Nota: Todos los drabbles están conectados de alguna forma y creo que llevan una especie de orden no del todo fijo.
Su figura se veía reflejada en los orbes de profundo azul de la persona frente a él, que irradiaban no sólo menosprecio, sino una furia apenas contenible en el delicado cuerpo mortal en el que había reencarnado Poseidón. Una sonrisa de lado se dibujó en sus labios en cuanto notó los puños crispados y el ligero tremor del otro. Siempre era un deleite ver el efecto nocivo de su persona en el menor, sin importar el cuerpo mortal que ocupara en la ocasión, la respuesta siempre era igual de exquisita y extrema. ¿Acaso alguien podía lograr enfurecer tanto a su hermano como él? Lo dudaba mucho.
Por un momento su sonrisa se borró al recordar cómo no siempre había sido así. Ambos eran hijos de Cronos, encerrados desde el inicio de los tiempos en el Tártaro. En un principio estuvo rodeado únicamente por sus hermanas, quienes le prodigaban atenciones y un afecto casi maternal, que no lograba apaciguar cierta soledad. Un día el Tártaro abrió sus fauces y sus miradas se encontraron por primera vez. Entonces supo que el infante frente a él era su hermano.
Juntos aprendieron el arte de la guerra, recorrieron cada rincón de aquella oscura prisión y compartieron incontables juegos y experiencias. Durante todo su tiempo en el Tártaro, fueron prácticamente inseparables, estableciendo una relación que no había tenido con ninguna de sus hermanas hasta ese momento. Pero todo había cambiado después de que su hermano menor los liberara para enfrentarse a los titanes.
Durante las batallas combatió al lado de Poseidón, protegiéndose mutuamente hasta haberse convertido en un contingente eficaz y temible. Sin embargo, la guerra les cambió de manera definitiva, y ninguno de los dos se había percatado de cuánto hasta que llegó el momento de repartirse los reinos. Hades sospechaba que sólo Zeus había quedado conforme, si es que el arranque de ira de Poseidón era indicativo alguno.
Después de ese encuentro, las sonrisas que su hermano le dirigía se vieron cambiadas por miradas cargadas de rencor y por ceños fruncidos. En un principio se intentó mantener una relación cordial, pero con el paso del tiempo se dio cuenta de que aquello sería imposible.
Un día hizo rabiar a Poseidón por simple deseo de herirle, y al notar la chispeante mirada zafirina del otro, así como el rubor producto del irascible temperamento del dios del mar, Hades decidió que había encontrado un nuevo y maravilloso pasatiempo: fastidiar a su hermano menor. Zeus era demasiado aburrido en comparación a Poseidón, así que desde ese día dedicó ciertos momentos de ocio a insultar y hacer rabiar al susodicho. Pero a veces incluso Hades se cansaba de la actitud infantil del otro, como en ese momento; por lo que sin pensarlo mucho, inclinó su cabeza en un gesto desdeñoso y socarrón antes de desaparecer y regresar al inframundo.
