LA APUESTA
PROLOGO
El espacio a mi alrededor se redujo… me sentí pequeña e indefensa. Tenía tiempo que no me sentía así. Sobre la mesa dos reyes seguidos, un 3 de de tréboles y un 4 de corazones, mis cartas y las de ella seguían boca abajo. Mis manos se humedecieron y mi corazón latía desbocado.
-ryd… sírveme otro vodka por favor- apenas y lo podía pronunciar, sentía un nudo en la garganta.
Ryder no me respondió simplemente lo sirvió y me entrego el vaso. Me lo tome todo de un trago, la situación lo ameritaba.
-Bien- comenzó Beck- veamos- lanzo la quinta carta sobre la mesa. Un as de corazones. Baje la mirada y pensé que todos podían escuchar mi corazón latir. – Que tienes tori?-
Ella me miro y me sonrió burlona. Siempre era tan segura de sí misma. Bajo sus cartas y dijo triunfante –tercia de reyes-
"Dios que hice"
CAPITULO 1: LA SITUACIÓN
La educación media puede ser la mejor o la peor época de tu vida. Para mí fue lo segundo. Era la chica rara de la escuela; todos se reían de mí, me molestaban, me pegaban, me humillaban y a veces me pegaban letreros en la espalda con la palabra "Loser". Ahí pase los peores momentos de mi vida, pero también los mejores. Al comenzar el último año de preparatoria mi vida era todo un asco. No tenía ganas de despertar y menos de ir a la escuela. Mamá siempre llegaba gritando "¡JADE SE TE HACE TARDE! ¡YA LEVÁNTATE NIÑA!" A veces era gracioso tenía que jalarme de los pies para sacarme de mi adorada cama, uf! el mejor lugar en el que podía estar.
El primer día no fue la excepción y a regañadientes me tuve que levantar, bañarme con desgano y con toda la calma del mundo. Y sin darme cuenta ahí estaba yo, frente a la misma escuela y el mismo cabello castaño sin peinar, era una caso perdido. Entré sin ánimo y me dirigí al salón de mi primera clase. Desde afuera Hollywood Arts parecía un paraíso, por dentro, para mí, una prisión. Caminaba por los pasillos cuando de pronto la vi, la causa de casi todas mis desgracias, la peor de todas, la que siempre me humillaba: Victoria vega. Como odiaba ese nombre. Al pasar junto a mí como era su costumbre me tiro los libros que traía en las manos y como siempre no dije nada y me dispuse a levantarlos, pero esta vez ella me dirigió la palabra.
-¿No tuviste suficiente el año pasado verdad?-
Todos nos miraban y la gran mayoría se burlaba de mi, como siempre habían dos opciones: 1- Salir corriendo al baño y soltarme a llorar, que era lo que casi siempre hacia o 2- Agacharme y no decir nada. De nuevo lo segundo. Recogí mis libros y entre al salón. Sabía que ella iba a estar ahí, dos años juntas y aun no tenía la suerte de que me cambiaran de horario... De nuevo hasta la esquina más alejada de ella. Como buena estudiante que era (más bien la mustia de la escuela) se sentaba en la banca frente al profesor de todas las materias. Por así decirlo cada quien tenía su lugar; Los Nerds hasta adelante del lado de la puerta, los fresas alrededor de victoria, los rebeldes atrás del lado opuesto a la ventana, y yo, sola como siempre en un rincón. Había veces que envidiaba a los demás, pues si bien no eran populares, al menos no existían para ella, eso era lo que yo quería, desaparecer.
Al segundo día ya me estaba acostumbrando de nuevo a la rutina de levantar mis libros, aguantarme las lágrimas y no hablar para nada; pero en ese momento llego él. El profesor de literatura abrió la puerta y yo me perdí de nuevo en mis pensamientos, miraba por la ventana, pero no enfocaba mi vista en nada en particular, solo no quería estar ahí, como cada día de mi vida, quería salir corriendo. Correr y correr hasta que mis piernas me fallaran, correr hasta que ya no quedara nada por dar.
-¿Esta ocupado?-
Escuche a lo lejos, pero mi mente estaba corriendo lejos de ahí. De pronto una mano se movía frenéticamente frente a mi rostro y me regreso a mi lugar en la tierra.
-me puedo sentar?-
Me estaban hablando a mi?. Al mirarlo me quede sin poder decir nada. Aunque era un chico muy atractivo, no me interesaba. ¿Pero qué hacia hablándome? Su cabello de color negro oscuro un poco largo estaba perfectamente desordenado. Ya tenía barba y se notaba que tenía un par de días sin rasurar, lo cual le sentaba muy bien. Levante los hombros sin interés y él se sentó a mi lado.
-Hola-
"¿De nuevo intentando socializar conmigo? ¿Que se cree este idiota? Seguramente quiere molestarme" pensé mientras me daba la vuelta para darle la espalda. Después de unos minutos el me tomo del hombro.
-¿No hablas mucho verdad?-
Me gire para verlo, aunque termine levantando los hombros e ignorándolo de nuevo.
-Mi nombre es Ryder Daniels- dijo estirando su mano para saludarme.
-oye… no se qué haces hablándome… pero no intentes ser amable conmigo-
Ryder puso una cara de malhumorado, creo que en ese momento se molesto mucho conmigo.
-¿Sabes? no se qué te hice, pero no es forma de tratar a la gente.-
Me calló, era la primera vez que le hablaba así a alguien, de hecho era la primera vez que le hablaba a alguien en mucho tiempo.
-lo lamento, pero si supieras quien soy no estarías hablándome.-
-Pues eso es lo que quiero saber. ¿Quién eres?, Soy nuevo aquí, no conozco a nadie, solo trato de socializar-
-soy Jadelyn West- dije estirando mi mano hacia él.
-mucho gusto Jade- dijo saludándome con la mano.
Cuando recorrí el salón con la mirada, vi la cara de odio que me arrojaban todas la chicas. Como si yo hubiera pedido que se sentara junto a mí. Definitivamente lo miraban como la carne nueva del salón. Sin duda era atractivo y a todas les llamaba la atención. Pero que importaba, al menos tendría unos momentos para charlar con alguien. Me sorprendí de lo que estaba pensando. No era que digamos la mas social de las chicas, pero el chico a mi lado me había agradado y sus palabras eran ciertas, no me había hecho nada, aun, y no tenía porque portarme grosera con él.
Después de que me hablara de que venía de Nueva York, de sus padres y su antigua escuela salimos del salón, era la primera vez que salía hablando con alguien. Aun traía el libro de literatura en las manos, y cuando Beckett Oliver paso junto no me sorprendió que me lo tirara.
-¡Oye fíjate!- Dijo Ryder con enfado.
Beckett, que era del grupo de victoria, de hecho su novio, lo vio con cara de sorpresa, era la primera vez que alguien me defendía y yo estaba igual de sorprendida que el.
-¡Discúlpate con Jade!- Mas que una recomendación su voz había sonado como una orden.
Beckett comenzó a reírse, se tapaba la boca para contener sus carcajadas.
-¿Jade?... jajaja, mira no sé quién eres pero no tengo nada en contra tuya así que no te metas-
-Si me meto, y no te permito que la trates así ¿oíste?-
Tome a Ryder por el brazo y lo jale hacia mí.
-¿Solo vayámonos de acuerdo?-
Ryder me miraba extrañado, pero no dijo nada mas, caminamos hasta el siguiente salón callados. Sentí vergüenza por no haberme defendido, pero las cosas eran así.
Cuando termino la clase de afinación musical teníamos descanso de una hora así que fuimos a sentarnos al estacionamiento. Por dentro rogaba porque no me preguntara lo que sucedía, no sabía que decirle; si le decía la verdad seguramente se iría y no me volvería a hablar, o inclusive comenzaría a molestarme como los demás.
-¿Por qué no dijiste nada?-
-Hummm... De que hablas- Intentaba sonar lo más convincente, pero creo que no salió muy bien.
-¿Jade que pasa? ¿Porque te tratan así?-
No podía mentirle, si realmente quería ser mi amigo entendería mi situación, si no solo sería uno más de ellos.
-Quizá después de que te diga no quieras volver a hablar conmigo, y lo voy a entender, pero antes quiero darte las gracias por ser amable conmigo.-
-No creo que sea tan grave como para dejarte de hablar-
-bueno, pues averigüémoslo… Hace dos años cuando entramos a esta escuela conocí a una chica, su nombre es kristen. Kristen, Victoria y yo éramos amigas. Hacíamos todo juntas, salíamos a comer, de compras, la tarea… todo. Pero con el paso del tiempo kristen y yo nos enamoramos, no nos importaba lo que dijeran los demás pero aun así nos cuidábamos. Nadie sabía de lo nuestro, nos ocultábamos, ni siquiera le dijimos a victoria. Estaba realmente enamorada. Kristen era mi necesidad, mi familia, mi amiga, mi novia, lo era todo para mí.
No sé cuando comenzamos a sentir algo más que amistad pero lo sentíamos, nos amábamos. Un día Victoria nos vio besándonos; estábamos en mi casa y Kristen y yo cumplíamos 6 meses como novias, estaba muy feliz. Victoria fue al baño y Kristen y yo aprovechamos y nos besamos, en cuanto nos separamos Victoria entro, por un momento me asuste pero no dijo nada, así que actuamos como si nada. Días después los papas de Kris llegaron muy enojados a la escuela.
Me gritaron frente a todos que yo había pervertido a su hija, que todo era mi culpa, y se la llevaron. No sé a dónde, no volví a saber nada de ella. Corrí hasta donde estaba Victoria, necesitaba que me abrazara y me dijera que todo estaría bien, pero ella solo me aparto, me vio con odio y dijo que era mi culpa que se llevaran a Kris.
No hizo falta preguntar, en ese momento lo supe; Victoria se encargo de separarnos; ella les dijo a los papas de Kris de lo nuestro, y luego se encargo de humillarme. Al día siguiente quería hablar con ella, que me explicara que había pasado; pero ella me aventó los libros y me grito que no me volviera a acercar a ella, que las lesbianas le daban asco. Y se repitió día a día.
Al principio me defendía, pero la ausencia de Kris me dejo en un abismo y ya no me quedaban fuerzas para luchar. El amor se volvió en dolor, y Victoria lo hacía más profundo. Me culpo que Kris se volviera lesbiana, como si eso pudiera elegir. Y así me metí en esta situación. Victoria se volvía cada vez más popular y con ello más gente me molestaba por quedar bien con ella, hasta que termine siendo el entretenimiento de todos. La odio como no tienes idea. Me dejo en el momento en que mas la necesitaba y me traiciono de la manera más cruel del mundo.
-No tienen porque tratarte así, y no tienes porque dejar que te traten así. Tú no tienes la culpa…-
-De verdad Ryd, solo deja las cosas como están, no me interesa. Ja, creo que ya no entramos a interpretación- ya no había nadie a nuestro alrededor, solo estábamos Ryder y yo.
-No, creo que no-
Nos tiramos en el cofre de su auto y miramos las nubes ser movidas por el viento.
De nuevo me sentí acompañada… pensé que debía preocuparme por él y cuidarlo así como el me cuidaba a mí. Tenía un amigo, alguien a quien no le importaba lo que dijeran de mí, que estaba a mi lado, alguien en quien confiar. Y también me sentí mal conmigo misma. Yo no era así, antes tenía algo en mi corazón. Y entonces me di cuenta de algo; durante ese tiempo mi mundo había sido yo y solo yo.
Solo existíamos yo y mi tristeza y no dejaba que nadie entrara en mi mundo. Pero Ryder no pidió permiso para entrar, desde ese día el ya formaba parte de mi mundo. Ya no estaba sola. Y se sentía muy bien.
Y así es como estaba la situación.
