orejas humillada—. En fin, está oscureciendo y sería bueno que se fueran a casa ¿Te acompaño Zora?
—Yo la llevaré a casa —se ofreció Zoruru.
—¿Mm? Oh bueno, si eres tú estoy seguro de que podrás cuidarla bien. En fin, los dejo, tengo cosas que hacer, saludos a sus padres.
Me sentí, tan avergonzada en ese momento, tan humillada, de verdad que fue terrible, así que caminé a casa con la cola gacha en silencio mientras Zoruru me seguía vigilándome atentamente. En ese momento qué no hubiera dado porque se esfumara, por lo menos quería demostrar que podía llegar a casa sola sin meterme en problemas.
—Zora… —No respondí—. Oh vamos Zora, anímate, arriba esa cola. No es tan malo, anda, una sonrisa, si te animas mañana te traeré otro pote con leche ¿Qué me dices?
—Oye Zoruru ¿De donde sacas esa leche que me la ofreces con tanta libertad?
—¿Eso? De una granja humana. —Mis ojos se abrieron como platos al oír esto.
—¿¡Una granja humana!? Pero Zoruru ¿Como te atreviste a acercarte a una granja? Tú sabes que es peligroso, los humanos no nos quieren y los adultos dicen que si nos atrapan nos matan, o por lo menos nos dan una pateadura digna de un hitmonlee.
—Para que veas lo genial que soy, puedo meterme en una granja humana, robar un pote de leche sin que nadie lo note y regresar sano y salvo. Algo como eso sólo los zorua más experimentados son capaces de lograrlo, mi ilusión es perfecta, nadie puede igualarme.
—¿Pero tus padres no te dicen nada por hacer esto?
—Si, me felicitaron cuando se los conté, obviamente se preocuparon mucho, pero después se dieron cuenta de que mis habilidades superiores me permitían hacer esto sin correr riesgo. Papá muy orgulloso dijo que yo sería un zoroak digno de elogio, hasta podría convertirme en líder del grupo, sólo los zoruas más hábiles pueden mezclarse entre los humanos sin ser notados. —No tengo ni que mencionar que tenía unas ganas locas de asesinarlo en ese momento—. Pero mira si llegamos a tu casa.
Y ahí estaba mi casa, con su recibidor de pasto y sus pareces de arbustos entre dos árboles torcidos que hacían las veces de entrada, tenía un tragaluz en la parte de arriba para la iluminación, eso impedía que crecieran hongos malos, de noche no hacía falta luz, nuestra visión nocturna nos permitía ver. De mal humor como estaba, ni me molesté en despedirme y entré a mi casa, por supuesto él no se iba a quedar callado.
—¡Nos vemos mañana! ¿De acuerdo cariño?
—¡Púdrete!
Con una odiosa risita se alejó, ese había sido un día muy molesto pero iba a empeorar. Apenas entré mamá me tomó entre sus patas y me abrazó muy contenta acunándome con cariño, eso me gustaba, pero me preguntaba por qué lo hacía tan de repente ¿Acaso mamá se había dado cuenta de que su pequeña se sentía mal sin que esta se lo dijera y la tomaba en brazos para hacerla reconfortarla? Me enternecía mucho esta idea, pero tristemente esta no era la causa de esta espontánea muestra de afecto.
—Zora zora, estoy tan contenta, mira, tu hermanito aprendió a usar bola sombra ¡Lo logró! Mira mira.
Esto era el colmo, mi hermano menor había aprendido bola sombra antes que yo y mis padres estaban celebrando el acontecimiento. Ya nada podía ser peor, parecía que el mundo entero se empeñaba en hacerme sentir una inútil. Mamá preparó una cena especial ese día para mi encantador hermanito Zoripo, se veía muy buena pero yo no tenía ganas de comer nada, me retiré a mi rincón sin cenar ni dar explicaciones, pero como que a nadie le preocupó mucho porque claro, estaban muy ocupados consintiendo a Zoripo ¡Por qué! ¡Por Arceus!
A las horas después, algo así como media noche, o tal vez de madrugada, ya no me acuerdo bien, comencé a sentir las consecuencias de no haber comido nada. Mi panza hacía "guuuuu" como reclamándome y yo no podía dormir por culpa del hambre, pero era demasiado tarde como para pedir que me dieran alguna cosa, seguro que si lo hacía me regañarían por no haber cenado, así que me quedé callada tratando de dormir, pero no podía.
Guuuuuuuuu
—Ya cállate, no puedo darte de comer ahora.
Guuuuuuuuu
—No insistas, no hay nada, nunca dejamos sobras.
Guuuuuu guuuuuu
—Ya sé que es mi culpa pero no puedo hacer nada ahora.
Guuuguuguguguuuuuuuu
—¡Deja de culparme, si no te gusta te vas de aquí!
Guuuuu guuuu guuuuuu
—Ya sé que no te puedes ir a ninguna otra parte pero…. Un momento… ¿En serio estoy peleando con mis tripas? Ay no, esto ya es el colmo, hasta mis tripas me dicen que soy una inútil, me debo estar volviendo loca.
Gu gu
La verdad, ya no me pude quedar más tiempo en la cama, así que me levanté y salí a tomar aire. Me fijé que papá no estaba, hoy le tocaba a él salir a buscar comida para el día siguiente, papá y mamá se turnaban para hacerlo, los zoroak comparte mucho al crianza de los niños. Salí muy sigilosa para que no me descubrieran y me paré fuera de casa mirando el techo de árboles que enmarcaba los pocos claros por donde se veían las estrellas.
Mis tripas seguían reclamado y comencé a recordar el sabroso bote de leche que me había regalado Zoruru, tal vez debería haber guardado un poco para este momento, entonces podría haber ido al escondite secreto a saciar mi hambre. Recordaba la leche y se me hacía agua la boca, pensar que esa clase de cosas maravillosas se pueden encontrar en las granjas humanas, pero ir era demasiado peligroso, sólo los pokémon más hábiles pueden ir y tomar cosas sin ser descubiertos…
Fue entonces cuando se me pasó aquella idea por la cabeza, iría a la granja humana a buscar comida, entonces aparte de comer algo, demostraría que era una zorua muy hábil, me ganaría también la admiración de mis padres y además le cerraría la boca a ese idiota de Zoruru ¡Era perfecto! Yo pensaba que iba a ser algo muy fácil tomando en cuenta que los humanos duermen de noche, no sabía lo equivocada que estaba, ni siquiera sospechaba las drásticas consecuencias que tendría aquella tonta decisión en el resto de mi vida… Esa noche… Mi mundo cambió para siempre…
