MÁS QUE AMOR.
Te observaba en mis recuerdos, te sentía en la memoria de mi cuerpo, te llamaba en el silencio y te buscaba con anhelo. Tu mirada me cautiva, tu voz me domina sin pretenderlo y el latido de tu corazón es la sinfonía que marca el ritmo de mis latidos. Entonces llegaste, me sonreíste con esa dulzura que solo tú logras transmitir y mientras el tiempo se detenía, te acercaste poco a poco, bajaste a la altura de mi oído, suspiraste y una parte de ti se quedó grabada en mi cuerpo. Un beso y quebraste cada uno de mis huesos dejándome a la merced de tus deseos, pero entonces tomaste mi mano, erizaste cada una de la fibras de mi cuerpo, ahí estabas para decirme en silencio todo está bien.
Me llevaste delicadamente a aquel campo donde el verde del prado, el rojizo del atardecer y el azul del cielo hacían la combinación perfecta, tomaste mi mano y respiraste hondo, me dedicaste una sonrisa nueva, esa jamás la había visto, tus ojos brillaban y en ese momento sentí que el mundo no existía, que aquello que estaba más allá de nosotros era solo una ilusión, que solo tú y yo éramos reales, te acercaste y en mi te refugiaste, sentí tu respiración acelerarse y tus latidos desbocarse. En ese momento ya no existía el pasado, ni el futuro, solo existía mi presente, mi regalo, mi hoy, solo existías tú.
Derramaste una lágrima mientras estabas hipnotizada por el paisaje, sentí el enorme deseo de darte vueltas en mis brazos, de decirte que todo era real y que no iba a cambiar, me miraste buscando una respuesta a la pregunta que me hacías en silencio, pero no tenía una respuesta, no sabía que era esto que estábamos sintiendo porque jamás lo había sentido, era más allá de lo que antes había llamado amor.
Entonces tome tu rostro en mis manos, nos perdimos en la mirada del otro, tus ojos eran el reflejo de mi alma, nuestras narices se rozaron, mientras el viento soplaba y tus cabellos rebeldes jugaban alrededor de nuestros rostros, entendí que no eras perfecta, pero eras mi complemento, que no cambiarias tus defectos que por mí los mejorarías, que sacarías lo mejor de mí para ti y viceversa. Sin siquiera un contacto comprendí que serías mi alegría y mi dolor, mi tortura y mi salvación, mi todo y mi nada. Que si en algún momento te ibas, como inevitablemente pasaría, estarías conmigo por siempre, porque este sentimiento no cambiaría, quizás las circunstancias podrían cambiar o que por designios de la vida no estarías, pero el vínculo que había no se rompería.
Y yo que tal vez creía saberme todas las lecciones de amor, de conquista y seducción, me vi vulnerable en tus brazos, en un sentimiento tan cálido que me hacía sentir tan seguro y a la vez tan frío que me llevaba a tener el temor de perderte.
Rompiste a reír de un momento a otro, contagiándome de tu alegría, me miraste fijamente y no hubo más que ternura, amor, pasión, deseo, todo contenido en aquel beso que depositaste con delicados movimientos. En un mundo donde un Te Amo es casi como decir hola todos los días, esto es algo más que amor.
